Letras Verdes. Revista Latinoamericana de Estudios Socioambientales N.° 36, periodo septiembre-febrero 2024, e-ISSN 1390-6631 doi.org/10.17141/letrasverdes.36.2024.6197 |
Representaciones sociales, imaginarios y territorialidades construidas por las comunidades próximas a megaproyectos hidroeléctricos en Bolivia Social representations, imaginaries and territorialities constructed by communities near hydroelectric megaprojects in Bolivia Luis-Camilo Kunstek-Salinas, UCB, Bolivia, ckunstek@ucb.edu.bo, orcid.org/0000-0002-5364-4972 Luis-Alejandro Phillips-Pedriel, UCB, Bolivia, Luis.phillips@ucb.edu.bo, orcid.org/0000-0002-1656-4949 Abigail Roque-Miranda, UCB, Bolivia, abiroquemsk@gmail.com, orcid.org/0009-0008-9152-4876 Valentina Rojas, UCB, Bolivia, valentina.rojas@ucb.edu.bo, orcid.org/0009-0001-7334-589X Recibido: 5 de marzo de 2024 Aceptado: 20 de julio de 2024 Publicado: 30 de septiembre de 2024 Resumen Introducción: para una evaluación de los impactos generados por proyectos de desarrollo en comunidades rurales de Bolivia, es de suma importancia la incorporación de la dimensión social desde un enfoque cualitativo y participativo que permita capturar las dinámicas territoriales y la reconstrucción de la memoria histórica desde las comunidades y su relación con los proyectos de desarrollo. Objetivo: determinar las representaciones sociales, imaginarios y territorialidades construidas por las comunidades próximas a los megaproyectos hidroeléctricos, en torno a la presencia de proyectos de desarrollo y su relación con los proyectos de vida familiar y comunal. Metodología: esta investigación ha sido realizada mediante un enfoque transdisciplinario, a partir aproximaciones cualitativas, priorizando el diálogo con las comunidades. Se han revisado fuentes documentales, hemerográficas, además de la realización de talleres comunales, entrevistas grupales, entrevistas individuales y mapas parlantes. Conclusiones: una evaluación que busque reflejar el impacto de los proyectos de desarrollo en las comunidades circundantes debe contar con un enfoque participativo. Debe incorporar un enfoque cualitativo que capture aspectos subjetivos y narrativos. Es necesaria la ampliación de los indicadores tradicionales, incluyendo dimensiones sociales como el lenguaje, la creatividad, la memoria colectiva y las relaciones comunitarias. Palabras clave: comunidades rurales; desarrollo integral; evaluación impacto ambiental; imaginarios sociales; proyectos hidroeléctricos; representaciones sociales; territorialidades Abstract Introduction: For an evaluation of the impacts generated by development projects in rural communities in Bolivia, it is of utmost importance to incorporate the social dimension from a qualitative and participatory approach to capture territorial dynamics and the reconstruction of the historical memory of the communities and their relationship with development projects. Objective: To determine the social representations, imaginaries and territorialities constructed by the communities close to the hydroelectric megaprojects, in relation to the presence of development projects and their relationship with family and community life projects. Methodology: This research has been carried out using a transdisciplinary approach, based on qualitative approaches, prioritising dialogue with the communities. Documentary, newspaper and periodical sources have been reviewed, in addition to the implementation of communal workshops, group interviews, individual interviews and talking maps. Conclusions: An evaluation that seeks to reflect the impact of development projects on surrounding communities must have a participatory approach. It should incorporate a qualitative approach that captures subjective and narrative aspects. Traditional indicators need to be broadened to include social dimensions such as language, creativity, collective memory and community relations. Keywords: environmental impact assessment; hydroelectric projects; integral development; rural communities; social imaginaries; social representations; territorialities Introducción Este artículo se adentra en la importancia de incorporar la dimensión social en la evaluación de impactos y explora las dimensiones teóricas y metodológicas para abordar el tema desde un enfoque cualitativo y participativo. El artículo desarrolla los resultados y hallazgos de la investigación Análisis de representaciones sociales, imaginarios y territorialidades que derivan de la presencia de proyectos de desarrollo hidroeléctricos y su relación en los proyectos de vida familiar y comunal en el marco del proyecto UNIBONN-UCB-UMSS: Mejora de la conservación y gestión de la biodiversidad mediante el monitoreo de los impactos ecológicos y sociales de los megaproyectos hidroeléctricos en Bolivia (2020-2023).1 Uno de los problemas fundamentales en la evaluación de impacto de proyectos convencional es que ha priorizado los beneficios económicos a corto plazo en detrimento de una comprensión más completa de los efectos a largo plazo. Los proyectos hidroeléctricos, con frecuencia, generan consecuencias duraderas en las comunidades locales y en el entorno natural, que no pueden ser adecuadamente capturadas por indicadores económicos. Buscando ser un aporte a estas limitantes de la evaluación tradicional, este artículo propone otras aproximaciones para abordar los temas que hacen a los impactos socioambientales de los megaproyectos en las comunidades afectadas por el emplazamiento de estos. Con este fin la pregunta fundamental que guía esta investigación es: ¿cuán importantes son los conceptos de territorialidades, representaciones sociales, visiones de desarrollo, sistemas de sentidos y significaciones en las relaciones entre los proyectos hidroeléctricos y las comunidades involucradas? Marco teórico La aproximación desde las representaciones sociales implica un cambio tanto metodológico como teórico, reconociendo la importancia de la subjetividad en las relaciones y la construcción sociales del conocimiento. Además, se enfoca en elementos clave como la identidad, el territorio y la cultura, fundamentales para comprender las relaciones entre la comunidad, el proyecto y la institucionalidad (Loza y Parrilla 