Eutopia. Revista de Desarrollo Económico Territorial  N.° 25, junio 2024, pp. 123-140

ISSN 13905708/e-ISSN 26028239

DOI:10.17141/eutopia.25.2024.6211

 

Monedas complementarias, desarrollo territorial y gobiernos locales. Dina huapi como caso de estudio.

Complementary currencies, territorial development and local governments. Dina huapi as a case study.

 

Ignacio Nicolás Cortés. Comisión Nacional de Energía Atómica, división Física Estadística e interdisciplinaria, Gerencia Física.

igcortes@cnea.gov.ar.  ORCID https://orcid.org/0009-0005-6897-2062

Miguel Dario Attaguile . Universidad Nacional de Río Negro, Instituto de Estudios en Ciencia, Tecnología, Cultura y Desarrollo.

mattaguile@unrn.edu.ar. ORCID https://orcid.org/0000-0001-5192-6039

Héctor Martín Civitaresi. Universidad Nacional de Río Negro, Centro Interdisciplinario de Estudios sobre Territorio, Economía y Sociedad (CIETES).

hcivitaresi@unrn.edu.ar. ORCID https://orcid.org/0000-0001-6375-1678

 

Recibido 01/03/2024. Aceptado 16/03/2024.

Publicado 25/06/2024

 

Resumen

Las monedas complementarias, también llamadas cuasimonedas, son instrumentos alternativos a la moneda soberana que pueden colaborar con el desarrollo territorial local. Tomando como caso de estudio a la ciudad de Dina Huapi (Río Negro, Argentina), identificamos el rol clave del gobierno local en la creación de un sistema complementario en el contexto de la crisis del COVID-19. Describimos como la implementación de esta herramienta, ha servido en el objetivo de dinamizar la economía local, así como para manejar de forma efectiva fondos públicos.

Palabras Claves: monedas sociales complementarias, cuasimonedas, desarrollo territorial, gobiernos locales

 

Abstract

Complementary currencies, also known as quasi-currencies, are alternative instruments to sovereign currency that can contribute to local territorial development. Taking the case study of the city of Dina Huapi (Río Negro, Argentina), we identify the key role of the local government in creating a complementary system in the context of the COVID-19 crisis. We describe how the implementation of this tool has served the objective of revitalizing the local economy and effectively managing public funds as well.

Keywords: complementary social currencies, quasi-currencies, territorial development, local governments

 

Introducción

Los procesos de desarrollo son complejos por su condición multidimensional (social, político, económico, cultural, jurídico, ambiental, institucional); integral (deben considerarse todas sus dimensiones simultáneamente); inclusiva (los y las beneficiarios/as del proceso deben ser partícipes); y participativa (construido entre el Estado, la sociedad civil, y el sector privado). Desde una visión teórica, la más amplia acepción para entender estos procesos parece ser la de Desarrollo Territorial porque remite al territorio como escenario. Pero el territorio no entendido como un mero soporte físico, sino como “territorio organizado” para denotar, además de los recursos naturales y físicos, la existencia de una comunidad que se reconoce y que está regulada mediante un dispositivo político-administrativo, que define las competencias de ese territorio y su ubicación y papel en el ordenamiento jurídico nacional (Boisier 1999).

Desde el punto de vista de la implementación de políticas públicas, el Desarrollo Territorial implica considerar como sus principales metas, además del desarrollo de su estructura económico-productiva, una reducción sensible de impactos ambientales; nuevos criterios de distribución de cargas y beneficios para la construcción de una sociedad menos desigual socialmente; mecanismos de articulación entre actores institucionales y licencia social por parte de la ciudadanía para sostener políticas públicas de largo plazo. Por lo tanto, debe basarse en el diseño e implementación de políticas públicas más integrales, transversales, colaborativas y consensuadas (Monteverde et al. 2020).

