Eutopía. Revista de Desarrollo Económico Territorial N.°
27, julio 2025, pp. 96-106
ISSN 13905708/e-ISSN 26028239
DOI: 10.17141/eutopia.27.2025.6541
La agroecología como contranarrativa a la globalización alimentaria: las huertas familiares en su génesis y futuro
Agroecology as a counter-narrative to food globalization: family gardens in their genesis and future
Marlon Julio Vergara-Monterroza.Universidad de Córdoba, Colombia. Facultad de Ingeniería. Departamento de Ingeniería de Alimentos;
https://orcid.org/0000-0002-9266-5274; [email protected]
Recibido: 02/05/2025 Aceptado: 16/06/2025
Publicado: 04/07/2025
Resumen
Las huertas familiares constituyen un pilar central en la contranarrativa agroecológica a la globalización alimentaria. En el presente artículo se explora su génesis como espacios históricos de resistencia biocultural y su futuro en la construcción de sistemas alimentarios resilientes y justos. Se analiza la forma en que las huertas han sido cruciales para la preservación de la agrobiodiversidad y el conocimiento ecológico tradicional, desafiando la homogeneización industrial y la dependencia de commodities. Mediante la revisión documental, se ahonda en su rol actual en la autonomía alimentaria y en la resiliencia socioecológica de las comunidades frente a crisis globales. También se destaca su potencial para llevar a cabo reconfiguraciones económicas a través de circuitos alternativos de comercialización y de modelos de autogestión comunitaria. Los resultados enfatizan que las huertas familiares son laboratorios de innovación y adaptación esenciales para una transición agroecológica que redefina la producción y el consumo de alimentos globalmente. En conclusión, estas huertas representan una estrategia viable y necesaria para un futuro alimentario más sostenible y equitativo.
Palabras claves: Autonomía alimentaria; crisis globales; globalización alimentaria; huertas familiares; transición agroecológica global.
Abstract
Family gardens constitute a central pillar in agroecology's counter-narrative to food globalization. This article explores their genesis as historical spaces of biocultural resistance and their future role in building resilient and equitable food systems. We analyze how these gardens have been crucial for preserving agrobiodiversity and traditional ecological knowledge, challenging industrial homogenization and commodity dependence. Through documentary review, we examine their current role in food autonomy and the socio-ecological resilience of communities facing global crises. The study also highlights their potential for economic reconfiguration through alternative marketing circuits and community self-management models. Results emphasize that family gardens serve as essential laboratories for innovation and adaptation in a global agroecological transition that redefines food production and consumption. In conclusion, these gardens represent a viable and necessary strategy for a more sustainable and equitable food future.
Keywords: Food autonomy; global crises; food globalization; family gardens; global agroecological transition
Introducción
La globalización alimentaria, en su trayectoria contemporánea, ha reconfigurado drásticamente los sistemas de producción, distribución y consumo de los alimentos en todo el mundo. Este modelo, impulsado por una lógica agroindustrial hegemónica, se caracteriza por la intensificación de la monocultura, la dependencia de insumos externos, la concentración corporativa a lo largo de toda la cadena de valor y por una profunda distancia entre productores y consumidores (McMichael 2012; Weis 2007). Si bien ha contribuido a un aumento en la disponibilidad global de los commodities agrícolas, sus externalidades negativas son cada vez más evidentes y alarmantes. Estas incluyen la degradación ambiental (pérdida de biodiversidad, erosión del suelo, contaminación hídrica y atmosférica), la exacerbación del cambio climático y la erosión de la agrobiodiversidad y el conocimiento ecológico local (Pretty 2007; Clapp y Fuchs 2009). Asimismo, este sistema ha generado significativas desigualdades sociales y económicas que afectan, de manera desproporcionada, a los pequeños agricultores y a las comunidades rurales y comprometen la soberanía alimentaria de numerosas poblaciones.
Frente a esta coyuntura crítica, la agroecología emerge como una contranarrativa robusta y multifacética. Más allá de ser un conjunto de prácticas agrícolas sostenibles, la agroecología se constituye una ciencia, un movimiento social y un conjunto de prácticas que promueven la resiliencia ecológica, la justicia social y la autonomía de los sistemas alimentarios (Altieri 1983; Rosset y Martínez-Torres 2016). Dentro de este paradigma emergente, las huertas familiares no son meros espacios de subsistencia, se posicionan como unidades estratégicas cuya relevancia trasciende lo productivo para incidir en las esferas biocultural, socioeconómica y ambiental.