2007, 37). Este enfoque dinámico de la construcción del territorio y las territorialidades está relacionado con la dinámica del discurso y las necesidades de representación de los seres humanos. La importancia de las representaciones sociales en la construcción de significados y creencias compartidas por un grupo social se vuelven evidentes en este contexto. Para Castoriadis (1997; 2007), un imaginario social abarca las instituciones, normas y símbolos compartidos por un grupo social y, a pesar de ser una construcción imaginada, tiene un impacto real en las acciones de los individuos. El acercamiento a las prácticas sociales y a las construcciones simbólicas y discursivas que dan cuenta de las primeras y de alguna manera determinan los procesos de apropiación y reconfiguración de los procesos socioespaciales y paisajes culturales. Otro elemento relevante es la propia dinámica de la propuesta de las representaciones sociales de Durkheim sobre las representaciones colectivas, haciendo referencia a como el grupo piensa en relación con los objetos que lo afectan (Vera 2002); dándole un carácter colectivo y social a esta relación. Sin embargo, Moscovici (citado en Rodríguez 2007), planteará una concepción más abierta de las representaciones sociales considerándolas como “conjuntos dinámicos […] “de las teorías” o de las “ciencias colectivas” sui generis, destinadas a la interpretación y al modelamiento de lo real”. Jodelet(1986) aporta el carácter histórico y cultural de las representaciones sociales al tiempo de reconocer que son parte de sistemas complejos discursivos que se nutren y nutren creencias, ideologías, etc. La relación de estas con el objeto representado hace referencia a un proceso de reconstrucción del conocimiento en términos culturales e históricos, la territorialidad corresponde al espacio vivido y a las relaciones sociales de alteridad y exterioridad cotidianas (Raffestin 1986). Por ello es necesario que las territorialidades en red (Dematteis 2001) estén centradas en la cooperación, valorizando la solidaridad, el compartir, la preservación de la naturaleza y del patrimonio histórico y cultural. El pensamiento de Stuart Hall (1997) propone a las representaciones como un proceso que vincula ‘cosas’, conceptos y signos, dando como resultado un nuevo conjunto que reemplaza lo real. El autor propone la necesidad de compartir estas representaciones como base para la construcción de identidades comunes. El desafío en el análisis de los discursos en torno los proyectos hidroeléctricos está en desentrañar el peso que tienen ciertos conceptos como desarrollo y vivir bien como ejes discursivos, que marcan la relación y sentido de pertenecía entre la comunidad y el proyecto. Recuperando las ideas de Hall sobre el discurso y el lenguaje como acciones y productores sentido de nuestra realidad, Van Dijk (1999) coincide en este análisis al reconocer que las prácticas o acciones políticas son también prácticas discursivas, remarcando así las implicancias políticas de las formas de texto y habla. A lo largo de las reflexiones teóricas desarrolladas (ver figura 1) tiene un lugar especial el concepto de desarrollo, en tanto es la base de la justificación de emprender los proyectos hidroeléctricos. En el proceso de construir el esquema de abordaje teórico de la investigación se ha propuesto y corroborado que el concepto desarrollo es lo suficientemente flexible como para redefinirse en función de las características y calificaciones que lo acompañan (Kunstek, 2020). Fuente: elaboración propia. Presentando algunos casos de estudio sobre proyectos de desarrollo y su relación con las comunidades locales, Hidalgo-Bastidas et al. (2018) constataron en Ecuador que comunidades percibieron un discurso falso de desarrollo verde y moderno donde les prometieron cosas que jamás cumplieron. Se expropiaron tierras, familias quedaron involuntariamente aisladas, privadas del acceso al agua y a servicios eléctricos. Las negociaciones entre comunidad y los interesados en construir los proyectos suelen dar prioridad a consideraciones económicas pasando por alto aspectos relacionados con el medio ambiente, lo social y cultural, minimizando la relación ética entre las personas y la naturaleza (Duarte-Abadía et al. 2015). Los hallazgos acerca de las reuniones públicas para la construcción de represas en el río Madeira en Brasil muestran que se restringió la libre expresión por parte de la comunidad y hubo una presencia de policías armados (Gugliano y Luiz 2019). Existen evidencias de descuido de intereses, perspectivas y valores de las comunidades, así como las concepciones basadas en el territorio relacionadas con derechos de agua, dinámicas ecológicas, cuestiones ambientales y, comprensiones culturales y significados arraigados localmente asociados a la naturaleza y la construcción de medios de vida (Duarte-Abadía et al. 2015). La propuesta de Arturo Escobar (2002) revaloriza los procesos de significación como aquella construcción subjetiva –del sujeto– de la realidad social. Diferente al significado que hace referencia a una suerte de construcción socialmente consensuada del concepto de una determinada realidad, es decir, el código. Se desplaza la producción de significaciones en las relaciones interpersonales y son los mecanismos expertos los que determinan cómo las personas significan e interpretan su vida. Así, se puede sopesar la importancia que tiene la significación como proceso que media la relación con el Estado y el orden construido por el código del desarrollo (Escobar 2002). Es el caso del pueblo Mapuche se entiende la resistencia a proyectos de desarrollo que van contra sus creencias ya que ellos consideran el espacio como un lugar de importancia espiritual e histórica (Garrido y Alarcón 2023). En un proyecto de desarrollo en la Montaña Perito Moreno en Argentina el rechazo comunitario hacia los proyectos fue la causa de una cohesión social alta, constituido por personas que idearon formas para lograr un objetivo compartiendo una visión de naturaleza, desarrollo y turismo (Llosa 2019). Esta unión también fue evidente en el rechazo a la instalación de la empresa acuícola en Chile, resultado de un bajo nivel de información y