Letras Verdes. Revista Latinoamericana de Estudios Socioambientales N.° 37, periodo marzo-agosto 2025, e-ISSN 1390-6631 doi.org/10.17141/letrasverdes.37.2025.6135
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Ciudades medias y desigualdades urbano-ambientales. Estudio de casos en Sudamérica Medium-Sized cities and urban environmental inequalities. Case studies from South America Walter F. Brites, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Instituto de Estudios Sociales y Humanos (CONICET-IESyH), wf.brites@conicet.gov.ar, orcid.org/0000-0003-2801-5792 Recibido: 21 de diciembre de 2023 Aceptado: 25 de abril de 2024 Publicado: 31 de marzo de 2025
Resumen Introducción: el artículo discute una dimensión poco problematizada en el estudio de las ciudades: las desigualdades urbano-ambientales; para ello se realiza una discusión teórica que sitúa a las “políticas urbanas” en el epicentro del problema. Se argumenta que los beneficios asociados a los entornos de alta calidad ambiental y las adversidades del medioambiente contaminado no están azarosamente distribuidos, pues obedecen a procesos socioeconómicos y espaciales. Objetivo: conocer y describir las desigualdades urbano-ambientales con atención a implementar políticas, programas o proyectos en el espacio urbano. Metodología: se basa en un estudio de casos en cuatro ciudades (Cochabamba, Ciudad del Este, Valparaíso y Viña del Mar). Se recurre a una investigación documental-exploratoria y a consultas a técnicos y especialistas, incluyendo la revisión de políticas ambientales. Conclusiones: la reflexión enfatiza las disparidades que generan las políticas urbanas, al descompensar la calidad de vida y el hábitat de los sectores populares, donde los costos asociados a la contaminación no son considerados entre la población más pobre. Esto pone de relieve cómo las adversidades del ambiente contaminado, la exposición a riesgos y las vulnerabilidades del entorno configuran nuevas desigualdades que profundizan las desventajas. Palabras clave: contaminación; hábitat; parques; política ambiental; revalorización Abstract Introduction: The article discusses a dimension that has been little problematised in the study of cities: urban environmental inequalities. To this end, a theoretical discussion is presented that places urban policy at the epicentre of the problem. On the one hand, it is argued that the benefits associated with high environmental quality environments and the disadvantages of polluted environments are not randomly distributed, but are due to socio-economic and spatial processes. Objective: To understand and describe urban environmental inequalities with a focus on the implementation of policies, programmes or projects in the urban space. Methodology: Based on a case study of four cities (Cochabamba, Ciudad del Este, Valparaíso and Viña del Mar), using documentary exploratory research and consultations with technicians and specialists, including a review of environmental policies. Conclusions: The reflection highlights the inequalities generated by urban policies that unbalance the quality of life and the habitat of the popular sectors, where the costs of pollution are not addressed to the poorest populations, highlighting how the adversities of the polluted environment, exposure to risks and vulnerability of the environment create new inequalities that deepen the disadvantages. Key words: environmental policies; habitat; parks; pollution; revaluation
Introducción Actualmente, en Latinoamérica las ciudades son más contrastantes en cuanto a la calidad de los espacios urbanos construidos y, más allá, de las diferencias socioeconómicas y espaciales existentes, la implementación selectiva de legislaciones y políticas urbano-ambientales constituye un factor clave para el desarrollo de las desigualdades ambientales. Los casos de las ciudades estudiadas ponen de relieve que las desigualdades socioespaciales y ambientales son también la expresión de las políticas urbanas que distribuyen oportunidades y recursos. La propuesta analítica aquí esgrimida considera a las “políticas urbanas” en el epicentro de las desigualdades ambientales, a partir de su acción u omisión. Las desigualdades se ponen de manifiesto cuando, por un lado, las políticas facilitan a una barriada desarrollar su lugar de vida en zonas industriales o próxima a un vertedero, donde se vive en contexto de contaminación y riesgos ambientales, pero, por otro, cuando se construyen entornos urbanos embellecidos, de alta calidad ambiental, paisajísticos, modernos, etc. Estas intervenciones visibilizan e invisibilizan problemas, así como legitiman y encubren la desigual acción de las políticas urbanas. Las estrategias de marketing urbano hoy se elaboran bajo el eslogan de la ciudad verde y sustentable, pero las intervenciones urbanas ambientales más significativas llegan a zonas urbanas y residenciales distinguidas, lo que aumenta su valor económico y simbólico. Grandes parques arborizados, con infraestructura para el ocio y la recreación, como ciclovías y espacios para caminatas, se acompañan de políticas de vigilancia y seguridad pública, y además se promocionan eventos culturales