1
doi.org/10.17141/urvio.38.2024.5977
Localizando feminicidios: la clave geográfica
Locating Feminicides: The Geographic Key
Localização dos feminicídios: a chave geográfica
Ernesto García-López
1
y Alfonso Valenzuela-Aguilera
2
Recibido: 29 de mayo de 2023
Aceptado: 10 de agosto de 2023
Publicado: 30 de enero de 2024
Resumen
En la Ciudad de México, el feminicidio se entrelaza con factores geográficos y de
marginación, dado que se concentra en las zonas más desfavorecidas. Este estudio emplea
la geolocalización anual de datos delictivos mediante el Sistema de Información Geográfica
y Estadística sobre Violencia de Género (SIGEVIG) para correlacionar las condiciones de
marginación con los lugares donde ocurren los feminicidios. Los resultados revelan
patrones espaciales que son claves para comprender los modos en que opera este delito y
las condiciones subyacentes que lo propician en ubicaciones específicas de la ciudad.
Palabras clave: Ciudad de México; feminicidio; género; geografías; violencia
Abstract
In Mexico city, feminicide is intertwined with geographical and marginalization factors,
concentrating in the most disadvantaged areas of the capital. This study employs the annual
geolocation of crime data through the Geographic and Statistical Information System on
Gender Violence (SIGEVIG) to correlate marginalization conditions with the locations
where feminicides occur. The results reveal essential spatial patterns for understanding the
operating modes of this crime as well as the underlying conditions that foster it in specific
locations within the city.
Key words: Mexico City; feminicide; gender; geographies; violence
1
Universidad Autónoma del estado de Morelos, México, ernesto.garcia8404@gmail.com, orcid.org/0000-
0001-5761-1839
2
Universidad Autónoma del estado de Morelos, México, aval@uaem.mx, orcid.org/0000-0003-3238-446X
2
Resumo
O fenômeno do feminicídio na Cidade do México está entrelaçado com fatores geográficos
e de marginalização, concentrando-se nas áreas mais desfavorecidas da capital. Este estudo
utiliza a geolocalização anual de dados criminais por meio do Sistema de Informação
Geográfica e Estatística sobre Violência de Gênero (SIGEVIG) para correlacionar as
condições de marginalização com os locais onde ocorrem os feminicídios. Os resultados
revelam padrões espaciais essenciais para compreender os modos de operação desse crime
e as condições subjacentes que o propiciam em localizações específicas da cidade.
Palavras-chave: Cidade do México; feminicidio; gênero; geografias; violência
1. Introducción
Los crímenes de alto impacto como el feminicidio tienen sus raíces en factores
situacionales o geográficos. Estos elementos permiten desentrañar las estrategias operativas
del crimen organizado, al prever la comisión de delitos a través de la identificación de
lugares específicos mediante el uso de mapas de calor. Estos mapas, a su vez, posibilitan la
formulación de estrategias de prevención situacional, al enfocarse en las áreas más
susceptibles a la perpetración de ese tipo de crímenes. Por medio del análisis espacial, es
posible comprender los elementos y condicionantes territoriales, así como visualizar los
patrones delictivos mediante datos geolocalizados. Dicha aproximación facilita la detección
de la concentración relativa de incidentes en el territorio, considerando sus diversas escalas.
Cabe destacar que el feminicidio es un delito multifactorial y de gran complejidad,
de modo que no intentamos subestimar las condicionantes socioeconómicas, sociales y
culturales que están detrás de este delito. Por el contrario, aprovechamos los estudios
realizados por expertos y expertas desde distintas disciplinas, que han arrojado luz a las
condicionantes muchas veces estructurales que las mujeres tienen que sobrellevar en su
vida cotidiana (García del Moral 2016; Villavicencio y Zúñiga 2015; Wright 2016; Zurolo
y Garzillo 2013).
Algunos estudios han identificado características espaciales que propician la
violencia contra las mujeres, como falta de infraestructuras urbanas, visibilidad deficiente y
movilidad peatonal restringida (Garfias et al. 2020; Monárrez 2002; 2020). Esta violencia
3
ha sido asociada con parajes desolados como lotes baldíos, estacionamientos, edificios
abandonados o en construcción, paradas de transporte y parques públicos (Dymén y
Cecatto 2011; Belur et al. 2016; Valenzuela 2021).
En las ciudades del norte global, las zonas residenciales tienden a ser menos
peligrosas alrededor de los nodos de transporte, los centros de negocios y las áreas de uso
mixto, mientras que los patrones delictivos locales sirven para comprender la manera en
que las personas interactúan con su entorno físico inmediato (Felson y Clarke 1998).
Investigaciones empíricas sostienen que existe una correlación entre la modalidad del
delito, el lugar y la temporalidad de su ocurrencia. El modus operandi del infractor se
yuxtapone con las actividades cotidianas de la víctima.
