Mundos Plurales. Revista Latinoamericana de Políticas y
Acción Pública Vol.11 N.° 2, noviembre 2024, pp. 206-229
ISSN 13909193/e-ISSN 26619075
DOI:10.17141/mundosplurales.2.2024.6399
América Latina y la guerra de Gaza: posición entre lucha de clases, conflicto Norte-Sur y transformación del poder global
Latin America and the Gaza War: Position between Clase War, North South Conflict and the Transformation of Global Power
Raina Zimmering. Profesora universitaria, historiadora, politóloga, socióloga, latinoamericanista. Investigadora principal en el Instituto de WeltTrends de Política Internacional (IIP), Potsdam.
raina.zimmering@googlemail.com
Recibido: 20/07/2024 - Aceptado: 25/09/2024
Resumen
En el presente artículo se aborda la actitud de la sociedad civil y de los Estados latinoamericanos ante la guerra en Gaza. Se puede observar una acción unificada y transcontinental del movimiento latinoamericano de protesta y solidaridad con Palestina, que considera el conflicto bélico un genocidio, lo compara con el apartheid y con el colonialismo, y exige el reconocimiento de Palestina como Estado soberano. Dicho movimiento critica el comportamiento de los Gobiernos de derecha de la región, pero también el de los países de centroizquierda, a los que reclama una conducta más consistente, pues sorprende que tanto entre los primeros como entre los segundos existan actitudes contrapuestas frente a la guerra. Para situar el tema, el inicio del texto se dedica a las relaciones históricas, demográficas y políticas entre América Latina y Oriente Medio. Luego se examinan el movimiento de protesta y solidaridad en el continente latinoamericano, las actitudes opuestas ante la guerra en Gaza entre Gobiernos de derecha y de centroizquierda, la opción de una solución pacífica al conflicto en Oriente Medio, las votaciones en la ONU, las actividades jurídicas de algunos Estados latinoamericanos ante los tribunales internacionales y la política de presión de Occidente hacia los Gobiernos de centroizquierda del continente en comparación con su actitud ante la guerra. Se concluye relacionando las actitudes latinoamericanas ante la guerra en Gaza con los fenómenos de la lucha de clases, el conflicto Norte-Sur y la transformación de las relaciones de poder a nivel global.
Este artículo aborda la actitud de los estados y la sociedad civil latinoamericanos ante la guerra de Israel en Gaza, desencadenada por el ataque de Hamás el 6 de octubre de 2023. Se hace una distinción entre la división de los estados latinoamericanos entre gobiernos de centro izquierda y de derecha en América Latina. Los gobiernos de centro izquierda, junto con el movimiento de protesta latinoamericano, condenan la guerra en Gaza como una reacción injustificada y un castigo colectivo, y la mayoría de ellos la califican de violación del derecho internacional, apartheid y colonialismo. Abogan por un rápido fin de la guerra y un alto el fuego. Los gobiernos de derecha siguen la línea argumental utilizada por Israel y los Estados occidentales como respuesta adecuada al ataque de Hamás y lo justifican con el derecho de Israel a la autodefensa y el objetivo de destruir a Hamás. Estas diferentes actitudes de los gobiernos son evidentes en sus ideas sobre soluciones al conflicto de Medio Oriente, comportamiento electoral en la ONU, actividades legales ante los tribunales mundiales y en medidas de política exterior como la interrupción de las relaciones diplomáticas con Israel. México y Chile presentaron demandas ante la Corte Penal Internacional contra Israel por crímenes de guerra y colonialismo, y Nicaragua demandó a Alemania ante la Corte Penal Internacional por complicidad en genocidio. El artículo presenta las causas históricas, geoestratégicas y políticas de las diferentes actitudes hacia la guerra de Gaza. El artículo también trata de los intentos de Israel, Estados Unidos y sus aliados de influir en las actitudes de los estados de centro izquierda y las reacciones de los estados correspondientes hacia ellas. Al final, se intenta clasificar las diferentes posiciones sobre esta guerra de los estados de centro izquierda y de derecha y del movimiento de protesta pro palestino en un sistema multinivel de metacontradicciones sociales, como la lucha de clases, Conflictos Norte-Sur y luchas de poder geopolítico.
Palabras clave: conflicto en Oriente Medio; Corte Internacional de Justicia; Estados de América Latina; guerra en Gaza; política exterior de Israel; sociedad civil latinoamericana.
Abstract
The article highlights the attitude of civil society and Latin American states towards the Gaza war. One can observe a unified and transcontinental action of the Latin American protest and solidarity movement with Palestine, which describes the Gaza war as genocide, apartheid and colonialism and demands immediate negotiations and the recognition of Palestine as a sovereign state. The solidarity movement criticizes the behaviour of governments, particularly in right-wing countries in Latin America, but also in center-left countries, from which it demands more consistent behaviour. It is striking that right-wing and center-left countries in Latin America have opposite attitudes towards the Gaza war. The beginning of the article is devoted to the historical, demographic and political relations between Latin America and the Middle East. In the main part of the article, the author examines the protest and solidarity movement in Latin America, the opposing attitudes to the Gaza war between right-wing and centre-left governments, the option of a peaceful solution to the Middle East conflict, voting behaviour in the UN, and legal activities of Latin American states before world courts and the Western policy of pressure towards centre-left Latin American governments in relation to their attitude to the Gaza war. In the end, the conclusions relate Latin American attitudes to the Gaza war to the phenomena of class struggle, the North-South conflict and the transformation of global power relations.
This article deals with the attitude of Latin American states and civil society to Israel's Gaza war, which was triggered by the Hamas attack on October 6, 2023. A distinction is made between the division of Latin American states between center-left and right-wing governments in Latin America. The center-left governments, together with the Latin American protest movement, condemn the war in Gaza as an unjustified reaction and collective punishment, mostly describing it as a violation of international law, apartheid and colonialism. They advocate a quick end to the war and a ceasefire. The right-wing governments follow the line of argument of Israel and Western states as an appropriate response to the Hamas attack and justify this with Israel's right to self-defense and the goal of destroying Hamas. These different attitudes of the governments are evident in the ideas for solving the Middle East conflict, voting behavior in the UN, legal activities before the world courts and in foreign policy measures such as the interruption of diplomatic relations with Israel. Mexico and Chile sought to file lawsuits against Israel before the International Criminal Court for war crimes and colonialism and Nicaragua filed a lawsuit against Germany before the International Criminal Court for aiding and abetting genocide. The article presents the historical, geostrategic and political reasons for the different attitudes towards the Gaza war. The article also deals with the attempts of Israel, the USA and its allies to influence the attitudes of the center-left states and the reaction of the respective states to this. Finally, an attempt is made to classify the different positions on this war of the center-left and the right-wing states and the pro-Palestinian protest movement in a multi-level system of social meta-contradictions, such as class struggle, North-South conflict and geopolitical power struggles.