y el turismo. En este sentido, se sostiene que las políticas urbano-ambientales, o la ausencia de estas, se rige por un principio de intervención selectiva, de presencia/ausencia, intervención/no intervención. Mientras del lado pobre de las ciudades la no intervención en los problemas ambientales se traduce en un dejar hacer, dejar que pase; del lado rico de la ciudad la legislación es constrictiva sobre el problema, la regulación y el control protegen diversos aspectos del medioambiente. La autogestión social de los barrios pobres, por un lado, y la disponibilidad de recursos entre los estratos de alto poder adquisitivo, por el otro, generan brechas que se acoplan a otros tipos de desigualdades. Este proceso desfavorece y vulnera a los que habitan las áreas pobres de las ciudades. Marco teórico Actualmente en las ciudades afloran espacios urbanos selectivos y exclusivos que conservan, recuperan y regeneran espacios destinados a producir alto valor ambiental e inmobiliario (Pérez Torres 2016; Brites 2019). El auge de políticas de revalorización urbana vinculadas a proyectos ambientales urbano, que regeneran frentes fluviales y/o producen reservas naturales protegidas (reservas urbanas, áreas verdes de arboricultura, grandes parques, etc.), genera efectos diferenciales y desiguales en la calidad del hábitat urbano. Allí, lo sustentable o sostenible se comercializa bajo argumentos ecologistas (Cole e Immergluck 2021; Rice 2020). Los costos y beneficios ambientales desiguales de las políticas generan efectos diferenciales y desiguales. El acceso diferenciado a bienes ambientales como el aire puro, el agua limpia o las áreas verdes (Brites 2022; Pi Puig 2021; Alves 2007) es un indicador de bienestar ambiental o principios de sostenibilidad (Perevochtchikova 2013). La distribución desigual de los servicios ambientales o su inaccesibilidad implica costos para la calidad de vida. Los barrios más desfavorecidos en las ciudades son, a la vez, los menos favorecidos por las políticas y las oportunidades del medioambiente sano. Las desigualdades ambientales están relacionadas con la exposición diferencial de los sectores sociales a los riesgos y vulnerabilidades que genera el medioambiente (Carmona y Jaimes 2015), de modo que la contaminación ambiental urbana implica analizar las jerarquías sociales y las desigualdades de clase (Herculano 2008). Ni los riesgos ni las adversidades ambientales están azarosamente distribuidos, obedecen al resultado de procesos político-económicos y construcciones sociales estructuradas. Las desigualdades ambientales también han sido entendidas desde la óptica de la segregación socioambiental, como un fenómeno en el cual los sectores de más altos ingresos residen en zonas de mejor calidad de aire, mayores comodidades y equipamientos urbanos (Salgado et al. 2009), además aparecen como espacios de homogeneidad social distantes de las áreas degradadas o contaminadas. Quizás un punto inicial para entender a las desigualdades ambientales es el auge del urbanismo neoliberal, que acentúa las contradicciones socioterritoriales y produce una ciudad del mercado, donde los intereses inmobiliarios presionan en ámbitos socioespaciales diferenciados. Hoy el modo en que se implementa el urbanismo verde climático impulsa nuevas dinámicas socioespaciales como la llamada “gentrificación verde” y los crecientes conflictos (Connolly, Anguelovski y Oscilowicz 2023). La ecologización de las ciudades se propone como sana y saludable, pero puede dar lugar a procesos espaciales y socioambientales desiguales, como el desplazamiento y la segregación. Así, la gentrificación ambiental, ecológica o verde es un proceso en el que la limpieza de la contaminación o la provisión de servicios verdes aumenta el valor de la propiedad local y atrae a residentes más ricos a un barrio previamente contaminado o marginado (Banzhaf y McCormick 2006). En la actualidad, las ciudades expresan con creces distintas formas de crecimiento desigual, y las políticas urbano-ambientales no llegan a todos, son focalizadas, selectivas y excluyentes como la acupuntura urbana (Galvis 2020); otras veces hacen sinergia con la inversión privada, generando rentabilidad y gentrificación (Brites 2017; Smith 2009; Janoschka, Sequera y Salinas 2013). Ello abona un nuevo medio urbano, que produce enclaves fortificados y privados, refuerza y valoriza desigualdades y separaciones. Las áreas de pobreza extrema y la contaminación ambiental se traslapan generando zonas urbanas hiperdegradadas (Davis 2007). Las distintas formas de desigualdades (socioespaciales, residenciales, ambientales, etc.) están generando un paisaje urbano más homologado en las ciudades. Varios estudios sugieren que, en muchas ciudades, el crecimiento urbano y sus distintas funcionalidades están generando efectos medioambientales negativos, los cuales se distribuyen de modo desigual entre la población, y existe un impacto diferencial de los problemas ambientales concomitantes en comunidades de más bajos ingresos (Walker y Bulkeley 2006; Krieg y Faber 2004). Es así como las desigualdades urbanas y medioambientales configuran modos desiguales de habitar el espacio (Suárez 