doi.org/10.17141/urvio.36.2023.5842
Riesgo político, seguridad y geopolítica: América Latina y la
competencia estratégica Estados Unidos-China
Political risk, security and geopolitics: Latin America and the US
China strategic competition
Risco político, segurança e geopolítica: América Latina e a competição
estratégica Estados Unidos China
Fausto Carbajal-Glass
1
Recibido: 9 de enero de 2023
Aceptado: 17 de abril de 2023
Publicado: 31 de mayo de 2023
Resumen
El objetivo del presente artículo es explorar las implicaciones que la competencia estratégica
global entre Estados Unidos y China puede tener y ya está teniendo en América Latina y
el Caribe, región que, por razones económico-comerciales, político-diplomáticas y
tecnológicas se encuentra en medio de un gran pulso por el poder global. Desde un enfoque
integrador, transdisciplinario y estratégico, se analizan las ramificaciones de la rivalidad entre
Estados Unidos y China en el hemisferio occidental. Se presentan casos de estudio que
permiten visibilizar las implicaciones de dicho fenómeno, lo que abona a la producción de
conocimiento generalizable y a la identificación de patrones en la región de América Latina
y el Caribe. Se concluye que la competencia estratégica global entre Washington y Beijing
está alimentando, voluntaria o involuntariamente, dinámicas preexistentes de inestabilidad
política, conflictividad social y violencia armada en países de América Latina y el Caribe.
Palabras clave: América Latina; China; Estados Unidos; geografía política; política
internacional
Abstract
1
Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI), México, fausto.carbajalgl@anahuac.mx,
orcid.org/0000-0001-7374-6987
The objective of this article is to explore the implications that the global strategic competition
between the United States and China can have and is already having in Latin America and
the Caribbean, a region that is in the middle of this great power competition, for economic,
trade, political-diplomatic or technological reasons. From an integrative, transdisciplinary
and strategic approach, the ramifications of the rivalry between the United States and China
in the Western Hemisphere are analyzed. The methodology is based on case studies that make
visible the implications of this phenomenon while contributing to the construction of
generalizable knowledge and the identification of patterns in Latin America and the
Caribbean. It is concluded that the global strategic competition between Washington and
Beijing is feeding, voluntarily or involuntarily, pre-existing dynamics of political instability,
social conflict and armed violence in Latin American countries.
Keywords: China; international politics; Latin America; political geography; United States
Resumo
O objetivo deste artigo é explorar as implicações que a competição estratégica entre Estados
Unidos e China pode ter e já está tendo na América Latina e no Caribe, uma região que
por razões econômico-comerciais, político-diplomáticas ou tecnológicas é no meio desta
grande luta pelo poder global. O artigo analisa a partir de uma abordagem integradora,
transdisciplinar e estratégica as ramificações da rivalidade entre Estados Unidos e China no
Hemisfério Ocidental. Em particular, esta pesquisa se baseia em estudos de caso que tornam
visíveis as implicações desse fenômeno, o que contribui para a geração de conhecimento
generalizável e a identificação de padrões na região da América Latina e Caribe. A conclusão
deste artigo é que, sem ser a única explicação envolvida, a competição estratégica global
entre Washington e Pequim está alimentando, de uma forma ou de outra, voluntária ou
involuntariamente, dinâmicas pré-existentes de instabilidade política, conflito social e
violência armada em países da América Latina e do Caribe.
Palavras-chave: América Latina; China; Estados Unidos; geografia política; política
internacional.
Introducción
En repetidas ocasiones, se han advertido los riesgos implícitos de una escalada militar en la
competencia estratégica entre Estados Unidos y China, como resultado de la lucha entre
ambos países por la hegemonía mundial, algo que con frecuencia se ha denominado “trampa
de Tucídides (Allison 2017). Algunos expertos han bosquejado, incluso, los rasgos que
podría adquirir esta rivalidad estratégica ante un escenario de guerra directa (Ackerman y
Stavridis 2021). Por ello, son motivo de celebración los esfuerzos por despresurizar la
rivalidad entre Washington y Beijing. Por ejemplo, la reunión que los mandatarios de ambas
naciones sostuvieron a mediados de noviembre de 2022 en Indonesia, previa a la Cumbre del
G20 en Bali, y la más reciente reunión en Viena, el 11 de mayo, en la cual se acordó
“mantener abiertos canales estratégicos de comunicación” (Ignatius 2023).
Sin embargo, poco se han estudiado las implicaciones que este gran pulso por el
poder global puede tener y ya está teniendo en la actualidad en regiones enteras del Sur
Global, como es el caso específico de América Latina y el Caribe, que por razones
económico-comerciales, político-diplomáticas o tecnológicas se encuentran en medio de esta
competencia estratégica (Carbajal-Glass 2022a). En ese sentido, y como seguimiento a una
agenda de investigación en la materia (Carbajal-Glass 2018; 2019; 2020a; 2020b; 2021a;
2021b; 2022b; 2022c; 2022d; 2022e; 2022f; 2022g), el propósito del presente artículo es
explorar desde un enfoque integrador, transdisciplinario y estratégico (Morin 1990) las
ramificaciones de la rivalidad entre Estados Unidos y China en el hemisferio occidental. La
investigación se basa en el análisis de casos de estudio, con el fin de producir conocimiento
generalizable y de identificar patrones (Flyvbjerg 2006) para la región de América Latina y
el Caribe, asociados a la competencia estratégica entre Estados Unidos y China.