Keywords: Middle East conflict; International Court of Justice; Latin American states; Gaza war; Israel's foreign policy; Latin American civil society.
Introducción
Aunque geográficamente América Latina se encuentra alejada de Oriente Medio, la guerra en Gaza ha provocado en el continente una respuesta mayor que otros conflictos internacionales como el de Ucrania o las disputas entre China y Estados Unidos. También hay un compromiso directo de América Latina que se manifiesta mediante los movimientos de protesta y de solidaridad de la sociedad civil con el pueblo palestino, el comportamiento electoral de los Gobiernos latinoamericanos en la ONU contra Israel, los rechazos concretos a Israel y a través de las actividades diplomáticas y de los compromisos legales internacionales contra la invasión a la Franja de Gaza. Tales acciones provocan enfrentamientos directos con Israel, con Estados Unidos y con sus aliados. Al mismo tiempo, en el comportamiento gubernamental de los países del continente con respecto a la guerra en Gaza, se puede observar una profunda división entre los Gobiernos de centroizquierda y los de derecha.
Cabe preguntarse entonces: ¿por qué ocurre esto?, ¿cuáles son las principales contradicciones y las líneas de conflicto que determinan estas actitudes?, ¿se puede considerar la cuestión de clases en la guerra en Gaza y basarla en el conflicto Norte-Sur o ver las cuestiones planteadas en el contexto de cambio de poder en el mundo?, ¿dónde encaja América Latina en esta maraña de conflictos? También valdría la pena preguntarse si la región desempeña un papel importante en las relaciones internacionales que se hacen visibles a través de sus acciones en la guerra en Gaza.
Los think tanks occidentales responden negativamente a esta última pregunta. De acuerdo con Günther Maihold (2023, 3) “la región sufre de su importancia marginal en la política internacional”. Por su parte, Núñez Castellano y Malamud (2023) plantean que la guerra en Gaza “destacó el papel subordinado de los países latinoamericanos en el mundo. La región juega un papel periférico en la arena global”. En el presente artículo se examinan en profundidad ambas afirmaciones.
América Latina y Oriente Medio
¿Qué es lo que realmente conecta a América Latina con Oriente Medio a pesar de que las regiones están geográficamente muy alejadas? ¿Por qué las personas en América Latina siempre se han sentido tan afectadas por el conflicto en Oriente Medio, especialmente en la actualidad? Una clave importante es el pasado colonial compartido que implicó el exterminio masivo de los habitantes de los territorios conquistados por Europa, la destrucción de sus culturas y sociedades, y la explotación de sus recursos. Después de la conquista europea, en América tuvo lugar el mayor genocidio de la historia mundial debido al exterminio del 90 % de la población indígena local en menos de 20 años, con un estimado de 68 millones de muertes.
Por su parte, Oriente Medio quedó bajo el control de los gobernantes coloniales ingleses y franceses en el siglo XVIII, y desde el final del Imperio otomano estuvo directamente dominado por colonias y por mandatos de los poderes europeos. En las colonias americanas de ultramar y de Oriente Medio se puede observar una extraordinaria asignación de recursos por parte de las potencias coloniales europeas, lo cual permitió la acumulación de riquezas en Europa y la “acumulación original”. El daño a las sociedades nativas fue duradero y condujo en gran medida a su destrucción.
A pesar del logro de la independencia estatal en estas antiguas áreas coloniales, la destrucción de las sociedades y de las culturas latinoamericanas y árabes se está reproduciendo debido a la posición subordinada y dependiente de estos países en la división internacional del trabajo con todas las consecuencias negativas: pérdida de capital, flujos del Sur al Norte, explotación de los recursos locales, sangrado de las economías, atraso tecnológico, fuga de cerebros y la exclusión de los mercados internacionales. Esto caracteriza el conflicto Norte-Sur con la relación asimétrica entre Sur y Norte y en última instancia esa sería la característica común estructural entre América Latina y Oriente Medio. A pesar de sus diferencias, los movimientos de liberación nacional, en cuanto movimientos anticolonialistas y antiimperialistas, tenían el objetivo común de lograr la independencia de los territorios colonialmente ocupados y controlados por los imperialistas y la soberanía nacional de sus pueblos.
En América Latina la lucha por la liberación colonial comenzó con los procesos independentistas entre 1816 y 1825 para liberarse del control que ejercían España y Portugal, y en Oriente Medio con el fin de la Segunda Guerra Mundial. Cuando el Congreso Sionista Mundial se alió con el Mandato Británico en Palestina y promovió un aumento de las actividades de asentamiento en Palestina por parte de refugiados judíos del Holocausto, lo que estuvo acompañado de reasentamientos y de expulsiones de la población árabe en Palestina, se produjeron levantamientos dentro de los países árabes afectados. Estas batallas siguen dando forma al conflicto en Oriente Medio en la actualidad.
La dependencia hacia Estados Unidos
Otro rasgo estructural común es la dependencia de América Latina y Oriente Medio hacia Estados Unidos, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial. Los países latinoamericanos tienen una larga historia de intervención y de explotación por parte de Estados Unidos. La comprensión hemisférica estadounidense de América Latina como su propio “patio trasero” surgió con la Doctrina Monroe en el sentido de “América para los americanos”. Desde el anuncio del presidente James Monroe en 1823, Estados Unidos ha intervenido violentamente en América Latina cientos de veces o ha apoyado activamente dictaduras militares de derecha que han causado miles de muertos, desaparecidos y torturados y que han traído sufrimiento y miseria (Zimmering 2023). Solo desde mediados de la década de los 90 el continente ha podido escapar parcialmente del control hegemónico occidental a través de dos “olas rosas” de Gobiernos de centroizquierda, de la diversificación de sus relaciones exteriores, de una política de “no alineación activa” y del refuerzo de las relaciones con el Sur. Gracias a esto el continente se convertió en un actor global en relación con la multipolaridad y con la paz mundial (Zimmering 2022).
Con la ayuda de Israel, Oriente Medio es, al igual que América Latina, un área de influencia de Estados Unidos, donde la soberanía sobre los recursos naturales, especialmente del petróleo, está asegurada. La Guerra del Golfo en Irak (1990-1991) fue librada por Estados Unidos para subordinar a los países de Oriente Medio y así seguir accediendo al petróleo en la región. Además, los movimientos de liberación nacional en esta área geopolítica, y luego la Primavera Árabe, deben impedir a través de la hegemonía estadounidense con la ayuda de Israel, las guerras occidentales, los movimientos extremistas como el Estado Islámico (EI) y la instalación de sistemas políticos conservadores. La Primavera Árabe demostró el poder de la sociedad civil para eliminar sistemas autoritarios. Pero esta potencia no podría usarse para establecer gobiernos populares e independientes como en América Latina ni para construir un poder antiimperialista.
