URVIO. Revista Latinoamericana de Estudios de Seguridad N.° 42, mayo-agosto 2025 E-ISSN 1390-4299 ISSN 1390-3691
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doi.org/10.17141/urvio.42.2025.6447
El mantenimiento de la paz como laboratorio socio-político: casos Timor-Leste y Haití
Peacekeeping as a socio-political laboratory: the cases of Timor-Leste and Haiti
Recibido: 7 de enero de 2025
Aceptado: 1 de abril de 2025
Publicado: 31 de mayo de 2025
(*) Universidad Adolfo Ibáñez, Chile, bravojoelangel@gmail.com, orcid.org/0009-0009-9558-0143
(**) Instituto Politécnico Nacional, México, lrodriguezs@ipn.mx, orcid.org/0000-0001-5472-4950
Resumen
Introducción: la instrumentación de la paz, a través del sistema institucional internacional constituido al finalizar la Segunda Guerra Mundial, se hizo visible mayoritariamente gracias a las operaciones de mantenimiento de la paz de la Organización de las Naciones Unidas, institución encargada de garantizar la paz y la seguridad a nivel mundial. Objetivo: proponer una estructuración de las operaciones de mantenimiento de la paz como laboratorios socio-políticos, con base a los casos de Haití y Timor-Leste. Metodología: se emplea un enfoque cualitativo sustentado en la revisión documental de fuentes primarias y secundarias en el marco de los estudios de paz y conflictos, específicamente en lo que a las operaciones de mantenimiento de la paz se refiere. Conclusiones: los hallazgos sugieren un agotamiento en la instrumentación de las operaciones de mantenimiento de la paz en su forma actual. Existe una tendencia hacia la creación de un mayor número de misiones políticas especiales o figuras similares que gestionen los conflictos, pues conllevan despliegues más limitados. Se propone que esas nuevas misiones se estructuren también como laboratorios socio-políticos.
Palabras clave: geopolítica; laboratorio socio-político; Haití; mantenimiento de la paz; paz; Timor-Leste
Abstract
Introduction: the implementation of peace through the international institutional system set up at the end of the Second World War became visible mainly through the peacekeeping operations of the United Nations (UN), the institution responsible for guaranteeing peace and security at global level. Objective: Propose a structuring of peacekeeping operations as socio-political laboratories, based on the cases of Haiti and Timor-Leste. Methodology: a qualitative approach is used, based on a documentary review of primary and secondary sources in the context of peace and conflict studies, particularly in relation to peacekeeping operations. Conclusions: the findings suggest an exhaustion in the implementation of peacekeeping operations in their current form. There is a trend towards the creation of more Special Political Missions or similar figures for conflict management, as they involve more limited deployments. It is suggested that these new missions should also be structured as socio-political laboratories.
Keywords: geopolitics; Haiti; socio-political laboratory; Peace; peacekeeping; Timor-Leste
Introducción
La instrumentación de la paz, a través del sistema institucional internacional constituido al finalizar la Segunda Guerra Mundial, se hace visible gracias a las operaciones de mantenimiento de la paz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), institución encargada de garantizar la paz y la seguridad a nivel mundial. En 1948 el Consejo de Seguridad de la ONU (CSONU) autoriza desplegar observadores militares en Oriente Medio, bajo el nombre de Organismo de las Naciones Unidas para la Vigilancia de la Tregua (ONUVT) (ONU 2025a; ONU 2025b; UNTSO 2025). En enero de 1949 se establece el Grupo de Observadores Militares de las Naciones Unidas en la India y Pakistán (ONU 2025c; UNMOGIP 2025). Estas acciones marcaron el inicio de las operaciones de mantenimiento de la paz (OMP).
Muy cerca de cumplir los 80 años del inicio de la primera operación de mantenimiento de la paz, nos adherimos a lo sostenido por David Chandler en el sentido de que existe una transformación de los medios y mecanismos destinados a buscar la paz internacional. Se ha pasado de una “aplicación universal del conocimiento causal occidental a través de intervenciones políticas” a un enfoque “en los efectos de procesos locales y orgánicos, específicos y únicos, que actúan en las propias sociedades” (Chandler 2024, 15). Asimismo, la evolución observada en la aplicación de los principios de consentimiento, imparcialidad y no uso de la fuerza, cimientos de las OMP, se debe a los diferentes contextos políticos, normativos y de seguridad (Duursma et al. 2023) que se presentan en la actualidad.
En ese contexto, el objetivo del artículo es proponer una estructuración de las OMP como laboratorio(s) socio-político(s) (LSP), con base a los casos de Haití y Timor-Leste. Consideramos que esta estructuración proporciona elementos epistemológicos útiles en un escenario en donde parece predominar más la gestión del conflicto por encima de su resolución, situación ya observada por Chandler (2024, 16). Igualmente, nos colocamos en la línea de cuestionar un modelo de paz liberal que en no pocas ocasiones ha demostrado ser inviable. En el marco de esa estructuración, iniciamos la conceptualización de los LSP, desde las acepciones más generales de laboratorio, como “lugar dotado de los medios necesarios para realizar investigaciones, experimentos y trabajos de carácter científico o técnico” y como “realidad en la cual se experimenta o se elabora algo” (RAE 2025a).
