Mundos Plurales. Revista Latinoamericana de Políticas y Acción Pública Vol.12  N.° 1, mayo 2025, pp. 192-216

ISSN 13909193/e-ISSN 26619075

DOI:10.17141/mundosplurales.1.2025.6253

 

Políticas públicas y cambios sociomateriales en el semiárido brasileño

Public policies and sociomaterial changes in the Brazilian semi-arid

 

Lucas Oliveira do Amorim. Doctor en Desarrollo Rural, docente de la Universidad Federal del Reconcavo de Bahía.

lucasdoamorim@ufrb.edu.br

Flávia Charão Marques. Doctora en Desarrollo Rural, docente de la Universidad Federal del Rio Grande del Sur.

flavia.marques@ufrgs.br

 

Recibido: 13/05/2024 - Aceptado: 01/08/2024

 

Resumen

A partir de una problematización que investiga la actualización de las políticas para el semiárido brasileño y sus efectos sociomateriales en el territorio, en este artículo se explora el espacio de experiencias y prácticas de los actores sociales, con el objetivo de “desempaquetar” las políticas para la convivencia con el semiárido del municipio Cumaru, en el estado Pernambuco. Al hacerlo, se busca identificar quiénes son estos actores, qué conocimientos están involucrados en los procesos en curso y qué espacios surgen para la formación potencial de alianzas políticas. Para ello, se adoptó un enfoque etnográfico basado en la investigación cualitativa, en el trabajo de campo, en entrevistas semiestructuradas y en la observación participante. Lo anterior, permitió analizar la interacción entre los actores y las transformaciones en el territorio. En el artículo se describen aspectos que configuran el espacio de las experiencias de actores sociales involucrados en la implementación de políticas de convivencia con el semiárido.

 

Palabras clave: actores sociales, conocimiento, prácticas sociomateriales, tecnologías sociales, seguridad hídrica.

 

Abstract

In this article we explore the experiences and practices of social actors, by investigating the updating of policies for the semi-arid and its socio-material effects on the territory. The aim is to “unpack” the policies for coexistence with the semi-arid region of the municipality of Cumaru, Pernambuco. We seek to identify who are the actors, what knowledge is involved in the ongoing processes, and what spaces emerge for the potential formation of political alliances. To achieve this, we adopt an ethnographic approach, based on qualitative research with fieldwork, semi-structured interviews, and participant observation. This allows for an analysis of the interactions between actors and the transformations in the territory. Throughout this article, we describe aspects that configure the space of experiences of social actors involved with the implementation of policies for coexistence with the semi-arid.

 

Keywords: social actors; knowledge; sociomaterial practices; social technology; water security.

 

Introducción

Las políticas de convivencia con el semiárido, al igual que otras políticas y acciones públicas, implementadas en esta región de Brasil en los últimos 20 años, asociadas a procesos políticos locales, catalizaron cambios sociomateriales en este territorio. Estos cambios, aún en curso, resultaron de alianzas y asociaciones políticas entre los actores locales, entre ellos mismos y también de las nuevas materialidades que surgieron de estos procesos.

El proceso político mencionado anteriormente contribuyó a territorializar una nueva entidad en el espacio rural del semiárido brasileño: la cisterna de placas.[i] Para los análisis propuestos en este artículo, la cisterna es considerada una nueva “criatura territorial” (Arce y Charão-Marques 2021), al incorporar su presencia social en la vida de los actores y por los cambios que provoca. Las cisternas de placas son una de las innumerables tecnologías sociales utilizadas por los actores que implementan políticas de convivencia en el territorio semiárido. Las familias de la región acceden a esta tecnología principalmente a través de dos programas: Un Millón de Cisternas (P1MC) y Una Tierra y Dos Aguas (P1+2).

Ambos programas surgieron de la propuesta de convivencia con el semiárido formulada por la Articulación del Semiárido Brasileño (ASA)[ii] y ganaron visibilidad y espacio con los cambios políticos e institucionales ocurridos en Brasil en la década los 90. Estas transformaciones se profundizaron a principios del siglo XXI, durante los Gobiernos progresistas del Partido de los Trabajadores (PT). Estos cambios llevaron a la democratización y a la participación social en la propuesta de políticas para la región semiárida brasileña, donde la ASA fue un importante mediador.

La crítica central de la ASA y de las organizaciones que la integran es que la única manera de desarrollar el semiárido es combatir la sequía.[iii] El trabajo de Rodrigues (2016) muestra que, para la ASA, el error histórico en el combate contra la sequía solo sería corregido una vez que el Estado crease posibilidades para que las familias rurales permanecieran en sus espacios habitables, viviendo con las características propias de la zona semiárida. Esta posición destacó la necesidad de un cambio de perspectiva en las políticas públicas para el semiárido brasileño. En respuesta a esta propuesta, la ASA formuló el programa de capacitación y movilización para la convivencia con el semiárido (P1MC).

Las acciones tomadas desde el P1MC permitieron que las familias recibieran una cisterna de placas que tiene capacidad para almacenar 16 000 litros de agua, con sistemas de recolección de agua de lluvia desde las mamparas de las viviendas. El programa, diseñado por la ASA, también brindó cursos de capacitación para las familias que recibieron la tecnología, cuyos objetivos eran ampliar el debate sobre la vida en el semiárido. La propuesta de la ASA indicó claramente que la intención no era solo difundir el uso de una tecnología, sino incentivar un proceso político que incluyera el intercambio de conocimientos desde la perspectiva de convivencia con el semiárido.

Si inicialmente el foco era el almacenamiento de agua para consumo doméstico, en la continuidad del P1MC aparecieron otros dos elementos importantes para la materialización de este programa: la tierra y los alimentos. Así, en 2017, la ASA formuló el P1+2, ampliando el debate político para incluir la demanda por la “dignidad” para las familias campesinas de los territorios semiáridos. Las organizaciones que integraban la ASA en ese momento llegaron a comprender que no bastaba con tener acceso al agua, sino que también era necesario acceder a la tierra y a mejores condiciones para la producción de alimentos. Por ello, en el diseño del P1+2 se incorporaron otras tecnologías, por ejemplo, una cisterna de placas con capacidad de 52 000 litros. Este programa introdujo otros sistemas de captación de agua, uno denominado “acera” y otro identificado llamado cisterna de drenaje. Además de la tecnología de almacenamiento de agua, las familias recibieron la cisterna de “carácter productivo” para producir alimentos o criar animales pequeños.

Si bien los programas se han organizado en torno a diferentes tecnologías, ambos han sido implementados por organizaciones de la sociedad civil vinculadas a la ASA. La ejecución de los programas depende de procesos de organización y coordinación a nivel local e involucran a la comisión municipal de ASA,[iv] al Consejo Municipal de Desarrollo Rural Sostenible, a asociaciones campesinas locales, a sindicatos rurales, a albañiles, monitores de cursos y a las propias familias receptoras de las cisternas. Esta diversidad de actores sociales involucrados en la implementación de las acciones lleva a preguntarse qué son y cómo se están produciendo los cambios sociales y materiales en las áreas cubiertas por los programas, ya que involucran diferentes intereses en un proceso político.