El presente artículo se basa en el estudio intensivo de una sola unidad […] con el
propósito de comprender una clase más grande de unidades similares (una población de
casos)” (Gerring 2009, 95). Se utilizan diversos métodos de recopilación de información y
análisis de contenido. Primero, como lo sugieren Bazzell (2019, 501) y Hobbs, Moran y
Salisbury (2014), se emplearon técnicas de inteligencia en fuentes abiertas (OSINT), con el
propósito de estructurar una base de datos con noticias y literatura especializada sobre
competencia estratégica Estados Unidos-China, riesgos y amenazas en América Latina y el
Caribe, y geopolítica. También se consultaron fuentes gubernamentales y no
gubernamentales.
El artículo tiene la siguiente estructura: después de un breve análisis de la
reconfiguración global, en general, y en América Latina y el Caribe, en particular, se analiza
la conexión entre el crecimiento económico, la seguridad y la geopolítica en la región. En la
tercera sección, se explica con mayor profundidad la idea del regreso de la geopolítica en el
hemisferio occidental, enfatizando la importancia que tiene el acceso a y la explotación de
recursos naturales estratégicos en la región por parte de ambas superpotencias.
Posteriormente, se presenta un caso de estudio sobre el impacto de la competencia estratégica
en las amenazas asimétricas transnacionales de la región. Se desarrolla la categoría de análisis
denominada “nexo crimen organizado transnacional competencia estratégica global
(Carbajal-Glass 2023). Luego de señalar los riesgos subyacentes de un posible fin de la paz
democrática en Latinoamérica, se analiza un escenario no deseado para la región, con el
propósito de contribuir a la prevención o mitigación de sus riesgos implícitos. Por último, se
aportan consideraciones sobre las ramificaciones de la rivalidad entre Estados Unidos y
China en el hemisferio occidental.
Reconfiguración internacional y regional
En la actualidad, el sistema internacional atraviesa por un proceso de fragmentación y
reconfiguración (Carbajal-Glass 2018), caracterizado por una creciente multipolaridad, el
debilitamiento de los regímenes internacionales y la volatilidad en el sistema de alianzas
(WEF 2022). Por ejemplo, a pesar de las diferencias geopolíticas irreconciliables entre China,
Rusia e Irán, en ciertas situaciones han encontrado intereses comunes, como reducir la
influencia estadounidense en países como Siria o, más recientemente, Ucrania. Por otra parte,
la inflación producida por la guerra en Ucrania ha dejado entrever fisuras en la alianza entre
los Estados Unidos y la Unión Europea, a casi un año de la invasión rusa a territorio ucraniano
(Moens, Hanke Vela y Barigazzi 2022).
Adicionalmente, en años recientes han surgido nuevos polos ideológicos en la forma
de autocracias versus democracias (Brands 2021). No obstante, a diferencia del pasado,
hoy se trata de una dualidad que abarca diversas propuestas en el espectro político; es decir,
al análisis de la dicotomía entre izquierda y derecha ahora hay que añadirle la distinción entre
autocracias o democracias (Carbajal-Glass 2022a). Cabe señalar que, si bien la pandemia de
COVID-19 exacerbó estas tendencias mundiales, la disrupción del orden liberal internacional
llevaba años en proceso de gestación (Bew 2018; Carbajal-Glass 2021a).
Ahora bien, la reconfiguración del sistema internacional resulta menos abstracta al
analizar lo que sucede en la región de América Latina y el Caribe. Por una parte, la narrativa
autocracia versus democracia se inserta en una región donde, además, se muestra con
mayor nitidez el viejo espectro ideológico derecha versus izquierda (Carbajal-Glass
2020a). Conviene señalar que, si bien en la actualidad el péndulo se encuentra a la izquierda
en América Latina y el Caribe, sería desafortunado considerar a estos nuevos gobiernos
izquierdistas como un ente monolítico (Carbajal-Glass 2022a) y omitir los severos retos que
presentan para entregar resultados a las sociedades latinoamericanas (Reid 2022). Por otra
parte, y tal como ha sucedido en cualquier transición geopolítica de gran calado en el pasado,
el hemisferio occidental se ha consolidado como otra arena de la competencia estratégica por
el poder global. Específicamente, el posicionamiento de China y Rusia en la región data de
los últimos 20 años, tiempo en el que Estados Unidos se concentró en la guerra contra el
terrorismo, tras los lamentables ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 (Carbajal
Glass 2022a).
