Mundos Plurales. Revista Latinoamericana de Políticas y
Acción Pública Vol.11 N.° 1, mayo 2024, pp. 149-169
ISSN 13909193/e-ISSN 26619075
DOI:10.17141/mundosplurales.1.2024.6127
Alternativas al modelo extractivista: el territorio en reexistencia del Chocó Andino
Alternatives to the extractivist model: the territory in re-existence of the Chocó Andino
Álvaro Sánchez Robles. Universidad Paul Valéry Montpellier III y Universidad San Francisco de Quito
Recibido: 13/12/2023 - Aceptado: 25/04/2024
Resumen
El modelo extractivista se impone en Ecuador, al igual que en otros países de América Latina, bajo la presión de los consensos de Washington, de las commodities, de Beijing y de la descarbonización. Esto sucede con la complicidad del Estado ecuatoriano (considerado un mineralo-Estado), sustentado en la creencia de una ilusión desarrollista y de las empresas mineras que buscan lucrarse mediante la acumulación por desposesión. El Chocó Andino se presenta como un territorio en reexistencia que ha logrado prohibir la minería metálica gracias a una consulta popular (resistencia) y que permite imaginar horizontes alternativos al extractivista (reexistencia). De esta manera, el Chocó Andino, en cuanto territorio en reexistencia, muestra el camino hacia modelos basados en el buen vivir y en el decrecimiento.
Palabras clave: acumulación por desposesión; buen vivir; decrecimiento; modelo extractivista; territorio en reexistencia.
Abstract
The extractivist model is imposed in Ecuador, as in Latin America, under pressure from the Washington Consensus, the Commodities Consensus, the Beijing Consensus and the decarbonization consensus. This is happening with the complicity of the Ecuadorian State (Mineralo-State), under the belief of an illusion of development, and mining companies that seek profit through accumulation by dispossession. The Chocó Andino is presented as a territory in re-existence which has succeeded in prohibiting metal mining in the territory thanks to a Popular Consultation (resistance) and which makes it possible to imagine alternative horizons to the extractivist one (re-existence). In this way, the Chocó Andino, as a territory in re-existence, approaches models based on Buen Vivir and degrowth.
Keywords: accumulation by dispossession; buen vivir; degrowth; extractivismo; territory in reexistence.
Introducción
En las últimas décadas en América Latina se ha consolidado un modelo extractivista – especialmente en Ecuador– mediante el establecimiento de órdenes económicos y político-ideológicos que sientan las bases para que esto suceda. De esta manera, desfilamos del Consenso de Washington al Consenso de la Descarbonización, pasando por el de las commodities y el de Beijing (Bringel y Svampa 2023; Lang, Bringel y Manahan 2023; Sacher 2017; Slipak 2014; Svampa 2013; Martínez Rangel y Reyes Garmendia 2012; Ocampo 2006). Concretamente hablamos de un nuevo paradigma que empuja a los países latinoamericanos a reorientarse hacia actividades extractivas primarias de bajo valor agregado, lo cual implica una reprimarización de sus economías, y perpetúa relaciones de dominación y neocolonialismo de los países del Norte sobre los del Sur Global (Sacher 2017; Slipak 2014).
El extractivismo debe entenderse como un modelo de desarrollo inseparable del capitalismo, de la colonización y del patriarcado, con los cuales forma un cuarteto de dominación. Está construido sobre los cimientos de una modernidad capitalista que opera con base en una separación epistemológica entre naturaleza y cultura para dominar y mercantilizar la naturaleza y todos los aspectos de la vida basados en el crecimiento económico ilimitado y en la acumulación de capital (Lang, Larrea y Rodríguez 2022).
De igual forma, ejerce una dominación colonial ya que impone un lenguaje de valoración económico, privilegiando una visión occidental y hegemónica basada en la sobreexplotación de la naturaleza en contraposición a lenguajes de valoración indígenas o comunitarios con otras visiones del mundo y que tienen una relación diferente con la naturaleza (Albán Achinte y Rosero Morales 2016; Quijano 2014; Vela-Almeida et al. 2022). El modelo extractivista ejerce una dominación igualmente patriarcal al operar mediante una acumulación por desposesión sobre el territorio-cuerpo de las mujeres. De esta manera, los feminismos comunitarios entienden que la lucha debe ser común contra los modelos de dominación extractivistas, patriarcales, coloniales y capitalistas (Paredes 2010; Cabnal 2010).
Este modelo nos ha llevado a una crisis civilizatoria en la que se han sobrepasado los límites del plantea. Entendiendo la crisis civilizatoria como una serie de crisis múltiples que son resultado de la modernidad capitalista en la que la civilización se basa en el sometimiento, en el control y en la destrucción de la naturaleza. Así, en los últimos años se han sucedido múltiples crisis financieras y económicas globales: la crisis de la covid-19; crisis ligadas a la pérdida de soberanía alimentaria; un aumento de las desigualdades sociales y de los flujos migratorios sin precedentes en la historia; y un largo etcétera (Baudron y Liégeois 2020; Lander 2010; Lang 2011; Lang, Larrea y Rodríguez 2022; Rockström et al. 2009; Machado Aráoz 2017).