Se espera que los distintos actores reclamen espacios y que sus voces sean escuchadas, ya sea para hacer valer sus opiniones, defender intereses o competir por el conocimiento. En este sentido, el proceso político de P1MC y del P1+2 implica un curso de acción complejo que no sigue la relativa simplicidad de las formas administrativas de hacer política. La complejidad y singularidad de las relaciones que se están estableciendo hacen interesante resaltar y analizar este proceso, con el fin de demostrar la manera en que las experiencias de vida de los diferentes actores y las representaciones colectivas que existen en torno a la política, interactúan e interfieren en los objetivos de lo establecido por la política (Arce y Long 2000).

Esta complejidad se profundiza en la situación en la que se enfoca el presente artículo, al considerar el importante papel de la ASA en la reorganización de los elementos que sustentaron las políticas para el semiárido hasta su surgimiento (Rodrigues 2016). En este sentido, Assis (2012) explica que la noción de convivencia con el semiárido llevó a un cambio profundo en la trayectoria de las políticas públicas al considerar a los sujetos involucrados, quienes son los beneficiarios, pero también los protagonistas del proceso de las políticas de convivencia con el semiárido.

En este sentido, el proceso político de ambos programas (P1MC y P1+2) implica un curso de acción complejo[v] que no sigue la relativa simplicidad de los procesos administrativos formales de implementar políticas. La complejidad y la singularidad de las relaciones creadas en este proceso generan un interés para su análisis y valoración, con el fin de demostrar de qué forma las experiencias de vida de los diferentes actores y de las representaciones colectivas que existen en torno a una política, interactúan e interfieren en el proceso y con los objetivos establecidos por la misma (Arce et al. 2008).

Esta complejidad se profundiza a través del propósito de este artículo, pues se considera el importante papel de la ASA en la reorganización de las bases de las políticas para el semiárido, pero también en el surgimiento de nuevas materialidades proporcionadas por la introducción de diferentes tecnologías de captura y almacenamiento de agua. A partir de una problematización en la que se investiga la actualización de las políticas para el semiárido y sus efectos sociomateriales en el territorio, se explora el espacio de experiencias y prácticas de los actores sociales, con el objetivo de “desempaquetar” las políticas para la convivencia con el semiárido del municipio Cumaru, en Pernambuco. Al hacerlo, buscamos identificar quiénes son estos actores, qué conocimientos están involucrados en los procesos en curso y qué espacios surgen para la formación potencial de alianzas políticas.

 

Aspectos metodológicos

Para obtener la información y construir los análisis propuestos, se realizó una investigación cualitativa mediante la recolección de datos primarios y secundarios. Estos últimos se limitan a documentos de la ASA y de algunas ONG, además, se consultaron artículos científicos y tesis y se recopilaron datos a través de videos de YouTube y de podcast. En cuanto a los datos primarios, fueron recolectados a partir del trabajo de campo (figura 1) a través de la etnografía situada, que a su vez apunta a la morfogénesis de los cambios en el territorio, permitiendo su descripción y análisis (Arce y Charão-Marques 2021), y de la relación existente entre los diversos actores investigados y entre estos y las entidades territoriales.


 

Figura 1. Investigación de campo en la comunidad Jurema, Cumaru

Pessoas sentadas na grama

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Fuente: Fotografías del autor (2020).

 

El artículo se basa en una investigación empírica realizada en el municipio Cumaru (figura 2), ubicado en el agreste septentrional de Pernambuco, entre octubre de 2019 y enero de 2020, y en un segundo momento en marzo de 2022. Al optar por una metodología cualitativa, se parte de la realización de entrevistas semiestructuradas y de la observación participante. Se realizaron diez entrevistas a agricultores, técnicos y dirigentes de organizaciones y sindicales que operan en el municipio. Las entrevistas fueron grabadas previa autorización y transcritas para su posterior análisis. Los hechos y situaciones vividas durante la investigación fueron registrados a través del diario de campo y en fotografías.

 

Figura 2. Mapa de las comunidades visitadas en el municipio Cumaru

Mapa

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Fuente: Elaborada por Bruna Mendes (2022).

 

Desempaquetando las políticas públicas de convivencia con el semiárido

Al reorientar la mirada en las políticas, a partir de los aportes del enfoque de los actores, se abre la posibilidad de ir más allá del aspecto discursivo y textual de las mismas para prestar más atención a las consecuencias empíricas de la acción social (Arce et al. 2008). Esta acción política distribuida reconstituye la comprensión de lo que es lo “público” de la acción social, y permite conceptualizar la formación de políticas basadas en prácticas cotidianas y en la creación de instituciones capaces de negociar la escala local y global simultáneamente. De acuerdo con Arce et al. (2008), esta reorientación en los procesos de facilitación hacia el surgimiento (o arraigo situado) de políticas, abre el camino específico, material y simbólico que estas adquieren si se les considera un bien público.

De esta forma, a partir de la relevancia de la agencia de los actores sociales en el proceso político, con este artículo se busca contribuir a la comprensión de los procesos que tienen que ver con las interfaces de conocimientos y con las prácticas y sus repercusiones en las políticas relacionadas con la convivencia con el semiárido. En este sentido, es importante enfatizar que las prácticas sociales de diferentes actores están relacionadas con la experimentación de las “múltiples realidades” que emergen del proceso político situado (Arce y Long 2000). Este posicionamiento teórico nos alienta a deconstruir la noción de desarrollo como un proceso jerárquico y planificado cuya linealidad nos conduciría necesariamente a una estandarización e institucionalización de las relaciones territoriales.

En contraste con los enfoques y perspectivas en los que se percibe que las políticas centralizadas constituyen el único ámbito organizado dentro del cual ocurre el desarrollo, los estudios impulsados por las partes interesadas “desmitifican” la planificación como un proceso técnico racional y muestran la manera en que esta visión ignora las experiencias de los actores (Long 2007). Centrarse en el espacio social para el cambio ha hecho visibles las formas en que los individuos, las familias y los grupos intentan integrar los procesos de intervención en las estrategias existentes o generar sus propios caminos hacia el cambio social, lo que contribuye a darse cuenta de la importancia de los resultados no deseados de la intervención y a comprender la forma en que las personas pueden afectar los resultados de las políticas (Arce y Long 2000).

El concepto de interfaces en los primeros estudios, centrados en los actores sociales, contribuyó a analizar este proceso, ya que se basaba en la idea de un encuentro cara a cara entre individuos con agencia, brindaba las capacidades y las habilidades para influir y transformar las relaciones con los demás y los procesos en los que estaban inmersos. Situaciones de interfaces, como las tratadas en este artículo, permiten abordar un problema clásico que se refiere a la forma en que se planifica una política y a manera en que se transforma durante el proceso de implementación (Arce y Long 2000).

En este sentido, Long (2007) explica que el estudio de las interfaces puede contribuir a desarrollar un análisis de los procesos de transformación de una determinada política, ya que permite comprender en mayor medida las diferentes respuestas de los grupos locales. Además, tal comprensión permite forjar una base teórica entre las llamadas teorías del cambio social, al mostrar de qué manera la interacción entre las partes “intervinientes” y los actores “locales”, moldean los resultados de las políticas o de las intervenciones públicas (Long 2007).