En el presente estudio destacamos la incidencia del feminicidio a partir de las
condiciones de marginalidad de los lugares donde han ocurrido en los últimos seis años,
tomando como caso de estudio la Ciudad de México, dado que se trata de una demarcación
con un alto grado de complejidad y en donde este delito se ha mantenido relativamente
constante en el tiempo, y concentrado en localidades específicas. Tenemos como
antecedente que la caracterización del feminicidio se remite al Primer Tribunal
Internacional de Crímenes contra la Mujer en 1976. La noción se introduce en el ámbito
global al definirse como el resultado de una variedad de violencias contra las mujeres, que
concluye con el homicidio doloso por cuestiones de género (Russell 1982, 286). El
siguiente reencuadramiento del concepto va más allá de las causas patológicas del
feminicidio, para situarlo como el resultado de relaciones estructurales de poder,
dominación y privilegio, en una sociedad predominantemente patriarcal (Carcedo y Sagot
2000; Lagarde 2004; Valenzuela 2016).
Es así que la violencia feminicida adquiere distintas modalidades en dependencia
del tipo de vínculo entre los involucrados (íntimo, familiar y asociado), de su relación con
el crimen organizado (trata, violencia sistémica, prostitución y tráfico de migrantes) o si
deriva de una condición personal (marginación, transfobia, racismo, minoría de edad, etc.)
(Bernal et al. 2014). Estos primeros planteamientos han sido retomados por instancias
internacionales como la Organización de Estados Americanos y la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (2007).
4
En México, el Código Penal Federal incorpora la figura de feminicidio en el art.
325. Establece que consiste en la privación de la vida por razones de género, y define las
circunstancias para ser considerado como tal, entre las que destacan las marcas físicas
(violencia, sexual y lesiones), los antecedentes (amenazas e incomunicación de la víctima),
y el tratamiento posterior del cadáver (mutilaciones y exhibición). Se establecen penas de
hasta 60 años de prisión para el victimario y de hasta ocho años para el servidor público
que retrase con dolo las investigaciones correspondientes (Díaz de León 2015).
En la CDMX se publica la Declaratoria de Violencia contra las Mujeres en 2019. A
partir de este documento se fijaron algunos compromisos para hacer más eficientes los
procesos de procuración de justicia: la creación de un registro público de agresores, la
tipificación de la violencia digital, la creación de un banco de ADN para uso forense, el
compromiso de proveer mayores niveles de seguridad en las vías y espacios públicos, la
realización de acciones concretas para mejorar la atención a víctimas, entre otros. Dado que
el feminicidio es un delito que tiende a invisibilizarse por cuestiones de omisión,
negligencia o complicidad, se necesitan mecanismos de análisis empírico para detectar y
prevenir factores situacionales que faciliten la comisión de este delito. En tales mecanismos
juegan un rol fundamental la ubicación geográfica temporal y las circunstancias específicas,
pues así se garantiza la eficiencia en el análisis.
De acuerdo con el Programa para la Atención al Delito del Feminicidio (INM
2011), es necesario contar con lineamientos con perspectiva de género que permitan
asegurar las condiciones mínimas para investigar y clasificar el delito como tal. Es
fundamental enfatizar este punto, ya que una de las observaciones recurrentes ha sido la
falta de este tipo de precisiones para sustentar los procesos de investigación del ilícito. Es
también compartido que el concepto mismo de feminicidio sugiere que el delito se
encuentra en el extremo final de un continuum de agresiones contra las mujeres (Russell y
Radford 1992; Niño de Rivera 2022), lo cual destaca el dominio de género fincado en la
opresión, la expulsión y la explotación femenina. A este respecto, la Corte Internacional de
Derechos Humanos establece que los Estados adquieren obligaciones adicionales para la
investigación de los feminicidios, y reconoce determinados protocolos para la atención de
homicidios ligados a cuestiones de género, en donde se presentan las evidencias y se
respetan los cuerpos de las víctimas.
5
Con base a este planteamiento, en el presente trabajo destacamos la importancia de la
localización del delito de feminicidio en el territorio. Se observan las correlaciones de este
ilícito con las condiciones de marginalidad de las distintas zonas y su nivel
socioeconómico, así como las características físicas del entorno, bajo el argumento de que
el territorio juega un papel determinante, y que incluso llega a propiciar el desarrollo de
patrones delictivos que vinculan al feminicidio con otros delitos como el narcomenudeo, la
explotación sexual o la violencia doméstica. Estos análisis permiten caracterizar el entorno
físico asociado a la comisión de este delito (Russell 1990).
2. El feminicidio en México
Durante las últimas décadas, los casos de feminicidio en México han experimentado un
cambio en su distribución geográfica a lo largo y ancho del país. Aunque inicialmente este
crimen ganó mayor visibilidad en la frontera con Estados Unidos, sobre todo, en Ciudad
Juárez, en los años 90 se produjo un notable aumento en su frecuencia en diferentes estados
del país, y se volvió más pronunciado en los últimos 15 años. Al analizar la espacialidad del
delito es evidente que se trata de ciudades o municipios que enfrentan desafíos
significativos en términos de su entorno físico, social, económico y territorial (Aikin 2011;
Monárrez 2002; 2020).