En otras palabras, al estudiar procesos que consideren la selección y gestión de los recursos humanos necesarios para mantener la paz; identificar las condiciones sociopolíticas para la planeación e instrumentación de las OMP, y analizar sus dinámicas geopolíticas a nivel regional y global, entre otras acciones que pueden servir como ejemplo, las OMP se convierten en lugares para realizar observaciones e investigaciones con realidades en las que incluso se puede experimentar, entendiendo este verbo como “hacer operaciones destinadas a descubrir, comprobar o demostrar determinados fenómenos o principios científicos” (RAE 2025b). Nosotros consideramos que esto no es exclusivo de las denominadas ciencias fisicoquímicas y naturales, como lo señala el Diccionario de la Lengua Española, pues, desde el punto de vista epistemológico, es decir, para estructurar y generar conocimiento, también puede ser propio de las ciencias sociales. Al estructurar las OMP como LSP, estos serían laboratorios para la experimentación epistemológica, en donde, desde un ejercicio imaginativo, nos situemos en varios contextos, sean geográficos, sociales o políticos, para realizar operaciones destinadas a describir o mostrar determinados fenómenos o principios científicos para su análisis. El objetivo es conseguir una mejor aproximación epistemológica a los procesos que se desean estudiar. En el apartado Elementos para una estructuración de las OMP como LSP describimos con más detalle esta conceptualización.
Consideramos que esta estructuración puede contribuir a comprender los procesos sociopolíticos a nivel micro y macro que se presentan al interior de las OMP. Una aproximación que permita el análisis a ambos niveles estaría en la misma línea de lo que señalan Adam Day y Charles Hunt (2022), respecto a la necesidad de contar con instrumentos que permitan un mayor rendimiento explicativo, con el fin de hacer frente a escenarios de conflicto más complejos e interdependientes. Todo en el marco de los logros, desafíos y perspectivas a los que se enfrentan las OMP, a poco más de tres cuartos de siglo de vida (Duursma et al. 2023).
Marco teórico
La noción de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas apareció en un momento en el que las tensiones de la denominada Guerra Fría inmovilizaban constantemente el CSONU (ONU 2025a). Con el fin del enfrentamiento Este-Oeste se presentó un contexto diferente, ya que la denominada paz liberal se posicionó en ese nuevo contexto geopolítico. Esta paz liberal puede ser entendida como una “ingeniería externa de las sociedades en situación de posconflicto mediante la exportación de marcos liberales de buena gobernanza, elecciones democráticas, derechos humanos, Estado de Derecho y relaciones de mercado” (Chandler 2010, 137-138).1
El modelo de paz liberal estuvo fuertemente cuestionado en la misma década de los noventa, cuando se intensificó su aplicación (Pugh 2020). Existieron operaciones “no consensuadas” en donde no había una paz que mantener ni el respaldo de la comunidad internacional en el marco de la ONU, como sucedió en los conflictos de Croacia y Bosnia, lugares que sufrieron la intervención de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) (Cooper, Turner y Pugh 2011). Los casos de Somalia, Ruanda y Sierra Leona, entre otros, aportaron más detractores de ese modelo. Especial mención tienen las operaciones en la República Democrática del Congo y Sudán, pues fortalecieron un escepticismo en torno a la eficacia de las OMP, debido a su prolongada duración (Brookings Institution 2015).
Del mismo modo, para la mitad de la década de 2010, se presentó un grave problema de financiamiento de las OMP. La extensión de objetivos y actividades como la ayuda humanitaria, el mantenimiento y la consolidación de la paz, el apoyo en el marco de reformas de la gobernanza y reconstrucción institucional hicieron que los costos estuvieran fuera de control y se consideraran insostenibles (Pugh 2020, 428). Estos problemas de sostenibilidad financiera fueron un eslabón más de la cadena de percepciones negativas sobre las OMP, pues desde finales del siglo XX había dudas sobre las concepciones de “éxito” o “fracaso” en el mantenimiento de la paz, y su utilidad en ámbitos profesionales y académicos. A una pregunta directa sobre estos aspectos, Betts Fetherston señala que los criterios se basan en una “lista de deseos”, militares/diplomáticos, elaborada con base a estrategias que permitan la implicación de países, con un mínimo riesgo financiero o de otro tipo (citada en Druckman y Stern 1997).
Como señalamos líneas arriba, se presentó una transición del modelo de paz liberal, con la aplicación de conocimiento causal occidental, hacia los efectos de procesos locales y orgánicos, pero hubo una parada o escala institucionalista para encontrar esos procesos y reforzarlos (Chandler 2024, 29). Una de las principales críticas al modelo liberal era direccionar medidas de arriba hacia abajo, mientras que, al invertir el sentido, se mejora el acceso a las estructuras de base. Esta situación también conlleva una complejización de los escenarios, por lo que se requiere una aproximación epistemológica diferente.