Profundizando más contemporáneamente en la noción de interfaz, Arce y Charão-Marques (2021, 47) sugieren que “el potencial de la perspectiva de la interfaz radica en poder resaltar las relaciones sociomateriales existentes y sus constantes actualizaciones. Esto afecta la individualización y coordinación de los afectos, sentimientos y prácticas del actor social, su ser y existencia en el mundo”. Según los autores, trabajar con interfaces abre la posibilidad de comprender, en situaciones específicas, la manera en que se interrelacionan diferentes modos de vida y sus narrativas, llevando a identificar prácticas de acomodación, negociación, apropiación selectiva, acumulación indiscriminada y ausentismo reflexivo.

Considerando la propuesta de Rosemary McGee (2004), quien trabaja desde una perspectiva de deconstrucción y desmitificación de las políticas públicas, se supone que es posible “desempaquetarlas”. En otras palabras, abrirse a un análisis que comience con los actores en sus relaciones situadas con las políticas de desarrollo puede revelar diferentes aspectos y potencialidades. Según Arce (2013), revelar lo que había “dentro del paquete” contribuye a construir un marco analítico reflexivo que ayuda a facilitar la descripción y análisis de los procesos de constitución y actualización de conocimientos, de nuevos espacios y prácticas de los actores en los procesos políticos. Es en este mismo sentido que McGee (2004) sugiere la necesidad de desmembrar la política para examinar su naturaleza, sus componentes y sus dinámicas.

En este ejercicio analítico, McGee (2004) cuestiona los modelos de políticas lineales por considerarlos un proceso uniforme, lineal, top-down, esencialmente racional y con dos fases claramente diferenciadas: formulación e implementación. Este modelo sigue siendo popular a pesar de las críticas y a que claramente está alejado de la vida real, de hecho, está muy presente en los procesos de desarrollo (McGee 2004). A partir de la crítica a las linealidades de estos modelos, y considerando las interacciones entre los conocimientos, los actores y los espacios, McGee (2004) desarrolló una propuesta conceptual que apunta a considerar la política un proceso dinámico en el que los actores –las personas y las instituciones involucradas en la estructuración y en la implementación de las políticas– son elementos centrales e interactúan, en lo que llama espacios políticos, con todos los elementos constituyentes en un flujo dinámico continuo.

Este esquema funciona a manera de una guía metodológica y a la vez analítica. Arce (2013) refuerza esta posición al afirmar que estos conceptos constituyen una base metodológica para una “reconceptualización” de las políticas públicas. Centralmente, la construcción de un modelo “alternativo” puede contribuir a que los propios actores, foco de una determinada política, puedan involucrarse en su proceso y, para ello, se valore el potencial de dichos actores en la dinámica de reconstrucción (McGee 2004).

Para comprender mejor este camino teórico-metodológico es necesario conceptualizar cada elemento que lo compone. El punto de partida es la noción de que todos los actores pueden ser incluidos e involucrados en el proceso político, por lo tanto, es importante resaltar que tienen opiniones, intereses y ejercen agencia (McGee 2004). Y es precisamente la capacidad de ejercer la agencia lo que determina el grado de interferencia de cada actor en el proceso político.

Es interesante darse cuenta que en este proceso los actores no son solo ciudadanos o actores políticos, sino también actores técnicos en la construcción del proceso de políticas de convivencia con el semiárido. Los actores, entonces, traen sus agendas e intereses al proceso político, participan en diversas prácticas y defienden sus propios intereses o los de otros actores, y es precisamente este proceso de interrelación el que cambia los significados de sus agendas, intereses y narrativas (McGee 2004).

Al considerar el aporte de algunos actores, por ejemplo, el de los agricultores que desarrollan prácticas de convivencia con el semiárido, se asume la importancia de su conocimiento sobre el territorio y la realidad vivida. Analizar los procesos de conocimiento desde una perspectiva orientada al actor, significa ir más allá de las visiones estructuralistas que tienden a sugerir una visión dicotómica de diferentes formas de conocimiento (Arce y Long 2000).

La “construcción” del conocimiento sigue procedimientos y marcos conceptuales existentes y se ve afectada por diversas contingencias sociales, entre los que se encuentran los patrones de interacción social característicos de un grupo particular o de un público más amplio (Arce y Long 2000). Por último, el conocimiento no es una especie de recurso, un insumo del proceso. Es mucho más, es el resultado de interacciones y de negociaciones complejas que surgen de las múltiples interfaces entre diferentes actores y sus modos de vida.

El último concepto propuesto por McGee (2004) es el espacio. La idea principal es que la consideración del espacio puede proporcionar una lente útil a través de la cual ver la política y la práctica cotidiana de los actores involucrados en el proceso político, y examinar cómo se activa o se limita su poder de actuar. Considerar el espacio permite descomponer el proceso político en elementos observables e influenciables. Un espacio de políticas puede ser un periodo de tiempo sostenido, una institución o norma social o de comportamiento establecida, además del lugar donde tienen lugar estos procesos. Desde esta perspectiva, los eventos en sí mismos son parte de lo que constituye la política, aunque los espacios políticos no son exclusivos, ni siquiera principalmente, espacios físicos (McGee 2004).

En la propuesta de McGee (2004), cualquiera que sea su origen, cada espacio tiene ciertas reglas de acceso: qué actores ingresan en él, qué libertad de acción tienen dentro de él y qué pueden lograr participando o compartiendo ciertos espacios. Dentro de un espacio, ciertas “mecánicas” son fácilmente observables: qué sucede realmente allí, qué se hace, en qué entorno, en qué contexto físico. Estas actuaciones pueden ser prácticas fijas ensayadas por los mismos actores, nuevos comportamientos o nuevas respuestas de los actores a viejas prácticas (McGee 2004).

Sin embargo, por mucho que estos conceptos se expliquen individualmente, las interacciones entre conocimientos, actores y espacios no deben analizarse como relaciones simples y lineales de causa y efecto, pues se trata de relaciones infinitamente dinámicas y complejas (Arce 2013). De esta manera, para McGee (2004), en lugar de tres dimensiones independientes unidas por conexiones simples y unilineales, las interacciones entre actores, conocimiento y espacio probablemente se representen mejor en tres dimensiones interconectadas, cuya intersección configura el proceso político.

Desde este esquema analítico, el conocimiento, los actores y los espacios no constituyen dominios distintos. Para Arce (2013), es necesario abordar críticamente estas representaciones dentro de las interacciones situadas de los actores, sus prácticas, sus historias de vida y sus espacios. Esta comprensión implica necesariamente mirar las políticas a través de “nuevas lentes analíticas” (McGee 2004), lo que repercute en las elecciones metodológicas del investigador con el fin de visualizar relaciones e interacciones entre estos elementos.

Tales elementos conceptuales se refieren a la importancia de redirigir el enfoque hacia procesos locales y situados para desarrollar posibilidades metodológicas y analíticas sensibles y así captar los cambios sociales contemporáneos. Aquí se destaca la forma en que se manifiestan los diferentes intereses de los distintos actores involucrados en el proceso político vinculado a la implementación de cisternas para el almacenamiento de agua. Esto, considerando la especificidad de las políticas de convivencia con el semiárido, que han sido implementadas por organizaciones de la sociedad civil vinculadas a la ASA.