En este contexto, los diferentes Gobiernos del Ecuador, tanto neoliberales como progresistas, han optado por consolidar este modelo extractivista en el país, estableciendo un marco legal favorable al desarrollo de la minería metálica y a las inversiones de las corporaciones transnacionales. Además, el Estado ecuatoriano, mediante sus diferentes instituciones, se ha puesto al servicio de las empresas mineras, reduciendo las restricciones ambientales y mirando hacia otro lado ante las constantes infracciones de la ley y las violaciones a los derechos humanos y de la naturaleza. Existen, por tanto, razones suficientes para considerar al Estado ecuatoriano como un mineralo-Estado[i] (Sacher 2017).
En el presente artículo estudiaré el caso del Chocó Andino, territorio ubicado en el noroccidente del Distrito Metropolitano de Quito. El nombre “Chocó Andino” proviene de dos hotspots de biodiversidad, el Chocó Magdalena y los Andes tropicales. Su población, compuesta principalmente por colonos, se estima en 18 112 habitantes, distribuida en 59 comunidades (INEC 2010). Es un sitio de gran biodiversidad, con una concentración de flora y fauna que incluye un amplio número de especies emblemáticas y endémicas (Torres y Peralvo 2019). Pese a ello, el modelo extractivista, si bien no está plenamente establecido en el Chocó Andino, ya ha tenido un impacto negativo en el territorio.
Debido a esta situación ya se han contaminado fuentes de agua y se han talado árboles en nombre de la minería metálica. Además, la destrucción y contaminación del patrimonio natural se considera una amenaza para actividades productivas que generan empleos más deseables para los trabajadores y para el medioambiente, entre los que se encuentran la agricultura y el turismo sustentables. Todo esto ha sucedido en nombre de empresas mineras que dicen ser “responsables” y legales, pero que operan ilegalmente en el territorio. Cabe señalar que, desde la llegada de la minería metálica al Chocó Andino, la violencia ha aumentado, quienes defienden el territorio han sido constantemente amenazados y criminalizados y el tejido social se ha deteriorado. Pese a ello, el Chocó Andino es un ejemplo de resistencia y de propuestas alternativas al modelo extractivista.
El objetivo de este artículo es explorar modelos alternativos al extractivista, para ello se presentan el buen vivir y el decrecimiento en cuanto propuestas prometedoras. Además, el estudio de caso del Chocó Andino encarna el concepto de territorio en reexistencia y nos ayuda a imaginar horizontes alternativos a los que ofrece el modelo extractivista, más respetuosos con el medioambiente y con sus comunidades. De esta forma, intentaré explicar por qué las estrategias de territorios en reexistencia como el Chocó Andino no solo muestran caminos hacia modelos alternativos al extractivista, por ejemplo, el buen vivir y el decrecimiento, sino que es necesario avanzar hacia ellos para superar la crisis civilizatoria a la que nos enfrentamos. Para ello pretendo explicar de qué manera el ejemplo del Chocó Andino, en cuanto territorio en reexistencia, nos permite imaginar horizontes alternativos al modelo extractivista, y articular estas experiencias con lo que se propone de manera más global a través del buen vivir y del decrecimiento.
Este artículo surge de una investigación realizada en el marco del proyecto de investigación Transforests y de una tesis de maestría. Este trabajo tiene un enfoque de investigación-acción (Allard-Poesi y Perret 2003; Liu 1997) que implica que un posicionamiento, precisando que luego de las evidencias presentadas en la literatura científica y en los propios territorios, se percibe el modelo extractivista como una amenaza para la naturaleza y para sus comunidades. Por lo tanto, con este trabajo se pretende aportar aún más argumentos y explorar alternativas a este modelo. Para la realización de esta investigación se utilizó un enfoque cualitativo mediante 18 entrevistas semiestructuradas a una diversidad de actores con un rol clave en el territorio (autoridades municipales de los GAD, del municipio, del ministerio, a miembros de asociaciones y ONG, a agricultores y agricultoras y defensores y defensoras comunitarias).
También se asistió a diferentes eventos: los cuatro conversatorios sobre minería metálica en Ecuador, en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y en la Universidad Andina Simón Bolívar (UASB); al ciclo de conversatorios de la Semana del Chocó Andino que se realizó en la Universidad Central del Ecuador (UCE) y al evento Quito Sin Minería. Los meses en los que se realizó esta investigación significaron una verdadera inmersión en el territorio, llevando a cabo un enfoque de observación participante (Spradley 2016). En cuanto a la revisión de la literatura, los trabajos en español tuvieron gran peso, sin embargo, se ha estudiado indistintamente la literatura en español, inglés y francés. Además, más allá del trabajo científico, se examinaron documentos más técnicos como diagnósticos territoriales sobre el Chocó Andino y legales, entre los que se encuentran denuncias, sentencias, leyes, artículos periodísticos, programas de televisión, debates y otros publicados en las redes sociales.
El Chocó Andino se planta contra la minería, un sistema extractivista, capitalista, colonial y patriarcal
El Chocó Andino no solo cumple con las condiciones de un territorio en reexistencia descritas en la literatura científica, sino que los propios actores del territorio lo han identificado como tal. Vemos así que uno de los eventos más importantes del territorio, el Festival del Chocó Andino, tiene el lema “Territorios en reexistencia”. Las dos razones por las que el Chocó Andino entra en esta definición es porque ha demostrado su capacidad de resistencia comunitaria frente al modelo extractivista, llegando incluso a prohibir la minería metálica, y porque constituye un ejemplo de alternativas a este modelo a través del desarrollo de actividades productivas como la agroecología y el turismo comunitario. A continuación, explico con más detalle las estrategias de reexistencia del Chocó Andino.