En ese contexto complejo, Adam Day y Charles Hunt señalan que el mantenimiento de la paz se ha visto dominado por modelos lineales, en donde los escenarios de conflicto pueden abordarse mediante procesos de paz con mejoras graduales, por medio de programas de desarrollo (2022). Asimismo, sostienen que la teoría de la complejidad ofrece una perspectiva útil para analizar el mantenimiento de la paz y mencionan que los escenarios de conflicto representan sistemas sociopolíticos complejos e interdependientes, con una capacidad de autoorganización, retroalimentación y adaptación (Day y Hunt 2022, 1). Por su parte, Oliver P. Richmond (2021) se refiere a la noción de una arquitectura internacional de paz, la cual contempla teorías y doctrinas sobre el mantenimiento y la consolidación de la paz, la construcción del Estado, además de diversas herramientas y estrategias destinadas a poner fin a guerras y conflictos.
Como se observa, la antes señalada “parada institucionalista” convive con el inicio del entendimiento más orgánico de los procesos, en la toma de distancia del modelo de paz liberal. De tal suerte, han aparecido versiones de esa arquitectura en el contexto de otros organismos internacionales aparte de la ONU, como la Unión Africana, la Unión Europea (Richmond 2021) y otras instituciones regionales, como la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa. A partir de la segunda década de este siglo, se habla menos de soluciones o resolución de conflictos y más de gestión de conflictos (Chandler 2024, 27).
De igual forma, el entendimiento orgánico de los procesos demanda una mayor atención a los niveles micro y macro, pero no de forma separada sino integrada. Empero, y siguiendo a Roland Paris, al aproximarnos a las especificidades locales de las operaciones de paz, más difícil resulta percibir las visiones generales de esas operaciones o misiones. Con el fin de entender dichas visiones y cómo se relacionan con el entorno internacional en general, y que incluso son reflejo de él, es útil recurrir a la geopolítica como un medio para comprender y desarrollar investigaciones “a nivel macro” (Paris 2014). Destacamos que la denominada geopolítica clásica fue usada en favor del modelo de paz liberal, específicamente a finales del siglo pasado, con la intención de exportar valores, prácticas e intereses de una agenda enmarcada en un contexto de poder global unipolar, es decir, con la identificación de los Estados Unidos como única superpotencia.
Casi 10 años después, el mismo Paris señaló que el mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas se encuentra en un periodo de transición, pero que es muy difícil entender su naturaleza o su destino. Para ello, este autor sostiene que el mantenimiento de la paz es la más reciente expresión de una gestión colectiva de conflictos (GCC), la cual ha adoptado diferentes formas en el pasado y que lo seguirá haciendo en el futuro (Paris 2023). En este sentido, existe una coincidencia entre Paris y Chandler respecto a aceptar la gestión del conflicto en lugar de la resolución, pero persisten sus diferencias en torno al papel del modelo de la paz liberal, en general.
Destacamos nuestra coincidencia con Paris respecto a la utilidad de elementos teóricos y conceptuales que la geopolítica ofrece, con base en la necesidad de diversificar estilos analíticos y aproximaciones teórico-metodológicas en los estudios de mantenimiento de la paz, debido a que en algunos casos se observan modelos híbridos de gobernanza en las operaciones de paz (Paris 2014, 502-504). Igualmente, nos inscribimos en la reformulación más orgánica de los problemas abordados por los estudios de paz y conflicto, al situarnos más allá de la terminología de las ciencias políticas y las relaciones internacionales, como lo señala Chandler (2024). Muestra de ello es que retomamos lo señalado por la geógrafa Doreen Massey, respecto a que el espacio es producto de interrelaciones y constituido a través de interacciones, y está siempre en construcción (2005). De acuerdo con la misma autora, el espacio concierne a nuestras relaciones con los demás y deviene en un espacio social producto de esas relaciones y conexiones, las cuales están llenas de poder (Massey 2013). De esta forma, se acude a la geografía para estructurar los LSP, pues primero hay que situarlos desde una ubicación geográfica, por ejemplo, contemplando su latitud y longitud, y, al mismo tiempo, considerar el estudio de los fenómenos que se dan en los espacios sociales producidos. En el apartado correspondiente se profundizará en este tema.
Metodología
Se emplea un enfoque cualitativo sustentado en la revisión documental de fuentes primarias y secundarias en el marco de los estudios de paz y conflictos, específicamente en lo que a las operaciones de mantenimiento de la paz se refiere. Se presenta una discusión sobre el desarrollo de las OMP en Timor-Leste y Haití, en el marco de una comparación del comportamiento político nacional desde una perspectiva transnacional (Clark, Golder y Golder 2013). Lo anterior, en un contexto geopolítico e histórico-social de los países que conforman los casos de estudio.
De igual forma, se propone un ordenamiento epistémico que estructure las OMP como LSP, con el fin de obtener un mayor rendimiento explicativo. Dicho ordenamiento se ejemplifica con un ejercicio imaginativo para situarse en varios contextos, sean geográficos, sociales o políticos, entre otras disciplinas, con el fin de imaginar, caracterizar, estructurar y crear ideas, espacios y demás alternativas que se consideren viables. De esta manera, la estructuración de las OMP como LSP propone una aproximación epistemológica diferente a las misiones de paz instrumentadas por la ONU o por otros organismos internacionales, lo que permitiría crear análisis e incluso formular propuestas interdisciplinarias que pudieran aplicarse en escenarios de conflicto o postconflicto.