El movimiento de liberación palestino, que había logrado reconocimiento internacional bajo la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en las décadas de los 60, 70 y 80, está cada vez más fracturado por la división a partir del surgimiento de Fatah en Cisjordania y por el ascenso al poder de Hamas en Gaza. La desunión de los Estados árabes fue también un factor limitante para el éxito de los movimientos de liberación de Oriente Medio. A través de sus agresivas políticas imperialistas y neocoloniales, Israel y Estados Unidos impidieron que el movimiento de liberación palestina y sus aspiraciones de independencia se estabilizaran. Al igual que en América Latina, Estados Unidos tiene presencia en Oriente Medio con 40 000 soldados desplegados en Irak, Siria y Jordania (Codepink 2024).
Similitudes entre los movimientos de liberación nacional en América Latina y Oriente Medio
Entre las décadas de los 60 y los 90 hubo muchas similitudes entre las dos regiones dentro del marco de los movimientos de liberación nacional, que resultó en el antiimperialismo transnacional. Muchos movimientos sociales, partidos de izquierda y Gobiernos latinoamericanos de izquierda apoyaron los movimientos de liberación nacional en Oriente Medio, especialmente a la OLP bajo la dirección de Yasser Arafat. Un ejemplo es Nicaragua, pues el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y la OLP trabajaron juntos desde el principio. Palestina apoyó al FSLN durante su lucha contra el dictador Anastasio Somoza. En 1980 Yasser Arafat visitó Nicaragua y la OLP abrió allí su primera misión diplomática en Centroamérica (Kurz 2024). El derecho a la autodeterminación del pueblo palestino se convirtió en una fuerte referencia para la izquierda en América Latina y en consecuencia los Gobiernos progresistas latinoamericanos votaron repetidamente en la ONU a favor del derecho de Palestina a la autodeterminación.
América Latina fue el destino preferido de los refugiados palestinos, los cuales recibieron apoyo y solidaridad. El regreso a Palestina, al que principalmente aspiraban, no fue posible debido a la negativa del Estado israelí a dejarlos volver, por lo que se quedaron en la región y fundaron sus propias comunidades. Alrededor de medio millón de palestinos viven en Chile, lo que la convierte en la comunidad de inmigrantes palestinos más grande del mundo, aparte de las que existen en los Estados árabes e Israel. Pero muchos palestinos también viven en México, el tradicional país de asilo, también en Colombia (100 000) y en Brasil (60 000) (Hirst et al. 2023). En América Latina se desarrolló una fuerte comunidad palestina que se integró a las sociedades de los países de acogida, pero manteniendo siempre su propia identidad con la opción de regresar y de continuar su lucha durante generaciones. La lucha de los palestinos por su independencia encontró y sigue encontrando un gran apoyo, particularmente entre los movimientos y los partidos de izquierda. Los intereses de los grupos de origen palestino ciertamente son tomados en cuenta por los Gobiernos latinoamericanos de izquierda.
Migración árabe y judía hacia América Latina como factor de influencia
Aparte de la población palestina, América Latina tiene una fuerte comunidad árabe, la mayoría de la cual emigró de Siria y de El Líbano en el siglo XIX después de la caída del Imperio otomano. En Brasil viven 16 millones de personas de ascendencia árabe que también tienen gran influencia en la política (Echols 2023). Esta comunidad también influye políticamente en otros países latinoamericanos, por ejemplo, el expresidente argentino Carlos Menem provenía de una familia siria. La comunidad árabe generalmente apoya las políticas propalestinas y antiisraelíes. Así, las actitudes a favor de Palestina se extendieron a pesar de la existencia de una fuerte comunidad judía que también surgió dentro de varias oleadas de inmigración al continente. La existencia de grandes poblaciones palestina y árabe de un lado y judía del otro, genera disputas especialmente sobre la guerra en Gaza.
En Argentina se encuentra la mayor comunidad judía de América Latina y la cuarta a nivel mundial con alrededor de 180 000 personas. Brasil ocupa el segundo lugar del continente con 120 000 y la de Colombia tiene 67 000 miembros. Las comunidades judías que tienen una fuerte conexión con Israel se oponen a los movimientos propalestinos y a la postura crítica de los Gobiernos de centroizquierda latinoamericanos. De modo que el conflicto en Oriente Medio hacía tiempo que se había extendido a América Latina. Las comunidades judías a menudo se ponen del lado de presidentes y de fuerzas de derecha. Un ejemplo es la proximidad de la comunidad judía argentina al actual presidente ultraderechista Javier Milei, quien se convirtió al judaísmo. La comunidad judía brasileña desarrolló una cercanía con el expresidente Jair Bolsonaro y con los movimientos evangélicos y participó en protestas contra Luiz Inácio Lula da Silva.
Pero, la orientación derechista de algunas comunidades judías en América Latina no afecta en modo alguno a toda la población de origen judío que a menudo se suma a las protestas a favor de la causa palestina. Un ejemplo es Argentina, donde se estima que viven entre 300 000 y 400 000 judíos (Núñez Castellano y Malamud 2023), pero solo 180 000 son miembros de la comunidad judía. Los ciudadanos judíos latinoamericanos que fueron perseguidos o asesinados por las dictaduras militares en la década de los 70 en Chile, Argentina y Uruguay representan un grupo separado aquí. Muchos de ellos también huyeron a Israel y algunos de ellos regresaron más tarde, en su mayoría militan en la izquierda y participan activamente en el movimiento propalestino basándose en su propia experiencia de persecución y expulsión.
Cooperación israelí con dictaduras y Gobiernos de derecha en América Latina
En América Latina la mayoría de la población civil y los grupos y partidos de izquierda perciben a Israel como un Estado opresivo y un representante de Estados Unidos. El factor decisivo para esto son las propias experiencias de cooperación de Israel con Estados Unidos, con las dictaduras latinoamericanas y los Gobiernos de derecha que son aliados de las potencias occidentales.
América Latina no es de gran importancia económica para Israel. Brasil y Colombia son los mayores socios comerciales de la región. Ambos países firmaron un acuerdo de libre comercio en 2022 durante gobiernos de derecha (Rosas 2024). La importancia del continente para Israel reside sobre todo en el hecho de que ha apoyado y seguirá apoyando a Estados Unidos en calidad de representante no solo en Oriente Medio sino también en América Latina. Las relaciones políticas y militares con América Latina deben verse particularmente en el contexto del proxy, aunque el papel del continente en cuanto campo de experimentación militar y objeto de contrainsurgencia ciertamente ha influido. Israel también se ve a sí mismo como el poder protector de las comunidades judías en los países latinoamericanos.
Cuando el Congreso de Estados Unidos impidió los envíos de armas a las dictaduras de América Central y del Sur, por ejemplo, a Honduras, Guatemala, El Salvador, Chile y Argentina entre los años 1970 y 1990, Israel intervino y les entregó las armas deseadas por los Gobiernos militares de derecha, que luego fueron utilizadas contra la población y contra los movimientos de liberación. Israel se convirtió en el tercer mayor proveedor de armas de toda América Latina (Hashish 1986). El 21 de julio de 1983 The New York Times publicó que “Israel estaba ayudando a Estados Unidos en Centroamérica a oponerse a la Unión Soviética, a combatir el supuesto apoyo de la OLP a Nicaragua y a ampliar el mercado de armas israelíes” (Taubman 1983). Mientras que en 1986 el periodista Abu Hashish concluyó que “la
participación israelí en América Latina es una parte integral de la estrategia global de Estados Unidos” (Hashish 1986, 24).