A pesar de las presiones que se ejercen en su contra (un mineralo-Estado, empresas mineras y un modelo extractivista establecido), el Chocó Andino resiste y logra imponerse prohibiendo la minería metálica. La prohibición de la minería tras la Consulta Popular del 20 de agosto de 2023 es resultado de un proceso de resistencia comunitaria que dura varias décadas. Es precisamente gracias a la resistencia de las comunidades que hoy la minería metálica no está establecida en el Chocó Andino. Además, debido al trabajo de las comunidades, las empresas mineras no han quedado completamente impunes por las constantes ilegalidades que han cometido en este territorio. Esto se debe en gran parte a la labor sistemática de investigación y denuncia que realiza el Frente Antiminero de Pacto (FAP)[ii] desde 2020.
Otro éxito de la resistencia en el Chocó Andino ha sido la construcción de un sistema de gobernanza comunitaria para su conservación y manejo sostenible, el cual ha sido posible gracias al arduo trabajo voluntario no remunerado ni asalariado realizado por actores locales. Desde finales del siglo XX, las personas que habitan este territorio han trabajado en colaboración con organizaciones y universidades regionales e internacionales para recopilar información. Gracias a esta labor hoy conocemos el enorme valor del patrimonio natural y cultural del Chocó Andino, y es por ello que la defensa del territorio pasa de ser un interés solo de las comunidades a ser una lucha de interés general. Mucha gente empieza a interesarse por el Chocó Andino, al punto de considerarse que “está de moda”.[iii] De esta manera, las ONG y los organismos de cooperación internacional brindan apoyo al territorio. Las zonas de protección, las áreas de conservación y uso sustentable (ACUS) y el Corredor Ecológico del Oso Andino (CEOA)[iv] se crean gracias a los esfuerzos de conservación de propietarios privados. En 2015 se crea la Mancomunidad del Chocó Andino (MCA),[v] dándole identidad al territorio y estableciendo una visión global de conservación y manejo sustentable.
El Chocó Andino tiene un sistema de gobernanza comunitaria[vi] rico y complejo, pero experimenta grandes desafíos y disfuncionalidades. Pese a ello, sus múltiples estructuras han permitido avanzar en los últimos años en cuestiones de conservación y valorización de la región. Además, fue una condición esencial para que la resistencia comunitaria prosperara, gracias a actores que han estado movilizados y organizados durante años. De esta manera, los actores territoriales expusieron sus cuerpos a la violencia, a las amenazas y a la criminalización de las empresas mineras, y desarrollaron una estrategia de reexistencia a través de la valorización de su territorio, del fortalecimiento del tejido social, de la investigación y denuncia de las ilegalidades de las empresas mineras, lo que se tradujo en el impulso de la consulta popular que llevó a la prohibición de la minería metálica. La resistencia ofrecida por el territorio para impedir el establecimiento de la minería metálica revela la falta de aceptación de una actividad que las mineras intentaron imponer junto al Estado, sin tomar en cuenta a las comunidades.
La consulta popular dejó claro que hay una mayoría de la población que rechaza la minería, pero este hecho no debe ocultar que todavía existen muchas personas en el Chocó Andino que están a favor de ella. Hay una parte de la población que no está suficientemente concienciada con el medioambiente, que está preocupada por la falta de empleo y que cree en el discurso de que la minería traerá “desarrollo” a las comunidades. Además, es cierto que los defensores y las defensoras de la comunidad que luchan desde hace años contra la minería constituyen un grupo de actores bien movilizados, pero no son toda la población, pues muchas personas no se posicionan sobre la cuestión y otras están a favor de la minería. Con esto pretendo evitar tener una mirada romántica sobre las resistencias comunitarias para comprender que aún hay desafíos en el territorio y que es necesario afrontarlos para construir mejores realidades.
A pesar de los esfuerzos del Gobierno y de las empresas mineras por crear una subjetividad a través de la cual el modelo extractivista sea percibido como la única opción viable para Ecuador (Van Teijlingen 2016), el Chocó Andino ha demostrado que esto no es cierto y que existen alternativas en los territorios. El Chocó Andino se ha convertido en un territorio que reexiste. Así lo explica el director de la cooperativa panelera Copropap: “Las mineras quieren demostrar que aquí no hay nada, que esto no es productivo […]. Pero esto es fértil y productivo, tenemos certificación orgánica. Entonces a ellos les interesa que no haya producción y que la gente no tenga alternativas de desarrollo” (entrevista al director de la cooperativa panelera Copropap, 7 de abril de 2023).
El Chocó Andino ha sufrido el extractivismo durante décadas. La revolución verde, sumada a los procesos de reforma agraria en el Ecuador, tuvo un gran impacto en el territorio, y actualmente todavía existe un predominio de la agricultura industrial que utiliza agroquímicos y que se dedica a la exportación (Larrea Maldonado 2006). Hay una fuerte presencia de monocultivos de palmito y en muchos casos es la lógica de los mercados la que decide qué deben cultivar las comunidades. Estas prácticas son una de las principales causas de deforestación y pérdida de fertilidad del suelo en el Chocó Andino, también contaminan las aguas y sus ecosistemas y afectan negativamente la salud de sus trabajadores y la soberanía alimentaria de las comunidades (Torres y Peralvo 2019). Además de la agricultura industrial, la minería intenta establecerse en el territorio, ofreciéndose como la única fuente posible de empleo y perjudicando a través de sus impactos ambientales otras actividades productivas como la agricultura y el turismo. Sin embargo, la prohibición de la minería desde la Consulta Popular del 20 de agosto de 2023 cierra todo debate posible y abre las puertas a actividades productivas alternativas.