 

De la incredulidad a la esperanza: la llegada del P1MC al municipio Cumaru

Desde el surgimiento de la ASA el sindicalismo rural ha desempeñado un rol importante. Este papel se dio no solo en el proceso de movilización social de la década de los 90, que culminó en lo que Silva (2006) consideró un cambio paradigmático en el semiárido, sino también en la formulación de la propuesta de convivencia con el semiárido y en la ejecución de los primeros proyectos piloto de construcción de cisternas.

Varias personas que colaboraron con la investigación mencionan que el Sindicato de Trabajadores Rurales (STR) de Cumaru participó activamente en la implementación de las acciones del P1MC, lo que indica que se convirtió en un actor importante en la materialización de las primeras acciones de la ASA en el municipio, en colaboración con el Centro Sabia. Rogério, uno de los líderes de esta organización, comentó lo siguiente: “llegamos allí a Cumaru, también a través del sindicato, ya sabes, el sindicato es un apoyo, siempre ha sido importante para nosotros” (entrevista a Rogério, director del Centro Sabiá, Recife, 22 de octubre de 2019).

Un aspecto fundamental para considerar, al analizar este tipo de transición del combate de la sequía a la convivencia con el semiárido, es que cuando la ASA y sus organizaciones comenzaron a ejecutar los primeros proyectos de construcción de cisternas de placas, a principios del siglo XXI, había pocos recursos provenientes del Gobierno federal que se canalizaban a través del financiamiento de la Agencia Nacional del Agua (ANA), institución vinculada al Ministerio de Desarrollo Regional. De esta manera, la movilización para la construcción de las primeras cisternas contó también con la colaboración de agencias de cooperación internacional y del sector privado, entre las que destaca la Federación Brasileña de Bancos (FEBRABAN).[vi] Ante esta realidad, el número de cisternas (figura 3) construidas en algunas localidades fue mínimo y las obras avanzaron lentamente.

 

Figura 3. Cisterna de placa construida en Cumaru

Edifício de pedra

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Fuente: Fotografía del autor (2019).

 

A partir de la alianza política entre Centro Sabiá y el STR de Cumaru, fue posible implementar acciones colaborativas que posibilitaron la llegada de otras políticas públicas en los siguientes años. Inicialmente, el municipio se benefició de 30 aljibes. Las comunidades elegidas para recibir las primeras cisternas fueron Pilões y Campos Novos, cada una con 15 unidades. En este proyecto piloto, el STR de Cumaru fue la unidad ejecutora local y el Centro Sabiá la unidad de gestión microrregional. Al ser el ejecutor del proyecto, el STR enfrentó algunas dificultades, incluidas internas, relacionadas con la falta de conocimiento sobre la tecnología social y su funcionalidad. La cisterna de placas era, en ese momento, una novedad tecnológica para las familias del semiárido brasileño que, hasta entonces, contaban con una gama muy reducida de tecnologías para el almacenamiento de agua. Algunos modelos de cisternas ya eran construidos por familias que contaban con los recursos económicos para hacerlo, sin embargo, la cisterna de placas era algo desconocido.

Con la territorialización de las cisternas en Cumaru se inició un proceso de cambios sociomateriales desde la perspectiva de la convivencia con el semiárido. Los actores involucrados en este proceso inicial, el Centro Sabiá y el STR, comenzaron a construir alianzas políticas con esta nueva criatura social –la cisterna de placas– que permitieron la acción y capilarización de estas organizaciones en el municipio. Dada la naturaleza participativa y democrática de la toma de decisiones del P1MC, fue necesario crear una comisión municipal de la ASA para decidir hacia dónde se dirigirían las tecnologías. El STR aportó su conocimiento sobre la realidad social del municipio, lo que fue importante para la dirección de los proyectos, los cuales comenzaron a llegar con creciente frecuencia a partir del año 2003.

En este proceso, el STR ganó cierta visibilidad en las comunidades, lo que contribuyó a una mayor inserción del sindicato en las comunidades rurales de Cumaru, llevando a cabo una política que apuntaba a atender las necesidades urgentes de las familias rurales. Por su parte, Centro Sabiá tuvo la oportunidad de ingresar a un nuevo municipio y expandir sus operaciones en el agreste de Pernambuco.

La alianza política del STR con las cisternas quedó evidente en diversas oportunidades durante la investigación de campo. En los pasillos del sindicato se encuentran varios murales con fotografías que registran innumerables procesos de movilización y construcción de cisternas (figura 4). Además de esta observación, en una de las conversaciones con Josefa da Silva ella comentó que “aquí en el sindicato tenemos una base de datos, que alimentamos diariamente, qué nuevas familias se forman en las zonas rurales (…). Nos llega aquí, nos está trayendo ya hemos enviado la documentación” (entrevista a Josefa da Silva, dirigente del STR de Cumaru, Cumaru, 17 de octubre de 2019).

Figura 4. Mural en el STR de Cumaru sobre construcciones de cisternas en 2001

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Fuente: Fotografía del autor (2019).

 

Luego de más de 20 años de implementar el P1MC en Cumaru, el municipio está muy cerca de la universalización de cisternas de 16 000 litros, es decir, ya casi todas las familias que necesitaban de esta tecnología fueron atendidas. El protagonismo del STR sin duda fue importante y significó que durante el proceso algunos líderes ganaran cierta visibilidad política.

Los testimonios de las personas entrevistadas aportaron varios elementos que ayudan a comprender el proceso político que rodeó el surgimiento de las cisternas en Cumaru. El primero se refiere a la mayor presencia del STR en las comunidades a través de la ejecución de políticas públicas. Esta inserción ocurrió concomitantemente con la proyección política de uno de sus líderes, quien comenzó a tener un grado de agencia capaz de interferir en el proceso político, de influenciar a otros actores en diferentes espacios y de construir una alianza con la nueva criatura social, la cisterna. Otro elemento importante a observar es la manera en que las políticas de convivencia con el semiárido y otras políticas y acciones públicas que comenzaron a implementarse en Cumaru, asociadas a procesos políticos locales, tenían el poder de catalizar cambios sociomateriales en los modos de vida de los actores involucrados.

Es importante señalar que, en este primer momento de implementación de políticas de convivencia con el semiárido del agreste norte de Pernambuco, Cumaru se convirtió en un espacio importante donde el Centro Sabiá y el STR construyeron interfaces de conocimiento durante el proceso político, aunque cada uno ha mantenido sus intereses y objetivos. Aún en sus inicios, la comisión municipal de la ASA también se convirtió en un espacio estratégico que permitió el surgimiento de otros actores y criaturas sociales en el proceso de negociación de políticas. Finalmente, señalar que la directora de STR, Josefa da Silva, se convirtió en un actor capaz de incidir en estos espacios e interconectar encuentros con una diversidad de actores.