Israel no solo suministró armas a las dictaduras latinoamericanas, sino también tecnología de vigilancia y de espionaje para controlar a la población y a los insurgentes. El país asesoró a las dictaduras latinoamericanas en todo lo relacionado con la represión y el aniquilamiento de grandes grupos de población, especialmente de pueblos indígenas y de opositores. Un exsoldado israelí declaró en una revista guatemalteca que su país había “brindado a sus soldados entrenamiento en el arte de la opresión y métodos de castigo colectivo. Por lo tanto, no sorprende que algunos de estos oficiales, después de ser dados de baja del ejército, opten por poner sus conocimientos al servicio de los dictadores, y que estos dictadores estén felices de recibir a expertos israelíes” (Orantes 2023).
Alrededor de 300 asesores israelíes ayudaron a llevar a cabo el golpe de Estado en Guatemala el 23 de marzo de 1982, el cual llevó al poder al general Efraín Ríos Montt (Hashish 1986). El jefe del Estado Mayor del ejército guatemalteco bajo la dictadura de Ríos Montt, Héctor Mario López Fuentes, aseguró que “Israel es nuestro principal proveedor de armas más importante y el mayor amigo de Guatemala en el mundo” (Orantes 2023).
En Guatemala se encontraron bases de datos desarrolladas en Israel que registraban al 80 % de la población, lo que explica el alto número de homicidios entre la población guatemalteca por parte de fuerzas militares y paramilitares. El periodista Dan Rather comentó que los israelíes aconsejaron “tratar a los indígenas como tratamos a los palestinos: no confiar en ninguno de ellos” (Orantes 2023). En la década los 80, durante el Gobierno sandinista en Nicaragua, Israel apoyó la formación y el entrenamiento de “unidades contra” en Costa Rica bajo el mando de Luis Alberto Monge, las cuales actuaron contra el Gobierno sandinista (Hashish 1986), y construyó bases militares en Costa Rica y Honduras desde donde se educaron y se entrenaron los “contras”. Israel también apoyó al grupo paramilitar antinicaragüense los “contras” con armas que capturó a la OLP y al Movimiento Nacional Libanés después de la invasión de El Líbano en 1982, esto representaban el 25 % del armamento con el que contaban los “contras”. Anteriormente, Israel entregó 14 aviones de combate Aravas al dictador nicaragüense Somoza que fueron utilizados para bombardear Managua, León, Matagalpa y otras ciudades (Hashish 1986).
Israel mantuvo relaciones con la dictadura militar argentina y la apoyó con armas y con entrenamiento militar (Salisbury-Corech 2016). Israel fue el segundo socio comercial de Argentina en la década de los 70, pues el 29 % del comercio exterior argentino era con esa nación (Hashish 1986). Un informe filtrado de la CIA reveló la estrecha conexión entre el servicio secreto israelí (Mossad) y el ejército argentino, que desarrolló un concepto para la formación de un “comando conjunto de operaciones antiterroristas”, el Plan Cóndor (Hashish 1986).
Israel también apoyó la dictadura militar Pinochet en Chile suministrando armas a los militares y brindando asesoramiento y apoyo técnico a la agencia de inteligencia DINA sobre tortura y desapariciones forzadas (Brown 2017). El país también fue uno de los principales proveedores de armas a la dictadura chilena (Harvey 2012). A finales de 1982 el jefe de la Fuerza Aérea israelí, general David Ivri, visitó Chile para concluir tres contratos de venta de armas. De este modo, el país ayudó e instigó crímenes contra la humanidad como el asesinato de 3000 personas y la tortura de 35 000. Las relaciones entre la comunidad judía de Chile y el gobierno de Pinochet fueron estrechas y amistosas. Pinochet visitó la sinagoga de Santiago de Chile en Yom Kipur. El dictador incluyó en su círculo de asesores a judíos como el economista ortodoxo Sergio Melznick (Stein 2013). Los judíos fueron particularmente alentados en el ejército chileno bajo Pinochet. El ejemplo más famoso es el general José Berdichewsky, un firme partidario de la dictadura de Pinochet que hablaba con fluidez yiddish y que fue embajador de Chile en Israel en los años 70.
Después de la transición política de las dictaduras a regímenes democráticos en América del Sur, los contratos a largo plazo de Israel, especialmente en lo que respecta al suministro de armas, todavía surtieron efecto. Sin embargo, Israel experimentó una pérdida de importancia política en el continente debido a la caída de la demanda de tecnología y conocimientos de contrainsurgencia. Debido a esa situación Israel redirigió su influencia hacia los aliados neoliberales de Estados Unidos, lo que convirtió a Colombia en el centro de su atención. También envió armas a Gobiernos colombianos de derecha vinculados a los cárteles de la droga; un ejemplo es el expresidente Álvaro Uribe (2002-2010). En 2021, entregó 10 millones de dólares en armas a Colombia, lo que representó el 9 % de las exportaciones de armas de Israel (Escobar Fernández 2023).
La nación suministró aviones de combate y ametralladoras (La Jornada 2024) que se utilizaron para combatir los delitos relacionados con las drogas, pero este no fue su único propósito. Durante los gobiernos anteriores al presidente Gustavo Petro, las armas israelíes también se utilizaron en la represión de los movimientos sociales, en la lucha contra las guerrillas colombianas, en la erradicación de partidos de izquierda y para apoyar a grupos paramilitares de extrema derecha (Rufino 2023). Además, Colombia había estacionado un batallón en el Monte Sinaí que formaba parte de la “Fuerza Multinacional de Mantenimiento de la Paz” influido por Israel.
El experto colombiano en seguridad Andrés Macías, de la Universidad Externado, se refirió a la historia de las relaciones entre ambos países aseguró que “Israel siempre ha sido un aliado estratégico de Colombia en asuntos militares, especialmente desde la década de 1990” (El Heraldo 2024a, párr. 3). También se concluyó un acuerdo de libre comercio entre Israel y Colombia a través del cual se llevan a cabo intensos intercambios comerciales en áreas económicamente importantes. La presidencia de Gustavo Petro creó condiciones completamente nuevas para las relaciones colombo-israelíes que se volvieron extremadamente conflictivas en relación con la guerra en Gaza.
Cuando el presidente ultraderechista Javier Milei llegó al poder las relaciones de Israel con Argentina de repente se intensificaron. Israel fue el primer país al que el presidente Milei realizó una visita de Estado después de asumir el cargo en medio de la guerra en Gaza. Allí fue recibido con los más altos honores por el jefe de Estado y el primer ministro anunció el traslado de la embajada argentina de Tel Aviv a Jerusalén, además, se firmaron varios contratos económicos.