Con el paso del tiempo, México se ha convertido en uno de los países con mayor
incidencia de feminicidios, por lo que instancias nacionales e internacionales han tratado de
entender los factores detrás del incremento de este delito en el país. A este respecto, datos
recabados por organizaciones como “Nuestras hijas de regreso a casa” o “Pan y rosas”
señalaban que entre 2012 y 2013 ocurrieron al menos 3892 feminicidios en México (García
2020), de los cuales solo el 15% había sido investigado por las autoridades
correspondientes, y apenas el 1,4% de los casos habían recibido una sentencia dentro del
sistema de justicia penal mexicano (Molina 2015).
Aunque Ciudad Juárez ha sido identificada como el epicentro de las alertas sobre
feminicidios en México, hay otros municipios y alcaldías que han ocultado este delito
debido a factores políticos, económicos, de impunidad y de justicia. Entre ellos, municipios
en el estado de México como Naucalpan, Toluca y Ecatepec han experimentado aumentos
notables en años recientes, no solo en casos de feminicidio, sino también en la incidencia
6
delictiva en general, con delitos de distintos impactos. Estos municipios han registrado
incluso más casos de feminicidios en comparación con Ciudad Juárez en momentos de alta
incidencia y, sin embargo, Ciudad Juárez continúa estigmatizada, sobre todo, debido a su
proximidad con los Estados Unidos.
Para ilustrar lo anterior, podemos observar el período entre 1995 y 2000, en donde
Ciudad Juárez reportaba 49 feminicidios al tiempo que Naucalpan superaba esa cifra en un
40% (tabla 1). Del mismo modo, para el año 2000, aún cuando Ciudad Juárez registró
menos feminicidios que Toluca, la posición de esta última como sede de los poderes
ejecutivo, legislativo y judicial del gobierno del Estado de México contribuyó a su
presentación en los medios como un lugar relativamente seguro. Esto evitó posibles
repercusiones negativas entre los grupos políticos y económicos influyentes en el estado,
que también tienen conexiones con el gobierno federal.
Es esencial destacar que la prevalencia de feminicidios en el estado de México se ha
mantenido constante a lo largo del tiempo, sobre todo, en municipios como Ecatepec,
Toluca y Naucalpan. A principios de este siglo, estos municipios ocupaban los primeros
puestos en términos de casos de feminicidio, con registros de 49, 47 y 32, respectivamente.
Una década después, durante el período en el que Ciudad Juárez fue designada como la
ciudad más violenta del mundo, los números de este delito aumentaron de modo
significativo en todo el estado de Chihuahua. Esto llevó a la observación de las tasas más
altas jamás registradas en la historia de estos indicadores en la región. De manera
coincidente, estos índices se intensificaron tras la declaración de guerra contra el
narcotráfico realizada por el entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa. A partir de ese
momento, el delito experimentó un crecimiento drástico en el norte del país, donde estaban
ubicadas, en aquellos años, siete de las 10 ciudades con la mayor incidencia (tabla 1).
Tabla 1. Ranking nacional de feminicidios por municipio, 2005-2010
No.
MUNICIPIO
ESTADO
TOTAL
MUNICIPIO
ESTADO
1995
2000
1
Naucalpan
México
70
Toluca
México
41
2
Toluca
México
50
Naucalpan
México
35
3
Juárez
Chihuahua
49
Ecatepec
México
34
4
Nezahualcóyotl
México
37
Juárez
Chihuahua
31
7
5
Ecatepec
México
31
Gustavo A. Madero
DF
26
6
Guadalajara
Jalisco
29
Iztapalapa
DF
25
7
Puebla
Puebla
26
Guadalajara
Jalisco
21
8
Iztapalapa
DF
25
Acapulco
Guerrero
20
9
Tlalnepantla
México
21
Culiacán
Sinaloa
20
10
Acapulco
Guerrero
21
Tlalnepantla
México
20
No.
2005
2010
1
Ecatepec
México
49
Juárez
Chihuahua
389
2
Toluca
México
47
Tijuana
Baja
California
89
3
Naucalpan
México
32
Chihuahua
Chihuahua
84
4
Juárez
Chihuahua
31
Culiacán
Sinaloa
39
5
Gustavo A. Madero
DF
22
Ecatepec
México
35
6
Cuauhtémoc
DF
21
Monterrey
Nuevo
León
32
7
Nezahualcóyotl
México
20
Torreón
Coahuila
32
8
Tlalnepantla
México
20
Acapulco
Guerrero
30
9
Iztapalapa
DF
19
Nezahualcóyotl
México
28
10
Mexicali
Baja
California
17
Tepic
Nayarit
28
Fuente: elaboración propia con datos del Instituto Nacional de las Mujeres (2016).
Sin embargo, es importante señalar que, a pesar de que la Ciudad de México mantuvo
niveles delictivos relativamente estables en las últimas dos décadas, se evidenció un
incremento constante en los indicadores relacionados con feminicidios y violencia de
género en ese mismo período. En la tabla 2 se puede apreciar que alcaldías como Gustavo
A. Madero (22 casos), Cuauhtémoc (21 casos) e Iztapalapa (19 casos) estaban incluidas en
las 10 zonas con mayor incidencia de este tipo de delito. Asimismo, municipios en el estado
de México como Ecatepec (49 casos), Naucalpan (32 casos), Nezahualcóyotl (20 casos) y
Tlalnepantla (20 casos) experimentaron un aumento significativo. Por lo tanto, se evidencia
la necesidad de analizar las dinámicas de la Zona Metropolitana del Valle de México
(ZMVM) para comprender la fenomenología de este delito en la Ciudad de México. Esta
8
comprensión surge de las interacciones entre dinámicas económicas, el impacto del
narcotráfico y la violencia familiar que prevalecen en toda la región.