Resultados y discusión
Las OMP en Timor-Leste y Haití: transiciones del modelo de paz liberal
A continuación, se presentan los dos casos de estudio relativos a las OMP en Timor-Leste y Haití. Como contexto inicial, se destacan los cuestionamientos hechos a las OMP en los últimos 30 años, debido a que emanan de lógicas institucionales globales, pero en la práctica operan bajo lógicas estatales (Bravo 2022). En otras palabras, las operaciones de paz en su origen y forma se encuadran en marcos institucionales, sean de la ONU o de otras organizaciones internacionales, con mandatos específicos, pero al llegar al terreno su operación es afectada por procesos locales que configuran y estructuran dinámicas particulares, las cuales en no pocas ocasiones entran en tensión con los mandatos originales.
Más que presentar un caso de éxito y un caso de fracaso, al referirnos a las OMP en Timor-Leste y Haití, respectivamente, buscamos ubicarlas en el marco de los procesos de transformación presentados en las operaciones de paz desde fines del siglo pasado. Como ya lo hemos señalado en la introducción y en el marco teórico, se observan cambios en los enfoques, de una aplicación del conocimiento causal occidental al énfasis en los procesos locales y orgánicos, sin olvidar el “estancamiento institucionalista” en la primera década de este siglo (Chandler 2024). Igualmente, es perceptible la evolución en la aplicación de los principios rectores de las OMP: consentimiento, imparcialidad y no uso de la fuerza (Duursma et al. 2023).
El caso de Timor-Leste podría ser quizá el más paradigmático de la señalada pausa institucionalista, sin olvidar un favorable escenario geopolítico que permitió un consenso a favor de la independencia de ese país del sudeste asiático. Recordemos que, desde la invasión hecha por el gobierno indonesio en diciembre de 1975, el CSONU instó a respetar la integridad territorial de Timor-Leste por parte de todos los Estados, y específicamente solicitó a Indonesia que retirara sus tropas de territorio timorense. Lo anterior no se llevó a cabo debido a las correlaciones geopolíticas de la época y en un ambiente de Guerra Fría, el gobierno de los Estados Unidos apoyó la invasión a Timor-Leste por parte de Indonesia, pues consideró la posibilidad de que llegara al poder un gobierno de corte comunista y cercano a la entonces Unión Soviética.
La invasión indonesia en Timor-Leste duró casi un cuarto de siglo (1975-1999). Con el fin de la Guerra Fría, la correlación geopolítica se modificó. Para finales del siglo XX, la ONU tuvo una rápida toma de decisiones y medió entre los gobiernos portugués, indonesio y con otros actores internacionales. Entre 1999 y 2012 se desplegaron diferentes tipos de OMP, con un claro énfasis en la creación y fortalecimiento institucional del país del sudeste asiático. Con base en la información publicada en distintos portales electrónicos de la ONU (CSONU 1999; CSONU 2002; CSONU 2005; CSONU 2006; UNMIT 2025), se comparte el siguiente recuento de las operaciones instrumentadas en Timor-Leste por parte de la ONU. Se aclara que las siglas son por su denominación en inglés.
De junio a octubre de 1999, conforme a la resolución 1246 del 11 de junio de 1999 emitida por el CSONU, se estableció la Misión (de Asistencia) de las Naciones Unidas en Timor Oriental (UNAMET). El objetivo central fue organizar una consulta popular respecto a aceptar una autonomía especial bajo la administración indonesia o si se optaba por la separación. El 30 de agosto de 1999, el pueblo de Timor-Leste, también denominado Timor Oriental, decidió iniciar el proceso que le llevaría hacia la independencia. Cabe destacar que esta misión no fue una OMP, pues su mandato estaba limitado a dar soporte y monitorear el proceso de consulta popular.
De acuerdo con la resolución 1272 del CSONU del 25 de octubre de 1999, se estableció la Administración de Transición de las Naciones Unidas para Timor Oriental (UNTAET), hasta mayo de 2002. Esta operación de mantenimiento de la paz ejerció la autoridad administrativa del país durante la transición a la independencia. La UNTAET se sustentó en tres pilares: gobernanza y administración pública; una fuerza para el mantenimiento de la paz, y asistencia humanitaria. De acuerdo con Lise Morjé Howard, la literatura sobre la intervención de la ONU en Timor-Leste presenta dos historias diferentes. En sus inicios, una temprana disfunción organizativa y después un posterior aprendizaje que le permitió cumplir con la mayoría de sus objetivos (Howard 2007).
La UNTAET se enfocó en tareas más relacionadas con el desarrollo, que con cuestiones de seguridad, a diferencia de anteriores operaciones de mantenimiento de la paz (Howard 2007, 296). De esta forma, se aprecia un ejemplo de la evolución en la aplicación de los principios rectores de las OMP que señalaron varios autores (Duursma et al. 2023) conforme avanzaba este siglo. Asimismo, consideramos que la UNTAET estructuró, de mejor forma, diversos elementos encaminados a entender y trabajar de forma más cercana y receptiva con procesos locales y orgánicos. Se presentó así una escala en el camino de alejamiento del modelo liberal de paz, cuya centralidad fue claramente visible en las OMP de la década de los noventa del siglo pasado.