vinculación de la empresa con la comunidad (Alarcón et al. 2021). En el caso de Cobquecura, en Chile, esa realidad se reflejó al descubrir que la instalación de una empresa acuícola podría llegar a ocasionar rupturas en las relaciones socioafectivas de las personas, amenazar la seguridad y alterar las costumbres e identidad del pueblo. Esto se debe al sentido comunitario de pertenencia con el territorio, el cual encaja con su estilo de vida del “buen vivir”; a través del cual obtienen una calidad de vida que proviene de actividades pequeñas en agricultura, pesca artesanal y turismo. El proyecto amenazaría con este estilo de vida generando relaciones laborales de dependencia y atrayendo a personas que no se ajustan a esta forma de vivir (Alarcón et al. 2021). En la cuenca del Sogamoso en Colombia se evidenció que pescadores y agricultores se han visto afectados por la disminución dramática del agua y los recursos relacionados con esta, resultando en una destrucción de sus medios de subsistencia (Duarte-Abadía et al. 2015). Otra investigación en Brasil descubrió que las principales razones por las que los proyectos de desarrollo no tuvieron éxito fue la omisión de aspectos culturales y tradicionales del pueblo Xerente. Esto fue un efecto directo de la falta de científicos sociales, ya que este fue elaborado por personas externas (no indígenas) (Philippe et al. 2016). Por lo tanto, el análisis de impacto de megaproyectos debe abordarse desde una perspectiva interdisciplinaria a través de la cual se identifiquen no solo los impactos atribuibles al proyecto, sino también aquellos generados por las dinámicas de desarrollo de la zona donde se ubica. El presente estudio se sitúa en el territorio de influencia del Proyecto Múltiple Misicuni (ver mapa 1), una región serrana andina, que vincula comunidades con mayor población a través de caminos terciarios de tierra, mientras que comunidades más pequeñas lo hacen en caminos de vereda o sendas. La empresa Misicuni ha desempeñado un papel importante en la construcción de una red de caminos que conecta estas comunidades, facilitando la movilidad y la accesibilidad. Mapa 1. Zona de estudio Entre la información contextual más relevante, proveniente de los talleres con las subcentrales, sobre sus actividades y prácticas sociales y económicas podemos mencionar que la actividad productiva se centra en la agricultura y la ganadería; producción de tubérculos y avena, destinada principalmente al autoconsumo. La ganadería incluye la cría de camélidos, ovinos, bovinos y equinos, estos últimos utilizados como fuerza de trabajo. La artesanía desempeña un papel complementario en la economía local. La preparación del terreno y la gestión de la producción agrícola están lideradas por los hombres, mientras que las mujeres tienen un papel destacado en actividades como el semillaje, la fertilización y la cosecha. Los hijos se incorporan a estas tareas desde una edad temprana. En la crianza del ganado, las mujeres asumen la responsabilidad principal, con la colaboración de los hijos menores, mientras que los hombres se encargan de tareas específicas como el castrado y el faenado. En las diferentes comunidades se han mantenido tradiciones de organización basadas en el apoyo mutuo, como el ayni y la mink'a,2 que involucran actividades festivas y de trabajo colectivo. Estos patrones de organización han disminuido debido al proceso de reubicación al que se han enfrentado los comunarios. Por último, la población de Misicuni construye territorialidades dinámicas que permiten mantener vínculos con áreas urbanas cercanas, principalmente Quillacollo y Tiquipaya, con fines comerciales y residenciales. Las migraciones temporales están influenciadas por las actividades agrícolas, lo que demuestra una relación compleja entre lo rural y lo urbano. Metodología La investigación adoptó una perspectiva integral y transdisciplinaria para comprender la complejidad inherente a los procesos socioculturales de construcción espacial en Cochabamba. Su enfoque se centra en las hidroeléctricas de Bolivia, particularmente, en el territorio de influencia del Proyecto Múltiple Misicuni. La metodología utilizada en la investigación se caracterizó por la retroalimentación continua entre las diferentes fases del proceso de investigación y la devolución de datos a las comunidades que participaron del estudio, promoviendo la transdisciplinariedad (Alemán y Kunstek 2023). El estudio involucró a comunidades pertenecientes a las subcentrales Misicuni, Misicuni Norte, Patapampa, Sunjani y Putucuni, que se caracterizan por su identidad andina. El análisis se basó en la exploración de las representaciones sociales de la familia y la comunidad como elementos centrales para comprender la relación de estas entidades con el proyecto hidroeléctrico y la región metropolitana de Cochabamba. Se centró en las estrategias familiares y los procesos de producción y reproducción de las territorialidades, considerando que estas redes de acceso y control de espacios/tiempos son resultado de decisiones y proyecciones familiares, comunales e individuales (Sturich y Kunstek 2008; Loza 2008). Para la realización de la investigación se hizo uso de distintas aproximaciones dependiendo del tipo de información. Para la revisión de los documentos correspondientes al proyecto hidroeléctrico (informes anuales), se hizo análisis de contenido por medio de codificación descriptiva. Se llevó a cabo el mismo procedimiento con la información proveniente del nivel estatal (normativas y estudios de evaluación de impacto ambiental). Dentro de este proceso se incorporó la codificación temática y focal para profundizar en los datos (Saldaña 2021). Para el trabajo con las comunidades se aplicaron estrategias dialógicas y participativas, sumando a ello productos multimodales (Medina 2018), como un video testimonial, de presentación de este proceso. Se trata de un estudio de investigación-acción que busca promover procesos colectivos y participativos de construcción de conocimiento. Las técnicas de recolección de datos en campo incluyeron talleres comunales y mapas parlantes, y se enfocaron en aspectos como la memoria local, dinámicas territoriales, vida familiar y percepción del