Así como en el pasado, el desplazamiento de la rivalidad geopolítica global a
Latinoamérica supone riesgos inherentes para la región en su conjunto. Allende cualquier
juicio de valor o afinidad ideológica, es necesario reconocer un patrón en contextos de
competencia estratégica a lo largo de la historia: cuando una superpotencia incrementa su
actividad en una región que históricamente ha sido esfera de influencia de otra gran potencia,
el equilibrio de poder en esa región se trastoca inevitablemente. Esto no sólo significa el
desplazamiento de una rivalidad entre ambas potencias a una región en específico, sino
también la disrupción en la vida interna de los países de esa región. Sobre todo si la
interacción entre ambas potencias adquiere una dimensión militar (Carbajal-Glass 2022g).
Es menester recordar que, tras la guerra hispano-estadounidense en 1898, con la cual
Estados Unidos consolidó su esfera de influencia en el hemisferio occidental, ninguna
potencia había trastocado tanto el equilibrio de poder en América Latina y el Caribe como lo
ha hecho China en la actualidad una profundidad y alcance que la Unión Soviética no
hubiera logrado en sus sueños más salvajes (Carbajal-Glass 2022a). Hasta ahora, la política
exterior de China hacia América Latina y el Caribe ha privilegiado los campos tecnológicos,
político-diplomático y económico-comercial (Carbajal-Glass 2021b) por ejemplo, la
proyección e influencia de Beijing en países del Cono Sur ha desplazado a Washington como
el principal socio comercial, inversionista y prestamista (Heine y Serbin 2022). En este
contexto, la rivalidad estratégica entre Estados Unidos y China complejiza la política interna
de los países de la región, pues además de lidiar con los retos comunes, como el
estancamiento económico, la inestabilidad política, los conflictos sociales o la violencia de
ciertos actores no estatales grupos criminales, insurgentes o terroristas, habría que añadirle
los peligros de la competencia estratégica entre Estados Unidos y China en el hemisferio
occidental por ejemplo, disputas entre países latinoamericanos o expresiones de guerra
híbrida por parte de alguna superpotencia. La confluencia de ambos retos, tradicionales y
nuevos, podría tener implicaciones graves para los países de la región, particularmente en
términos de gobernabilidad democrática, seguridad ciudadana y desarrollo sostenible. Algo
que será necesario desarrollar de manera progresiva.
Crecimiento económico, seguridad y geopolítica en América Latina
En el informe Panorama Social de América Latina y el Caribe 2022, publicado en noviembre
del año pasado, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) señaló
que el 32,1% de la población total de la región equivalente a 201 000 000 de personas
viviría en situación de pobreza para finales de 2022, de los cuales 82 000 000 (13,1%) se
encontrarían en pobreza extrema (CEPAL 2022b). Además, el mismo organismo actualizó
sus proyecciones de crecimiento para América Latina y el Caribe para 2022 y presentó las
correspondientes para 2023. Si bien se proyectó que esta región tendría una tasa de
crecimiento del 3,2% para 2022, el organismo también previó que se acentuaría una
desaceleración económica en la región para 2023, con un magro crecimiento del 1,3%
(CEPAL 2022a).
Al respecto, conviene señalar dos variables eminentemente geopolíticas que han
contribuido a estas nuevas estimaciones de desarrollo social y crecimiento económico para
los países latinoamericanos. Por una parte, es importante considerar que seguimos inmersos
en un escenario pospandemia, en una de las regiones del mundo que más resintió las
afectaciones por la COVID-19 (Carbajal-Glass 2021b). La CEPAL misma estimó durante la
fase más crítica de la pandemia que habría un retraso de dos años en la recuperación
económica pos-COVID-19 a nivel regional, como consecuencia de la severidad sanitaria de
la pandemia y un acceso insuficiente a vacunas (CEPAL 2020).
Segundo, y lo más actual, las implicaciones económicas que ha tenido la invasión
rusa a Ucrania algo de lo que, dicho sea de paso, no se prevé un final cercano sino al
contrario. En especial, la confrontación bélica en Ucrania ha agudizado la inflación en
América Latina y el Caribe por dos motivos principales. En primer lugar, la guerra ha
trastocado de nuevo las cadenas de suministro globales y, por lo tanto, la disminución del
comercio mundial (Carbajal-Glass 2022b). En segundo lugar, ha provocado un aumento
en el precio de las materias primas asociadas a los hidrocarburos (particularmente el precio
del petróleo), algunos metales (como el oro, pero también el níquel, esencial en las industrias
del acero y autos), alimentos (principalmente el trigo) y fertilizantes (Carbajal-Glass
2022b). De modo que, en palabras del secretario ejecutivo de la CEPAL, “[L]a cascada de
choques externos, la desaceleración del crecimiento económico, la débil recuperación del
empleo y la inflación al alza profundizan y prolongan la crisis social en América Latina y el
Caribe” (CEPAL 2022b).