Opción latinoamericana por una paz justa en la guerra en Gaza
Los Gobiernos latinoamericanos han pedido durante mucho tiempo una “solución de dos Estados” para poner fin al conflicto en Oriente Medio. En mayo de 2024 Palestina fue reconocida en su calidad de Estado soberano por 145 de las 193 naciones que conforman la ONU. Estados Unidos, Israel y la mayoría de los Estados de la Unión Europea votaron en contra. Este reconocimiento se basó en una resolución de la ONU del año 1967 y en muchos otros pedidos realizados por diferentes países (Sachs 2023).
A principios de 2024 Estados Unidos y países occidentales cambiaron de postura y abogaron por primera vez por una solución de dos Estados. Sin embargo, esto contradice el apoyo occidental al gobierno de Netanyahu con armas y con recursos financieros y los planes israelíes de reasentamiento de los palestinos de Gaza a otros Estados, las actividades de asentamiento en áreas palestinas y el establecimiento de soberanía administrativa sobre la zona este de Jerusalén (Sachs 2023). Por tanto, en América Latina esta nueva estrategia del gobierno de Biden para Oriente Medio se considera contradictoria (Resumen Latinoamericano 2024).
Se supone que las actuales estructuras gubernamentales y las representaciones políticas en Palestina deben ser desmanteladas, que se debe establecer una presencia militar occidental e instalarse nuevas instituciones y representantes políticos que sean apoyen a Occidente y, por lo tanto, supriman el potencial emancipador en Palestina. La diferencia entre la idea latinoamericana y la occidental de una solución justa al conflicto en Oriente Medio radica principalmente en la forma en que se reconoce a Palestina como Estado soberano. Occidente insiste en que Israel y Palestina primero acuerden reconocerse mutuamente como Estados separados. Los Estados latinoamericanos, al igual que la mayoría de los miembros de la ONU, quieren el reconocimiento de Palestina por parte de otros Estados y una membresía plena en la ONU que no esté ligada al reconocimiento de Palestina por parte de Israel. Esta es también la intención del Plan de Partición de 1948 y de la resolución de la ONU de 1967. Insistir en el reconocimiento de Israel, algo que impulsan las potencias occidentales, pospone una solución de dos Estados, ya que Israel no quiere un Estado soberano de Palestina. Esto solo fue confirmado nuevamente por la decisión de la Knesset en agosto de 2024.
Movimientos de protesta contra la guerra en Gaza en América Latina
Cuando Israel comenzó su invasión a Gaza, luego del 7 de octubre de 2023, enormes movimientos de protesta se extendieron por toda América Latina, definiendo la guerra como genocidio y pidiendo un alto el fuego inmediato. El ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre fue ampliamente rechazado, pero se considera el resultado de la política de ocupación y de exterminio contra los palestinos. Los manifestantes creen que la guerra de Israel en Gaza es inapropiada, excesiva y criminal.
En Chile, frente al Palacio de Gobierno se realizan constantemente grandes manifestaciones en apoyo a Palestina y contra Israel (El Universo 2023). El grupo parlamentario Amistad Chileno-Palestina, del que forman parte la hija del Che Guevara y el nieto de Nelson Mandela, apoya esta política gubernamental sobre la guerra en Gaza. La hija del Che Guevara declaró que “ya que las Naciones Unidas no han logrado detener este genocidio, debemos unir a nuestro pueblo, unir nuestras fuerzas para que Israel sepa que Palestina no está sola. Romper el bloqueo contra Gaza es una preocupación principal y, por otro lado, detener a Israel” (T13 2024) El nieto de Nelson Mandela, que fundó la campaña para el “Retorno a Palestina”, citó a su abuelo: “nuestra libertad será incompleta mientras no haya libertad para Palestina” (Roth 2024).
Miles de personas protestaron en Buenos Aires y en otras ciudades argentinas. También participan las madres de la Plaza de Mayo, las cuales se manifestaron por los bebés asesinados durante la guerra en Gaza (Resumen Latinoamericano 2023). En México se utilizó en las manifestaciones las consignas “¡No es guerra, es genocidio!” y “¿Dónde están las sanciones contra Israel?” (Informador 2023). En Brasil, 50 organizaciones fundaron el “Frente Nacional de Solidaridad con Palestina” en noviembre de 2023 (Marcuzzo 2023). En Colombia, el Sindicato de Trabajadores de la Industria del Carbón (SINTRACARBÓN) pidió al Gobierno que rompiera las relaciones diplomáticas con Israel. En su comunicado del 1 de noviembre de 2023 la organización sindical alentaba “al Gobierno a suspender los envíos de carbón colombiano y de cualquier metal o mineral a Israel para presionar por un alto el fuego inmediato, una demanda de la sociedad civil, organizaciones de derechos humanos e iglesias a las que nos unimos como organizaciones sindicales” (SINTRACARBÓN 2023, 1)
Los movimientos de protesta latinoamericanos están poniendo de relieve las actitudes conflictivas de los Gobiernos de centroizquierda entre la protesta y la cooperación económica y militar con Israel y están presionando desde dentro para que tomen medidas concretas, entre ellas sanciones y el boicot de todas las exportaciones militares a Israel. Ellos exigen que la defensa del pueblo palestino está vinculada a la condena del papel de Israel en América Latina como socio de dictaduras y agente auxiliar del imperialismo estadounidense en la supresión de los derechos democráticos (Rufino 2023). También hubo numerosas protestas en Estados de derecha pidiendo que tomaran medidas contra Israel. Los manifestantes en Paraguay exigieron que el Gobierno revocara su voto contra la resolución de la ONU para un “alto el fuego humanitario inmediato” a partir de noviembre de 2023 (SWI 2023).
Los espacios emancipadores autónomos en los que se practica la democracia de base y la propiedad colectiva, como los zapatistas en Chiapas, también se están posicionando contra la guerra en Gaza. El exsubcomandante insurgente Marcos, del Ejército de Liberación Nacional, hoy el Capitán Marcos, mencionó que “cada bomba que cae en Gaza, cae también en las capitales y en las principales cuidades del mundo, solo que todavía no se han dado cuenta. De los escombros nacerá el horror de la guerra de mañana” (Capitán Insurgente Marcos 2023:
En Gaza la niñez palestina asesinada no es una víctima colateral, es el objetivo principal de Netanyahu, siempre lo fue. Esa guerra no es para eliminar a Hamás. Es para matar el futuro. Hamás será solo la víctima colateral. El gobierno de Israel ya perdió la batalla mediática, porque resulta que el genocidio, aunque se disfrace de venganza, no tiene tantos seguidores como creían. Ahora es capaz de la crueldad más inimaginable. Quien tal vez sí podría detener la masacre es el pueblo de Israel (El Capitán 2023).