desarrollo. El análisis cualitativo de los datos se llevó a cabo utilizando categorías emergentes y se apoyó en el software ATLAS.ti para la sistematización y codificación de la información recopilada. Los talleres fueron desarrollados en cada una de las subcentrales próximas al embalse de la represa. Su realización involucró varias etapas de concertación con las autoridades locales, la presentación del proyecto y sus alcances, la planificación de los talleres participativos y las entrevistas, además de la realización efectiva de los mismos siguiendo una guía de técnicas y la documentación del proceso. Estos talleres fueron realizados en el idioma quechua, lengua tradicional de las comunidades en la región, y se abordaron temas de gestión territorial, capital social y cultural, religiosidad, visiones de futuro, demandas y necesidades de las comunidades, resolución de conflictos y participación política. También, dentro de las actividades más significativas estuvo la realización de mapas parlantes para visibilizar los cambios en el territorio de las comunidades. Los temas centrales fueron la reorganización de la gestión de los recursos, las dinámicas de poder, el uso de la tierra y el cambio de uso y los impactos generados a nivel de paisaje debido al emplazamiento de la represa. Esta aproximación permitió relacionar la información obtenida en los talleres con su expresión espacial del espacio vital que sea visto transfigurado desde el inicio del proyecto. Por último, las intervenciones en las asambleas locales junto con los representantes de las instituciones públicas y de la empresa encargada de la represa, y las entrevistas grupales, permitieron la realización de un video testimonial de las percepciones sobre las transformaciones en las comunidades a partir de la llegada del proyecto de desarrollo a la zona. Resultados y discusión A continuación, presentamos los resultados divididos en dos partes. La primera muestra las distintas redes de actores y la caracterización de cada uno de ellos, junto a sus distintas dinámicas de poder y territorialidades dentro de la red, centrando la descripción en los espacios y el ejercicio del poder (Siangulube, Ros-Tonen y Reed 2023); en un segundo momento introducimos los discursos sobre desarrollo construidos en los distintos niveles (Estado, Proyecto Múltiple Misicuni, Comunidades). Las redes de actores son presentadas a partir de un criterio de representación espacial y política (Vallet et al. 2020). Partimos por el nivel nacional, con instituciones como ministerios de gobierno y organizaciones de carácter nacional. Seguimos con instituciones y organizaciones con representación departamental, seguido de aquellas que tienen representación local, como los gobiernos municipales y aquellas que tienen representación local dentro de las comunidades próximas al embalse de la represa de Misicuni. Se aprecia una variedad de actores con distintos niveles de involucramiento con relación a la planificación, gestión y toma de decisiones en la zona de estudio. A nivel nacional, encontramos al Ministerio de Medio Ambiente y Agua (MMAyA) y al Ministerio de Hidrocarburos y Energías (MHE) quienes orientan la política pública y las directrices para la planificación de operación y distribución del agua y energía del PMM. A este grupo se suma la Empresa Nacional de Electricidad (ENDE), quien administra las operaciones en la central hidroeléctrica de Misicuni, conforme a directrices específicas diseñadas para tal fin, en coordinación con el Comité Nacional de Despacho de Carga (CNDC) y la Empresa Misicuni (Ley 951, 1987). Por último, el Servicio Nacional de Áreas Protegidas (SERNAP) y el Parque Nacional Tunari coadyuvan a la gestión ambiental del parque, dentro del cual están asentadas las comunidades (Ley 1262, 1991). A nivel departamental, el Gobierno Autónomo Departamental (GAD) de Cochabamba coadyuva en la gestión socioambiental para el funcionamiento del sistema y garantizar la distribución del agua en la región. La Empresa Misicuni administra el agua del Embalse y del sistema. Planifica, opera y distribuye el agua en bloque para los diferentes usos. A nivel local, los distintos Gobiernos Autónomos Municipales (GAM) de la Región Metropolitana Kanata (Cochabamba, Quillacollo, Sacaba, Tiquipaya, Colcapirhua, Vinto y Sipe-Sipe) planifican la dotación de agua para consumo y producción mediante redes de distribución de agua (Ley 533, 2014). En el caso del Gobierno Autónomo Municipal de Quillacollo, al estar el embalse dentro de su jurisdicción, este se encarga de la planificación territorial y ejecución de proyectos en el Distrito 9 - Regional Misicuni (Ley Autónoma Municipal 618 2023). Al nivel de las comunidades, encontramos a la Regional Misicuni, conformada por ocho subcentrales y 29 sindicatos agrarios (tabla 1). En cuyo territorio se encuentra emplazado el PMM. Participan de ejecución de proyectos vinculados a la hidroeléctrica Misicuni. En los diferentes talleres y reuniones las Organizaciones de Regantes y Productores de la Regional Misicuni indicaron que se organizan para operar y distribuir el agua para consumo y riego en las comunidades; organizando a sus aliados conforme la dotación de agua, previa presentación de un plan de producción agropecuaria que estime los requerimientos de cultivos y ganadería en la zona. Tabla 1. Identificación de los actores involucrados con el proyecto hidroeléctrico Misicuni