De 2002 a 2005 se desarrolló la Misión de Apoyo de las Naciones Unidas en Timor Oriental (UNMISET), con el objetivo de apoyar al nuevo país, que obtuvo su denominada segunda independencia en mayo de 2002. Sin embargo, la sociedad timorense no ha atravesado un camino sencillo como país independiente, pues en 2004 y 2006 se presentaron crisis políticas y sociales relevantes. De mayo del 2005 a agosto del 2006, se estableció la Oficina de las Naciones Unidas en Timor-Leste (UNOTIL), una misión política con el objetivo de desarrollar diversas instituciones estatales, además de impartir capacitación en gobernanza democrática y los derechos humanos.
En febrero del 2006, se presentó un conflicto al interior de las fuerzas armadas gubernamentales timorenses, situación que desencadenó una crisis de seguridad e inestabilidad social y política durante varios meses. En agosto de 2006, por medio de la resolución 1704 del del CSONU, se estableció la Misión Integrada de las Naciones Unidas en Timor-Leste (UNMIT), la cual duró hasta el último día de 2012. Esta misión se inscribió en el marco de las llamadas misiones multidimensionales, lo que significó un amplio espectro de iniciativas destinadas al desarrollo de la sociedad timorense. En el contexto de la UNMIT, se continuaron acciones para fortalecer las instituciones locales.
El primer autor de este artículo participó como consejero electoral y coordinador de campo de enero a septiembre del 2012 en la UNMIT y tuvo oportunidad de ser testigo de los avances en el fortalecimiento institucional. Por su adscripción, trabajó en los dos cuerpos electorales: la Comisión Nacional de Elecciones (CNE) y el Secretariado Técnico de Administración Electoral (STAE). En ambas instituciones se desarrollaron estrategias de difusión y sensibilización para la participación ciudadana y los derechos político-electorales de las y los timorenses. Dichas estrategias contenían elementos que lograban interiorizar los contenidos, pues, si bien es cierto que había ya un largo camino recorrido en el fortalecimiento y gestión institucional, gracias a las operaciones antecedentes se apreciaba la asimilación de elementos culturales locales en las iniciativas desarrolladas.
La trascendencia no solamente de la UNMIT, sino de todas las demás acciones que la ONU realizó en ese país, ha propiciado que la intervención en Timor-Leste, aún a la fecha, siga considerándose una referencia dentro de las acciones de mantenimiento de la paz. Lo anterior, debido a que “fueron establecidos todos los tipos conceptuales de operaciones de paz, desde acciones de prevención hasta la imposición de la paz” (Cruz 2015). La participación de la ONU en Timor-Leste muestra uno de los ejemplos en donde mayor intervención ha tenido alguna institución internacional. De esta forma, el apoyo dado por la ONU otorgó una visibilidad y aceptación, tanto interna como externa, al proceso de legitimación del poder estatal timorense.
En el caso de Haití, la historia de la participación de la ONU y de la cooperación internacional en general ha sido diferente. En 1990, las Naciones Unidas enviaron un contingente para la observación de las elecciones, en donde obtuvo el triunfo Jean Bertrand Aristide y se trató de la Misión de las Naciones Unidas para la Verificación en Haití, en inglés conocida bajo las siglas ONUVEH (SWISSINFO 2023). Desde esa fecha y por poco más de 30 años, las misiones de la ONU en Haití han pasado de objetivos muy específicos a objetivos amplios de estabilización y multidimensionalidad. A continuación, se comparte un resumen de las principales misiones que la ONU ha desplegado en el país caribeño, con base en las siguientes fuentes: MINUJUSTH (2025), MINUSTAH (2025), ONU (2025a) y SWISSINFO (2023).
En septiembre de 1993 el CSONU estableció la primera OMP en Haití, denominada Misión de las Naciones Unidas en Haití (MINUHA). Empero, las autoridades militares haitianas impidieron el completo despliegue. Para julio de 1994, por medio de la resolución 940 del mismo año, el CSONU autorizó enviar una fuerza multinacional de 20 000 miembros. En marzo de 1995, la MINUHA asumió las funciones integrales que contempló a la Misión de Apoyo de las Naciones Unidas en Haití (MANUH), la Misión de Transición de las Naciones Unidas en Haití (MITNUH) y la Misión de Policía Civil de las Naciones Unidas en Haití (MIPONUH). Se cubrió un período hasta el 2001, el cual se caracterizó por una relativa estabilidad, elecciones y avances en cuestiones de participación ciudadana y consolidación de la cultura política, aunque hubo episodios de tensión y no se pudieron concretar reformas profundas.
De acuerdo con David Roberts, cerca de la mitad de las intervenciones para consolidar la paz liberal fracasa en un período de cinco años. La violencia regresa tras la marcha de los pacificadores y se usa una narrativa liberal que disfraza el comportamiento neopatrimonial de las élites, entre otras prácticas (2012, 366). Consideramos que la historia de las OMP en Haití ha seguido en varios aspectos el guion de la retórica liberal que Roberts sostiene, pues en 2004 se presentaron nuevamente conflictos sociales y políticos, y el 30 de abril del mismo año el CSONU adoptó la resolución 1542, en donde autorizó crear la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización en Haití (MINUSTAH).