Dicho lo anterior, es menester resaltar que eventos como la pandemia y, en fechas
más recientes, la guerra en Europa del Este, son muestra de cómo un evento geopolítico
en este caso de carácter sanitario o diplomático-militar, respectivamente tiene
ramificaciones económicas que, a su vez, alimentan otras dinámicas geopolíticas y de riesgo
político(Carbajal-Glass 2022b). Para países como México, por ejemplo, un crecimiento
económico regional insuficiente sentará las bases para que se intensifiquen los flujos
migratorios con destino hacia Estados Unidos; algo que, de manera eventual, se convertirá
en un tema de política exterior para México sobre todo, en su relación bilateral con la Unión
Americana y, por lo tanto, también tendrá implicaciones en materia de política interior.
Ejemplo de esto último fue el trágico incendio de una estación migratoria en Ciudad Juárez,
Chihuahua, en el que 40 migrantes latinoamericanos perecieron.
Para América Latina y el Caribe en su conjunto, una disminución del crecimiento
económico aumentaría el grado de conflictividad social en la región, sobre todo si
consideramos que se han visto repetidas manifestaciones, en ocasiones por demás violentas,
en países como Bolivia, Colombia o Perú (Carbajal-Glass 2022b). Por otra parte, una
ramificación adicional de un crecimiento económico insuficiente en la región se la
creciente presencia e innegable influencia de China en el hemisferio occidental, lograda sobre
la base de cooperación económica con países de Latinoamérica, aunque bajo una lógica
eminentemente geopolítica.
Retorno de la geopolítica en el hemisferio occidental
Convendría preguntarse, ante todo, si la geopolítica definida como el análisis de la
influencia y la confluencia de variables políticas, geográficas, económicas y demográficas
sobre las relaciones internacionales (Brzezinski 1986) alguna vez dejó de ser relevante para
explicar las principales dinámicas económicas, políticas y de seguridad en América Latina y
el Caribe. Allende este debate, probablemente más de forma que de fondo, es una realidad
que la geopolítica ha vuelto a tomar mayor relevancia para estudiar los principales eventos
en el hemisferio occidental, en la medida en que el sistema internacional se reconfigura y se
intensifica la competencia estratégica global (Carbajal-Glass 2022c).
Cabe señalar que, por sus limitaciones estructurales, mismas que se hicieron evidentes
con la invasión a Ucrania, Rusia difícilmente podría alterar la conducta de los gobiernos
latinoamericanos se regresará a este tema más adelante. En cambio, China sí podría alterar
el equilibrio de poder interamericano en tanto que se ha convertido en un competidor
estratégico de Estados Unidos en Latinoamérica por la penetración económica, política y
diplomática en la región (Carbajal-Glass 2022a). En este sentido, la importancia de este
análisis pasa por reconocer que el acceso a los múltiples recursos naturales estratégicos de
la región tales como minerales de tierras raras, petróleo, hierro, por mencionar algunos, será
la verdadera competencia que Estados Unidos y China libren en el Hemisferio Occidental
(Carbajal-Glass 2022c). Hace poco, por ejemplo, Bolivia designó a una compañía china para
la explotación de sus yacimientos de litio, que son de los más importantes en el mundo para
la transición energética (Ramos 2023).
Como resultado, el acceso y la explotación de los recursos naturales de Latinoamérica
agudizará las principales vulnerabilidades de los países en la región relacionados con la
gobernabilidad democrática, la seguridad ciudadana y el desarrollo sostenible(Carbajal-
Glass 2023). De ahí que sea imprescindible incorporar el factor geopolítico al análisis de los
principales retos en materia política, económica y social de América Latina y el Caribe
(Carbajal-Glass 2022c). Hacerlo nos permitirá visibilizar que, sin ser la única explicación
involucrada, la competencia estratégica entre Estados Unidos y China está alimentando,
voluntaria o involuntariamente, dinámicas preexistentes de inestabilidad política,
conflictividad social y violencia armada en los países latinoamericanos. Por lo anterior, en
las siguientes dos secciones se ofrecen casos de estudio que, si bien son distintos en su
naturaleza, adquieren particular relevancia a la luz de la competencia estratégica de las
grandes potencias y sus posibles implicaciones para los países de la región.
El nexo crimen organizado competencia estratégica global
La rivalidad estratégica que sostienen Estados Unidos y China a nivel global influye en la
evolución de la delincuencia organizada transnacional en América Latina. No obstante,
aunque cada vez es más visible, el nexo “crimen organizado transnacional competencia
estratégica global” sigue siendo poco estudiado y, por lo tanto, poco considerado al
momento del diseño e implementación de políticas públicas. A fin de exponer dicho nexo, a
continuación, se utilizará el caso del grupo delictivo de los Caballeros Templarios, su
infiltración en la explotación del mineral de hierro en Michoacán, México, y el trato que
mantenían con intermediarios chinos en la industria minera.