El Movimiento de los Sin Tierra (MST) en Brasil, el movimiento social más grande de América Latina, entregó alimentos a la población atrapada y bombardeada en Gaza.
La gran mayoría de las protestas latinoamericanas contra la guerra en Gaza no son antisemitas, sino más bien antiimperialistas, dirigidas contra las acciones estatales de Estados Unidos e Israel y no contra el pueblo judío. Esta protesta afecta a todos los países latinoamericanos, independientemente de la orientación política de sus Gobiernos. En las protestas se produce la transferencia del propio sufrimiento causado por las intervenciones estadounidenses en América Latina y por la ayuda militar de Israel en la destrucción de la población durante las dictaduras latinoamericanas al sufrimiento del pueblo palestino en Gaza. La indignación por las acciones de Israel en Gaza se combina con sus propias demandas en las protestas de la población civil latinoamericana.
Actitudes de los Gobiernos latinoamericanos sobre la guerra en Gaza
Los Gobiernos latinoamericanos de centroizquierda rechazaron con frecuencia el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023. También exigen la liberación de todos los rehenes secuestrados y retenidos por Hamás, incluidos los latinoamericanos. Consideran que la forma israelí de hacer la guerra en la Franja de Gaza y los movimientos de protesta son desproporcionadas y contrarias al derecho internacional (CGTN Europe 2023). Entre los calificativos que confieren a las acciones de Israel en Gaza se encuentran genocidio, apartheid o colonialismo de colonos y exigen negociaciones inmediatas, un rápido fin de la guerra y el reconocimiento de Palestina como Estado soberaneo (Reynoso, Laborde y Raziel 2023). Chile, Honduras y Brasil llamaron a sus embajadores que permanecían en Israel y Colombia, Bolivia, Belice y Nicaragua rompieron relaciones diplomáticas por completo con ese país. Chile prohibió la participación de Israel en la Exposición Aeroespacial Internacional a principios de 2024 y Colombia suspendió sus importaciones de armas desde esa nación.
En las actitudes de los Gobiernos latinoamericanos hacia la guerra en Gaza se puede distinguir claramente entre Gobiernos de centroizquierda entre los que se encuentran Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, Honduras, México, Nicaragua, Venezuela y de derecha, Argentina, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay. Los Gobiernos de derecha apoyan a Israel y justifican la guerra a través del “derecho a la autodefensa” y la “destrucción de Hamás” (Núñez Castellano y Malamud 2023).
Comportamiento electoral de los Estados latinoamericanos en la ONU
Aquí también se puede distinguir muy claramente entre Gobiernos de derecha y de izquierda. En 2023, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, en su calidad de miembro no permanente y presidente del Consejo de Seguridad de la ONU, convocó una reunión de emergencia poco después del ataque de Hamás y presentó un proyecto de resolución pidiendo una pausa humanitaria, la liberación de los rehenes y la seguridad de infraestructuras vitales para los civiles (ONU 2023). Esta resolución, que habría evitado una escalada de violencia y una catástrofe humanitaria, fracasó debido al veto de Estados Unidos (Speck et al. 2023), país que también vetó otras dos resoluciones de alto el fuego.
En la Asamblea General de la ONU de noviembre de 2023 la mayoría de los Estados latinoamericanos votaron a favor de la resolución para “la protección de los civiles y un alto el fuego humanitario inmediato y permanente”, junto con China y Rusia. De los países latinoamericanos, Haití, Panamá y Uruguay se abstuvieron, mientras que Guatemala y Paraguay votaron en contra de la resolución. En otra resolución de la ONU de diciembre de 2023 para un alto el fuego en Gaza, que también fue adoptada por Argentina y Uruguay, Haití y Panamá se abstuvieron y Paraguay y Guatemala votaron en contra (Anti-Spiegel 2023).
A finales de marzo de 2024, Estados Unidos presentó su propia resolución de alto al fuego en el Consejo de Seguridad, pero fue rechazada debido al veto de China, Rusia y Argelia y la abstención de Guyana con el argumento de una “resolución hipócrita”. Después de que los miembros no permanentes del Consejo de Seguridad redactaran una nueva resolución, esta finalmente fue aprobada el 25 de marzo de 2024 a pesar de la abstención de Estados Unidos, lo que todos los Estados latinoamericanos acogieron con beneplácito. Desde que Israel rechazó esta resolución surgió por primera vez un desacuerdo entre Estados Unidos y los Gobiernos latinoamericanos de derecha, por un lado, e Israel, por el otro.
Enfoques jurídicos de los Estados latinoamericanos contra Israel en la guerra en Gaza
En relación con la guerra de Gaza, los Estados latinoamericanos demostraron un activismo legal particularmente intenso a nivel internacional. Los Gobiernos latinoamericanos de centroizquierda apoyaron la demanda de Sudáfrica contra Israel por genocidio contra el pueblo palestino en Gaza ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya. Todos los Gobiernos de derecha estaban en contra de la demanda (Boeglin 2024).
Sudáfrica tenía la intención de lograr un alto el fuego inmediato y, por tanto, un rápido fin de la guerra en Gaza declarando genocidio en una decisión preliminar de la CIJ. En un juicio posterior se tomará una decisión de muchos años sobre si Israel había cometido genocidio. La demanda también buscaba demostrar que el Gobierno israelí quiere eliminar un grupo étnico. Esto ha quedado claro a través de las declaraciones de políticos, entre ellas la del general israelí Ghassan Allians quien consideraba a la población de la Franja de Gaza “animales humanos”. Israel rechazó firmemente la demanda (Orantes 2023). La decisión acelerada de la CIJ del 26 de enero de 2024 no exigió un cese inmediato de los ataques de Israel en la Franja de Gaza, sino que impuso a Israel el requisito de demostrar que no está cometiendo genocidio, lo que requiere la determinación de intenciones genocidas (German Foreign Policy 2023). Para Sudáfrica y para todos los partidarios de la demanda el veredicto fue inicialmente un éxito.
Inmediatamente después del veredicto de la CIJ en el procedimiento preliminar del proceso sudafricano, Israel bombardeó el sur de la Franja de Gaza y la ciudad de Rafah, donde se alojaban 1,5 millones de refugiados palestinos, acto que provocó numerosas muertes de civiles. Los Estados occidentales continuaron suministrando armas a Israel y también retiraron su ayuda a la organización Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWAR). Esto demostró que la guerra de Israel no podía verse limitada por demandas internacionales por el momento. Sin embargo, el sistema judicial de los tribunales de la ONU cambió significativamente. Hasta la Guerra en Gaza, era principalmente jurisprudencia la que condenaba a los jefes de Estado del Sur Global, pero la presión de ese mismo Sur Global significó que Israel también podría ser procesado como país occidental.