Como se mencionó antes, el año 2010 marcó un punto crucial en la clasificación de
delitos a nivel nacional, ya que el feminicidio adquirió una relevancia destacada. En este
período, la mayoría de los estados experimentaron un aumento alarmante en estos casos, y
una vez más, Ciudad Juárez en Chihuahua emergió como la ciudad con el mayor número de
eventos de este tipo. Esta tendencia se observa con claridad en la tabla 1, donde su
incremento sobrepasó el 1200% en términos absolutos. Al mismo tiempo, ciudades como
Tijuana, Culiacán, Torreón y Acapulco, que no figuraban en las listas previas, se sumaron a
la estadística en el año 2010.
Si bien estas cifras ilustran un aumento acelerado en la violencia de género en el
país, también reflejan un incremento significativo en todos los aspectos de la inseguridad,
como resultado de la declaración de guerra contra el crimen ya referida. De hecho, son los
estados que experimentaron el mayor aumento en homicidios dolosos los que se
consolidaron como los más afectados por la violencia en el país (Guerrero, Chihuahua,
Sinaloa, Baja California, Nuevo León y el estado de México). En estas demarcaciones,
también se observó un aumento constante y rápido en los casos de feminicidio durante ese
período.
Tabla 2. Estados en México que superan los 200 feminicidios entre 2015 y 2021
Feminicidios en México a nivel estatal, 2015 - 2021
Entidad
2015
2016
2017
2018
2019
2020
2021
Total histórico
Chiapas
36
32
29
21
20
28
46
212
Ciudad de México
56
46
37
47
72
78
68
404
Jalisco
62
48
27
33
65
68
73
376
México
60
57
70
115
121
151
145
719
Nuevo León
1
3
43
79
67
67
66
326
Oaxaca
8
67
57
29
28
36
43
268
Puebla
6
12
27
32
57
52
37
223
Sinaloa
14
39
82
48
37
26
40
286
Sonora
24
30
32
31
37
30
42
226
9
Veracruz
40
58
100
101
100
73
68
540
Fuente: elaboración propia a partir de datos del SIGEVIG (2022) y del SESNSP (2023).
Las estadísticas relacionadas con los feminicidios en México han continuado en aumento
año tras año, y se han identificado áreas específicas como las más peligrosas para las
mujeres en todo el país. Los años subsiguientes han desempeñado un papel fundamental, ya
que la violencia feminicida ha experimentado un incremento significativo en el país. Si
examinamos la tabla 2, que destaca los estados con más de 200 casos en los últimos seis
años, podemos reconocer 10 estados que superan este umbral. Entre ellos, el estado de
México, Veracruz y la Ciudad de México sobresalen al superar los 400 casos cada uno.
Estas regiones se posicionan como las áreas con la mayor incidencia de este delito a nivel
nacional.
3. Metodología
La mayor parte de los datos obtenidos para el presente artículo se encuentran en las bases
de datos del Sistema de Información Geográfica y Estadística sobre Violencia de Género
(SIGEVIG). La metodología recoge datos de diversas fuentes como son la Agencia de
Innovación Pública, Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública,
Fiscalía General de Justicia de la CDMX, datos abiertos locales y federales, entre otros.
Estos han sido procesados en Excel y, sobre todo, georreferenciados en sistemas de
información geográfica (con ArcMap y Qgis), en la búsqueda del entendimiento de los
patrones espaciales que pueden ser localizables mediante la utilización de mapas o de
cartografía especializada, que incluye algunas variables que permiten entender la
problemática en sentido más amplio.
Una de las grandes ventajas del sistema (SIGEVIG) es la posibilidad de disponer de
datos actualizados cada mes, de modo que las bases de datos procesadas aportan
información importante, comparable a lo largo del tiempo. Por otro lado, cabe destacar que
la información puede ser procesada para crear mapas con diferentes funciones: temáticos,
kernel o de calor, de densidad, etc. Además, las variables utilizadas permiten cruzar
indicadores, de modo que se pueden visualizar los delitos en sus distintas escalas
territoriales e incluir los grados de marginación urbana desarrollados por el Consejo
10
Nacional de Población (CONAPO 2020). Lo anterior apunta a que los factores económicos
son centrales para configurar modelos cartográficos capaces de ofrecer información que
vincule las diferentes zonas de la ciudad con los feminicidios ocurridos a partir de 2016,
que es el año en que se inician los registros del SIGEVIG.