Corre el año de 2013. Michoacán atraviesa por una severa crisis de violencia armada
y conflictividad social tras el surgimiento de los grupos de autodefensas. Algunos analistas
alertan, incluso, sobre una situación de guerra civil (Medellín 2013). Los Caballeros
Templarios se aferran a ser la organización criminal hegemónica en la entidad. No lograrlo,
significaría la pérdida de cuantiosas cantidades de dinero no solo por el narcotráfico, sino por
la riqueza proveniente de la explotación de recursos naturales, a saber: tierras cultivables,
bosques, depósitos minerales y centros costeros. De esta manera, los Caballeros Templarios
crearon, mantuvieron y se beneficiaron de economías ilícitas a base de ganado, aguacate,
limón, madera y mineral de hierro, por mencionar algunas. Sobre este último negocio,
autoridades federales llegaron a aseverar que la explotación del mineral de hierro se convirtió
en la principal fuente de ingresos de esta organización criminal, incluso por encima de la
venta de metanfetaminas (Castillo 2014).
No se puede entender el control que los Caballeros Templarios llegaron a ejercer
sobre la extracción del mineral de hierro sin considerar la dimensión internacional de dicha
economía ilícita. De acuerdo con funcionarios públicos en el sector de seguridad durante el
sexenio 2012-2016, entrevistados en 2019,
2
el dominio de los Caballeros Templarios en el
puerto de Lázaro Cárdenas, Michoan, no fue un impedimento para que las empresas
mineras de corretaje y exportación chinas siguieran operando en este municipio. Un
funcionario federal, en particular, señaló que el vínculo entre los Caballeros Templarios y las
empresas exportadoras chinas era imprescindible para comprender la incorporación de la
extracción de mineral de hierro a la cartera de actividades económicas de este grupo delictivo.
Según esta misma fuente, los Caballeros Templarios exportaron aproximadamente 4
000 000 de toneladas de mineral de hierro a intermediarios chinos entre enero y octubre de
2013. En otras palabras, en ese año, al menos el 52% de la producción de mineral de hierro
de Michoacán se exportó de manera ilegal, si consideramos que la entidad produjo 7 600 000
de toneladas ese año, de acuerdo con cifras del Servicio Geológico Mexicano (SGM 2014).
Más aún, un académico especializado en crimen organizado en Michoacán, quien pidió no
ser identificado, sostiene que los Caballeros Templarios llegaron a vender el mineral de
hierro con una ganancia de 15 dólares por tonelada. Esta cifra generaría un ingreso anual de
aproximadamente 60 000 000 de dólares para el cártel, una ganancia superior a los 40 000
000 de dólares que evaluaron de acuerdo con otras estimaciones (Pérez y Córdoba 2014).
De acuerdo con el reportaje de Pérez y Córdoba (2014), en algunos casos las empresas
chinas no pagaban en efectivo por el mineral de hierro de extracción ilegal, sino que
proporcionaban precursores químicos a los Caballeros Templarios. Esta relación quid pro
quo fue beneficiosa para la organización criminal, ya que tuvo una participación en el proceso
productivo del mineral de hierro en Michoacán al tiempo que mantuvo un rol preponderante
en los mercados de metanfetamina, tanto en México como en Estados Unidos (Flores 2016).
Más aún, esta economía ilícita le permitió a la organización criminal mantener un “esfuerzo
de guerra”, toda vez que le permitió a utilizar esos recursos para la acumulación de mano de
obra y recursos por ejemplo, armas de fuego necesarios para neutralizar las actividades del
Estado, o para hacer frente a organizaciones criminales rivales (Carbajal-Glass 2022f).
Ahora bien, convendría preguntarse si la conducta de los intermediarios chinos estuvo
desacoplada de los intereses geoestratégicos de Beijing. En última instancia, cabe señalar,
China es el líder mundial en la fabricación de acero (a partir de mineral de hierro) y el
2
Dichas entrevistas fueron realizadas para la investigación: Carbajal-Glass (2020b).
principal exportador de acero hacia el resto del mundo (Secretaría de Economía 2013).
Durante el período 20082012, China aumentó su producción anual de acero de 512 a 717
000 000 de toneladas (Secretaría de Economía 2013). Por supuesto, el dinamismo de la
industria acerera china le ha permitido a este país mantener un ritmo de industrialización que
le facilita continuar con su proyecto nacional en el largo plazo.
De ninguna manera se pretende criminalizar a un gobierno o a un país entero, en este
caso China. En cambio, lo que se intenta traer a la vista con este caso de estudio es que la
actual reconfiguración del sistema internacional, y en particular la competencia estratégica
que Estados Unidos y China mantienen a nivel mundial, de un modo inevitable ha detonado
procesos de violencia criminal a gran escala que impactan en la vida interna de países de
América Latina y el Caribe, como es el caso de México. Específicamente, la rivalidad
estratégica global entre Estados Unidos y China se ha concatenado con la existencia de
recursos naturales estratégicos y la presencia de actores no estatales violentos en la región,
entre los que destacan grupos del crimen organizado. Por lo tanto, esta mezcla de factores
bien puede convertirse en motivo suficiente para agravar la situación de ingobernabilidad,
inseguridad y daños ambientales en el hemisferio occidental.