En el presente artículo se analiza el rol de las huertas familiares en el génesis y futuro de la agroecología en cuanto contranarrativa efectiva a la globalización alimentaria. Para ello, se examina cómo, a lo largo de la historia, las huertas familiares han sido laboratorios in situ para la preservación y coevolución de la agrobiodiversidad y el conocimiento ecológico tradicional, desafiando la uniformidad impuesta por el modelo agroindustrial. Adicionalmente, se ahonda en la forma en que, en el contexto actual, estas unidades contribuyen de manera crucial a la autonomía alimentaria y a la resiliencia socioecológica de las comunidades frente a las crisis globales. Finalmente, se explora su potencial en la reconfiguración económica mediante el impulso de circuitos alternativos de comercialización y de modelos de autogestión comunitaria, sentando las bases para un sistema alimentario global más justo, diverso y sostenible.
Metodología
Para el artículo se realizó una revisión sistemática de literatura especializada, siguiendo el modelo prisma para asegurar la transparencia, rigurosidad y reproducibilidad del proceso. La búsqueda bibliográfica se llevó a cabo en bases de datos científicas, entre ellas Scopus, Web of Science y Google Scholar, y se empleó una combinación predefinida de términos de búsqueda: “agroecología”, “globalización alimentaria”, “huertas familiares”, “agrobiodiversidad”, “conocimiento ecológico tradicional”, “resiliencia socioecológica”, “circuitos alternativos de comercialización” y “autogestión comunitaria”. Los criterios de inclusión y exclusión se aplicaron meticulosamente para seleccionar estudios relevantes y de alta calidad científica.
La extracción de datos se centró en identificar los principales argumentos, evidencias, metodologías y conclusiones respecto al papel de las huertas familiares en la contranarrativa agroecológica y en su contribución al génesis y futuro de los sistemas alimentarios sostenibles. Finalmente, se realizó un análisis crítico-sintético de la información recopilada para identificar patrones, inconsistencias, brechas de conocimiento y proponer una visión integral del tema.
Deconstrucción de la globalización alimentaria y la hegemonía agroindustrial
La globalización alimentaria ha consolidado un sistema agroindustrial dominante que, si bien incrementó la eficiencia productiva de ciertos commodities, ha generado profundas externalidades negativas a nivel ambiental, social y económico. Este modelo se caracteriza por la concentración corporativa, donde pocas empresas transnacionales controlan grandes segmentos de la cadena de valor, desde la producción de semillas y agroquímicos hasta el procesamiento y la distribución, lo que limita la autonomía de los pequeños productores y erosiona la competencia en el mercado. La dependencia de los monocultivos extensivos para la exportación ha llevado a una especialización productiva que compromete la diversidad agrícola local, la seguridad alimentaria de los países periféricos y su resiliencia económica frente a las fluctuaciones de precios internacionales (Kaur et al. 2024; Rodríguez-Echavarría y Prunier 2020; Silvetti y Cáceres 2015). Según Cittadini y Coiffard (2023), esta hegemonía agroindustrial no solo se consolida, sino que activamente confronta y margina otros modelos agrícolas y alimentarios, buscando imponer su lógica productiva y de mercado. Dentro de esta dinámica, la huerta familiar se inserta y, en gran medida, confronta los modelos dominantes al promover la diversidad productiva, la autonomía en la gestión de recursos y el establecimiento de circuitos cortos de comercialización, desafiando la uniformidad y la dependencia del sistema agroindustrial.
Estas prácticas hegemónicas tienen un costo ambiental significativo que se manifiesta en la degradación del suelo, pérdida acelerada de biodiversidad, contaminación del agua y del aire por agroquímicos y en una contribución sustancial al cambio climático a través de las emisiones de gases de efecto invernadero (Tobón-Salamanca 2022; Velázquez-Chávez et al. 2022; Sosa-Rodrigues y García-Vivas 2019). La deconstrucción crítica de este sistema revela su dependencia de estructuras económicas neoliberales donde la mercantilización de los alimentos prioriza la rentabilidad sobre la sostenibilidad ecológica y la equidad social.
Las políticas y acuerdos comerciales internacionales, a menudo desregulados, han facilitado la expansión de este modelo, socavando la capacidad de los Estados para proteger y fomentar sistemas alimentarios locales y sostenibles. En esencia, la hegemonía agroindustrial representa un paradigma que prioriza el beneficio económico a corto plazo sobre la sostenibilidad a largo plazo y sobre la equidad social.