2021). En los bordes de las ciudades, muchos terrenos vacantes han ido conformándose en “basurales a cielo abierto”, donde la descarga no controlada de basura crea sitios de disposición de residuos y zonas ambientalmente desfavorables (D’hers 2013). La pobreza extrema, sumada a la falta de viviendas, y la permisividad de prácticas en los espacios periurbanos residuales facilitan que algunas familias desarrollen estrategias de autoempleo en la recuperación de materiales de la basura, para consumo propio y/o venta en acopiadores. Así, la lógica de alejamiento de los residuos hacia la periferia combina la emergencia de villas y prácticas de reciclaje (Schamber y Suárez 2011). En el contexto de las desigualdades ambientales, los problemas más severos de contaminación ambiental están arraigados en asentamientos y barrios populares, donde los riesgos ambientales se concentran desproporcionadamente entre las familias más pobres. Metodología La metodología general recurrió a un abordaje de carácter exploratorio y descriptivo, a fin de generar una aproximación a un problema poco conocido en el contexto de las ciudades tomadas como casos para el estudio: Valparaíso y Viña del Mar (Chile), Cochabamba (Bolivia) y Ciudad del Este (Paraguay). El criterio de selección respondió a ciudades de tamaño medio de tres países distintos, con características geográficas y climáticas disímiles: Ciudad del Este a orillas de río Paraná, en la región subtropical húmeda; Cochabamba, ciudad mediterránea en zona de clima templado, con relieve de valle rodeado de cerros y montañas; Viña de Mar y Valparaíso, ciudades marítimas y portuarias en las costas del Pacífico, rodeadas de serranías y colinas con estructuras urbanas en terrazas. Se ha visitado estas ciudades en reiteradas oportunidades y se dispone de información de campo. Para acceder a los datos empíricos se realizó un relevamiento de información proveniente de planes, programas y/o políticas urbanas ambientales implementadas durante los últimos años en las ciudades de referencia. El trabajo con fuentes secundarias incluyó la sistematización de acciones gubernamentales diversas: planes de renovación urbana, programas de saneamiento ambiental y de arborización, desarrollo de infraestructura verde (reservas urbanas, parques, plazas, bicisendas, etc.), tratamiento de frente fluviales, otros espacios de ocio, etc. Analizar y sistematizar las fuentes secundarias fue de utilidad para comprender la territorialización de las políticas, delimitando las distintas unidades espaciales (barrios y/o sectores urbanos, comerciales, residenciales, etc.). En esta fase se analizaron el perfil socioeconómico de sus residentes, los usos del suelo y/o cambios en este, la participación del sector inmobiliario, y la existencia de conflictos relativos a desplazamientos y/o nuevos usos, etc., para lo cual se entrevistó a especialistas, técnicos y otros académicos. Por otro lado, la investigación abordó con particular interés la localización de los asentamientos y/o barrios populares en el contexto del espacio urbano de las ciudades. Para eso, se recurrió a información provista por la ONG Techo Paraguay, Catastro Nacional de Campamentos de Chile (MINVU 2019), y la Red Nacional de Asentamientos Humanos de Bolivia (RENASEH 2023), los cuales se han volcado al software Arcgis de información geográfica. En una etapa final de la investigación, se analizó y produjo información comparativa entre los casos, y se elaboraron esquemas, gráficos y tablas. Resultados y discusión Cochabamba, Bolivia En la ciudad de Cochabamba habitan 661 484 personas y 1,5 millones en su área metropolitana. Actualmente, la aqueja el problema del smog generado por el aumento abrupto de su parque automotor, las industrias ladrilleras, los chaqueos (rozado con quemas) y las quemas de basura, agravadas por su situación topográfica. Sin embargo, en la ciudad se acentúan las desigualdades ambientales en función de los espacios residenciales; es decir, las condiciones de limpieza urbana y calidad ambiental de los hogares varían según el ingreso y su ubicación en el espacio urbano. En Cochabamba, la zona norte alberga a los principales barrios residenciales de la ciudad, como el distrito de Cala Cala, un sector moderno, exclusivo y caro; además están los barrios Muyurina y Queru Queru, con espacios verdes ornamentales, plazas y parques. Muyurina alberga al jardín Botánico y colinda con el cerro de San Pedro, desde donde parte el teleférico que llega hasta la emblemática estatua Cristo de la Concordia. Queru Queru es una zona próspera donde se sitúan el palacio Portales, la mansión Simón Patiño y jardines ornamentados del siglo XX, transformados en centro cultural para visitas guiadas y espectáculos artísticos. En estas zonas recientemente la Empresa Municipal de Áreas Verdes y Recreación Alternativa (Emavra) ha mejorado los arroyos y vertientes, las áreas verdes parquizadas y el hábitat en general. En los últimos años en la ciudad ha aflorado el fenómeno de los barrios cerrados, como Las Magnolias, La Serena, Lomas de Aranjuez, urbanización Tunari, El Valle, la Rinconada Country Club, barrios Bosque Norte y Bosque Sur, entre otras