La MINUSTAH terminó su mandato el 15 de octubre de 2017, bajo serios cuestionamientos de la población local y la comunidad internacional. En los 13 años que tuvo de duración, se presentaron fenómenos sociales y naturales que incidieron negativamente en la vida social, política y económica de Haití. En el 2011, el primer autor formó parte de una misión de observación electoral en el país caribeño, por parte de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Igualmente, por cuestiones profesionales y académicas, ha desarrollado en los últimos seis años proyectos de consultoría y lo que se observa es un sostenido deterioro de la situación sociopolítica y económica haitiana.
Al igual que Timor-Leste, la geopolítica ha jugado un papel importante en el devenir haitiano. Markus-Michael Müller y Andrea Steinke sostienen que los gobiernos de los Estados Unidos, en su búsqueda de nuevas alternativas para mantener la paz, crearon estrategias más “locales”, menos costosas y más legítimas, las cuales, en un marco de convergencia geopolítica de intereses, transformaron a Haití en un laboratorio de experimentación de nuevas formas de intervención militar (2020, 54). Del mismo modo, consideramos que no hubo en Haití un “estancamiento institucionalista”, término antes citado y acuñado por David Chandler, debido a que, al menos desde 1990, no existen instituciones operativas.
La citada convergencia geopolítica de intereses no solamente permitió una experimentación de los Estados Unidos en Haití, sino también por parte de Brasil, pues ambos Estados estaban interesados en probar nuevas formas de intervenciones militarizadas en nombre de la estabilización, con lo que afectaron negativamente a la legitimidad de la MINUSTAH (Müller y Steinke 2020, 55). La búsqueda de estrategias más “locales” no siempre es garantía de éxito si no se tiene un interés claro en ayudar a la población del país intervenido. En Haití, los genuinos procesos locales y orgánicos tal parece que fueron dejados en un segundo plano, por debajo de los intereses geopolíticos de las potencias intervinientes.
Los mismos autores consideran que la MINUSTAH, como primera misión de estabilización de la ONU, se podría considerar como un experimento que permitió probar técnicas nuevas y militarizadas, con un probable destino de estabilización en los países del Sur global y de donde se podría obtener información para combatir amenazas de seguridad “no convencionales”, como bandas urbanas u otros actores armados no estatales (Müller y Steinke 2020, 64). Aunque el mandato de la MINUSTAH terminó en el 2017, en ese mismo año, por medio de la resolución 2350 del CSONU, se estableció la Misión de las Naciones Unidas para el apoyo de la Justicia en Haití (MINUJUSTH), la cual terminó su mandato el 15 de octubre de 2019, poniendo fin a la presencia de las misiones de la ONU en Haití. Como se observa, de una misión multidimensional y de estabilización, se pasó a una misión con un mandato muy preciso, en ámbitos de justicia y no en otras dimensiones.
En el 2019, conforme a la resolución 2476 del CSONU, se estableció una nueva configuración institucional para apoyar a Haití, la cual contempló la participación de 19 agencias, fondos de programas presentes en el país y la Oficina Integrada de las Naciones Unidas en Haití (BINUH, por sus siglas en francés). Más recientemente, en 2023, el CSONU autorizó el despliegue por un año, prorrogable, de una fuerza multinacional de asistencia a la policía haitiana, 12 meses después de la petición hecha por el gobierno haitiano (SWISSINFO 2023). Durante 2024, el CSONU autorizó y pidió al Secretario General de la ONU establecer un fondo fiduciario para canalizar contribuciones a una iniciativa de apoyo a Haití, aunque se aclara que no será una OMP (ONU 2024a).
Desafortunadamente, al momento de escribir este artículo, la situación sigue siendo caótica en Haití y no existe un gobierno estable que controle el territorio y garantice la seguridad a la población. El país caribeño tiene una de las tasas más altas de inseguridad alimentaria aguda del mundo (WFP 2024); un número no contabilizado de bandas callejeras controlan alrededor del 85 % del territorio haitiano (HRW 2025), en el marco de una lenta respuesta de la comunidad internacional y una profundización de la crisis sociopolítica (ICG 2025). En el caso haitiano, estuvieron y siguen estando presentes lógicas institucionales globales y lógicas estatales que han impedido que las OMP alcancen sus objetivos. No solamente se ha intentado instrumentar el modelo de paz liberal, sino que a los intereses geopolíticos de potencias globales como los Estados Unidos y Francia, se han sumado estrategias de potencias medias como Brasil.
El modelo de paz liberal no ha desaparecido del todo, se encuentra todavía en una fase de transición. En el caso de Timor-Leste se aprecian procesos de asimilación de elementos locales en diversas estrategias instrumentadas por las OMP. En Haití, hubo una distancia, incluso resistencia a varias iniciativas impulsadas por las OMP, debido a aspectos geopolíticos, históricos, sociopolíticos y culturales. Sin embargo, se aprecia una clara falta de voluntad política de la comunidad internacional en general y de las potencias de forma específica, para propiciar condiciones ya no para resolver el conflicto, sino para gestionarlo. De tal suerte, y después de esta revisión de los dos casos de estudio, pasamos a compartir los elementos generales de nuestra propuesta de estructuración de OMP como LSP.