Este caso de estudio resalta la convergencia de los intereses geopolíticos chinos y el
fortalecimiento de la organización criminal de los Caballeros Templarios, a través de la
generación de una economía ilícita basada en la explotación del mineral de hierro en Lázaro
Cárdenas, Michoan. Por lo anterior, hoy más que nunca es necesario traer de vuelta el
componente geopolítico al análisis de la evolución de la delincuencia organizada
transnacional y a las dinámicas de la violencia criminal en América Latina y el Caribe
(Carbajal-Glass 2023). A lo que habrá de seguirle el diseño e implementación de políticas
públicas de carácter preventivas orientadas a atender este nexo.
En la siguiente sección se expone el segundo caso de estudio, que da cuenta de la
competencia estratégica en la región de América Latina y el Caribe y sus posibles
implicaciones para los países de la región. En especial, se mencionan los riesgos asociados a
la existencia de regímenes antidemocráticos en el hemisferio occidental.
La paz democrática en América Latina
Es frecuente encontrar en la teoría de relaciones internacionales, particularmente en la
escuela liberal, aquel principio kantiano que dice: las democracias no pelean entre sí. Aunque
la discusión no tiene que ser concluyente, hay una extensa literatura que sugiere la veracidad
de ese principio (Lake 1992; Russett y Antholis 1992; Mintz y Geva 1993; Siverson 1995;
Lee-Ray 1998; Archibugi 2007). Dicho esto, por lo tanto, países como Cuba, Nicaragua o
Venezuela tendrían que ser motivo de preocupación para países democráticos, en tanto que
son vanguardia de regímenes autoritarios en América Latina y el Caribe(Carbajal-Glass
2022e). Por otra parte, existen consideraciones objetivas para que la conducta de un país
genere suspicacias en países vecinos, en paralelo a que sea un sistema político antagónico a
la democracia, a saber: el incremento de su capacidad militar, el apoyo a grupos no-estatales
violentos grupos insurgentes o criminales, por ejemplo, la convergencia de disputas
territoriales históricas y discursos políticos revisionistas, o el apoyo de una potencia militar
(Carbajal-Glass 2022e).
El régimen Ortega-Murillo podría ser un claro ejemplo de lo anterior. Sería natural
que la deriva autoritaria en Nicaragua despierte suspicacias lo mismo en el sector de
seguridad y defensa nacionales que en el cuerpo diplomático de los países vecinos
Nicaragua comparte frontera al norte con Honduras y al sur con Costa Rica, así como límites
marítimos con El Salvador, Honduras, Costa Rica y Colombia (Carbajal-Glass 2022e).
Sobre todo, si esto viene acompasado de una cadena de señales por demás preocupantes. Tal
es el caso, por ejemplo, del decreto presidencial de junio de 2022, el cual renueva lo
alcanzado en el 2021 sobre permitir el ingreso de tropas rusas a territorio nicaragüense,
aproximadamente 200 efectivos. El objetivo de la cooperación rusa, argumenta el gobierno
de Nicaragua, es apoyar en la lucha contra el tráfico de drogas al tiempo que contribuye a la
capacitación en comunicaciones y adiestramiento militar nicaragüense.
Más todavía, a esto hay que añadir el incremento de capacidades militares en el país
centroamericano, resultado del intercambio bilateral entre los gobiernos de Daniel Ortega y
Vladimir Putin (Maldonado 2022). Por ejemplo, en 2016 Nicaragua habría recibido un primer
cargamento de 20 tanques, de un total de 50 (Ventas 2016). Adicionalmente, ya desde 2009,
según propios medios oficialistas rusos como Sputknik, Rusia habría suministrado al
gobierno de Ortega helicópteros, vehículos blindados, lanchas patrulleras, sistemas de
defensa antiaérea y aviones de combate y entrenamiento. Además, en 2017 se inauguró en
Managua la primera estación del sistema Glonass la versión rusa del sistema satelital GPS
(Carbajal-Glass 2022e).
Como se ha mencionado, la guerra en Ucrania ha hecho evidentes las profundas
limitaciones del poder militar ruso para asegurar lo que, desde su realidad geopolítica,
considera como su esfera de influencia. Por lo anterior, se estima inviable que Moscú realice
un esfuerzo militar serio y sostenido en América Latina. No obstante, las nuevas capacidades
militares nicaragüenses podrían ser algo más que simbólicas para países en Centroamérica, e
incluso podrían estresar innecesariamente a un vulnerable y fragmentado sistema
interamericano (Carbajal-Glass 2022e). Lo que es más, no abonaría a la paz y la estabilidad
hemisféricas que Nicaragua le ada a su comportamiento un cariz revisionista ante disputas
territoriales como, por ejemplo, el diferendo que ha mantenido con Costa Rica por un
humedal en la desembocadura del río San Juan (Malamud y García-Encina 2011).