urbanizaciones cerradas o semicerradas. Estos espacios, si bien registran valores y características distintas, cuentan con regulaciones urbanísticas y edificatorias que combinan naturaleza, calidad ambiental y seguridad, como muros perimetrales, cercos eléctricos, muros “verdes” (de árboles) y mallas de alambre, casilla de vigilancia, cámaras de seguridad. Estos barrios tienen espacios verdes propios e impiden el paso peatonal y vehicular desde el exterior, al margen de la normativa urbana, y en muchos casos están próximos a un espacio verde público administrado por el municipio. Al norte de la ciudad, los limites naturales y áreas de protección como las serranías (Parque Nacional Turani) son una opción para la residencia de los sectores de mayor poder adquisitivo. En Cochabamba, la relación entre el acceso a tierras de bajo precio de hogares con reducidos ingresos que construyen viviendas deficitarias, en asentamientos informales, se contrapone con la existencia de viviendas lujosas. Este es el caso de las áreas reservadas del Parque Nacional Tunari (distrito 13), lo cual evidencia además de la informalidad e ilegalidad, la falta de control de las autoridades gubernamentales (Jiménez et al. 2016). Como puede observarse en el mapa 1, el estudio realizado por Cabrera, Escobar y Ugarte (2019) detecta que en el distrito de Cochabamba la mayor parte de las urbanizaciones cerradas están emplazadas en el área de influencia del Parque Nacional Tunari, y consumen recursos ambientales en un área protegida y prohibida al avance de la urbanización. Mapa 1. Urbanizaciones cerradas en Cochabamba metropolitana Fuente: Cabrera, Escobar y Ugarte (2019); Mapoteca RENASEH (2023). En Cochabamba no hay datos oficiales sobre la cantidad de asentamientos informales, aunque organizaciones no gubernamentales y estudios locales estiman que existen alrededor de 300 asentamientos en el área metropolitana. Esta ciudad reproduce de forma creciente barriadas pobres, como en la zona sur, los distritos 7, 8, 9, y 14. Ubicadas en las serranías, sin servicios básicos, las familias con escasos recursos deben comprar agua potable de camiones cisterna. En el Distrito 8, los barrios Alto Viscachani, San Carlos, Gualberto Villarroel, entre otros, se encuentran en espacios periurbanos muy adversos y lejanos; los caminos de dificultosos accesos, cuesta arriba, zigzagueantes y la falta de transporte aumentan la segregación. En general, en las barriadas pobres de Cochabamba es crítica la falta o escasez de servicios básicos como el agua potable, alcantarillados de desagües (agua servidas) o la recolección de residuos. La basura es un serio problema ambiental. En un contexto de difícil acceso, muchas familias optan por utilizar las torrenteras o descampados para botar los residuos o realizar quemas al aire libre. Estos barrios están olvidados por la administración municipal, y no hay seguimiento oficial sobre la contaminación y la situación sanitaria de la población. En estos espacios relegados, la voluntad de actuar pareciera no motivar al sector gubernamental, que gestiona una desigual distribución de los recursos y servicios ambientales. En las laderas, en Alto Buena Vista, uno de los barrios más pobres de Cochabamba, escasea el agua potable de red, hay acumulación de basura y problemas de salubridad. En 2017, el árido barrio, donde rara vez llueve, no contaba con conexión de agua por cañerías ni pozos. En otros barrios del distrito 9, en general se carece de servicios y falta infraestructura ambiental; por ejemplo, en la comunidad de María Auxiliadora la ausencia de servicios básicos genera situaciones emergentes de resiliencia entre sus residentes. En el sur de la ciudad, los emprendimientos ladrilleros se ubican en áreas de asentamientos informales, algunos de ellos en zonas inundables con deterioro del suelo por excavación y degradación ambiental, además hay asentamientos informales por fuera del límite urbanizable (Bolívar 2014). Las ladrilleras en las barriadas contribuyen a la polución ambiental de Cochabamba; por ello, en 2021 la Secretaría de Planificación y Medio Ambiente demolió más de 50 hornos de producción de ladrillos, tras acuerdos y convenios con propietarios y vecinos. El objetivo fue mitigar entre el 7 % y 10 % de la contaminación atmosférica en la ciudad. El hecho fue denunciado de “mano dura” contra la fuente de trabajo de vecinos, mediante clausuras, sanciones y derribos. La propuesta fue reubicar los hornos ladrilleros más allá de los límites de la mancha urbana. Mientras esta acción se desarrolla, las políticas gubernamentales no se han ocupado de otros problemas de hábitat y medio ambiente en las barriadas. A contramano de la contaminación en las áreas relegadas, las políticas ambientales se focalizan en las zonas revalorizadas. Por ejemplo, el Gobierno Municipal de Cochabamba y la ONG WWF-Bolivia firmaron un acuerdo para fortalecer políticas ambientales, a fin revitalizar áreas naturales como la ladera norte de la serranía San Pedro (proyecto “Parada Cero, Bosque Natural Urbano San Pedro, Cochabamba”) y nuevas infraestructuras en el Jardín Botánico, para implementar un Centro de Educación Ambiental. Las políticas