La huerta familiar: un núcleo de resistencia y génesis agroecológica
En una profunda disonancia con la estandarización y la homogeneización impuestas por la globalización alimentaria, la huerta familiar se convierte en un epicentro vital de resistencia y un punto de origen fundamental para la agroecología. Estos espacios de producción a pequeña escala, gestionados generalmente a nivel doméstico, han funcionado históricamente como verdaderos laboratorios in situ de experimentación y adaptación continua. Son el crisol donde la agrobiodiversidad no solo ha sido cultivada, sino también diversificada y conservada activamente. Lejos de ser meros sitios de subsistencia, las huertas familiares constituyen reservorios vivos de variedades criollas y semillas nativas, un invaluable patrimonio genético custodiado y reproducido a través de generaciones por las familias agricultoras. Esta práctica contrasta drásticamente con la alarmante erosión genética impulsada por los sistemas agroindustriales dominantes, los cuales priorizan unas pocas variedades de alto rendimiento a expensas de la diversidad y la resiliencia (Altieri y Koohafkan 2008).
Además de su rol en la conservación de la diversidad biológica, las huertas son espacios insustituibles para la transmisión intergeneracional del conocimiento ecológico tradicional. Este saber, profundamente práctico y culturalmente arraigado, abarca desde técnicas complejas de manejo del suelo y el agua hasta la comprensión de las interacciones sinérgicas entre especies y las estrategias de control biológico de plagas y enfermedades. Se trata de un conocimiento que desafía la dependencia de tecnologías externas y paquetes de insumos preconizados por la revolución verde, promoviendo una autonomía cognitiva y operativa (Holt-Giménez y Altieri 2013; Altieri y Toledo 2011; Toledo y Barrera-Bassols 2008).
La diversificación productiva inherente a la huerta familiar no solo garantiza una dieta variada y nutritiva para el hogar, también fortalece su autonomía alimentaria y la resiliencia local. Al reducir la dependencia de los mercados externos y amortiguar los efectos de las fluctuaciones de precios, la producción doméstica asegura el acceso a alimentos frescos y saludables, incluso frente a choques económicos o eventos climáticos extremos (Landon-Lane 2011; García-Flores y Ordóñez Díaz 2024; Nontu et al. 2024). Por lo tanto, la huerta familiar no se limita a ser una unidad productiva; es un microcosmos que encarna y recrea los principios fundamentales de la agroecología, sirve de modelo escalable y sienta las bases para la construcción de sistemas alimentarios más complejos, sostenibles y justos a mayor escala.
Tipologías y contextos de la huerta familiar: un análisis agroecológico
Las huertas familiares representan sistemas socioagroecológicos complejos cuya morfología y funciones varían significativamente según su contexto territorial y cultural. Esta diversidad tipológica revela distintas estrategias de adaptación a entornos específicos, todas convergentes en el objetivo de alcanzar la soberanía alimentaria.
En primer lugar, la huerta familiar como componente integral de la economía campesina, representa un sistema agroecológico multifuncional. En este contexto rural, la huerta no es una unidad aislada, sino que se integra simbióticamente con otras actividades productivas entre las que se encuentran las milpas, las agroforesterías y la crianza de animales menores. Su función primordial es la diversificación dietética y la provisión de alimentos frescos, culturalmente relevantes y libres de insumos sintéticos para el autoconsumo familiar (Ellis 2000). No obstante, su importancia se extiende a la generación de pequeños excedentes que, al ser canalizados a través de mercados de proximidad o intercambios comunitarios, fortalecen la viabilidad económica de la unidad familiar y la resiliencia sistémica del agroecosistema campesino (Van der Ploeg 2008). La gestión de estas huertas está profundamente arraigada en el conocimiento ecológico tradicional, un saber práctico coevolucionado con el entorno y transmitido intergeneracionalmente, lo que confiere a estas prácticas una pertinencia biocultural única (Toledo y Barrera-Bassols 2008).
En contraste, la huerta familiar en contextos urbanos y periurbanos, a menudo denominada “agricultura urbana” o “huerta urbana”, opera bajo distintas restricciones espaciales y de recursos. Estas iniciativas, que pueden manifestarse como parcelas individuales, jardines comunitarios, huertos escolares o sistemas en azoteas, priorizan la mejora de la seguridad alimentaria y nutricional en entornos densamente poblados (Mougeot 2005). Su valor radica en la reducción de la dependencia de cadenas de suministro largas, en la promoción de hábitos alimentarios saludables, en la mitigación del efecto isla de calor urbano y en la creación de espacios de cohesión social (Dubbeling et al. 2017; Barrera-Alarcón et al. 2022; Delshad 2022). Si bien la escala de producción puede ser menor, su capacidad para generar excedentes y dinamizar circuitos cortos de comercialización local contribuye significativamente a las economías urbanas y periurbanas, ofreciendo una alternativa directa a los canales de distribución agroindustriales.