Fuente: elaboración propia. Las comunidades cercanas al embalse pertenecientes a la Regional Misicuni y la Empresa Misicuni son los actores más influyentes en la escala local, especialmente sobre el control territorial. Las interacciones entre estos actores, sumadas a ellas los estresores externos (ambientales, políticos, económicos, etc.), conllevan la generación de tensiones e intensos ciclos de negociación (Ormerod et al. 2010; Perujo et al. 2021). En la figura 2 presentamos los distintos niveles de relación entre los actores involucrados en las dinámicas sociopolíticas alrededor del proyecto. Figura 2. Niveles de relación entre actores Fuente: elaboración propia. La historia del Proyecto Múltiple Misicuni revela un proceso de compensación conflictiva de oposición recurrente de la Regional Misicuni hacia la Empresa Misicuni. Durante la implementación del PMM, muchas de las comunidades de la Regional Misicuni afirman que se vieron obligadas a aprobar los acuerdos, aún a pesar de las consecuencias negativas, negociar temas de compensación y controlar su cumplimiento. Los miembros de las comunidades declararon que a medida que avanzaban las obras del proyecto, continuamente protestaban y exigían demandas a ser consideradas en acuerdos futuros. Actualmente, la Regional Misicuni exige beneficios relacionados con los ingresos del PMM en forma de regalías anuales o un fondo de construcción y fondos destinados a proyectos productivos. La Empresa Misicuni y ENDE mantienen un vínculo medio de colaboración en función al aprovechamiento del agua del embalse para la generación de energía en la Central Hidroeléctrica Misicuni. La propuesta de proclamar la producción de energía como una política de Estado fundamental para Bolivia, apoyada por varias instituciones gubernamentales del Estado (MMAyA, MHE, GAD, etc.), junto con varias empresas productoras de energía, entre ellas la Empresa Misicuni, fue el punto clave para su priorización (Ley 559, 1983; D.S. 24898, 1997; D.S. 28796, 2006; D.S. 29005, 2007). El discurso del PMM como una necesidad de desarrollo regional y nacional fue crucial para enfrentar las prioridades del proyecto con las demandas de las comunidades (Regalsky 2015). El intenso vínculo conflictivo entre la Regional y la Empresa Misicuni deviene de dos aspectos según los comunarios: 1) la insatisfacción por las compensaciones “mínimas” dispuestas y la alteración de sus medios de subsistencia; secado de aguas superficiales, pérdida de prácticas socioculturales (costumbres y festividades), mayor humedad por la presencia del embalse; y 2) el desconocimiento y negación de los impactos potenciales, reales e indirectos en el medio sociocultural. La principal crítica de los comunarios sobre el proceso de expropiación y compensación es que solo se consideró el valor comercial de la tierra y no su valor de uso para el sustento de las familias, siendo las parcelas expropiadas las tierras más productivas y el principal recurso para mantener su sustento basado en la agricultura. Los comunarios manifestaron que el gobierno nacional y sus instancias ministeriales solo tuvieron presencia en Misicuni durante la ejecución de obras del embalse. En ese sentido, la historia del proyecto Misicuni es un caso de “buenas intenciones gubernamentales”, a decir de los mismos comunarios, quienes desconocen y niegan las experiencias e impactos positivos en sus medios de vida. A ello suman, que la falta de un plan consecuente de mitigación de impactos a largo plazo hizo del proceso de compensación una historia de oposición recurrente de las comunidades hacia la Empresa Misicuni. La Empresa Misicuni mantiene un vínculo continuo, con base en la distribución de agua cruda en bloque a SEMAPA, el operador público del GAM de Cochabamba, y a las distintas EMAPAS y operadores públicos de agua y saneamiento del resto de municipios involucrados. También distribuye agua a algunas comunidades regantes que se emplazan en los pies de montaña, que fueron afectados con escases de agua por la implementación del túnel que es parte del PMM. El GAM de Quillacollo y Tiquipaya son los únicos que mantienen vínculos con las comunidades de la Regional Misicuni, el primero por ser el ente responsable de planificación y ejecución de proyectos en el lugar, y el segundo responsable del acceso a Misicuni. Por último, el GAD Cochabamba prevé aducciones hacia Cochabamba y Sacaba, siendo los operadores públicos de estos municipios los únicos que tienen acuerdos formales para recibir agua de Misicuni, el resto de los municipios de la metrópoli operan mayoritariamente a través de operadores locales de agua (Ledo 2013; Cabrera 2015). Los actores sociales entorno a la Hidroeléctrica Misicuni ejercen distintos niveles de poder en las escalas territoriales (ver figura 3). A nivel local, la Regional Misicuni y la Empresa Misicuni son los actores más influyentes y dominantes, por el control territorial y la presión sobre el paisaje. A nivel de región metropolitana, el GAD de Cochabamba socializa la hidroeléctrica como proyecto estratégico del gobierno nacional para el desarrollo metropolitano (Los Tiempos 2014; La Patria 2006), sin embargo, este proceso sigue en vías de consolidación porque aún no se distribuye el agua proveniente del embalse a las zonas proyectadas, sobre todo, debido a que los gobiernos municipales de la región metropolitana no cuentan con las redes de distribución adecuadas. Figura 3. Esquema de poder en distintas escalas territoriales Fuente: elaboración propia. Para entender las territorialidades es necesario identificar, comprender y representar a los sujetos sociales y sus relaciones, en las distintas escalas (Saquet 2015). En ese sentido se analizan tres tipos de territorialidades: 1) apropiación económica, que deriva de la propiedad de los soportes materiales y las relaciones que esta propiedad genera; 2) apropiación legal, derivada de la “legalidad” que define intervenciones tanto a nivel individual o de grupo, como a nivel de colectividades; y 3) apropiación simbólica, derivada de la significación territorial, proceso en el cual se hacen manifiestos tanto el sistema de valores hegemónicos como los sistemas de valores subyacentes (Sturich y Kunstek 2008) (ver figura 4). Fuente: elaboración propia. A nivel de la configuración y las dinámicas territoriales resulta claro que la implementación del embalse suscitó transformaciones importantes en el paisaje biofísico y sociocultural. Especialmente, en el paisaje sociocultural, con la reubicación de las viviendas las relaciones de vecindad entre comunarios se han disuelto o distanciado, las costumbres andinas y comunitarias y festividades católicas-andinas han desaparecido, y se han incorporado nuevas prácticas religiosas que han ganado fuerza en las distintas comunidades. La economía campesina de las comunidades que fueron reubicadas por el embalse va en detrimento, debido a las condiciones pedregosas del suelo donde fueron desplazados y el secamiento de lagunas y fuentes de agua. En los últimos