se fundamentan en buscar soluciones urbanas enfocadas en la resiliencia al cambio climático y la problemática ambiental, pero las acciones tienden a fortalecer la denominada “ciudad jardín” en los alrededores de Muyurina, Queru Queru y zonas de influencia del Parque Tunari. Viña del Mar y Valparaíso, Chile En la región de Valparaíso (Chile) el área metropolitana reúne, por un lado, a la moderna y glamorosa ciudad de Viña del Mar, con sus playas y borde costero de lujosos edificios, y, por el otro, a la ciudad portuaria de Valparaíso, un lugar colorido presentado como centro turístico e histórico que proyecta al pasado. A pesar de sus diferencias y contrastes, ambas se desarrollan para atraer al turismo e inversiones, lo que genera desigualdades espaciales y urbano-ambientales. En Viña del Mar (334 248 habitantes), se han comenzado a desarrollar más de 40 proyectos inmobiliarios que ofrecen departamentos y casas en barrios exclusivos (con identidad de clase), muchos de ellos en la zona de costas de Reñaca y Montemar, que combina un entorno verde, bosques y playas de alta calidad ambiental, en un espacio tranquilo y relajado; área donde los servicios ambientales y urbanos están garantizados por la inversión privada y el Estado. Por ejemplo, allí una inmobiliaria promociona la construcción de un parque urbano, “un nuevo pulmón verde de 28 000 m2”, para el esparcimiento familiar. Por otro lado, una de las características de Viña del Mar es ser la comuna con más campamentos (asentamientos) en Chile: 83 para el año 2021 (Morales 2022). Allí se encuentran en crecimiento los campamentos Felipe Camiroaga, Conjunto Villa Oriente y Manuel Bustos. Este último, un asentamiento irregular de 32 000 habitantes (el mayor de Chile). En este escasean el agua corriente y los servicios urbanos. El megaasentamiento es conocido por sus características ambientales y socioeconómicas deprimidas. Las condiciones ambientales del asentamiento, vinculado a la presencia de basurales cercanos y el precario manejo de excretas, ponen en riesgo la salud de los habitantes (Morgado et al. 2018). La recolección de basura es irregular, y muchas familias quedan sin acceso por residir en áreas fuera de la concesión sanitaria, por ello es común observar microbasurales y quemas, a pesar de estar prohibidos. Mapa 2. Campamentos en las serranías de Valparaíso y Viña del Mar Fuente: Catastro Nacional de Campamentos (MINVU 2019). En Valparaíso (296 655 habitantes), próximos al centro político y financiero de la ciudad, sobresalen Cerro Alegre y Cerro Concepción, como barrios bellos y coloridos, donde las casas están pintadas con murales que muestran diversas fachadas. Estas áreas urbanas gestionadas para el turismo, como la cara estética y paisajística de la ciudad, condensan una superposición entre espacios públicos y privados: plazas, paseos miradores, pasajes, escaleras, pequeños jardines, bifurcaciones, bares, etc., y configuran un hábitat de múltiples facetas. Por otro lado, el crecimiento urbano vertical hace visible la pobreza (Carrasco 2016). En las colinas de la ciudad, las tomas de tierras se reproducen en lo alto, como los barrios de las lomas, donde no hay calles asfaltadas y los servicios de saneamiento urbano escasean, un escenario contrario a lo promocionado en la ciudad. Sin opción en la ciudad, miles de viviendas, están prácticamente colgadas de los escarpados cerros, sin mínimas condiciones de salubridad, en “zonas de riesgos” como quebradas y desagües fluviales. La vegetación mínima, la alta densificación y ocupación del suelo, los potenciales desprendimientos, aluviones e incendios, son adversidades que generan riesgos y vulnerabilidades. De hecho, en 2014 un gran incendio en los cerros afectó a más de 400 viviendas en los campamentos El Vergel, La Cruz, El Litre, Mariposas, Las Cañas, Mercedes y Miguel Ángel, generando muertes y más de 10.000 damnificados. Los planes urbanos de Valparaíso han operado de manera desigual. La falta de espacios públicos abiertos, de caminos y accesos, las escasas y deficientes cañerías de agua (bombeo) y otros servicios acentúan las dificultades del habitar en los barrios pobres de los cerros. Tanto en Valparaíso como en Viña del Mar los hogares más pobres acusan una desprotección de las políticas urbano-ambientales, un fenómeno persistente que redunda en la desigual exposición a la contaminación ambiental entre barrios ricos y pobres, y, por lo tanto, al goce de oportunidades a un ambiente sano. En la mayor parte de los planes urbano-ambientales se plantean objetivos que apuntan a favorecer el desarrollo residencial con uso del suelo acorde con los atributos del paisaje y el contacto con la naturaleza, así como a regenerar y proteger las áreas y corredores biológicos que generan servicios ambientales y contribución a la sustentabilidad del ecosistema urbano. En general, los nuevos planes urbanos de estas ciudades tratan de atender a las condiciones patrimoniales, paisajísticas y ambientales. Recientemente, la Municipalidad de Viña del Mar aprobó un proyecto que busca convertir el conocido estero Marga Marga en un parque urbano con potencialidad de recuperar su condición ecológica. Allí