Es fundamental reconocer que la contribución de la huerta familiar a la nutrición y a la economía doméstica varía en función de su tipología y del grado de intensificación agroecológica. Algunas huertas son suplementarias, mientras que otras constituyen la fuente principal de alimentos frescos. Aquellas con capacidad para generar excedentes sustanciales, sea en el ámbito rural o urbano, desempeñan un rol estratégico en los circuitos alternativos de comercialización, fomentando la desmercantilización de ciertos alimentos y promoviendo una economía de proximidad. Esta diferenciación tipológica es indispensable para comprender la multifuncionalidad de las huertas familiares en la contranarrativa agroecológica y para el diseño de políticas públicas diferenciadas que optimicen su fomento y escalabilidad.
Estrategias de reconfiguración económica y social desde las huertas familiares
La economía campesina, con las huertas familiares en su núcleo, no solo resiste la globalización alimentaria, sino que activamente genera modelos económicos y sociales alternativos que desafían su lógica dominante. Estos modelos buscan establecer relaciones de intercambio más equitativas y transparentes, priorizando el valor social y ambiental sobre la mera rentabilidad. Los circuitos cortos de comercialización son una manifestación clave de esta reconfiguración, incluyendo mercados locales de agricultores, ferias agroecológicas, venta directa a consumidores (agricultura apoyada por la comunidad) y grupos de consumo. Estos circuitos permiten a los productores obtener precios más justos por sus productos al eliminar intermediarios, lo que incrementa su rentabilidad neta y su autonomía económica. Para los consumidores, significan el acceso a alimentos frescos, de temporada, producidos de manera sostenible y con una trazabilidad clara, fomentando un vínculo de confianza y de corresponsabilidad (Renting, Marsden y Banks 2003).
Más allá de la comercialización, los modelos de autogestión comunitaria son esenciales en esta reconfiguración. Las cooperativas de productores, las asociaciones campesinas y los bancos de semillas comunitarios ejemplifican cómo la organización colectiva permite a las comunidades gestionar sus propios recursos, acceder a financiamiento y a tecnologías apropiadas y fortalecer la toma de decisiones participativa. Estos modelos no solo promueven la equidad en la distribución del valor a lo largo de la cadena alimentaria, también refuerzan el capital social y la solidaridad entre sus miembros, lo que es fundamental para la soberanía alimentaria (FAO 2014).
La valoración multidimensional de la producción es otro pilar: las huertas familiares no solo generan valor de mercado, sino también significativos servicios ecosistémicos (polinización, conservación del suelo, regulación hídrica), beneficios sociales (cohesión comunitaria, empleo rural) y culturales (preservación de conocimientos ancestrales), valores que a menudo son invisibles o subestimados en el sistema económico dominante (Common y Stagl 2005; Cano-Contreras 2015). Sin embargo, la escalabilidad de estos modelos enfrenta desafíos importantes, entre ellos resulta importante destacar la falta de infraestructura adecuada, el acceso limitado a políticas públicas de apoyo y la presión constante que ejercen los mercados convencionales. Esto requiere un análisis crítico en el que se ahonde en las barreras y en las oportunidades para su expansión.
Huertas familiares y resiliencia sistémica frente a las crisis globales
En un panorama global caracterizado por la creciente incertidumbre y por la recurrencia de crisis socioeconómicas y ambientales, las huertas familiares demuestran ser componentes estratégicos de resiliencia sistémica, incrementando la capacidad de las comunidades para absorber, adaptarse y transformarse frente a las perturbaciones. La diversificación productiva inherente a estas unidades agrícolas, en contraste con los monocultivos de la agroindustria, actúa como un amortiguador crucial frente a la volatilidad de precios en los mercados globales y a las interrupciones en las cadenas de suministro. Al asegurar una producción constante y variada de alimentos a nivel doméstico, las huertas reducen significativamente la vulnerabilidad de las familias a las fluctuaciones externas, garantizando el acceso a una dieta nutritiva, incluso en escenarios de escasez o de aumento de costos.