El 20 de mayo de 2024 el fiscal jefe de la Corte Penal Internacional (CPI), Karim Khan, solicitó que se emitieran órdenes de arresto contra Benjamín Netanyahu, contra su ministro de Defensa y contra tres miembros de alto rango de Hamás por crímenes de guerra y de lesa humanidad. Además, Sudáfrica presentó por cuarta vez en mayo de 2024 una solicitud urgente ante la CIJ para detener el ataque de Israel. Todos los Gobiernos de centroizquierda de América Latina apoyaron esta causa. El detonante fue la catastrófica situación de derechos humanos tras la invasión israelí de Rafah, donde la mayoría de los 1,5 millones de palestinos huyeron o fueron evacuados ya que no tuvieron suficiente acceso a las ayudas humanitarias. El 24 de mayo la CIJ tomó la histórica decisión de que Israel debía detener inmediatamente su ofensiva en Rafah.
Este fue un gran éxito para los Gobiernos latinoamericanos de centroizquierda y para el movimiento de protesta propalestino. Sin embargo, al igual que con otros fallos de la CIJ, la respuesta de Israel fue la contraria a lo que se ordenaba en los fallos vinculantes del tribunal. Israel bombardeó un campo de refugiados en Rafah el 26 de mayo de 2024, matando al menos a 50 personas e hiriendo a 249 y avanzó hacia el centro de Rafah con tanques el 27 de mayo de 2024. En respuesta, algunos países latinoamericanos decidieron reconocer a Palestina como un Estado independiente.
La presión de los países del Sur para cambiar la jurisdicción internacional también incluyó demandas internacionales de los Estados latinoamericanos contra Israel para poner fin a la guerra en Gaza. El 18 de enero de 2024 Chile y México presentaron una demanda ante la CPI para que se determinen los presuntos crímenes de Israel de genocidio, crímenes de guerra y de lesa humanidad en Gaza. Sin embargo, este será un proceso que se dilatará en el tiempo.
El Gobierno de Nicaragua advirtió públicamente a Alemania, Gran Bretaña, Canadá y a Países Bajos que al suministrar armas a Israel y recortar los fondos a la UNRWAR, podrían ser cómplices de violaciones flagrantes y sistemáticas de la Convención de la CIJ para la prevención del genocidio en la Franja de Gaza. El 1 de marzo de 2024 Nicaragua finalmente presentó una demanda contra Alemania ante la CIJ por ayudar e incitar al genocidio. La acusación específica de Nicaragua es que Alemania está apoyando a un país con armas a pesar de que hay sospechas de genocidio. En negociaciones orales del 8 y 9 de abril de 2024 Nicaragua solicitó que la CIJ pida a Alemania que deje inmediatamente de apoyar a Israel, en particular de proporcionar ayuda militar y que ponga fin a las exportaciones de equipos militares y armas de guerra (Kurz 2024).
La demanda nicaragüense significó que al menos una parte significativa de las reclamaciones nicaragüenses en el procedimiento provisional ya se habían satisfecho antes de que se anunciara el veredicto, lo que llevó a la CIJ a desestimar la demanda en un procedimiento sumario. Las exportaciones de armas de Alemania a Israel han disminuido significativamente desde noviembre de 2023, de alrededor de 200 millones de euros en octubre de ese a año a poco más de un millón en marzo de 2024 (Kurz 2024). La segunda demanda de Nicaragua contra Alemania, la de reanudar entregas de recursos a UNRWAR, fue cumplida antes del fallo en marzo de 2024. Por tanto, la demanda nicaragüense fue un gran éxito a pesar de ser desestimada en proceso sumario. Al final, Alemania cumplió parcialmente con las exigencias de Nicaragua, lo que garantizó una cierta continuidad en el suministro de armas y la ayuda durante la continuación del procedimiento principal.
Colombia también intervino en el caso de la orden de arresto contra el primer ministro israelí Netanyahu y el ministro de Defensa Galán por crímenes de guerra en Palestina, solicitada por el fiscal de la CPI. Gran Bretaña tomó medidas contra la demanda alegando que la CPI no tenía jurisdicción sobre ella. Luego, el presidente colombiano Gustavo Petro, a través de la Embajada de Colombia en Países Bajos, apoyó la demanda de CPI. Petro alegó lo siguiente:
Como lo planteó el fiscal de la Corte en su solicitud de órdenes de detención, existen pruebas que demuestran que nacionales del Estado de Israel tienen responsabilidad penal por crímenes horrendos ordenados o cometidos en el territorio de Palestina, un Estado que ha dado su consentimiento a la jurisdicción de la CPI. Las condiciones para el ejercicio de la competencia de la Corte quedan así satisfechas y la Corte debe actuar (Gómez 2024).
La intensidad de las acciones legales de los Estados latinoamericanos ante los tribunales a nivel mundial es una novedad en la historia de las relaciones internacionales, a pesar de que Nicaragua había apelado previamente ante la CIJ. Aquí no solo se representa una opinión verbalmente diferente sobre los grandes conflictos armados o un comportamiento electoral diferente en la ONU, sino que también se ven acciones concretas como potencia jurídica y política del “Sur Global” contra los Estados occidentales. Incluso si no hubo una inversión de poder entre Occidente y el Sur, Occidente todavía se vio obligado a ceder el poder. Se produjo una especie de dispersión del poder.
Presión de los Estados occidentales e Israel sobre América Latina para influir en las actitudes hacia la guerra en Gaza y sus consecuencias
Al igual que con las actitudes antioccidentales en la guerra de Ucrania y en el conflicto entre Estados Unidos y China, en el caso de la guerra en Gaza, América Latina está siendo presionada por Estados Unidos, por sus aliados y por representantes políticos para limitar o impedir que los Gobiernos latinoamericanos se comporten de manera diferente a Occidente. Las medidas de presión diplomática, económica y militar incluyen sanciones, una estrategia de disuasión militar por parte de las fuerzas armadas estadounidenses, intentos de integración económica, procedimientos bélicos contra presidentes de izquierda y “revoluciones de color”.
Se están haciendo intentos para romper la “Ola Rosa” y llevar al poder a Gobiernos de derecha y prooccidentales que, como en Perú, Paraguay y Argentina, están del lado de Israel y de Occidente en la guerra. La reducción de la influencia china y rusa, que es una clave importante para fortalecer las posiciones autónomas de los Estados latinoamericanos en el mundo, también juega un papel en la guerra en Gaza. Israel acusa a los Gobiernos de centroizquierda de ser “antisemitas” y de apoyar el terrorismo de Hamás.
Está ahí, la interrelación de la política interior y exterior está desempeñando un papel cada vez más importante. El periodista político y económico brasileño Thomas Traumann escribió en un artículo publicado en Americas Quarterly, reinterpretando la cita de Clausewitz, que “se podría decir que la política exterior en el siglo XXI es la continuación de la política interna por otros medios” (Traumann 2024) La guerra en Gaza muestra la profunda división entre el tipo de gobierno y la política exterior. Los Gobiernos de centroizquierda la califican de genocidio e identifican la política de Israel hacia Palestina con el apartheid y el colonialismo de asentamientos. Abogan por una solución negociada entre Israel y Hamás. Por su parte, los Gobiernos de derecha apoyan la postura israelí en el argumento de la autodefensa y en la destrucción de Hamás.