El Chocó Andino no es una excepción, aquí se desarrollan también actividades como la agricultura o la ganadería industrial, ambas nocivas para el medioambiente y perjudiciales para las comunidades, pero que se llevan a cabo en el territorio debido a la hegemonía del modelo capitalista (y extractivista, colonial y patriarcal). Sin embargo, existen muchas otras actividades alternativas, cada vez más numerosas, que se acercan a las posiciones del buen vivir y del decrecimiento y que me llevan a considerar que el Chocó Andino resiste.
Durante mi trabajo de campo en el Chocó Andino he conocido múltiples iniciativas que se enmarcan en el marco de la soberanía alimentaria a través de prácticas agroecológicas y que muchas veces están vinculadas con la restauración forestal y complementadas con el turismo sostenible, entre ellas destacan el caso de Mashpi Chocolate Artesanal, la Corporación Microempresarial de Yunguilla y la Reserva Intillacta. En el presente artículo me centraré en el ejemplo de Mashpi Chocolate Artisanal para ilustrar una alternativa a través de la agroecología y en el de la Corporación Microempresarial Yunguilla a fin de exponer una alternativa a través del turismo comunitario.
Soberanía alimentaria a través de la agroecología
La soberanía alimentaria se propone como una alternativa para agricultoras y agricultores a los sistemas agroalimentarios impuestos por el capitalismo (McMichael 2015, 120). Esto permite a las comunidades controlar lo que cultivan y hacerlo de forma agroecológica para comer mejor, ser más respetuosas con el entorno, ganar resiliencia, fortalecer los vínculos comunitarios, tener más autonomía y romper con la dependencia salarial, además, las mujeres tienen un mayor protagonismo (Vallejo 2016; Rubio Vega 2008; Van der Ploeg 2012).
En la actual reserva Mashpi Shungo, ubicada en la parroquia Pacto y que forma parte del ACUS Masphi-Guaycuyacu-Shangual, llegaron dos personas en 2009 y desarrollaron el proyecto Mashpi Chocolate Artesanal. Esta reserva, que cuenta con una superficie de 54 hectáreas, forma parte de una zona que ha sido en gran medida deforestada para el aprovechamiento de la madera, pero también a causa de los monocultivos de palmito y de la ganadería. Con ellos llegaron y se asentaron varios grupos de jóvenes, formando diversas comunidades. Trabajando juntos, regeneraron gran parte del bosque en lo que llamaron el “Sendero Ecológico de la Restauración” (SER) y crearon un espacio para el intercambio de conocimientos y prácticas sostenibles.
El SER tiene una extensión de 108 hectáreas, de las cuales el 84 % están dedicadas a la reforestación y el resto a sistemas productivos. Las comunidades del SER se enfocan en la agroecología, el turismo sostenible o la educación en la naturaleza (Benítez y Peralvo 2021). En el caso de Mashpi Shungo, cuando estas dos personas llegaron descubrieron una zona deforestada y abandonada que era utilizada para la cría de ganado. Ambas personas tienen experiencia y formación en ecología y una de ellas pertenece a una familia conocida en la región por ser dueña de reservas naturales y por dedicarse a la conservación.
En este contexto comenzaron a trabajar con sistemas agroforestales diversificados para regenerar el bosque y con el fin de crear una agricultura basada en la agroecología. Estos sistemas son sostenibles porque no dependen de insumos externos como agroquímicos y con el tiempo se vuelven autosuficientes a través de sus propios ecosistemas, a diferencia de la agricultura industrial. De esta forma, sus cultivos son beneficiosos para el medioambiente y saludables para las personas. Hoy se alimentan de lo que producen: por ejemplo, el cacao orgánico con el que elaboran chocolate de alta calidad. También realizan investigaciones sobre permacultura en la misma reserva y reciben visitas de turistas, estudiantes e investigadores (figura 1).
Figura 1. Reserva Mashpi Shungo
Foto de Leyre Melchiade (2023).
Aunque no entra del todo en la categoría de agroecología, como Mashpi Chocolate Artesanal, quisiera tomar el ejemplo de la cooperativa panelera Copropap por su gran importancia para el territorio. Fue fundada hace más de 30 años en un contexto en el que agricultores y agricultoras tumbaban los cultivos de caña porque los precios del mercado habían caído y ya no eran económicamente rentables. La cooperativa se ha reinventado y hoy agrupa 40 microempresas familiares, las cuales dan trabajo a varias familias. Gracias a la cooperativa se produce panela reconocida por su certificación orgánica y de comercio justo. Esto les ha permitido mejorar sus técnicas de producción y sus productos, que son más respetuosos con el medioambiente, reformar sus relaciones con los compradores y sus condiciones de vida y de trabajo.