años se ha manifestado con más fuerza la migración de los comunarios a las ciudades o al extranjero por cuestiones laborales. El fenómeno de multilocalidad está presente (Cielo y Antequera 2012), los comunarios residen en su comunidad como también en las laderas del Tunari en barrios rurales periurbanos. El aprovechamiento turístico de los recursos patrimoniales es eventual, en relación con las ferias que promociona el gobierno departamental y municipal. Los comunarios ven con potencial turístico su territorio, pero también mencionan la falta de acciones coordinadas que permitan promocionar y tener un mayor alcance dentro de los mercados locales. Representaciones de desarrollo El análisis sobre las distintas representaciones del desarrollo se realizó sobre el conjunto de documentación obtenida en el marco del proyecto de investigación. Se dividió la información por los grupos de fuentes de información: documentos que provienen de normativas, leyes, estatutos y otros que construyen el marco legal de acción del proyecto Misicuni. Documentación institucional correspondiente a los informes anuales del periodo 2009-2019, la cual reporta las actividades realizadas, los objetivos conseguidos y proyectados para la continuidad del proyecto. Además de documentación recogida a través de entrevistas y talleres con las comunidades próximas al embalse de la represa. En primer lugar, las normativas3 relacionadas con el Proyecto Múltiple Misicuni, al hablar de desarrollo, ponen mucha fuerza en la forma y alcance de este hablando de desarrollo integral a nivel local y regional; en segundo lugar, el desarrollo industrial y energético; y en tercer lugar hablan del desarrollo socioeconómico y desarrollo humano. Se visibiliza al desarrollo como un camino común al que todos los esfuerzos deben apuntar, dando prioridad a proyectos que generen impactos multinivel, respondiendo a demandas nacionales, regionales y locales. En la documentación institucional del proyecto Misicuni4 el desarrollo está orientado hacia el económico sostenible y la conservación medioambiental, el desarrollo energético, desarrollo social y productivo de las comunidades rurales próximas al embalse. Debido a las funciones múltiples que cumple el proyecto Misicuni, el enfoque está centrado en la dotación de agua y la producción de energía. Se prioriza la dotación de agua para la producción de alimentos en toda la región metropolitana de Cochabamba, y la generación de energía como parte del Sistema Interconectado Nacional (SIN). Las comunidades próximas al embalse de la represa declaran que la forma de comprender el desarrollo tiene que ver con 1) las transformaciones propiciadas por la modificación del paisaje generadas por la llegada del proyecto hidroeléctrico; y 2) las transformaciones sociopolíticas del contexto nacional. En ambos casos se manifiesta una desconexión entre las demandas de las comunidades y los actores involucrados en responder a esas demandas. En el primer caso, según la mayoría de las comunidades, la modificación del paisaje trajo consigo el distanciamiento entre muchas de ellas, el traslado de la actividad agrícola a las laderas, menos fértiles y más difíciles de trabajar, la pérdida de zonas favorables para la agricultura y la crianza de animales, los procesos de fraccionamiento de la propiedad comunal, el secamiento de fuentes naturales de agua, entre otros, han generado condiciones desfavorables para hablar de un desarrollo integral. En el segundo caso, las comunidades manifiestan que las transformaciones en la participación política y social en los últimos años han permitido que se consoliden proyectos en la zona. Aunque declaran que han sido insuficientes como para hablar de desarrollo en las comunidades, porque no responden de manera integral a sus demandas. No han podido llegar con su producción a otros centros de comercialización de bienes y servicios, con vistas a insertarse en espacios para intercambios favorables, reducir las dinámicas progresivas de abandono del campo o el cambio de actividad económica, sobre todo por las poblaciones jóvenes quienes, por motivos educativos o económicos se van desplazando hacia otras localidades. Algunas de las comunidades apuntan hacia una comprensión del desarrollo a futuro desde la perspectiva del desarrollo productivo (Subcentral Misicuni, Misicuni norte, Cochamayu, Sindicato Serketa) mediante la incorporación de tecnología para la producción, mejoramiento de semillas y otros procesos de innovación agropecuaria y productiva. Esos serían los requisitos para poder hablar de desarrollo en sus comunidades. Otros cuestionan para quién es el desarrollo actual del que se habla (Subcentral Patapampa). Manifiestan que cuando se habla del Proyecto Múltiple Misicuni se habla de desarrollo para la ciudad, pero no se ve reflejado el mismo nivel de atención a las comunidades próximas. Así que ven una incompatibilidad entre la propuesta sobre desarrollo enunciada desde las instituciones gubernamentales, la empresa Misicuni, y las comunidades. Discusión En esta sección queremos priorizar la discusión sobre dos ejes temáticos alrededor de desarrollo. Comenzamos con las formas de percibir el desarrollo, desde los proyectos y las comunidades rurales, y los elementos asociados dentro de estas dinámicas, haciendo énfasis en la discusión sobre aquellas que van consolidando el discurso alrededor de este y cómo las interacciones entre los actores van transformando los imaginarios y las representaciones. En segundo lugar, abordaremos la discusión sobre la reconfiguración de las territorialidades en ambientes modificados por proyectos de desarrollo, las relaciones de poder alrededor y las estrategias de negociación de las partes involucradas, sobre todo en momentos de alta conflictividad. La preocupación actual en la discusión de desarrollo se relaciona con la idea de una vida mejor o la propuesta de una buena vida, en el marco del actual contexto boliviano y en relación con el horizonte político de la región, cuando menos. Esta preocupación marca la tensión entre las construcciones discursivas de los horizontes civilizatorios de occidente y de los pueblos indígenas, lo cual exige mayor precisión en cuanto a ¿qué significa