Aquí surge una conexión directa entre la política interior y exterior. Por esta razón Estados Unidos y sus aliados están tratando de romper la “Ola Rosa” y cambiar la actitud latinoamericana hacia la guerra en Gaza desde dentro. El mejor ejemplo es Argentina, donde surge una posición exactamente opuesta entre la postura del expresidente peronista de izquierda Alberto Fernández y la del presidente ultraderechista Javier Milei. En la cuestión de la solución de dos Estados Unidos y sus aliados quieren mantener la supermacía en la resolución del conflicto internacional e influir en ella a su favor. El objetivo es negar el poder del Sur Global para actuar en la guerra, como las demandas ante la CIJ y la CPI y el comportamiento electoral antiisraelí y antioccidental en la ONU.
Israel no solo está haciendo honor en gran medida a su papel histórico de representante de Estados Unidos contra las posiciones antioccidentales en América Latina, sino que, con respecto a la guerra en Gaza, está procediendo como su propio actor en una política de presión restrictiva hacia el continente latinoamericano. Esto incluye el apoyo de organizaciones y de políticos amigos de Israel: las comunidades judías en países latinoamericanos, el presidente argentino Javier Milei y las comunidades evangélicas en torno al expresidente Jair Bolsonaro. En cambio, los Gobiernos latinoamericanos que adoptan una postura contra la guerra en Gaza se enfrentan a manipulaciones, insinuaciones e incluso sanciones. Estos países son acusados de antisemitismo y de apoyar el terrorismo de Hamás.
El foco de la política de contención de Israel son Colombia y Brasil. La ruptura de relaciones diplomáticas por parte de Colombia debido al genocidio cometido por Israel en la Franja de Gaza fue seguida de duros insultos y de amenazas por parte del Gobierno israelí. El presidente israelí Israel Katz describió a su homólogo colombiano Gustavo Petro como un “odioso antisemita” e insinuó que apoyaría directamente a Hamás (El Heraldo 2024b). Además, declaró que “el presidente de Colombia prometió recompensar a los asesinos y violadores de Hamás y hoy cumplió su promesa. La historia recordará que Gustavo Petro eligió ponerse del lado de los monstruos más despreciables que conoce la humanidad” (Hernández Bonilla 2024).
Sin embargo, la presión de Israel y de Occidente, además de no tener ningún efecto en las actitudes latinoamericanas, llevó México, Chile y Brasil y otros Estados, que inicialmente parecían moderados, a posicionarse con más fuerza contra la guerra. Además, esta postura se evidenciaba en la acción de genocidio ante la CPI por parte de México y Chile, y en la comparación con Hitler por parte del presidente Lula da Silva. “Lo que está ocurriendo en la Franja de Gaza con el pueblo palestino no ha ocurrido en ningún otro momento de la historia. En realidad, ha ocurrido: cuando Hitler decidió matar a los judíos” (France 24 2024). A raíz de esto Israel declaró a Lula persona non grata.
A diferencia de Occidente, todos los Gobiernos de centroizquierda apoyaron a Lula y afirmaron que había dicho la “verdad”, oponiéndose así a la pretensión de exclusividad de Occidente para las comparaciones con Hitler que se han hecho varias veces con respecto a Putin. En América Latina el colonialismo, el holocausto y el genocidio son percibidos y pensados como una sola entidad a partir de su propia experiencia.
Lo importante para la resiliencia de los Gobiernos de centroizquierda latinoamericanos es su acción colectiva dentro de las relaciones Sur-Sur. En la cumbre del Movimiento de Países No Alineados (NPG) celebrada en enero de 2024 en Kampala, Uganda, los 120 participantes condenaron la agresión militar ilegal de Israel contra la Franja de Gaza y pidieron un alto el fuego humanitario inmediato y sostenible. La resiliencia de los Estados latinoamericanos para actuar de manera autónoma, incluso en la guerra en Gaza, también es el resultado de una estrecha coordinación de la política exterior interestatal entre los presidentes de los Gobiernos de centroizquierda para evitar nuevas incursiones en la “Ola Rosa” y en los conflictos territoriales. Esto se puede ver en el conflicto del Eszequibo entre Venezuela y Guyana por las grandes reservas de petróleo y en relación con los conflictos por las elecciones en Venezuela, en las que se debe impedir la intervención de Estados Unidos y de sus aliados (Zimmering 2024).
Conclusiones
La ola de protestas contra la guerra en Gaza en América Latina por considerarla un genocidio, el comportamiento en la votación de los Gobiernos latinoamericanos en la ONU por un inmediato alto al fuego y una solución de dos Estados, y las acciones legales contra Israel son el resultado de tres fenómenos. En primer lugar, manifiestan rasgos de la lucha de clases entre las masas populares oprimidas en América Latina contra la clase dominante, contra la explotación por parte de Occidente y contra la ocupación israelí de Gaza. En segundo lugar, expresa la lucha contra la subordinación del Sur Global frente a Occidente y por alcanzar una mayor autonomía, lo que representa una nueva forma de conflicto Norte-Sur. En tercer lugar, es precisamente esta lucha la que refleja la transformación de las condiciones globales del unipolarismo al multipolarismo con una dispersión del poder a través de varios centros y de diferentes países, en el que América Latina, en conjunto con el Sur Global, quiere tener más influencia en la política internacional.
Este proceso de transformación de las luchas de clases, del conflicto Norte-Sur y de las relaciones de poder globales conducen a enfrentamientos violentos que el actual régimen internacional de la ONU y la diplomacia anterior ya no pueden prevenir, y en los que el genocidio y los crímenes de guerra y contra la humanidad se están convirtiendo cada vez más en un medio para resolver conflictos. La mayoría de la condena internacional a la guerra en Gaza, las protestas mundiales y los intentos legales de contenerla por parte de los tribunales mundiales no pudieron detener el ataque del 7 de octubre. Esto deja claro el punto de inflexión en el sistema internacional y una nueva fase del conflicto entre el Sur Global y Occidente, para el cual la guerra en Gaza es paradigmática. Según la mayoría de los latinoamericanos, es necesario un nuevo sistema social; por ejemplo, el que los zapatistas ya intentan poner en marcha en la actualidad, y o el que, según el presidente Gustavo Petro, consistiría en una “economía descarbonizada” no capitalista y en nuevas relaciones de poder internacionales, pacíficas y multipolares. Según los gobiernos de centroizquierda, los espacios autónomos alternativos y el movimiento de protesta latinoamericano, es necesario un nuevo sistema social; por ejemplo, uno que los zapatistas ya están tratando de implementar hoy, o uno que, según el presidente Gustavo Petro, consistiría en una “economía descarbonizada” no capitalista y nuevas relaciones de poder internacionales, pacíficas y multipolares.
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