La unión de agricultores y agricultoras en la cooperativa permitió reducir la cadena productiva, vendiendo directamente a los compradores europeos sin pasar por intermediarios que imponían precios muy bajos. Esto también ha fortalecido el tejido social y el sentimiento de comunidad, por lo que Copropap ha sido un actor que ha jugado un papel importante en la lucha contra la minería metálica en el territorio. Además, la cooperativa, presidida por una mujer, cuenta con una amplia presencia femenina y apuesta por la igualdad entre mujeres y hombres. En la figura 2 se observa la unidad de producción de la finca Carlos María, la cual forma parte de Copropap.
Figura 2. Finca Carlos María
Foto de Dharma Enríquez (2023).
Los dos ejemplos expuestos anteriormente constituyen alternativas a la agricultura industrial que propone el modelo extractivista. Se trata de nuevos modelos que posibilitan la subsistencia de las familias, mejorando su soberanía alimentaria mediante prácticas más amigables con el medioambiente. Durante las últimas décadas en el Chocó Andino el turismo se ha consolidado como una actividad productiva real. Un caso muy ilustrativo es el de la comunidad de Yunguilla, en el municipio de Calacalí, el cual explico en el siguiente apartado.
Turismo comunitario sustentable
El turismo comunitario sustentable es una actividad productiva capaz de diversificar y mejorar la economía en las zonas rurales. De esta manera, se convierte en un complemento a los ingresos de agricultores y agricultoras. Sin embargo, para ello se debe garantizar el uso sustentable de los recursos, la dinamización de las economías locales y la integración de la población en el proceso de desarrollo de la actividad (Pérez 2010).
La comunidad de Yunguilla representa uno de los casos más evidentes de territorios que reexisten en el Chocó Andino. Entre los años 1960 y 1970, gracias a la reforma agraria, las tierras pasaron a manos de quienes habitan la comunidad, pues anteriormente pertenecían a grandes terratenientes. En aquella época, los miembros de la comunidad, ya en posesión de sus tierras, se dedicaron a la deforestación para producir carbón vegetal y criar ganado. Las 50 familias que componían la comunidad talaron alrededor de la mitad del bosque en una década, alrededor de 2500 hectáreas.
Ante esta situación insostenible en la que se destruía el bosque y además no se estaban enriqueciendo, ya que los intermediarios les pagaban muy poco, llegó en 1995 la Fundación Maquipucuna para ofrecerles alternativas. El coordinador general de la Corporación Microempresarial Yunguilla recordó que “nosotros estábamos más pobres y quedándonos sin bosque. Hacíamos eso porque creíamos que no había ninguna otra alternativa” (entrevista a coordinador general de la Corporación Yunguilla, 24 de mayo de 2023).
Tras varios años de capacitación ambiental y turística a miembros de la comunidad se consiguió revertir la situación. La comunidad comenzó a trabajar con sistemas de reforestación, a practicar la agricultura orgánica, las mujeres producían mermeladas y se realizaron estudios para valorizar su patrimonio natural y cultural. Así, la comunidad empezó a atraer a los primeros turistas. Aunque no obtuvieron el consenso de todos sus miembros en los primeros años, estos procesos se llevan a cabo en la comunidad alrededor de la “minga”.[vii] Luego de años de lucha y de trabajo, y tras ver que el turismo ofrecía una alternativa real, se llegó a un consenso y se creó la Corporación Microempresarial Yunguilla con la participación de 46 miembros de la comunidad. “Ya no éramos los 18 locos que queríamos cambiar el mundo, ya teníamos más de 20 millones de sucres[viii] por el turismo y éramos 46 miembros en esta locura” (entrevista a coordinador general de la Corporación Yunguilla, 24 de mayo de 2023). La corporación tiene una gestión completamente comunitaria y ofrece turismo comunitario y vivencial en el que son bienvenidos los visitantes que tienen interés en pasar tiempo en la comunidad y compartir las actividades que allí se llevan a cabo.
Para el coordinador de la corporación el proyecto ha sido un éxito. “Mejoramos nuestra calidad de vida, mejoramos nuestras casas, y esa calidad de vida la compartimos con los que nos quieran venir a visitar. Lamentablemente vemos algunos sitios donde el turismo ha invadido tanto que quieres ver comunidad y ya no existe” (entrevista a coordinador general de la Corporación Yunguilla, 24 de mayo de 2023). Los ingresos del turismo se reinvirtieron en la construcción de un restaurante comunitario.
Si bien el turismo comunitario es la principal actividad económica de la comunidad, sus miembros también poseen cultivos y ganado, lo que les permite diversificar sus actividades económicas y así ganar soberanía alimentaria. A día de hoy, gracias al turismo, el bosque de Yunguilla ha sido reforestado, muchos de sus integrantes han ido a la universidad para capacitarse y manejar su comunidad de una manera más sustentable y productiva y han obtenido beneficios económicos que manejaron de manera comunitaria y que sirvieron para mejorar su calidad de vida. En la figura 3 se aprecia el paisaje del bosque nublado de Yunguilla, en gran parte reforestado.
Figura 3. Bosque nublado de Yunguilla, municipio de Calacalí
Foto de Christian Cepeda (2023).