 

Nuevos actores, nuevas alianzas: la consolidación del Centro Sabiá en Cumaru

Concomitantemente con el proceso de territorialización de las cisternas en Cumaru, nuevos actores vieron su agencia desvelada. La idea de agencia que se muestra –desvelada–, de acuerdo con Blanco, Iriarte y Bravo (2020),[vii] resulta interesante para el análisis en cuestión precisamente porque permite mirar la diversidad de actores que previamente tenían su agencia velada, es decir, oculta o impedida de expresarse. Los actores, al entrar en escena en el proceso político, comenzaron a tener una gran capacidad de incidir en los espacios de negociación de las políticas públicas. Un ejemplo de ello fue el desvelamiento de la agencia de Luciana, campesina, dirigente sindical y vecina de Pedra Branca, que contribuyó desde el principio a las políticas de convivencia con el semiárido de Cumaru. En su rol de agricultora y sindicalista, la participación de Luciana en el proceso político fue esencial para que el Centro Sabiá aumentara su alcance en el municipio, desde la perspectiva de algunos de los líderes de la organización.

El caso de esta agricultora es emblemático y permite comprender cómo los actores, con sus conocimientos e intereses, ingresaron a los espacios políticos y configuraron el curso de acción de las políticas públicas en sus territorios. Desarrollando sus capacidades y habilidades y expandiendo así su agencia, Luciana terminó incorporando otros actores al proceso político, principalmente en su comunidad, Pedra Branca, y comunidades aledañas entre las que se encuentran Queimadas, Jurema y Serra do Umari.

En el periodo inicial de actuación del Centro Sabiá en el municipio, la oficina territorial estaba ubicada en Bom Jardim, a 40 kilómetros de Cumaru. Dada la escasez de recursos y las dificultades logísticas, fue necesario contar con la colaboración de técnicos comprometidos, como Valdir, uno de los primeros en trabajar en proyectos desarrollados por la ONG en la región. Según Valdir, quien ya no trabaja en Centro Sabiá, durante el tiempo en que se desempeñó en el municipio, el contacto era muy cercano con las familias porque el número de cisternas no era tan grande y había un poco más de tiempo para tener otras discusiones.

El acercamiento del técnico con los demás actores, que ya formaban parte del proceso político, fue un paso importante para fortalecer alianzas políticas con los aljibes y posibilitar la ejecución de otros proyectos y acciones, por ejemplo, la implementación de sistemas agroforestales, que siempre han sido el “buque insignia” del Centro Sabiá.

 

(…) Pero allá en Pedra Branca, con Luciana, Verônica [ex técnica del Centro Sabiá] y yo nos ayudamos mutuamente en los cursos de agroforestería. Porque en ese momento, como había pocas cisternas, Sabiá inició una política de implementar, además del GRH [curso de manejo del agua ofrecido a las familias beneficiarias del P1MC] e implementar tecnología, también estaba el tema de las semillas y las áreas agroforestales. Fue en esta historia que el sindicato de Cumaru, del que Luciana era miembro de la directiva, inició estos agroforestales en su casa y de otros familiares, en Pedra Branca. Ellos fueron quienes lo iniciaron (entrevista a Valdir, ex entrenador del Centro Sabiá, 26 de febrero de 2020).

 

La narrativa de Valdir resalta la importancia de la alianza política entre el Centro Sabiá y los aljibes para actuar con mayor eficacia en Cumaru, pero también en el territorio agreste septentrional. Según Rogério, uno de los directores de la organización, desde 2002 las políticas de construcción de cisternas se convirtieron en la principal acción del Centro Sabiá en el interior de Pernambuco. “Las políticas de convivencia de la ASA con el semiárido también nos han dado una capacidad muy interesante por la capilaridad social, por llegar a lugares interesantes a los que no pudimos llegar” (entrevista a Rogério, director del Centro Sabiá, Pernambuco, 22 de octubre de 2019).

Este proceso permitió a la ONG convertirse en un actor político en el territorio con capacidad de incidir en el curso de acción de los cambios sociomateriales en el municipio. Para ello, además de la alianza política con los aljibes, fue fundamental la colaboración con los actores locales. En este proceso, lo interesante es comprender cómo los intereses de los actores que participaron en el proceso político pueden ser relevantes en el mismo. En el caso en cuestión, los intereses de los distintos actores involucrados desde el inicio de la ejecución del P1MC fueron fundamentales para la ejecución de acciones implementadas por el Centro Sabiá y por organizaciones de la ASA que operan en el territorio.

Gracias a la capacidad de movilización de diversos actores en Cumaru, y principalmente al liderazgo de Luciana, el Centro Sabiá vio la posibilidad de ampliar sus acciones a partir de nuevos proyectos. Y así sucedió en los años siguientes con otros proyectos que surgieron en el Ministerio de Desarrollo Agropecuario (MDA) y en el Ministerio de Desarrollo Social (MDS), además de otros convenios con el Gobierno estatal y con agencias de cooperación internacional.

Con la ampliación del P1MC años después, y con el aumento de la cantidad de nuevos proyectos, surgieron otros desafíos para el Centro Sabiá que requirieron una mejor organización para viabilizar esta actividad en el territorio. Sin embargo, también está implícito en la forma en que los técnicos del área se relacionan con las familias, además de tener un impacto directo en la reestructuración interna del propio Centro Sabiá. La excesiva burocratización se relaciona con la institucionalización del P1MC, ya que la ASA empezó a trabajar con la finalidad de mostrar los resultados.

Las políticas provocaron cambios en la dinámica interna de la ASA y de sus organizaciones. Durante los Gobiernos del PT en Brasil se implementaron varias políticas en colaboración con la sociedad civil. Una de ellas fue la “profesionalización” de las organizaciones de la sociedad civil para atender las demandas de los organismos de control e inspección, ya que se transfirieron recursos públicos a las entidades. La propia ASA tuvo que convertirse en una entidad jurídica. Por esta razón, en 2002 se creó la Asociación Programa Un Millón de Cisternas (AP1MC), que funcionó como un “brazo” operativo de la ASA, gestionando recursos e implementando los proyectos. Es claro que la implementación de políticas de construcción de cisternas es al mismo tiempo un proceso político y burocrático que requiere capacidad de movilización social y experiencia técnica en la realización de estas acciones.

Aún frente a estos desafíos, Centro Sabiá ha ido incrementando su presencia en el municipio año tras año gracias a las alianzas en el proceso político. El protagonismo de la agricultora Luciana fue un factor clave para ampliar estas acciones. En algún momento, estableció una serie de estrategias para incidir en otros agricultores para crear una asociación que estuviera enfocada en la producción y en la comercialización agroecológica. En este momento, Centro Sabiá tiene presencia diaria en el municipio debido a nuevos proyectos, entre los que destacan P1+2 y ATER Agroecológica, y tiene la posibilidad de brindar un mejor seguimiento e interlocución con este grupo de agricultores liderados por Luciana, que deseaba una organización local de los campesinos.

Las interfaces entre dos actores diferentes en los espacios políticos fueron fundamentales para la creación de la Asociación de Agricultores y Productores Agroecológicos de Cumaru (Associagro) que, a pesar de su nombre, agrupaba básicamente a personas de las comunidades de Pedra Branca, Queimadas, Jurema y Serra do Umari. Al poco tiempo de su creación, el grupo se trasladó a un espacio de venta de productos agroecológicos en la feria municipal semanal.