En este trabajo hemos privilegiado los mapas kernel para indicar los feminicidios,
dado que estos permiten entender el comportamiento territorial específico de una forma
más gráfica, pues indican en color azul las zonas con menor incidencia y en rojo las que
tienen mayor concentración del delito. De manera correlacional, sobrepusimos los delitos
para obtener una visión más clara de su incidencia en el territorio que conforma la Ciudad
de México, a escala de alcaldía. En tanto que los grados de marginación urbana elaborados
por el CONAPO nos dan una idea de la tipología a escala de colonias, lo que permite crear
un panorama de la marginación existente, y, sobre todo, de las condiciones de pobreza que
imperan en alcaldías y colonias específicas en la capital de la república.
Otro de los elementos que se integran en el sistema es la relación entre el crimen
organizado y la violencia de género en el período estudiado (2016-2020). Se destaca el
hecho de que la mayor parte de los datos consultados provienen de fuentes periodísticas,
toda vez que las autoridades oficiales se resisten a compartir con los ciudadanos sus bases
de datos con las cuales poder desarrollar análisis delictivos. De este modo, argumentamos
que existe un vínculo estrecho entre la localización y los feminicidios, más allá de su
relación con la violencia en general, lo cual se convierte en un factor clave para comprender
las tendencias pasadas y futuras en torno a la fenomenología de los delitos.
Para los años 2020 y 2021 pudimos contar con datos originados en fuentes oficiales
del gobierno de la Ciudad. Esto es relevante, ya que la región metropolitana se ha
convertido en el territorio que concentra la mayor cantidad de feminicidios en el país. Por
tanto, el presente análisis adquiere una particular relevancia para la identificación de
patrones delictivos situacionales, que pueden incluir factores económicos, demográficos y
territoriales y que resultan esenciales para prevenir la incidencia delictiva por cuestiones de
género al entender el feminicidio como el delito de mayor impacto en ese contexto.
4. Los patrones territoriales en la Ciudad de México
11
Este estudio se basa en la integración de información a diversas escalas territoriales, lo que
permite la descarga de datos estadísticos y la georeferenciación de delitos hasta una escala
de calle. Este enfoque presenta un método para identificar patrones territoriales, sociales,
económicos y relacionados con la incidencia del crimen organizado. Dicho enfoque
contribuye a orientar la toma de decisiones en el ámbito de políticas públicas a nivel local o
metropolitano, con un enfoque particular en el delito de feminicidio.
En este contexto, resulta crucial comparar la incidencia del delito a nivel nacional,
para luego centrar el análisis en el comportamiento delictivo en la Ciudad de México
(CDMX). En el gráfico 1 se puede observar que el índice nacional de feminicidios ha
mantenido una tendencia constante al alza a nivel local. Sin embargo, esta tendencia
contrasta con las cifras de la Ciudad de México, donde se observan picos, pero también
descensos significativos en diferentes momentos. A pesar de que las cifras de la CDMX
puedan parecer menores en comparación con otros municipios como Naucalpan o Ecatepec
en el estado de México, es crucial destacar que una gran proporción de estos delitos
permanecen en la impunidad. De hecho, se estima que la cifra real de feminicidios podría
ser un 92,6% más alta que el total registrado, según Rodríguez (2021).
Gráfico 1. Total de feminicidios en la CDMX, 2015-2022
Fuente: elaboración propia con datos del Instituto Nacional de las Mujeres (2016).
De acuerdo con los datos proporcionados por el Observatorio Nacional Ciudadano de
Seguridad Justicia y Legalidad (ONC), el año 2020 registró un total de 2 695 682 delitos en
0,00
0,05
0,10
0,15
0,20
0,25
0,30
0,35
2015 2016 2017 2018 2019 2020 2021 2022
Nacional CMDX
12
la Ciudad de México. El hecho de que solamente se iniciaron investigaciones en el 8% de
los casos revela los altos niveles de impunidad que imperan en la capital. En vista de esta
situación, es esencial considerar que en muchos casos las "tentativas" de feminicidio no se
denuncian y, en ocasiones, se ha descubierto la actividad de asesinos seriales mucho tiempo
después de haber cometido los delitos. Esto señala cómo las cifras a menudo no logran
capturar por completo la realidad. Además, hay situaciones en las cuales estos actos no se
catalogan como feminicidios debido a otras circunstancias agravantes, lo que hace que no
sean reconocidos como delitos de género de manera exclusiva.
Con respecto a este tema, la Encuesta de Victimización en las Alcaldías de la
Ciudad de México en 2021 puso de manifiesto que las razones principales por las que la
población no presentó denuncias fueron la percepción de que era una pérdida de tiempo
(32,6%), la falta de confianza en las autoridades (17,9%) y la complejidad de los
procedimientos (12,7%). En consecuencia, resulta vital implementar evaluaciones regulares
para identificar las áreas débiles en el registro y desarrollo de los procesos judiciales. Estas
evaluaciones servirían para fortalecer el sistema de justicia en su conjunto y abordar los
desafíos que se presentan en la actualidad.
Tabla 3. Feminicidios en la Ciudad de México, 2016 2021
Fuente: SIGEVIG (2022).