Algunas de las alternativas al modelo extractivista que se presentan en el Chocó Andino, entre ellas las de Mashpi Chocolate Artesanal, la comunidad Yunguilla o Copropap, nos muestran que se pueden evitar los impactos socioambientales producto de la minería metálica y de la agricultura industrial. Estas alternativas muestras otros modelos que no amenazan la naturaleza y las economías locales y que proponen un paradigma completamente diferente que se acerca a las posiciones del Buen Vivir y el decrecimiento.
Buen vivir y decrecimiento en el Chocó Andino
En este acápite justificaré por qué las estrategias de reexistencia del Chocó Andino pueden ser consideradas alternativas al modelo extractivista y encajar con los conceptos del buen vivir y del decrecimiento. En primer lugar, aclarar que el buen vivir y el decrecimiento no se conciben como modelos únicos e instrumentales, sino que constituyen una alternativa a la idea occidental de desarrollo en su conjunto (Gudynas 2011).
Por esta razón, el presente trabajo no pretende definir o delimitar, a través del ejemplo del territorio en reexistencia del Chocó Andino, un modelo alternativo al modelo extractivista (capitalista, colonial y patriarcal), sino más bien resaltar un territorio que ofrece alternativas. Estas alternativas son parte de lo que entendemos por buen vivir o decrecimiento y marcan algunos de los múltiples horizontes que se pueden explorar para construir sociedades con más justicia social y ambiental. En este sentido, ambos conceptos abogan por salir del modelo capitalista y extractivista mediante una reducción del metabolismo social y un replanteamiento de la forma de organizar las sociedades, teniendo en cuenta otros modos de vida y cosmovisiones más allá de las occidentales hegemónicas y basado en la justicia social y ambiental (Acosta y Brand 2017; Demaria, D’Alisa y Kallis 2015, 33‑34; Gudynas 2009; Kallis 2017; Lang, Larrea y Rodríguez 2022).
En su resistencia contra la minería metálica el Chocó Andino ganó la batalla contra un mineralo-Estado que tenía todo para asegurarse el monopolio de las competencias mineras: un marco legal, los artefactos estatales, las empresas mineras a su favor, y una política claramente favorable a un modelo extractivista. El Chocó Andino no solo se opuso a la minería metálica en su territorio, sino también al modelo hegemónico occidental que ejerce su dominación extractivista, capitalista, colonial y patriarcal sobre los territorios. La victoria de la resistencia comunitaria contra la minería proviene del territorio y es para el territorio, ya que las comunidades del Chocó Andino logran evitar la desposesión de sus territorios, de sus cuerpos, de sus tierras y los consecuentes impactos socioambientales; pero también es una victoria del territorio frente al modelo extractivista que no logra imponerse a las comunidades que han luchado por defender otras formas de vida. Esta derrota crea una grieta en el modelo extractivista y abre la puerta a otros modelos basados en el buen vivir y en el decrecimiento.
Sin embargo, lejos de ser un ejemplo puramente contestatario, el Chocó Andino es un territorio que reexiste. Por ello, la grieta generada en el modelo extractivista abre la puerta a imaginar nuevos horizontes con experiencias como las de Mashpi Shungo o Yunguilla. Estos horizontes alternativos apuntan hacia actividades productivas que respetan la naturaleza y que a su vez mejoran la vida de las comunidades. De esta manera, la agroecología se opone a la agricultura industrial y recupera la soberanía alimentaria de las comunidades que el modelo extractivista ha arrebatado. Del mismo modo, el turismo comunitario sustentable crea nuevas fuentes de empleo en las comunidades y permite dar a conocer y valorizar el territorio.
Como territorio en reexistencia y en su acercamiento al buen vivir y al decrecimiento, el Chocó Andino rechaza a un mineralo-Estado que no actúa de acuerdo con las necesidades e intereses de los territorios y elige un sistema propio de gobernanza comunitaria capaz de conservar y gestionar de forma sostenible su territorio. El Chocó Andino ofrece subjetividades alternativas a las que intenta imponer el Estado a través del imperativo extractivista (Van Teijlingen 2016) mediante nuevos imaginarios y de la transformación de la gobernanza extractivista, jerárquica y colonial. Además, se niega a ser la “zona de sacrificio” de un modelo extractivista, a contribuir al aumento del metabolismo social (Alier 2015), a generar un crecimiento económico que apoye un modelo capitalista, a imponerse un lenguaje de valoración económico frente al pluralismo de valores (Alier 2015) basado en un modelo colonial y a que las mujeres sean desposeídas de su territorio-cuerpo siguiendo una lógica de dominación de un modelo patriarcal.
En resumen, el Chocó Andino ha expresado su rechazo a un modelo que acentúa la crisis civilizatoria que padecemos (Lang, Larrea y Rodríguez 2022). Construye así, un modelo que va más allá del imaginario de desarrollo eldoradista (Svampa 2013, 2019) basado en los combustibles fósiles, en zonas de sacrificio y en la acumulación por desposesión (Di Risio et al. 2012; Harvey 2004; Sacher 2017), características que son intrínsecas a la modernidad capitalista, y busca repensar los vínculos con la naturaleza (Lang, Larrea y Rodríguez 2022). Además, el Chocó Andino rechaza soluciones tibias que no cuestionan los fundamentos del modelo capitalista como la minería “responsable” y propone alternativas reales al desarrollo y no formas de desarrollo alternativo (Escobar 2005).