La creación de Associagro (figura 5) fue un factor importante para equilibrar la influencia de Josefa (que se presentó como sindicalista) en el proceso político. Anteriormente, el líder del STR era quien “gestionaba” los proyectos para el municipio, por lo tanto, a lo largo de este proceso nuevos actores sufrirían una gran intromisión en el proceso político. Sin embargo, algunos espacios de negociación política se mantienen, en cierta medida “monopolizados” por el sindicato, por ejemplo, el Consejo Municipal de Desarrollo Rural Sostenible (CDMRS), el cual desde hace años es dirigido por miembros del STR.

 

Figura 5. Sede de Associagro y Banco de Semillas en el Sítio Queimadas

Casa de madeira na terra

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Fuente: Fotografía del autor (2019).

 

Los elementos presentados corroboran el argumento de que las políticas públicas se transforman desde el momento en que llegan a los territorios e interactúan con los actores locales, quienes comienzan a tener una interferencia activa y significativa en el curso de acción del proceso político. Además, el surgimiento de espacios políticos facilita los encuentros entre diferentes actores, proporcionando numerosas situaciones de interfaz. También en estos espacios los actores, que antes tenían una agencia velada, comienzan a interferir en el curso de la acción política.

 

La Associagro: continuidades y discontinuidades en el proceso político

Mientras se conformaba un grupo de agricultores agroecológicos de Pedra Branca y Queimadas, otros actores, además de Luciana, iban entrando en escena y ganando voz en el proceso político, entre ellos José. A través de la asistencia técnica del Centro Sabiá, este grupo fue incentivado a crear una asociación desde el año 2005. Según José, “el Centro Sabiá empezó a cobrarnos por formar una asociación. Y la asociación sería para que consiguiéramos recursos, para hacer cosas dentro de la comunidad” (entrevista a José, campesino, Cumaru, 18 de octubre de 2020).

El grupo decidió formalizarse como una asociación, denominada Associagro, creada en 2012 y se convirtió en un espacio de encuentro entre actores. Desde sus inicios, el liderazgo de Luciana fue fundamental para mantener la asociación en funcionamiento y lograr nuevos proyectos para la comunidad y para el municipio. Cuando se creó ya había otras políticas públicas y proyectos en marcha, y el P1MC y el P1+2 ya contaban con mayores inversiones.

Aunque otras organizaciones ya operaban en el municipio durante este periodo, el Centro Sabiá seguía siendo el principal actor en la implementación de políticas en Cumaru. Esto resultó, en cierta manera, de las alianzas políticas que este actor construyó a lo largo de los años de actuación en el municipio. Para Daniele, una de las técnicas de Sabiá que trabajó en el municipio, “Cumaru es un municipio muy privilegiado. Porque creo que en la región aquí Cumaru es uno de los municipios que más proyectos de cisternas recibió, ¿sabes?” (entrevista a Daniele, técnica del Centro Sabiá, Caruraru, 16 de octubre de 2020). Este estatus alcanzado por Cumaru también se debió, en parte, a la importante colaboración entre los actores.

Con Associagro y con los demás actores involucrados en el proceso político, la comunidad Pedra Branca se convirtió en el locus a través del cual se inició el proceso de negociación y movilización de acciones en el municipio. Cualquier nuevo proyecto contó con la colaboración de STR y de Associagro, ambos con la importante presencia de Luciana.

Uno de los resultados importantes de esta colaboración entre Centro Sabiá y Associagro fue la construcción de la casa de semillas de la comunidad, que también se convertiría en la sede de la asociación. La instalación fue construida en 2015, a través del programa Semillas del Semiárido de la ASA. El objetivo de este proyecto fue construir y fortalecer bancos comunitarios de semillas nativas y así incentivar el manejo colectivo del material genético en cada localidad. En cada comunidad donde se implementó, el programa consideró la inclusión de 20 familias como beneficiarias. Sin embargo, en Pedra Branca esta articulación fue más allá, pues ya existía un grupo organizado de agricultores.

Nuevamente, a través del liderazgo de Luciana y con el apoyo de José, el grupo se movilizó para aprovechar los recursos, que llegaron a través del programa Semillas, para construir un espacio más grande que se convirtiera en la sede de Associagro. El terreno en el que se construyó fue donado por. José, el grupo trabajó en conjunto para comprar el resto de los materiales para ampliar el espacio, es decir, ir más allá de lo que contemplaba el proyecto.

El grupo no se conformó solo con construir la sede. Querían utilizar el terreno alrededor del semillero para crear un espacio productivo. Por eso, se asociaron con el Centro Sabiá y, a través de un proyecto piloto financiado por una iniciativa privada, lograron, en 2018, construir una de las tres cisternas de techo en el territorio. Su construcción permitió producir hortalizas y con la venta de ellas se pudo financiar los gastos de Associagro.

A pesar de reafirmar la importancia de la autoorganización para lograr proyectos, algunos de los entrevistados reconocieron que Associagro atraviesa un proceso de desmovilización, que comenzó con la salida de Luciana en 2018. Relatos de asociados que colaboraron con la investigación indican que solo Luciana y su esposo estaban manteniendo el semillero y usando el espacio al lado de la cisterna para cultivar hortalizas.

Los distintos actores con los que hablé mencionaron que Luciana se había distanciado del proceso político del municipio desde finales de 2018. Sin embargo, hubo distintas versiones sobre lo que pudo haber provocado ese distanciamiento. Lo interesante del análisis que se realiza es precisamente darse cuenta que el proceso político no es lineal, sino que está formado por continuidades y discontinuidades, en las que los intereses de los actores pueden determinar el curso de acción. Si antes Luciana había sido un actor esencial para la territorialización de las cisternas y del Centro Sabiá, ahora es una de las razones que llevaron al alejamiento de la ONG de la comunidad Pedra Branca y a la consecuente falta de proyectos.

Por cierto, la escasez de proyectos fue comentada como un factor desmovilizador del proceso político. Algunos análisis recientes apuntan al desmantelamiento de las políticas públicas para la agricultura familiar,[viii] iniciado en 2016 tras el impeachment de la expresidenta Dilma Rousseff. Con esto se puso fin a un ciclo de crecimiento de las inversiones en políticas públicas y, en consecuencia, en políticas de convivencia con el semiárido. Esto repercutió de manera negativa en el territorio analizado, situación que se evidenció durante el trabajo de campo.

Los cambios a raíz de la drástica reducción de los presupuestos públicos federales para políticas públicas, también impactaron el accionar del Centro Sabiá. Una expresión de esto es que la ONG dejó de contratar trabajadores de cisternas en Pedra Branca, alegando que no cumplían con sus criterios. La relación, un tanto conflictiva entre cisternistas y ONG, se dio en un contexto de mayores exigencias y rigor en la ejecución de los recursos públicos. En este sentido, la ASA asumió el diálogo con las organizaciones para lograr un mayor cumplimiento y control interno en la ejecución de los programas.

Así, con la reducción de recursos para la construcción de aljibes, también se redujo drásticamente la contratación de cisterneros[ix] e instructores. El hecho repercutió en la comunidad Pedra Branca, que contaba con un gran número de actores directamente involucrados en el proceso político, entre ellos algunos familiares de Luciana. Como referente importante en la comunidad, la dirigencia política se encontraba en medio de un conflicto. Por un lado, los cisterneros que querían construir los pocos aljibes que aparecieron, y por otro, el Centro Sabiá, que apostó por cisterneros que no se oponían a seguir las demandas de la ONG.