se limitará el uso comercial de la tierra, el tránsito vehicular y se construirán ciclovías y áreas recreativas. Mientras tanto, en Valparaíso está en ejecución (con millonaria inversión) el Parque Barón, un futuro parque urbano en el borde costero de la ciudad, sobre una superficie de 11 hectáreas. Allí se proyectan zonas verdes de esparcimiento, equipamiento náutico, costanera, canchas deportivas, plazas y jardines, además de espacios para gastronomía y cafetería. También, en algunos sectores de la ciudad se están generado acciones de reforestación urbana, así como proyectos de consolidación de parques plazas y jardines, para mejorar la calidad climática ambiental. Algunos de los sectores intervenidos son la avenida Errázuriz, el Parque Italia, el jardín del Arco Británico, el Mirador Faro Punta Ángeles y la Estación Barón, al igual que los parques La Merced, Quintil y Quebrada Verde, entre otros. En el fondo, estas acciones ponen en valor determinadas áreas y vecindarios de la ciudad. Mapa 3. Ubicación del estero Marga-Marga en Viña del Mar Fuente: Proyecto Margamar. Ciudad del Este, Paraguay Ciudad del Este, con 301 815 habitantes, es otra urbe que escenifica los contrastes de las desigualdades ambientales. El crecimiento económico, ligado a las actividades comerciales en una zona de triple frontera (con Argentina y Brasil), atrajo la llegada de inversores y, con ello, la emergencia de nuevos ricos en la ciudad. Hoy existen barrios consolidados en áreas ambientales regeneradas y conservadas, como el Área 1, a la que circunda el Parque Salto del Guairá, un bosque urbano de grandes dimensiones. Además, próximo al centro urbano se encuentra el Lago de la República, un lago artificial abastecido por el arroyo Amambay, destinado a actividades deportivas y recreativas. En su zona de influencia se encuentran barrios residenciales, como Boquerón, San José, San Lucas y O’Leary, que aprovechan el entorno verde y su proximidad al área central. En esta área se localiza también el Parque Lineal Itaipú, otro sitio de esparcimiento en la zona central de la ciudad. Este parque confluye con tres de las cuatro principales áreas verdes colindantes del Área 1. Con una superficie de 48 hectáreas, abarca la totalidad de los parques Manuel Ortiz Guerrero, José Asunción Flores y Salto del Guairá. Estas zonas centrales combinan óptimos servicios e infraestructuras con arbolado urbano y espacios verdes de ocio. Por otro lado, el mercado inmobiliario de la ciudad ha explotado el mercado ambiental con barrios privados como el lujoso Paraná Country Club, que aprovecha un entorno natural entre las costas de los ríos Paraná y Acaray. Mapa 4. Parque Lineal Itaipú. Ciudad del Este Fuente: Itaipú Binacional. La otra cara de Ciudad del Este es la reproducción de la pobreza en asentamientos informales. De acuerdo con la ONG Techo (2020), en la ciudad 15 429 familias residen en 125 asentamientos precarios. Este fenómeno se consolida en las afueras de la ciudad, en barrios periféricos, donde muchas familias han migrado desde comunidades rurales. Se estima que 6 de cada 10 asentamientos se han formado en los últimos 20 años. Los problemas comunes se refieren a la carencia de agua potable, falta de infraestructura vial y accesos, viviendas en mal estado y energía eléctrica deficitaria. El 66 % de los asentamientos registra problemas de eliminación de excretas (con sistemas inadecuados), y en el 44 % predomina el uso de leña o carbón para cocinar, como en los asentamientos Cristo Rey, San Miguel, Santa Lucía y San Francisco, por citar algunos. En muchos asentamientos la condición deficitaria del hábitat es generalizada, aunque la mayoría no tiene nombres definidos ni reconocimiento oficial, y la asistencia gubernamental escasea. Los barrios pobres más cercanos a la zona comercial aprovechan los residuos como recursos para recolectar y vender materiales reciclables. Por otro lado, en muchas barriadas se ha documentado la contaminación de afluentes por aguas servidas y/o basura, como en el barrio San Rafael, donde hay acumulación de residuos en el arroyo Acaraymi (en algunos tramos, el arroyo es usado como vertedero de basura) y ocurren inundaciones periódicas en días de lluvias. En general, el fenómeno de la quema (de basura y/o biomasa) es común en los asentamientos y barrios populares de Ciudad del Este, con el consecuente deterioro de la calidad del aire. La quema de basura afecta a los barrios más desfavorecidos de la ciudad y ha despertado conflictos entre vecindarios; por ello, la Municipalidad de Ciudad del Este ha intensificado controles en el marco del programa “Quema Cero”. Se comenzó a penalizar la incineración de desechos con dos salarios mínimos, un equivalente a más de 5 millones de guaraníes. Este endurecimiento de la legislación no llega a todos los barrios, sino a aquellos próximos a vecindarios residenciales o zonas comerciales, mientras que en los más alejados es inexistente la supervisión y/o prevención estatal. En general, las políticas ambientales de Ciudad del Este enfatizan más en el control de la contaminación que en acciones de regeneración ambiental. Se evidencia un control selectivo en el espacio