Nuestro estudio se centra en el período comprendido entre 2016 y 2021 (tabla 3), en el cual
es notable observar que los feminicidios han mantenido una tendencia constante. En este
13
contexto, el año 2016 se destaca como el más crítico en términos de este delito, con un total
de 47 casos reportados en la Ciudad de México. Iztapalapa emergió como la demarcación
con el mayor número de casos durante este período. En el año siguiente, la cifra de
feminicidios disminuyó en cinco casos con respecto al período anterior. A pesar de esta
reducción en el número total de casos, se produjeron cambios significativos en los patrones
territoriales en otras áreas de la ciudad. Se observa una distribución más uniforme en el
territorio. Las alcaldías de Tlalpan y Gustavo A. Madero registraron los índices más altos,
con cinco feminicidios cada una. Además, las alcaldías de Miguel Hidalgo y Coyoacán
reportaron cuatro casos, respectivamente, lo que representa la duplicación de sus índices
anteriores.
4. Resultados y discusión
A continuación, se presenta una serie de mapas que representan la distribución de
feminicidios por alcaldía en la Ciudad de México (CDMX), gracias al uso de datos
provenientes del Sistema de Información Geográfica de Violencia de Género (SIGEVIG).
Estos mapas se apoyan en herramientas de gestión de datos estadísticos y geográficos.
Además, hemos incorporado información estadística sobre feminicidios que amplía la
comprensión de la incidencia de este fenómeno en un contexto más completo.
Comenzamos la geolocalización de los feminicidios en la CDMX desde el año 2016, lo que
nos permite observar patrones territoriales muy bien definidos. Estos patrones coinciden
con los datos del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio en México (OCNF), en
donde la alcaldía de Iztapalapa muestra la mayor concentración de estos delitos, seguida
por Gustavo A. Madero, Tlalpan y Xochimilco. Además, se identifica una relación directa
entre la incidencia de este delito y las zonas caracterizadas por estratos socioeconómicos
más bajos. Esto se refleja en el hecho de que la alcaldía de Iztapalapa alberga a más del
80% de su población en un nivel de marginación alto o muy alto. A su vez, Xochimilco,
Cuauhtémoc, Venustiano Carranza y Gustavo A. Madero, demarcaciones con un mayor
registro de feminicidios, presentan similitudes en términos de marginación, carencias,
pobreza y otras desventajas económicas, aunque con algunas variaciones.
Mapa 1. Concentración de feminicidios en la CDMX (2016 2019)
14
Fuente: SIGEVIG (2022).
15
El primer mapa ilustra con claridad patrones territoriales distintivos y muestra una
concentración de delitos en alcaldías específicas. Esto respalda los datos del Observatorio
Ciudadano Nacional del Feminicidio en México (OCNF), en los cuales la alcaldía de
Iztapalapa figura como la que presenta la mayor cantidad de ilícitos, seguida por Gustavo
A. Madero, Tlalpan y Xochimilco.
La información presentada en los mapas revela patrones consistentes en las
alcaldías con altos grados de marginación urbana. Después de 2016, los feminicidios
disminuyeron de manera significativa en Iztapalapa, pero aumentaron en las zonas
limítrofes entre esta alcaldía y Coyoacán en tres colonias fronterizas. Además, se observa
una dispersión de los delitos en las alcaldías periféricas. Aunque los delitos se concentran
en un corredor que cruza las fronteras de Iztacalco, Coyoacán, Iztapalapa y Benito Juárez, y
llega al centro de Cuauhtémoc y a los límites de Venustiano Carranza.
Sin embargo, en 2017 se perciben diferencias notables en los patrones económicos.
Los delitos se distribuyen en zonas con grados de marginación bajos, a diferencia del año
anterior, cuando predominaron en áreas con niveles más altos de marginación. La tabla 4
muestra que Benito Juárez y Coyoacán registran dos y cuatro feminicidios,
respectivamente. Aunque en ambas alcaldías predominan los grados de marginación bajos,
existen colonias como el Pedregal de Santo Domingo, Los Reyes y Santa Úrsula con
niveles significativos de marginación, lo que contrasta con las características
socioeconómicas generales de estas zonas. Además, la disminución significativa de casos
en Iztapalapa en este período podría indicar una posible migración de los delitos hacia las
alcaldías colindantes (mapa 1/2017).
Durante el período de 2018, a pesar de que la tendencia general en cuanto a la
comisión de feminicidios en la Ciudad de México (CDMX) permanece similar, persisten
variaciones significativas y notables que merecen consideración. En primer lugar, las dos
alcaldías que presentan el mayor número de casos son Gustavo A. Madero y Tlalpan, con
registros de seis feminicidios cada una. A continuación, Cuauhtémoc e Iztapalapa ocupan la
siguiente posición, con cuatro casos cada una. Azcapotzalco, que no había reportado ningún
caso en años anteriores, sumó tres casos en 2018, algo considerable en términos absolutos.
En contraste, Coyoacán muestra un comportamiento opuesto a esta tendencia, pues no tuvo
ningún caso en 2018, a pesar de haber abierto cuatro investigaciones en 2017 (tabla 4). El
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mapa del delito muestra un cambio nuevamente, con los feminicidios concentrados en las
alcaldías de Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo y Azcapotzalco, que forman un núcleo
importante en el corazón de la Ciudad de México. Se observan también focos en las
alcaldías de Iztapalapa y Tlalpan, y es notable que esta última presenta dos conjuntos de
casos muy próximos (mapa 1/2018).