Fue en este contexto que la líder campesina decidió distanciarse del proceso político. Debido a esto, los procesos locales quedaron sin su importante liderazgo, lo que repercutió en la propia Associagro, de la que Luciana era presidenta hasta entonces. Según José, “Luciana sigue siendo presidenta. Ahora tenemos un problema para quien asuma la presidencia” (entrevista a José, campesino, Cumaru, 18 de octubre de 2020).

Los procesos de articulación y desmovilización de Associagro aquí descritos demuestran la manera en que el proceso político a veces sigue un curso complejo, moldeado por los diversos actores involucrados. El papel de Luciana en el contexto presentado explica precisamente esto. El ejemplo de la agricultora y el liderazgo político evidenció que los actores pueden actuar en el proceso político de diferentes maneras, más allá de su conocimiento o solo beneficiándose de un proyecto.

Las continuidades y discontinuidades de las políticas de convivencia con el semiárido de Cumaru no pueden verse únicamente desde el punto de vista de la “escasez de proyectos” ni dependen únicamente de entendimientos técnicos. En el proceso descrito se observó que en el camino pueden ocurrir entrelazamientos y múltiples afectos, y que los resultados son inesperados y no siempre “positivos”.

Al desempaquetar las políticas públicas para la convivencia con el semiárido de Cumaru quedó claro que la cisterna, la cual constituye una nueva criatura social, fue un catalizador de cambios sociomateriales. Al mismo tiempo, los datos empíricos mostraron que el proceso político es a veces heterogéneo y reúne elementos subjetivos desde el momento en que entran en escena diferentes actores, cada uno con sus propios objetivos y conocimientos, e interfieren en la dirección de la política. Aquí se destaca la importancia de la STR, de Josefa, del Centro Sabiá, de Luciana y José, pues son actores que determinaron el curso de acción de las políticas públicas, a veces en procesos colaborativos y otras veces distanciados. Para ello, los espacios identificados –Cumaru, Pedra Branca y Associagro– fueron fundamentales para estos encuentros y desencuentros entre los diferentes actores.

 

Conclusiones

En el presente artículo se describieron aspectos que configuran el espacio de experiencias de actores sociales involucrados en la implementación de políticas de convivencia con el semiárido brasileño. Legitimando territorialmente el contrapunto (o contratendencia) que surge en relación con la noción de que el desarrollo de la región vendría dado por acciones destinadas a combatir la sequía. La diversidad de actores involucrados condujo al surgimiento de una multiplicidad de conocimientos. Sin embargo, cabe resaltar que dichos conocimientos no son meras sumas de procedimientos “técnicos”, sino que involucran negociaciones entre diferentes actores y organizaciones. Estos procesos también se refieren a la formación de alianzas políticas, que no siempre son predecibles mediante la planificación del futuro o de los objetivos definidos de manera previa a la implementación de una política pública. En otras palabras, son las situaciones vividas en la cotidianidad las que acaban provocando diferentes cursos de acción.

Fue posible ver cómo los diferentes actores participaron en el proceso político en Cumaru y las maneras que encontraron para interferir en el curso de la acción política. Si inicialmente las interfaces surgieron solo de reuniones entre el Sindicato de Trabajadores Rurales y el Centro Sabiá, a medida que las cisternas se convirtieron en entidades territoriales, también emergió una alianza entre estos actores y esta nueva “criatura social”, dando lugar a nuevos espacios políticos y animando a nuevos actores a entrar en escena.

Vale enfatizar que el trabajo partió del reconocimiento de la relevancia de la agencia humana en los procesos que emergen de la intersección entre los actores sociales, el conocimiento y el espacio político. Con esto, se dilucidan algunos de los procesos identificados con las interfaces que generan prácticas territoriales relacionadas con las múltiples formas de convivencia con el semiárido, lo que también ha permitido experimentar las múltiples realidades surgidas del proceso político situado en interrelación con las transformaciones materiales en el territorio.

Abandonando una perspectiva dicotómica entre lo global y lo local, los análisis realizados en este artículo se centraron en prestar atención a las interacciones y a las relaciones que constituyen el territorio. Para ello, el espacio de los cambios sociomateriales se entiende no solo en términos de escalas, también en términos de relaciones e interacciones entre humanos y no humanos. El territorio, si lo concebimos desde un punto de vista sociológico y antropológico, no es solo un espacio geográfico, sino algo que se construye y transforma constantemente a partir de las interacciones y de las relaciones que los actores construyen en esta realidad sociomaterial. Los territorios semiáridos se constituyen a partir de las relaciones e interacciones descritas en este trabajo.

Se observa también que el posicionamiento teórico, que rompe con la noción de linealidad asociada a la jerarquización de la planificación y a la implementación de políticas públicas, permite un mejor acercamiento a las realidades y a las situaciones específicas que viven las personas en la región semiárida en su vida cotidiana. También favoreció la percepción del potencial aporte de diferentes actores al diseño y a la reconstrucción dinámica de políticas, restaurando su carácter público.

Desde esta perspectiva, resulta interesante mostrar la forma en que las dinámicas territoriales pueden influir en las políticas públicas. En este sentido, lo público, en términos de políticas, incluye, en cierta medida, mucho más que la autoridad del Estado. Por lo tanto, se hizo evidente que el movimiento social en el territorio tiene la capacidad de generar los principios y de cambiar el curso de acción de estas políticas, destacando la falta de linealidad en la implementación de una política pública.

En cuanto al surgimiento de las políticas de convivencia con la condición semiárida, se observó la existencia de varias acciones: el P1MC, P1+2, Semillas del Semiárido, ATER Agroecología, entre otras. Sin embargo, el acceso y el proceso de planificación e implementación de estas políticas no siempre ocurrió de manera sinérgica, es decir, se registraron continuidades y discontinuidades. Está claro que los actores tienen la capacidad de reconfigurar dichas políticas y “coserlas” a diario. Por ejemplo, el Centro Sabiá enfatizó la elección de los municipios y de las familias involucradas en el proceso político para llevar a cabo un proyecto determinado. De esta forma, Cumaru, y más específicamente la comunidad Pedra Branca, se convirtieron en espacios importantes para la negociación de estas políticas.

La propuesta de McGee (2004) resultó ser una herramienta importante para analizar el proceso de políticas en el territorio estudiado. Uno de los aportes relevantes del desempaquetamiento de políticas es justo permitirnos observarlas a partir de la interacción entre diferentes elementos. Sin embargo, la aplicación de este modelo de análisis destacó otro aspecto importante con respecto al conocimiento de los actores. Si bien para la autora el aporte de este elemento es, en cierta medida, pasivo, en otras palabras, considera la contribución de los actores solo como “conocedores” del proceso, esta investigación dejó abierta la posibilidad, en la comprensión de las prácticas de los actores mediante la capacidad, de transformar los conocimientos y materializarlos en espacios políticos.

De esta manera, queda claro que el análisis del proceso político debe incluir el conocimiento “materializado” en el espacio concreto y la forma en que este impacta en las prácticas sociomateriales situadas. Esto ocurre porque el conocimiento, en su exponente físico, constituye la semilla mutacional en la que los actores sociales y sus experiencias cotidianas moldean y dan forma a los elementos materiales (Arce y Charão-Marques 2021). Así, los mundos de la existencia deben representarse como una relación entre conocimientos, actores y sus materialidades (Arce y Charão-Marques 2021).