urbano, sobre asentamientos que comparten determinadas zonas residenciales, generalmente acompañado de inspecciones a cargo de la dirección de Gestión Ambiental del Municipio con participación de la vigilancia de las fuerzas policiales. Discusiones: las acciones y omisiones de las políticas La regeneración ambiental urbana se despliega a partir de políticas de control y recuperación: obras de saneamiento de costas y arroyos urbanos, reforestación, ordenamiento del tráfico, control vehicular, desplazamiento y/o reubicación de actividades, incorporación de planes focalizados, nuevas normativas urbanas, etc. Es decir, un paquete de acciones orientadas a paliar la contaminación y regenerar el medioambiente, en pos de un entorno más sano y seguro, bajo el argumento de la crisis climática. Sin embargo, las acciones de recuperación y regeneración del ambiente urbano se implementan de modo selectivo y desigual. En las periferias los espacios verdes públicos escasean, lo cual es desfavorable para la calidad de vida (Gómez y Velázquez 2018). De acuerdo con los casos de las ciudades analizadas, se interpreta que la desigualdad ambiental es un desbalance entre oportunidades y adversidades del entorno, una asimetría en el acceso a los recursos ambientales que acrecienta las desventajas para los sectores de menores ingresos. Así, la pobreza, la desigualdad y la inequidad generan daños colaterales (Bauman 2011). Ello sugiere que la desigualdad ambiental reconoce las interdependencias, es desencadenada y se concatena con otras formas de desigualdades existentes en las ciudades. La intervención desigual en la ciudad incide en la refuncionalización y transformación de espacios para usos residenciales, de ocio y/o turísticos, como los proyectos Marga Marga, Parque Barón o el Parque Lineal Itaipú. En algunos casos, las políticas desurbanizan áreas, y cambian su perfil mediante controles y descongestionamientos vehiculares, promoción de electromovilidad, uso de la bicicleta, construcción de bicisendas y ramblas, así como extensiones de parques y áreas verdes, etc. Mientras se producen estos cambios, la especulación inmobiliaria aumenta los costos y valores del suelo y de las edificaciones existentes. Un conjunto de oportunidades propicias para que el sector inmobiliario se reapropie de ellas en sinergia con la acción pública; de este modo la intervención del mercado aprovecha y condiciona las decisiones urbanísticas. Tabla 1. Políticas ambientales desiguales en las ciudades
Fuente: elaboración propia. La relación entre ecologización urbana y gentrificación intensifica una relación socioespacial desigual y matizada de buenas prácticas, a pesar del aumento de las desigualdades en la distribución de los beneficios de la ecologización (Connolly, Anguelovski y Oscilowicz 2023). De la mano de este proceso, emergen y/o se consolidan espacios residenciales “exclusivos” acompañados por las fuerzas del mercado en la búsqueda de plusvalías urbanas, promoviendo nuevas materialidades arquitectónicas de carácter clasista y privatista, como los barrios cerrados y nuevos edificios con vistas panorámicas, en entornos verdes de las ciudades, como la zona de costas de Montemar en Viña del Mar o Paraná Country Club en Ciudad del Este. En el fondo, este urbanismo de renaturalización desigual de la ciudad instala una política selectiva de servicios ambientales en áreas estratégicas para la economía urbana, sea el turismo o el sector inmobiliario; estas acciones, más allá de regenerar y revalorizar, consolidan las desigualdades ambientales intraurbanas. El proceso de estos programas de servicios ambientales puede verse en la figura 1. Figura 1. Políticas selectivas de servicios ambientales Fuente: elaboración propia. La idea de las omisiones de las políticas pone el foco de análisis en la degradación ambiental en los vecindarios más pobres; es decir, el desamparo de las políticas en contextos de contaminación y pobreza. En la periferia urbana, los problemas de la pobreza se redimensionan, y, a nivel del hábitat, la falta de saneamiento ambiental incide en la vulnerabilidad sanitaria de la población. Por otro lado, los barrios pobres se sitúan en contexto de producción de alta contaminación, sea esta interna o por cercanía a zonas industriales (London 2018). Los casos analizados (con particularidad Ciudad del Este y Cochabamba) señalan que la falta o intermitencia del servicio de recolección de residuos condiciona que la basura se arroje en áreas baldías o en arroyos y otros cursos de agua. Por otro lado, la eliminación de basura mediante quemas a cielo abierto incide en la contaminación del aire y el suelo, con todas las consecuencias que ello implica para la salud, como la inhalación de gases tóxicos, dióxido de carbono, material particulado, etc. (Brites 2022). La contaminación del aire distribuye de manera desigual dentro de las ciudades, lo que puede generar disparidades en la salud urbana (Pierangeli et al. 2020). En los casos analizados, hemos visto que en los barrios más pobres respiran peor, sea por el efecto de industrias (como la ladrillera en Cochabamba) o la quema de residuos en lugares donde los servicios públicos escasean. La