Elementos para estructurar las operaciones de mantenimiento de la paz (OMP) como laboratorio(s) socio-político(s) (LSP)
Las OMP han sido cuestionadas debido a que la mayoría de los países en donde se han instrumentado siguen sumidos en crisis económicas, políticas y sociales recurrentes. Otras críticas apuntan a fallas técnicas en el diseño, a la falta de voluntad política para su correcta instrumentación, así como diversos factores endógenos o exógenos que limitan el cumplimiento de sus objetivos. Del mismo modo, se tiene la percepción de que las OMP se concentran en reproducir el modelo de paz liberal con las problematizaciones ya enunciadas en el cuerpo del artículo.
Como se presentó en el anterior apartado, diversas situaciones y características propiciaron la diferencia de resultados en la instrumentación de las OMP en Timor-Leste y Haití. En este contexto, y como una alternativa metodológica y analítica, proponemos estructurar las OMP como LSP; estos serían laboratorios para la experimentación epistemológica, en donde desde un ejercicio imaginativo nos situemos en diversos contextos, sean geográficos, sociales o políticos e incluso desde la perspectiva de otras disciplinas. De esta forma, se podrían realizar operaciones destinadas a describir o mostrar determinados fenómenos y/o principios científicos para su análisis. Lo anterior con el fin de conseguir una mejor aproximación epistemológica a los procesos que se puedan identificar en las OMP.
En este contexto, compartimos un ejercicio imaginativo que ayuda a ejemplificar la forma en que se puede estructurar una OMP como LSP. En un primer momento, se invita al lector o lectora a imaginar desde conocimientos preconcebidos una OMP, preferentemente sin consultar alguna fuente. En un segundo momento, construimos una imagen de Haití y de Timor-Leste desde su ubicación geográfica, usando un mapa e incluso coordenadas geográficas (latitud y longitud), y, de acuerdo con nuestros intereses y especialidades, dicha imagen contendrá elementos de diferentes disciplinas. Por ejemplo, nuestra estructuración parte de identificar dos islas con relevancia estratégica, y a su condición insular agregamos la convivencia territorial con otro país. En ambas situaciones ese otro país tiene un mayor nivel de desarrollo económico, en el caso de Haití es la República Dominicana y en el de Timor-Leste es Indonesia.
Igualmente, se ubican relaciones de dominación de un Estado sobre otro, como sucedió colonialmente con Portugal y la invasión indonesia en Timor-Leste, y, en el caso haitiano, como excolonia francesa, y dependencia económica de República Dominicana y en general de la ayuda y cooperación internacional. Asimismo, se identifican diversas razas, lenguas, religiones, etc. Si instrumentamos aproximaciones inter y transdisciplinares, podremos estudiar situaciones que afectan y condicionan aspectos transversales como la migración, el comercio, la seguridad, los estudios ambientales, entre otros. Podemos delimitar ámbitos de estudio micro y macro; análisis de política comparada, al interior de los países, o de política internacional, por ejemplo.
De esta forma, nos acercamos epistemológicamente a las OMP desde una perspectiva más amplia. La estructuración de las OMP como LSP permite ver a Haití o a Timor-Leste desde una óptica más integradora y seleccionar los aspectos que consideremos más relevantes. Continuando con la estructuración, en un tercer momento, creamos una conceptualización de lo que es una OMP. Podemos basarnos en una definición y quedarnos en ese nivel, pero también tenemos la opción de complejizar las imágenes mentales obtenidas, pensando en la utilidad o no de esa OMP, si alcanzó o no sus propósitos, entendiendo que la respuesta tendrá relación con los objetivos buscados por la o el investigador.
Una estructuración de este tipo permite una posterior y más precisa descripción y análisis de las características del o los objetos de estudio. De esta forma, una aproximación epistemológica de una OMP como LSP, es decir, dando estructura al conjunto de relaciones existentes para su entendimiento, puede facilitar un diferente tipo de análisis en un espacio que contiene elementos destinados a establecer mecanismos de control, pero al mismo tiempo contemplar variables y contingencias externas que inciden en la toma de decisiones y desarrollo de una OMP. En el marco de este artículo, nuestra estructuración de las OMP como LSP se inscribe en la línea de cuestionar la imposición de un modelo de paz liberal, el cual ha demostrado sus limitaciones, al menos en los últimos 30 años.
En un cuarto momento, desde la estructuración de las OMP como LSP, podemos imaginar e incluso crear nuevos espacios, ya sea desde la academia o desde funciones profesionales como especialistas en el campo de los estudios de paz y conflictos. El ordenamiento epistémico propuesto nos permite crear marcos analíticos diferentes e incluso innovadores. Una ejemplificación puede ser los Museos de Paz, pues aparte de los fines educativos y de sensibilización, también pueden tener un fin epistemológico, como lo vemos a continuación.