En cuanto a la relación entre los estratos económicos y los grados de marginación,
se observan cambios significativos. Las alcaldías del oriente, sur y centro de la ciudad
muestran un nuevo patrón. En Iztapalapa, todos los casos se encuentran en zonas de altos y
muy altos niveles de marginación, mientras que, en Tlalpan, cinco de los seis casos se
registran en áreas de alta marginación. Sin embargo, la tendencia cambia en Cuauhtémoc y
Azcapotzalco, donde la mayoría de los casos ocurren en zonas con niveles más bajos de
marginación. Esta variación sugiere que, en las alcaldías del centro, donde prevalecen giros
negros, pero hay menos carencias, los delitos ocurren, mientras que, en las áreas del sur y
oriente, marcadas por la pobreza y la marginación, se concentran los feminicidios (mapa
1/2018).
El año 2019 fue particularmente tumultuoso en términos de feminicidios en la
Ciudad de México. La tabla 4 muestra un incremento del 20% con respecto al año anterior
con las alcaldías Gustavo A. Madero e Iztapalapa, que experimentaron un aumento
significativo de 10 casos cada una a lo largo del año. Gustavo A. Madero concentró los
delitos en su zona norte, limítrofe con el estado de México, en áreas con niveles de
marginación medios, altos y muy altos. En cambio, en Iztapalapa, tres de los feminicidios
registrados ocurrieron cerca de las fronteras con las alcaldías de Xochimilco y Coyoacán, lo
cual evidencia una concentración territorial importante de los feminicidios en la ciudad.
Este patrón es notable en la frontera con el estado de México, sobre todo, en la colindancia
con los municipios de Ciudad Nezahualcóyotl y Los Reyes La Paz, lo que subraya la
influencia regional del fenómeno delictivo en la Zona Metropolitana de la Ciudad de
México. Además, es relevante destacar que Xochimilco experimentó un incremento del
100% comparado con 2018, con seis casos registrados, igual que Tlalpan, lo que traza el
mapa delictivo y refleja que gran parte de estos delitos ocurrieron en áreas con grados
medios, altos y muy altos de marginación durante 2019 (mapa 1/2019).
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Los datos correspondientes al año 2020 siguen en línea con las tendencias del año
anterior, aunque con algunas variaciones notables. El mapa 1/2020 revela patrones
diferenciados en términos económicos y territoriales. Por un lado, en la alcaldía
Cuauhtémoc aumentan los casos de feminicidio, se registran seis. Esto contrasta con el año
2019, que a pesar de ser violento para las mujeres, solo se reportaron tres casos, lo que
representa un incremento del 100% respecto al año anterior. Destaca que, por primera vez
en el análisis, Tlalpan se convierte en la alcaldía con más casos, con nueve feminicidios en
el año, concentrados en el centro de la alcaldía y cerca de colonias como Lomas de
Padierna y Villas Ajusco, las cuales presentan grados de marginación altos.
Las concentraciones en Iztapalapa, cerca de las fronteras con Tlalpan, Xochimilco y
Coyoacán, son similares a lo ocurrido en 2019 y continúan con grados de marginación
medios y altos, lo que señala una persistencia en las situaciones de carencias económicas y
pobreza general (mapa 1/2019). La alcaldía Cuauhtémoc destaca por su importancia, ya que
su centro histórico concentró al menos seis feminicidios. Asimismo, dos de los casos de la
alcaldía Benito Juárez se encuentran cerca de las alcaldías centrales, patrón que se repite en
Gustavo A. Madero. Es relevante mencionar que en esta última alcaldía se presentan varios
feminicidios con arma blanca, lo que refleja otro tipo de violencia.
En el año 2020, la mayoría de los feminicidios se concentra en zonas con grados de
marginación medios, altos y muy altos. Cuauhtémoc y Gustavo A. Madero presentan casos
principalmente en áreas medias, mientras que Tlalpan registra la mayoría en zonas con altos
grados de marginación. Iztapalapa presenta ocho investigaciones, la mayoría en colonias
con altos niveles de marginación, ubicadas en el centro de la Ciudad de México y en los
límites de Iztacalco, Coyoacán y Xochimilco (Mapa 2/2020). Es relevante notar que
Cuajimalpa reporta solo dos feminicidios en todo el período analizado: uno en 2017 y otro
en 2020. El primero ocurrió en una colonia con nivel de marginación media, mientras que
el segundo en una de nivel alto. Esto demuestra que los patrones de pobreza y carencias se
mantienen incluso en una alcaldía con pocos registros históricos.
El año 2021 muestra cambios en los patrones, pues los feminicidios se concentran
en la alcaldía Gustavo A. Madero, que experimenta un aumento significativo en su
territorio y se coloca entre las demarcaciones con peores indicadores en ese año (Latinus
2021). Por otro lado, Iztapalapa y Cuauhtémoc siguen siendo representativas en términos de
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número de casos, mientras que Magdalena Contreras y Álvaro Obregón aumentan el
número de casos, y así se altera de manera drástica las tendencias de años anteriores (Mapa
2/2021). A pesar de que la correlación entre feminicidios y zonas marginadas se mantiene,
existen algunas diferencias, como en Gustavo A. Madero, donde al menos cuatro casos se
localizan en zonas de baja marginación (Mapa 2/2021).