El caso del Chocó Andino en cuanto territorio en reexistencia encaja bien en los modelos propuestos por el buen vivir y el decrecimiento y si algo se ha hecho evidente es el rechazo del territorio al modelo extractivista. Como indica Gudynas sobre el buen vivir “el sendero extractivista, sea en su versión clásica o renovada, es inaceptable. No solo por su carga de impactos sociales y ambientales, sino porque sigue sin existir evidencia convincente que su balance económico productivo sea finalmente favorable a nuestros países” (Gudynas 2011, 390). Hasta el 20 de agosto de 2023, el acercamiento al Chocó Andino como territorio en reexistencia podría considerarse una simple alternativa al modelo extractivista, pero ante los resultados de la consulta popular y la prohibición minera, se ha convertido en la única alternativa y en una realidad que mira al futuro. De esta manera, el Chocó Andino avanza hacia un modelo basado en el buen vivir y en el decrecimiento, con mayor justicia social y ambiental, en el que se respete la naturaleza y en el que sus comunidades vivan mejor.
Visto desde esta perspectiva el futuro del Chocó Andino luce prometedor, pero quisiera enfatizar que el territorio aún enfrenta ciertos desafíos. Las alternativas que he explicado en este artículo son una realidad, pero lamentablemente son minoritarias. Además, las más notorias suelen estar en manos de personas privilegiadas con cierta educación o con una situación económica favorable. Sin embargo, sirven de inspiración para construir modelos alternativos. Por estas razones, si bien Chocó Andino es un territorio en reexistencia, aún queda mucho trabajo por hacer para trascender el modelo actual y adoptar modelos basados en el buen vivir y en el decrecimiento.
Esto sucederá cuando las experiencias mencionadas dejen de ser casos aislados y se conviertan en la norma. Además, un proceso tan importante difícilmente puede llevarse a cabo con un territorio aislado y en conflicto con un mineralo-Estado. Este proceso debe ir acompañado de una transformación hacia un Estado socio y pluricultural que contribuya a promover iniciativas alternativas al modelo extractivista, como las que hemos analizado en este artículo, y que apueste por una sociedad más humana y sostenible y que tenga en cuenta a la sociedad civil.
Finalmente, quisiera mencionar que el buen vivir y el decrecimiento también tienen sus propios desafíos. Ambos conceptos han sido ampliamente estudiados y teorizados y también se toman como ejemplos algunas experiencias. Sin embargo, ni estas experiencias han sido investigadas a fondo ni existen ejemplos de magnitud suficiente para conocer en detalle la aplicación de tales modelos. Sabiendo que en ningún caso se prevé la creación de un modelo único y reproducible en diferentes territorios, podemos decir que antes de vender el buen vivir y el decrecimiento como la panacea, sería prudente entender cómo se trasladan a los territorios de una manera más práctica.
Conclusiones: el Chocó Andino nos inspira, pero no es una utopía
El modelo extractivista se impone en Ecuador mediante órdenes económicos y político-ideológicos que llamamos los consensos de Washington, de las commodities, de Beijing y de la descarbonización. En los últimos años este modelo se ha implantado definitivamente en el país gracias al impulso de los distintos Gobiernos ecuatorianos, tanto neoliberales como progresistas. La insistencia del Estado ecuatoriano por instaurar este modelo, y específicamente por promover la minería metálica a toda costa, es la razón por la que cumple con las características de un mineralo-Estado. El modelo extractivista ejerce sobre los territorios una dominación inseparable del capitalismo, del colonialismo y del patriarcado, lo que me lleva a hablar de un cuarteto de dominación. De esta manera, las empresas mineras, con la complicidad del mineralo-Estado, desarrollan sus actividades mediante la acumulación por desposesión, que se caracteriza por el despojo de los territorios, cuerpos y tierras de las zonas afectadas.
Con el objetivo de imaginar nuevos modelos que no impliquen un despojo de territorios, cuerpos y tierras y, por tanto, más respetuosos con la naturaleza y que mejoren la vida de las comunidades, he estudiado el caso del Chocó Andino. El Chocó Andino se presenta como un territorio en reexistencia por haber logrado prohibir la minería metálica en el territorio (resistencia) y por ofrecer estilos de vida alternativos al modelo extractivista (reexistencia). Su rico y complejo sistema de gobernanza comunitaria ha sido clave para la conservación y gestión sustentable del territorio. Además, debido a la movilización de los actores territoriales, ha logrado sobreponerse a la ausencia de políticas del municipio y, sobre todo, a los intentos del mineralo-Estado de promover la minería metálica en el territorio. Pese a ello, el Chocó Andino ya ha sufrido los impactos de la minería metálica en su propio territorio, que se autodenomina legal y “responsable” pero que actúa ilegalmente al no respetar el derecho de las comunidades afectadas a la consulta ambiental y a explotar las minas sin una licencia. De esta manera, la minería ya ha tenido impactos en la naturaleza y en las fuentes de empleo locales y también ha contribuido al aumento de la violencia en el territorio, criminalizando y amenazando a defensores y defensoras comunitarias y rompiendo el tejido social.