Ahora bien, este caso de estudio es quizás una de las expresiones más extremas de la
fragmentación y reconfiguración geopolítica e ideológica en el hemisferio occidental.
Empero, y más importante todavía para el propósito de este artículo, este caso de estudio nos
da pauta para trabajar diversas alternativas de futuro en una América Latina y el Caribe
marcada por la complejidad, la incertidumbre y, por si no fuera poco, la rivalidad estratégica
entre Estados Unidos y China en la actualidad. En especial porque, como se ha señalado,
China supera de manera cualitativa y cuantitativa el grado de poder e influencia que Rusia
goza en el hemisferio occidental. Está, por ejemplo, el caso de la posible construcción de un
canal interoceánico en Nicaragua, a cargo de la empresa Hong Kong Nicaragua Canal
Development (HKNCD) (Guzmán 2022). Naturalmente, la consumación de dicho
megaproyecto competiría con el canal de Panamá al tiempo que le permitiría a China el
ingreso directo a rutas comerciales estratégicas en detrimento de los intereses estadounidense
en la región.
Por supuesto, las implicaciones estratégicas para Latinoamérica dependerán de la
forma en que Washington y Beijing establezcan códigos de interacción, motivo por el cual
será esencial monitorear el conjunto de las relaciones que se dan entre ambos países a una
escala global. No obstante, es innegable que la competencia estratégica entre Estados Unidos
y China en América Latina y el Caribe supone riesgos desde el momento en que se encuentra
anclada dentro de la narrativa democracias versus autocracias y, por ende, se contraponen
dos versiones de paz, orden y progreso (Carbajal-Glass 2022d) en el hemisferio occidental.
En razón de lo anterior, y considerando que la recesión democrática en América
Latina se encuentra aparejada a una fragmentación del poder global, será necesario que tanto
el gobierno como la academia trabajen sobre escenarios que confronten su trayectoria
histórica. A continuación, se propone brevemente un escenario no deseado para América
Latina y el Caribe, a fin de prevenir o mitigar los riesgos relacionados con la competencia
estratégica entre Washington y Beijing.
Escenario no deseado para América Latina
Este escenario evoca aquella época en la que Estados Unidos y la Unión Soviética se
disputaban las mentes, los corazones y los territorios del Sur Global en ese entonces llamada
periferia o tercer mundo. Para este escenario, el fantasma de la Guerra Fría sigue flotando en
América Latina y el Caribe, toda vez que, como se enuncian líneas más abajo, hay
continuidades estructurales que así lo permitirían. De modo que guerras proxy aquellas
confrontaciones indirectas, peleadas por (y en) terceros países, guerras civiles,
fortalecimiento de insurgencias, aumento del terrorismo, dictaduras civiles o militares y
golpes de Estado forman parte de este escenario(Carbajal-Glass 2022g). Lo que, es más,
contrario a lo que sucedió durante el siglo XX, este escenario no deseado contempla
seriamente la posibilidad de conflictos entre países de América Latina y el Caribe, sobre todo,
por la existencia de regímenes políticos diferentes a los democráticos. Por ejemplo, es de
especial atención un posible conflicto entre Venezuela y Guyana, entre México y Cuba, o
como ya se ha dicho, entre Nicaragua y alguno de sus vecinos en Centroamérica.
A esto habría que sumarle la posibilidad de que los conflictos interestatales se
conviertan en una arena para la competencia sino-estadounidense. En este sentido, cabe
señalar que, a diferencia de contextos anteriores caracterizados por una rivalidad estratégica,
debe tenerse en cuenta el carácter cambiante del conflicto actual. En particular, la
confrontación entre Estados Unidos y China podría ser más sutil, ya que incluiría la
combinación de medidas no cinéticas como parte de una guerra de zona gris (Atlantic Council
2022). La competencia entre grandes potencias exacerbará de un modo inevitable los factores
de conflicto y las microdinámicas de violencia al interior de países latinoamericanos.
Evidentemente, el rostro del futuro dependerá de la trayectoria específica de cada país en la
región, motivo por el cual sería necesario realizar un análisis de riesgo individual. No
obstante, hay cinco variables que alimentan a este escenario por demás sombrío: el
crecimiento económico insuficiente, la conflictividad social, la corrupción política, la
debilidad institucional y la criminalidad en las Américas” (Carbajal-Glass 2022g).
No se pretende sugerir que esta serie de eventos es inminente; no obstante, es una
posibilidad que el sistema interamericano tendría que considerar seriamente (Carbajal-Glass
2022g). En última instancia, no se trabajan este tipo de escenarios para caer en el fatalismo
o el determinismo, personajes como Michel Godet (2007) dirían que no hay un futuro, sino
una multiplicidad de futuros. No obstante, es sin duda una hipótesis de futuro que se puede
identificar a raíz de lo que sucede hoy en día en el hemisferio occidental. Es por ello
imperativo que, por una parte, Washington y Beijing encuentren formas de estabilizar la
competencia estratégica (Rudd 2022) y, por otra parte, los gobiernos de América Latina y el
Caribe dejen de ser testigos pasivos de las implicaciones que esta competencia estratégica
tiene y seguirá teniendo en los países de la región. Cualquier escenario similar a lo aquí
expuesto se tiene que prevenir, pues tendría repercusiones sin precedentes para América
Latina y el Caribe en su conjunto.