La manera en que las sociedades haitiana y timorense han tratado la memoria colectiva frente a un pasado de violencia y conflictos ha sido diferente. En el caso del Archivo y Museo de la Resistencia Timorense, la sociedad de ese país ha reconstruido un pasado que le permite integrar una identidad nacional reflejada en un Estado nación viable (De Lucca 2016), además de que ha creado un espacio social que visibiliza y materializa pasado, presente y futuro de la sociedad timorense y ha convertido a Timor-Leste en un ejemplo de reconciliación (ONU 2024b). Respecto a Haití, si bien han existido iniciativas para concretar un espacio similar, la extrema y continua espiral de violencia en la que ha estado el país caribeño, desde hace varios decenios, ha imposibilitado concretar dicho espacio (Devoir de Mémoire 2025). La creación de espacios de memoria colectiva es un ejemplo que, después de dar estructura a un conjunto de relaciones existentes para su entendimiento, permite describir y analizar materializaciones de un LSP.
No tenemos evidencia de que el Archivo y Museo de la Resistencia Timorense se concibiera en el marco de un LSP, pero lo que sí es seguro es que sus primeras imágenes nacieron de un conjunto de voluntades e intereses de diferentes actores locales timorenses y externos, y posteriormente se pudo materializar. De tal suerte, los LSP pueden propiciar realidades y lo que se propone es un ordenamiento, pues dentro de un laboratorio al mismo tiempo que existe un control, también se puede experimentar, innovar y crear, tanto ideas como buenas prácticas. Lo anterior, incide en la construcción de los respectivos espacios sociales y, por ende, en la capacidad de proyectar poder y de alguna forma las OMP tienen poder. En otras palabras, lo político también es pensado como la capacidad humana de alterar el orden y las estructuras hegemónicas; es decir, la capacidad del sujeto de producir formas sociales nuevas y diferentes (Conde y Fuentes 2022). De esta manera, nuevas estructuraciones del mundo permiten describir nuevas características de los objetos de estudio.
En el marco de los estudios de paz y conflicto, una OMP estructurada como LSP es una instancia que puede construir espacios de diálogo, negociación y reconciliación. Betts Fetherston sostiene en una entrevista académica que las personas que viven en zonas de guerra necesitan “espacios” en los que las “sociedades civiles” puedan resurgir y desafiar las culturas de violencia y las estructuras políticas represivas (civiles y estatales) (Druckman y Stern 1997, 153). Un LSP, al tomar o al tratar de incidir en una dimensión espacial dada con antelación —entiéndase el mandato recibido por el CSONU—, elabora una representación de un “mundo” con tipos particulares de lugares y además puede originar la creación de nuevos espacios. Así, adaptando y aplicando conceptos desde una aproximación crítica (Conde y Fuentes 2022), la OMP estructurada como LSP aprende, construye y opera procesos de producción espacial usados como medios y condiciones para realizar lo social. Todo lo anterior considerando relaciones de poder que buscan organizar y controlar el espacio social creado o en creación.
Conclusiones
Después de revisar la literatura y analizar los casos de estudio, los hallazgos sugieren un agotamiento en la instrumentación de las OMP tal y como se han desarrollado hasta la fecha. Tanto en Timor-Leste como en Haití ya no existen OMP sino oficinas de la ONU que brindan apoyo en sectores específicos. En los casos analizados, se observó que la presencia de las OMP en el país asiático propició un fortalecimiento institucional local, de cierta forma alejado del modelo de paz liberal, aunque conservando algunos de sus elementos. Por su parte, las OMP en Haití no alcanzaron los objetivos propuestos, pues existieron y existen elementos endógenos y exógenos que impiden desarrollar prácticas incluso destinadas a la gestión del conflicto.
Los diversos intereses geopolíticos regionales y mundiales propiciarán escenarios de tensión a mayor escala en los próximos años. Este contexto impulsará un aumento en la creación de figuras institucionales que tendrán funciones similares a las OMP, pero necesitarán una mayor adaptación a las características de los procesos de nivel micro y macro. Si las OMP son estructuradas como LSP, podrían configurarse como modelos más novedosos, innovadores y con mejores capacidades de adaptación a otras realidades de conflicto, presentes y futuras.
Viendo a futuro, la configuración de las actuales misiones políticas especiales, no solamente dependientes de la ONU sino de otros organismos internacionales regionales, denota una tendencia hacia la gestión del conflicto, pues conllevan despliegues más limitados y, por ende, menos caros y más fáciles de administrar. En este escenario, si se estructuran también como LSP, podrían desarrollar ideas innovadoras en el marco de su función y mandato. El menor tamaño de este tipo de misiones las hace más controlables. Un ejemplo es la misión política que actualmente se desarrolla en Colombia, la cual podría ofrecer elementos para eventuales despliegues en zonas de conflicto.
Finalmente, consideramos que al estructurar las OMP, o los modelos derivados de ellas, como LSP, el rendimiento explicativo, operativo y estratégico sería mayor, pues se tomarían en cuenta aspectos más cercanos a los procesos locales, como la gobernanza, migración, medio ambiente, etc. De forma general, los procesos sociopolíticos podrían ser mejor considerados, ya que las dinámicas sociales y políticas estarían contrastadas y relacionadas con un mayor número de entornos. La convivencia de aproximaciones inter y transdisciplinarias se pueden desarrollar en el marco de los laboratorios socio-políticos.
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Notas al pie
1 El texto original en inglés es “external engineering of post-conflict societies through export of liberal frameworks of good governance, democratic elections, human rights, the rule of law and market relations”. Traducción de los autores.