Además, las prácticas agroecológicas implementadas en las huertas familiares contribuyen directamente a la adaptación al cambio climático y a la mitigación de los impactos de eventos extremos. La mejora de la salud del suelo a través de la acumulación de materia orgánica incrementa su capacidad de retención de agua, amortiguando los efectos de sequías prolongadas y facilitando la infiltración durante lluvias intensas, lo que reduce la erosión (Nicholls y Altieri 2013; Lin 2011). La diversidad de cultivos, incluyendo variedades con diferentes tolerancias a estrés hídrico o térmico, fortalece la capacidad del sistema para resistir y recuperarse de perturbaciones climáticas.
Más allá de lo productivo, la disponibilidad de alimentos frescos y diversificados provenientes de estas huertas tiene un impacto directo en la seguridad nutricional y en la salud pública, pues brinda la posibilidad de organizar dietas más equilibradas y reduce la exposición a agroquímicos, lo que es vital en contextos de crisis sanitarias. Finalmente, la gestión colectiva de las huertas y de las redes de intercambio fomentan la cohesión social y el capital comunitario, elementos esenciales que fortalecen la capacidad de las comunidades para organizarse, cooperar y responder de manera resiliente ante los desafíos, transformando los sistemas alimentarios locales en baluartes de autonomía y adaptación.
El futuro de las huertas familiares en la transición agroecológica global
Mirando hacia el futuro, el potencial de las huertas familiares para catalizar una transición agroecológica global es inmenso, pero su plena realización depende de un conjunto estratégico de acciones y reconocimientos. Es imperativo desarrollar e implementar políticas públicas de fomento que trasciendan los enfoques fragmentados y que reconozcan a las huertas como componentes esenciales de la seguridad alimentaria y de la sostenibilidad territorial. Esto implica facilitar el acceso a la tierra, al agua y a recursos productivos para las familias agricultoras, así como establecer programas de capacitación técnica y de apoyo a la comercialización diferenciada (Graziano-Da Silva, Ortega y Faiguenbaum 2008; Mosca 2021). Para amplificar su impacto es crucial promover la integración de las huertas familiares en paisajes y sistemas alimentarios más amplios. Esto puede lograrse articulándolas con iniciativas de agricultura urbana, redes de productores regionales, esquemas de conservación de cuencas hidrográficas y con proyectos de restauración ecológica. Tal integración no solo genera sinergias que fortalecen la resiliencia a nivel de paisaje, sino que crea corredores biológicos y fomenta la cohesión social en áreas rurales y periurbanas.
Un pilar fundamental para el futuro de las huertas es la investigación-acción y la cocreación de conocimiento. La ciencia debe trabajar en estrecha colaboración con las comunidades de agricultores para documentar, validar y sistematizar las innovaciones agroecológicas que surgen de la práctica cotidiana en las huertas. Este enfoque participativo no solo enriquece el conocimiento científico, a su vez, empodera a los agricultores como generadores de soluciones, facilitando la adaptación y la difusión de prácticas resilientes.
Finalmente, el movimiento social de la agroecología juega un rol insustituible en la promoción de las huertas familiares. Las organizaciones campesinas, las redes de consumidores y los colectivos ciudadanos son actores clave en la defensa de los derechos de los productores, en la promoción de la soberanía alimentaria y en la construcción de sistemas alimentarios alternativos. Su capacidad de movilización y articulación es vital para influir en las políticas públicas y para generar la presión social necesaria que permita a las huertas familiares alcanzar su pleno potencial en la redefinición del futuro alimentario global. El porvenir de la alimentación sostenible pasa inevitablemente por reconocer y potenciar la sabiduría y la capacidad productiva de estas unidades, básicas pero poderosas.
Conclusiones
A lo largo del artículo ha quedado patente que las huertas familiares constituyen un pilar insustituible en la contranarrativa agroecológica a la globalización alimentaria. Su papel trasciende la mera producción de alimentos, y se ha evidenciado su importancia crucial desde su génesis histórica como espacios de resistencia biocultural y conservación de la agrobiodiversidad y el conocimiento ecológico tradicional. Este contramodelo ha desafiado consistentemente la homogeneización y la dependencia impuestas por el sistema agroindustrial globalizado. Actualmente, estas unidades domésticas son vitales para la autonomía alimentaria y para la resiliencia socioecológica de las comunidades frente a las complejas crisis globales.
Además, las huertas familiares facilitan reconfiguraciones económicas significativas lo cual impulsa circuitos alternativos de comercialización y modelos de autogestión comunitaria que promueven sistemas de valor más equitativos. En suma, representan una estrategia viable y necesaria para la transición agroecológica global, ya que permiten delinear un futuro alimentario más justo, sostenible y soberano.
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