Otro aspecto que se plantea en torno al proceso político es que no siempre se presenta de manera lineal y puede indicar diferentes resultados. Esto ocurre porque las interfaces e interacciones de los procesos políticos crean continuidades y discontinuidades y muestran cómo los actores reinterpretan y se adaptan a situaciones que surgen en la vida cotidiana (Long 2007). Para ilustrar este argumento destaco el caso de la organización campesina en torno a Associagro, en la que el liderazgo de un actor específico, la agricultora Luciana, fue fundamental para que se produjera la movilización de los agricultores, y algo similar pasa con el aporte del Centro Sabiá. En el momento en que la dirigencia se alejó del proceso y la ONG redujo su presencia en el municipio, “las cosas cambiaron de rumbo”. Esto deja claro que la agencia de ciertos actores puede interferir en el curso de la acción política. Sin embargo, esto no significó que “las cosas se detuvieron”, por el contrario, se reconfiguraron alianzas y relaciones en el territorio.

 

Referencias

Arce, Alberto. 2013. “Conocimiento, espacio y actores en la innovación social”. En Escalando innovaciones rurales, editado por Álvaro Paz, María Paz Montoya y Raúl Hernández Asensio, 37-86. Lima: Instituto de Estudios Peruano. https://biblioteca.clacso.edu.ar/Peru/iep/20170328042852/pdf_180.pdf

Arce, Alberto, y Flávia Charão-Marques. 2021. “Desenvolvimento, materialidades e o ator social: orientações metodológicas para aproximações territoriais”. Estudos Sociedade e Agricultura 29 (1): 40-65. https://revistaesa.com/ojs/index.php/esa/article/view/esa29-1_05_desenvolvimento

Arce, Alberto, Gustavo Blanco, Margarita Hurtado, Roberto Quintana y Oscar López. 2008. Políticas públicas como objeto social: imaginando el bien público en el desarrollo rural latinoamericano. Ciudad de Guatemala: FLACSO Guatemala. https://biblio.flacsoandes.edu.ec/libros/109484-opac

Arce, Alberto, y Norman Long. 2000. “Reconfiguring modernity and development from an anthropological perspective”. En Anthropology, development and modernities: exploring discourses, counter-tendencies and violence, editado por Alberto Arce y Norman Long, 1-30. Londres: Routledge.

Assis, Thiago Rodrigues de Paula. 2012. “Sociedade civil e a construção de políticas públicas na região semiárida brasileira: o caso do Programa Um Milhão de Cisternas (P1MC)”. Revista de Políticas Públicas 16 (1): 179-189. http://periodicoseletronicos.ufma.br/index.php/rppublica/article/view/1189

Blanco, Gustavo, Pablo Iriarte y Javier Bravo. 2020. “Agencias veladas y apertura ontológica: desafíos poshumanistas de la teoría social contemporánea”. Utopía y Praxis Latinoamericana 25 (9): 28-41. https://www.redalyc.org/journal/279/27964626003/27964626003

Long, Norman. 2007. Sociología del desarrollo: una perspectiva centrada en el actor. Ciudad de México: Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social.

McGee, Rosemary. 2004. “Unpacking policy: actors, knowledge and spaces”. En Unpacking policy: knowledge, actors and spaces in poverty reduction in Uganda and Nigeria, editado por Karen Brock, Rosemary McGee y John Gaventa, 01-26. Kampala: Fountain.

Rodrigues, Rafael Sousa. 2016. “O caminho das águas: tecnologias de convivência com o Semiárido e transições sociotécnicas no sertão brasileiro”. Tesis de maestria, Universidade Federal Rural do Rio de Janeiro. https://tede.ufrrj.br/jspui/handle/jspui/2133

Sabourin, Eric, Catia Grisa, Paulo Nierdele, Sergio Leite y Carolina Milhrance. 2020. “Le démantèlement des politiques publiques rurales et environnementales au Brésil”. Cahiers Agricultures 29: 1-8. https://doi.org/10.1051/cagri/2020029

Silva, Roberto Marinho Alves da. 2006. “Entre o combate à seca e a convivência com o Semiárido: transições paradigmáticas e sustentabilidade do desenvolvimento”. Tesis doctoral, Universidade de Brasília. https://repositorio.unb.br/handle/10482/2309.

 

Entrevistas

Entrevista a Daniele, técnica del Centro Sabiá, Caruraru, 16 de octubre de 2020.

Entrevista a José, campesino, Cumaru, 18 de octubre de 2020.

Entrevista a Josefa da Silva, dirigente del STR de Cumaru, Cumaru, 17 de octubre de2019.

Entrevista a Rogério, director del Centro Sabiá, Pernambuco, 22 de octubre de 2019.

Entrevista a Valdir, ex entrenador del Centro Sabiá, 26 de febrero de 2020.

 

 

Notas



[i] La cisterna de placas es un depósito cilíndrico construido principalmente con placas de cemento, anillos de concreto, mallas, cercas, entre otros materiales. La Articulación del Semiárido Brasileño (ASA) adoptó la cisterna de placas como principal tecnología de sus programas. Estas sirven para almacenar el agua de lluvia y tienen capacidades que van desde 16 000 litros hasta 52 000.

[ii] Creada oficialmente en 1999, la ASA fue el resultado de un proceso entre organizaciones de la sociedad civil, iglesias, movimientos sociales, movimiento sindical, entre otros actores, que buscaron soluciones definitivas a los problemas del semiárido.

[iii] Durante casi todo el siglo XX el Estado brasileño invirtió en políticas basadas en el paradigma de la lucha contra la sequía. A partir de esta concepción, se construyeron grandes embalses y represas que dificultaron la distribución y el acceso al agua a la población más necesitada.

[iv] La ASA cuenta con espacios de articulación que reúnen a agricultores, técnicos y gestores para pensar sus estrategias. A nivel local existen comisiones municipales con representantes de asociaciones de agricultores, autoridades públicas, etc.

[v] Los cursos de acción influyen directamente en la vida de las personas, artefactos, objetos y entidades que conforman el mundo en el que existimos (Arce y Charão-Marques 2021). Los autores explican que los cursos de acción constituyen prácticas resultantes de las estrategias de los actores sociales y un resultado ambiguo de la implementación de los proyectos de desarrollo (Arce y Long 2000).

[vi] FEBRABAN financia la construcción de cisternas desde 2003 y es el principal socio de la ASA en el sector privado.

[vii] Para Blanco, Iriarte y Bravo (2020) algunas aproximaciones a la teoría social con enfoque humanista tienden a “velar” la agencia de entidades no humanas que forman parte de la esfera social, pero también de algunos grupos sociales cuya existencia se basa en formas de relacionarse más humanas.

[viii] El concepto de desmantelamiento de políticas públicas es una contribución del enfoque de desmantelamiento de políticas y ha sido utilizado recurrentemente en trabajos recientes para analizar el proceso político en Brasil entre los años 2016 y 2022 (Sabourin et al. 2020).

[ix] Así se denomina al albañil responsable de la construcción de cisternas.