mejor?, ¿mejor para quién?, ¿mejor con relación a qué? Estas preguntas ponen en discusión los significados dados a desarrollo desde distintos actores y las lógicas para alcanzar el objetivo de una vida mejor. La tensión percibida a lo largo de esta investigación se da entre dos visiones distintas de desarrollo, que sin ser necesariamente opuestas son altamente conflictivas. Por un lado, la visión del desarrollo como parte del crecimiento económico, donde la maximización de los beneficios provenientes de los proyectos permite el desarrollo de la región y de las comunidades próximas, generando efectos positivos desde los proyectos, priorizando el acceso a diversos recursos para satisfacer las necesidades y demandas de las comunidades cercanas a ellos. Esta es la naturaleza del paradigma dominante de desarrollo, en tanto que vivir mejor significaría un perpetuo estado de insatisfacción, un proceso de acumulación continuo (Bautista 2011, 114). Por otro lado, la visión desde el desarrollo económico, a partir de la cual se considera la multidimensionalidad de los factores que permiten su realización. Es decir, no hay una relación directa o lineal entre la dotación de recursos y la satisfacción de las necesidades, ya que, al estar estas últimas ligadas a elementos subjetivos, históricos, culturales, etc., su realización efectiva involucra la incorporación de los sistemas de representaciones sociales en las dinámicas entre los distintos actores partícipes de estos procesos. En esta forma de entender el desarrollo, el vivir mejor está orientado a la búsqueda de equilibrios y la erradicación de desigualdades, tal como la manifiestan las comunidades rurales próximas al embalse del proyecto Misicuni, en la zona de estudio. Las representaciones sociales de un grupo tienen que ver con procesos de acomodación y asimilación de los nuevos referentes. Son procesos de construcción de esquemas mentales que permiten interpretar la realidad y apropiarse de la misma (Piaget 1976). En el caso puntual de Misicuni, es a partir de estos esquemas que se construyen las representaciones y sus cargas semánticas y simbólicas, mismas que reflejan las interacciones entre comunidad, proyecto, institucionalidad, que se construyen y modifican a lo largo del ciclo del proyecto. Por ello, se establecen ciclos de demanda continua desde las comunidades hacia el proyecto, ya que los procesos de acomodación imponen nuevas necesidades asociadas a la transformación del territorio. Por su parte, el proyecto afronta la actualización continua de las demandas, que repercuten en la programación de sus actividades, siendo necesaria la inclusión y asimilación de estas en su planificación. El abordaje de los fenómenos sociales desde la perspectiva de las representaciones sociales supone no solo un viraje metodológico, sino también teórico, hacia el reconocimiento de la importancia de la subjetividad en las relaciones sociales, una apertura a entender la construcción social de conocimiento y por lo tanto de categorías como la identidad, el territorio y la cultura, elementos clave para plantear con mayor precisión las relaciones comunidad – proyecto - institucionalidad. La reconfiguración de las territorialidades en ambientes modificados por los proyectos de desarrollo Un primer punto para incorporar el análisis de las representaciones sociales a las concepciones de territorialidad presupone entender al territorio como algo más que un espacio físico contenedor de los procesos sociales. Sino como el lugar donde la identidad se construye espacialmente (Jabardo Pereda 2019), donde se elaboran las representaciones y narrativas desde su interacción con otras y se desarrollan estrategias para su legitimación. Pero también las dinámicas territoriales que acontecen cuando el espacio vital se ve modificado y los sistemas de representación deben ser reconfigurados a la nueva realidad. Entonces, siguiendo a Paz (1998), la territorialidad como concepto o categoría jurídica es una construcción social dinámica donde se ponen en juego las tensiones y el imaginario de espacialidad local y los criterios de ordenamiento territorial que responden a estructuras y procesos sociales globales o mayores, pone en evidencia el alto nivel de conflictividad entre los sistemas de representación de los distintos actores por el uso y significación del espacio. Y esta al ser una relación social que genera procesos de transformación y de mutua influencia en cuanto al imaginario de espacialidad, y donde lo local posee una situación de desventaja en la medida en que viene a formar parte de un tejido mayor, que cuenta con mayores perspectivas políticas y económicas (Laurenti 2017), reafirma el estado de desventaja de las comunidades frente al proyecto. Sin embargo, es la misma lucha por su identidad la que moviliza y articula las luchas políticas de estas comunidades rurales y sus demandas, así como estas se vinculan a la redefinición de espacios que territorializan estas identidades. Por último, estas disparidades en las relaciones de poder generan distintas estrategias de negociación en los momentos de alta conflictividad. Las comunidades rurales de Misicuni, en búsqueda de la territorialización de sus identidades, construidas, reproducidas y transmitidas por medio de sus sistemas de representación social, guiadas por sus visiones de desarrollo, reconfiguradas por las transformaciones espaciales y las nuevas dinámicas con el proyecto hidroeléctrico, encuentran en la demanda popular el vehículo para transmitir su insatisfacción. Entendida esta como un proceso más allá del acceso a determinados recursos o la atención a eventos específicos, sino incorporando dimensiones más profundas relacionadas al conflicto entre distintas visiones de desarrollo y territorialidad. Conclusiones A nivel general podemos resaltar la importancia de que la subjetividad emerge como un componente esencial en la evaluación de impactos socioambientales. Las historias de vida, las narrativas locales y las percepciones individuales y colectivas pueden revelar dimensiones de impacto que no se capturan mediante indicadores numéricos. La relación de la comunidad con su entorno, la forma en que se construye la memoria y la identidad, y