En la historia del Chocó Andino hemos sido testigos de un hecho histórico y sin precedentes en el Ecuador. Se trata de la prohibición de la minería metálica en el territorio a través de la Consulta Popular del 20 de agosto de 2023 y del trabajo realizado por el movimiento Quito sin Minería impulsado por actores del territorio (Donziger 2023; Primicias 2023). Este hecho, sumado a los numerosos ejemplos de alternativas al modelo extractivista que encontramos en el territorio, como el de Mashpi Chocolate Artesanal y el de la comunidad de Yunguilla, me lleva a afirmar que el Chocó Andino avanza hacia modelos alternativos como el buen vivir y el decrecimiento.
Después de haber estudiado los graves impactos que trae el modelo extractivista a los territorios a través de la desposesión de los territorios, cuerpos y tierras, creo que es imperativo buscar alternativas. De esta manera, los territorios en reexistencia, ilustrados en el caso del Chocó Andino, permiten imaginar modelos alternativos al extractivista basados en el buen vivir y en el decrecimiento, más respetuosos con la naturaleza y que mejoran la vida de las comunidades. En el caso del Chocó Andino, con la prohibición de la minería esta deja de considerarse una simple alternativa y se convierte en una realidad que puede servir de precedente para otros territorios.
A pesar de que las experiencias del Chocó Andino son una verdadera fuente de inspiración para imaginar horizontes alternativos al extractivista, el territorio también tiene sus propios desafíos y aún está lejos de estar alineado con lo que significa el Buen Vivir y el decrecimiento. Si bien la Consulta Popular reveló un rechazo generalizado a la minería metálica por parte de las comunidades, no podemos ignorar que todavía hay una parte importante de la población a favor de ella. Además, aún están muy extendidas las actividades económicas producto del modelo extractivista y capitalista, como la agricultura y la ganadería convencionales.
Así, alternativas como la de Mashpi Chocolate Artesanal y la de la comunidad de Yunguilla aún son minoritarias y se llevan a cabo en sentido general por personas privilegiadas con cierta formación y con buena situación económica. Por otro lado, el Chocó Andino avanza hacia un cambio de modelo, pero este proceso no puede realizarse de manera aislada y con un mineralo-Estado en contra. La reconciliación con las instituciones es necesaria y para ello es vital la transformación del Estado hacia uno pluricultural que promueva un modelo más humano, sostenible y democrático y alternativas a los extractivismos en los territorios (Forero et al. 2022; Quijano 2014; Restakis 2015). Además, resulta trascendental romper con el orden económico y político-ideológico marcado por los consensos de Washington, de las commodities, de Beijing y de la descarbonización para acercarse una transformación ecosocial, basada en los principios del buen vivir y del decrecimiento desde los territorios.
Además, existe un importante trabajo crítico en la literatura científica sobre los extractivismos y también numerosos estudios acerca de modelos alternativos como el buen vivir y el decrecimiento. Sin embargo, las investigaciones aún tienen un largo camino por recorrer para que permitan conocer y mapear las experiencias de territorios en reexistencia como las del Chocó Andino. La academia tiene mucho que aportar, no solo en la crítica al actual modelo de desarrollo hegemónico, sino también en el diseño de modelos alternativos que sean más respetuosos con la naturaleza y que permitan a las personas vivir mejor.
En conclusión, el Chocó Andino es un territorio en reexistencia porque resiste y reexiste ante el modelo extractivista y tiene un futuro lleno de esperanza para escapar de tal modelo y avanzar hacia otros alineados con los que ofrece el buen vivir y el decrecimiento. Sin embargo, presenta sus propios desafíos y todavía queda un largo camino por recorrer para construir tales modelos. Con el presente trabajo se busca resaltar al Chocó Andino en cuanto territorio que, lejos de presentarse como un ideal, puede servir de inspiración para la construcción de horizontes alternativos.
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Entrevistas utilizadas en el artículo
Director de la cooperativa panelera Copropap – 7 de abril de 2023
Coordinador general de la Corporación Yunguilla - 24 de mayo de 2023
Notas
[i] En este artículo le doy un protagonismo especial a la minería metálica con respecto a otras actividades extractivas puesto que ha sido la principal amenaza para el territorio del Chocó Andino en los últimos años, al igual que muchos otros en Ecuador, como explicaré más adelante.
[ii] El Frente Antiminero de Pacto por la Vida, el Agua y la Naturaleza fue creado en 2020 por habitantes del Chocó Andino para ejercer resistencia comunitaria frente la minería metálica.
[iii] Expresión utilizada de forma recurrente por las personas que residen en este territorio.
[iv] En la última década se han declarado la mayoría de áreas de protección en el Chocó Andino, entre las que se destacan las ACUS y el CEOA por su trabajo en la conservación y manejo sustentable de la bioregión.
[v] Esta estructura se crea con la intención de gestionar las seis parroquias que conforman el Chocó Andino con una visión de paisaje integral y bajo el objetivo de conservación. Tiene las mismas competencias que los gobiernos autónomos descentralizados (GAD) parroquiales que la conforman.
[vi] Entendiendo gobernanza comunitaria como el concepto en inglés “community forestry” o “community forest management”, definido de la siguiente manera: “el ejercicio por parte de las poblaciones locales de poder o influencia sobre las decisiones relativas al manejo forestal, incluidas las reglas de acceso y disposición de los productos” (Mcdermott y Schreckenberg 2009, 158 [la traducción es mía]).
[vii] Se trata de un trabajo agrícola, colectivo y gratuito que tiene fines sociales.
[viii] Moneda que circuló en Ecuador hasta la dolarización de la economía en el año 2000.