Conclusión
En los últimos 30 años, las dinámicas políticas y de seguridad en América Latina han estado
condicionadas por “comorbilidades” asociadas al malestar social, la inestabilidad política y
el insuficiente crecimiento económico. De modo que los principales problemas que han
enfrentado las sociedades latinoamericanas han tenido que ver tradicionalmente con la
criminalidad, la violencia política, el conflicto por los recursos naturales, la violencia urbana,
el uso de las fuerzas armadas para labores de seguridad pública y una recesión democrática
en la región. Aunado a lo anterior, en las últimas dos décadas América Latina y el Caribe se
ha convertido en otra arena geopolítica de la actual competencia estratégica global, algo que
en mismo supone nuevos retos a la seguridad, la defensa y la paz hemisféricas. En este
sentido, el objetivo del presente artículo fue explorar, mediante el estudio de casos concretos,
las implicaciones que la competencia estratégica global entre Estados Unidos y China puede
tener y ya está teniendo en la región de América Latina y el Caribe.
Dicho lo anterior, el presente estudio trajo a la vista que la competencia estratégica
entre Washington y Beijing está exacerbando, voluntaria o involuntariamente,
microdinámicas preexistentes de inestabilidad, violencia y conflicto en el hemisferio
occidental. Y, con ello, ha detonado procesos que impactan en la vida interna de países
latinoamericanos, sobre todo, en lo referente a la gobernabilidad democrática, la seguridad
ciudadana y el desarrollo sostenible. Las afectaciones fundamentales se manifiestan en dos
sentidos.
En un primer sentido, la rivalidad estratégica entre Estados Unidos y China en
América Latina y el Caribe se ha concatenado con dos factores que abonan a un clima de
volatilidad en la vida interna de los países latinoamericanos, a saber: a) la histórica presencia
de actores no estatales violentos principalmente, los grupos delictivos, insurgentes y
terroristas; y b) la existencia de recursos naturales estratégicos localizados en áreas de
presencia estatal limitada y, por lo mismo, la existencia de arreglos extralegales de
gobernanza entre actores no estatales violentos y actores estatales, tanto nacionales como
extranjeros. Es importante resaltar que el acceso a los múltiples recursos naturales
estratégicos de la región será la verdadera competencia que Estados Unidos y China libren
en el hemisferio occidental. Motivo por el cual, los actores no estatales violentos adquirirán
cada vez mayor relevancia como un medio para canalizar la competencia chino-
estadounidense en el hemisferio occidental, ya sea como un actor proxy o como parte de una
guerra de zona gris.
En un segundo sentido, y contrario a lo que sucedió durante la segunda mitad del siglo
XX, los polos ideológicos existentes en América Latina y el Caribe en la forma de
democracias contra autocracias, suponen un mayor riesgo de que ocurran conflictos
interestatales en el hemisferio occidental. Durante la Guerra Fría, los movimientos sociales
respaldados por la Unión Soviética difícilmente llegaron al poder; no obstante, hoy proyectos
políticos antidemocráticos se encuentran en el poder e incluso representan un riesgo potencial
para los países vecinos e, incluso, para el sistema interamericano en su conjunto. En este
sentido, si bien América Latina ha estado libre de guerras interestatales durante buena parte
de su historia, esta trayectoria podría cambiar en las próximas décadas en la medida en que
se intensifique la competencia estratégica entre Washington y Beijing, sobre todo, por el
grado de penetración e influencia que el país asiático tiene en diversos países
latinoamericanos.
Para concluir, la competencia estratégica entre Estados Unidos y China está
redefiniendo la naturaleza de los riesgos y amenazas que enfrentan las sociedades
latinoamericanas. Por tal motivo, resulta impostergable retomar el factor geopolítico para el
análisis de riesgo político y de seguridad en los países de América Latina y el Caribe. De ahí
que el propósito del presente artículo haya sido visibilizar, desde un enfoque
multidimensional e integrador, las ramificaciones de la rivalidad entre Estados Unidos y
China en Latinoamérica. Más aún, esta competencia entre Washington y Beijing en el
hemisferio occidental abre otro frente para que ambas superpotencias se vean arrastradas a
una confrontación más abierta y a mayor escala, y con ello se acerquen crecientemente hacia
una trampa de Tucídides. A este diagnóstico, por supuesto, habrá de seguirle el diseño e
implementación de política públicas orientadas a prevenir o mitigar las implicaciones de la
competencia chino-estadounidense en la región.
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