Mapa 2. Concentración de feminicidios en la CDMX (2020-2021)
Fuente: SIGEVIG (2022).
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Hemos argumentado que las condiciones económicas juegan un papel fundamental en la
interpretación de la violencia dirigida hacia las mujeres. Nuestra investigación revela que
gran parte de los homicidios registrados en la Ciudad de México entre 2016 y 2021 están
asociados con áreas de alta marginación y bajos ingresos. No obstante, es crucial recordar
que al menos la mitad del territorio está compuesta por asentamientos populares, en buena
parte de origen irregular. Además, según datos del CONAPO, los niveles de marginación
en grados medios y altos son prevalentes en casi todas las alcaldías. En este contexto, las
condiciones de pobreza, marginación y hacinamiento podrían tener una influencia más
amplia cuando se analiza la inseguridad y la violencia dirigida hacia las mujeres en la
Ciudad de México.
5. Conclusiones
En los últimos años, México ha sido identificado como uno de los países con graves
problemas de violencia de género a escala internacional, lo que se evidencia con la
declaratoria de alertas de género en 23 estados, la mayoría de los cuales presenta altas tasas
de feminicidios, como Veracruz (con doble alerta de género), Chihuahua, Zacatecas, estado
de México y la Ciudad de México. Estas demarcaciones están inmersas en un patrón de
violencia en donde los delitos, tanto de alto como de bajo impacto, han experimentado
niveles de incidencia elevados; se destacan los casos de violación, abuso sexual y
feminicidios. En el presente trabajo hemos examinado la violencia feminicida desde
diversas perspectivas con el propósito de identificar patrones territoriales que arrojen luz
sobre las tendencias observadas en los últimos cinco años en la Ciudad de México.
Estos hallazgos son fundamentales para comprender el fenómeno y para guiar la
formulación de políticas públicas encaminadas a combatir este delito. Además,
proporcionan una comprensión más profunda de los factores territoriales, sociales y
económicos que pueden servir de base para estrategias dirigidas a ejercer control territorial
y prevenir este tipo de crimen. A lo largo del período estudiado, los feminicidios han
mantenido una presencia constante en la estructura territorial de la Ciudad de México, y
conforman patrones territoriales asociados a este delito. También hemos reconocido una
similitud en términos de la situación socioeconómica de las diferentes demarcaciones, sin
que por ello apuntemos hacia la estigmatización de los territorios.
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En este sentido, parecería que los altos grados de marginación desempeñan un papel
determinante en la ocurrencia de este delito (en alcaldías como Iztapalapa, Xochimilco,
Tlalpan y Gustavo A. Madero), si bien dichos grados de marginación se sustentan en
factores estructurales como son los niveles educativos, el acceso a servicios de asistencia
social, la cobertura de salud, las infraestructuras de movilidad y las condiciones
habitacionales. En consecuencia, observamos que la mayoría de estos delitos ocurren en
alcaldías determinadas, que se caracterizan por una alta densidad poblacional y el
hacinamiento habitacional, como es el caso de Iztapalapa y Gustavo A. Madero. Esto
sugiere que la incidencia del delito también guarda relación con cuestiones demográficas,
lo que abre la puerta a análisis más detallados que consideren escalas territoriales aún más
específicas, como las áreas geoestadísticas básicas (AGEBs), las colonias y las calles.
Los crímenes de alto impacto, como es el feminicidio, encuentran sus raíces en
factores situacionales o de ubicación. Estos elementos permiten comprender las estrategias
del crimen organizado mediante el análisis de lugares específicos a través del uso de mapas
de calor que, a su vez, pueden informar sobre estrategias de prevención situacional al
enfocarse en áreas vulnerables a estos crímenes. El análisis espacial permite entender los
elementos territoriales y visualizar patrones delictivos mediante datos geolocalizados. Sin
subestimar las complejidades socioeconómicas, culturales y estructurales, se destacan
características espaciales que propician la violencia contra las mujeres, como la falta de
infraestructura urbana y visibilidad.
El estudio subraya la relación entre la modalidad del delito, su lugar y temporalidad,
y destaca la incidencia del feminicidio a partir de las condiciones de marginalidad en la
Ciudad de México, una demarcación con alta complejidad donde el delito se mantiene
constante y concentrado en áreas específicas. Finalmente, es crucial reconocer que existen
múltiples factores que contribuyen a la comprensión de la violencia feminicida, incluidos la
violencia doméstica, la presencia de grupos criminales en la región y el incremento
generalizado de los delitos de género. No obstante, hemos demostrado que el territorio y
sus contextos socioeconómicos son elementos esenciales para entender la raíz estructural de
la violencia feminicida, de modo que el espacio geográfico emerge como un componente
decisivo en la atención y abordaje de este delito.
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