calidad del aire, que respiran los habitantes de las zonas pobres, es poco segura o inadecuada, por lo que las personas están más expuestas a la contaminación y, por lo tanto, más propensas a padecer enfermedades. Las problemáticas ambientales relacionadas con los residuos y basurales son un aspecto que contribuye a profundizar las desigualdades (Gómez 2016). Santillán y Puga-Cevallos (2023) consideran que las racionalidades, los procesos cognitivos, las estrategias de adaptación y convivencia intervienen en la selección del riesgo como mecanismo para lidiar con un contexto de carencias económicas y ausencia de servicios básicos. Las adversidades y riesgos se manifiestan de manera diferencial; así, en Ciudad del Este, muchos asentamientos informales se encuentran en riesgo hídrico por inundaciones, y en Viña del Mar/Valparaíso, por erosión, deslizamiento de tierra en suelos inestables, sismos, etc. Por lo general, es un problema de disposición en el espacio urbano degradado y la falta de obras de infraestructuras como acción de las políticas. Es decir, es el resultado de los distintos entrecruzamientos entre vulnerabilidad y amenazas de riesgos: socioeconómico, material o físico y ambiental (Biffis González, Etulain y Domínguez 2022). Esto sugiere que la experiencia del habitar en los márgenes urbanos degradados conlleva un sufrimiento ambiental que se expresa en un entrelazamiento de la vulnerabilidad social con el riesgo ambiental (Scharager 2017). En este proceso de urbanización desigual, generalmente convergen varios factores que deterioran y empobrecen el medioambiente, como la localización de industrias que producen residuos contaminantes, la disposición de áreas de desechos, la falta o irregularidad de servicios públicos y la ausencia de normativas urbanas de protección del ambiente, que operan en una interfase espacial en la que residen los sectores populares. El modelo analítico puede observarse en la figura 2. Figura 2. Esquema analítico de los problemas urbanos en los entornos degradados Fuente: elaboración propia. En las centralidades urbanas (y sus adyacencias) la legislación supervisa y protege el medio ambiente, en tanto en las barriadas de las afueras de las ciudades las normativas urbanas de protección y cuidado del ambiente son flexibles o están ausentes, al dejar hacer, no advertir o no prevenir. Ello deriva en la reproducción de hábitats adversos para la calidad de vida y en desigualdades en salud ambiental. Conclusiones En las ciudades estudiadas hay amparo y desamparo de las políticas ambientales, a la luz de la producción y reproducción de las desigualdades urbanas. El discurso y las acciones de la ciudad ecológicamente sustentable no llegan a todos los sectores de manera equitativa. Tanto la agenda urbano ambiental como los recursos y la calidad de las políticas, no solo son diferenciales, sino desiguales en función de la revalorización, la especulación inmobiliaria, la segregación socioespacial, etc. Los proyectos urbanos a la carta (con complicidad público-privada) producen entornos urbanos de alta calidad ambiental y, simultáneamente, la inacción reproduce estructuras urbanas deficitarias y degradadas. Los mecanismos de producción y reproducción de desigualdades urbanas y sus expresiones, en el marco de una creciente mercantilización del espacio urbano, colocan al mercado ambiental como un bien que se compra y se vende. Ello indica persistan y se amplifiquen asimetrías que se traslapan en el espacio, las cuales acrecientan las desventajas entre los sectores populares y dificultan su acceso a un medioambiente sano. En las ciudades, los problemas medioambientales se asocian particularmente con distintos tipos de contaminación, que afectan principalmente a los sectores más pobres, a la par en que estos generalmente quedan por fuera de la gestión ambiental sostenible. Los barrios populares suelen carecer de servicios básicos e infraestructura urbana, estar ubicados en zonas de vulnerabilidad sociogeográfica y ambiental. A estos espacios de las ciudades la legislación ambiental no llega o no se aplica. La falta de políticas urbanas y socioambientales favorece la reproducción de adversidades y riesgos asociados a la contaminación. La segregación socioambiental, la ocupación de los espacios no aptos para la vida, la mala gestión de los residuos (botaderos, quemas), contaminación del aire y el agua, riesgos de inundaciones etc., son problemas urbanos ambientales severos. Entre los más pobres, el desamparo de las políticas obliga a la autogestión social de los problemas del hábitat, y la contaminación deviene en un doble problema de deterioro ambiental y de salud pública. Los riesgos sanitarios y los daños a la esperanza de vida son consecuencias advertidas por la epidemiología ambiental. Bibliografía Alves Prates, Humberto. 2007. “Desigualdade ambiental no município de São Paulo: análise da exposição diferenciada de grupos sociais a situações de risco ambiental através do uso de metodologias de geoprocessamento”. Revista Brasileira de Estudos de População, 24(2): 301-316. doi.org/10.1590/ Banzhaf, Spencer H., y Eleanor. 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