las representaciones del futuro son elementos cruciales. Los impactos sociales y culturales poseen dimensiones subjetivas que incluyen percepciones, imaginarios y representaciones. La presencia del proyecto modifica la forma en que la comunidad se percibe a sí misma y sus objetivos de desarrollo. Tomando en cuenta nuestra entrada teórica, se reafirma que la dimensión social comprende la percepción de los afectados, la identidad cultural y el sentido que se da a la idea de “calidad de vida”, desde una perspectiva subjetiva. Los imaginarios sociales y las representaciones culturales desempeñan un papel fundamental en cómo las comunidades perciben y se relacionan con los proyectos de desarrollo. La promesa de una mejora en la calidad de vida se basa en paradigmas clásicos de desarrollo que entran en tensionan con las realidades culturales y sociales locales. Esta discrepancia de perspectivas puede dar lugar a descontento, conflictos y percepciones distorsionadas de los impactos reales. Uno de los puntos clave que surgen de las reflexiones compartidas es la necesidad de descentrar el enfoque de la discusión en torno a los proyectos hidroeléctricos. Más allá de las palabras y los términos utilizados, es crucial comprender que las percepciones y concepciones de las comunidades locales son fundamentales en la toma de decisiones. Además, tienen un carácter dinámico y por tanto son susceptibles a un impacto por la presencia de los proyectos y todo el proceso de gestión que implica. Los proyectos hidroeléctricos no son simplemente una cuestión técnica o ambiental, sino que se enmarcan en una construcción social e histórica que afecta directamente a las personas en su entorno. Otro aspecto destacado en estas reflexiones es la diversidad de intereses y necesidades presentes en las comunidades relacionadas con el proyecto. Algunas comunidades pueden tener intereses económicos o de desarrollo que se alineen con los proyectos hidroeléctricos, mientras que otras pueden enfocarse en la preservación del entorno natural. Esta diversidad de perspectivas y objetivos debe ser abordada en su real magnitud, reconociendo que no son estáticas y cambian a medida que se producen y reproducen discursos y narrativas producto de las relaciones sociales que se tejen y destejen en el ciclo de vida del proyecto. Uno de los puntos más relevantes es el desafío de la comunicación y el diálogo entre las partes involucradas. A menudo, las comunidades y los expertos técnicos pueden tener dificultades para comunicarse debido a diferencias en el lenguaje y la perspectiva, dimensión que como dijimos se alimenta y transforma en la propia relación entre los actores. Este hecho afecta la toma de decisiones; la resolución de conflictos; en la gestión del proyecto, por ello la necesidad de reconocer que es también un espacio de impacto social y que debe incluirse en una propuesta de indicadores socio ambientales de evaluación integral de impactos de proyecto hidroeléctricos. A nivel de recomendaciones, la investigación encontró pertinente asumir el desafío de construir indicadores sociales de evaluación de impacto de megaproyectos aplicando los siguientes enfoques y metodologías: a) enfoque participativo: involucrar a expertos, comunidades locales y otros actores relevantes en el diseño y selección de indicadores. b) Enfoque cualitativo: los datos cualitativos que capturen aspectos subjetivos y narrativos de los impactos sociales. c) Ampliación de los indicadores tradicionales: incluyendo dimensiones sociales más amplias, como el lenguaje, la creatividad, la memoria colectiva y las relaciones comunitarias; y d) transparencia y acceso a la información: garantizar la disponibilidad y accesibilidad de la información relevante sobre el proyecto y sus impactos sociales. Estas metodologías permitirán construir indicadores sociales de evaluación de impacto más completos y contextualizados para los megaproyectos, facilitando la toma de decisiones informadas y el desarrollo sostenible. Bibliografía Alarcón, Paulina, Álvaro Carrasco, César Salazar, Marcela Jaime y Cristina Martin. 2021. “Environmental risk perception in aquaculture mega-projects. The case of Cobquecura in Chile”. Revista de Geografia Norte Grande (79): 103-121. doi.org/10.4067/S0718-34022021000200103 Alemán, Andrea, y Camilo Kunstek. 2023. COMunidad que investiga. Sistematización de experiencias en la construcción del análisis transdisciplinario en la carrera de Comunicación Social. Cochabamba: UCB Altamirano, Alfredo, y Alberto Bueno. 2011. “El ayni y la minka: dos formas colectivas de trabajo de las sociedades pre-Chavín”. Investigaciones Sociales (15)27: 43-75. Bautista, Rafael. 2011. Hacia una constitución del sentido significativo del ‘vivir bien’. 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Notas al pie 1 Programa mibio “Improved biodiversity conservation and management through monitoring of ecological and social impacts of hydropower megaprojects in Bolivia (2020 – 2023)”, en el marco del convenio interistitucional entre las tres universidades: UNIBONN-UCB-UMSS. 2 Siguiendo a Altamirano y Bueno (2011, 53), el ayni era “un sistema de trabajo de reciprocidad familiar generalizado entre los miembros de los ayllus, destinado a las construcciones de estructuras públicas y a los trabajos agrícolas”. Mientras que para la mink’a “la colectividad ejecutaba las obras que beneficiaban al ayllu como un todo: canales de irrigación local, andenes (terrazas de cultivo en las faldas de cerros), puentes, templos, ciudades, locales de preparación de charqui y/o almacenamiento de productos, corrales, cercas, manutención de las huacas locales con enterramientos humanos, etc. Este sistema envolvía y obligaba a todos los miembros de la comunidad a trabajar en beneficio de la comunidad o ayllu” (54). 3 Los documentos analizados fueron: CPE, DS 0181, DS 1497, DS 23318, Ley 951/1987, Ley 1178/1990, Ley 2341/2002, Ley 004/2010, EEIA – Misicuni, Ley de procedimiento administrativo - Misicuni, Estatuto Orgánico - Misicuni, Código de ética - Misicuni. 4 La documentación analizada a nivel institucional corresponde a los informes de gestión entre los años 2009 – 2019.
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