La figura del Estado es central para el abordaje de estos temas colectivos y complejos y, a escala local, toca destacar la relevancia de los gobiernos municipales para el diseño y gestión de políticas locales, para la articulación de políticas multinivel y para el fortalecimiento de capacidades endógenas a la ciudad (Dondo, Civitaresi y Cavanagh 2021). Las municipalidades, entendidas como el órgano de gobierno de un determinado espacio territorial, social y político, son las organizaciones públicas con mayor comprensión de los activos, déficits y problemas de sus comunidades. La municipalidad es así, la esfera mejor situada para iniciar y conducir los procesos de desarrollo socioeconómico, ambiental e institucional local.

Para cumplir ese rol, disponen de grados de autonomía política, administrativa, económica y financiera e institucional (López Accotto et al. 2016). Sin embargo, el ejercicio de la autonomía se vincula a sus capacidades institucionales efectivas y la posibilidad del Municipio de acceder a recursos fiscales de libre disponibilidad y ejecutarlos (Cravacuore 2016). Por un lado, las capacidades institucionales efectivas se reflejan en su rol de articulador clave con el resto de los actores con injerencia en el territorio (sector privado, organizaciones de la sociedad civil, organizaciones pertenecientes a otras escalas de gobierno) en procesos de concertación para definir una visión compartida del territorio (UCLG 2016; Arocena y Marsiglia 2017). Por otro lado, el acceso y uso de recursos fiscales propios está asociado a una dimensión fiscal-financiera que involucra la posibilidad de gestionar su propio presupuesto, de endeudarse y de recaudar a partir de diversos instrumentos tributarios y no tributarios (Agüero y Casaño 2009).

En este trabajo nos proponemos indagar las condiciones efectivas bajo las cuales instrumentos alternativos, como cuasimonedas o monedas complementarias/sociales, pueden colaborar con el desarrollo territorial local. Estos instrumentos podrían contribuir a dinamizar las economías locales y el papel de los gobiernos locales puede resultar estratégico en la institucionalización y legitimación de estos sistemas alternativos a través de diversas herramientas como ordenanzas municipales, convenios intermunicipales, entre otros.

Para ello, consideramos como caso de estudio a la ciudad de Dina Huapi, (Río Negro, Argentina). Durante la crisis del COVID-19 y en consonancia con las medidas generales a nivel nacional, el gobierno municipal decretó la emergencia económica, social y de servicios en la localidad (Ordenanza municipal 422-CDDH-2020 y prórrogas). Así, adquirió protagonismo local en materia de políticas públicas para contrarrestar los efectos de la pandemia y utilizar los recursos disponibles para la creación de un “Fondo de Emergencia COVID-19” (Ordenanza municipal 424-CDDH-2020). El fondo se constituyó por recursos municipales, pero también por los provinciales y nacionales que, en sus niveles de políticas públicas, no consiguen la eficacia que sí posee el gobierno local para orientarlos hacia las necesidades en el territorio. Esta eficacia se ha buscado mediante la implementación de un sistema de vales para comercios de cercanía que han sido destinados a atender las necesidades tanto en las personas demandantes de productos de consumo básico como a los comercios oferentes.

 

La moneda complementaria

Las monedas complementarias emergen en entornos donde, por alguna circunstancia, la moneda soberana o nacional[i] no está cumpliendo su rol en promover proyectos económicos o sociales dentro de los territorios locales (Corrons 2017). Si bien existe una amplia literatura que aborda los aspectos definitorios de este tipo de monedas (Lopezllera Méndez 1999; Primavera 2001; Lietaer 2005, entre otros), a los efectos del presente trabajo haremos un uso indistinto de los términos: monedas complementarias, sociales, comunitarias, alternativas y cuasimonedas; ya que, en esta acepción, entendemos que todas ellas refieren a la moneda en su anclaje territorial.

El término cuasimoneda se asocia tradicionalmente a dos acepciones: por un lado, con las monedas emitidas por los estados provinciales y complementarias a la nacional (Calcagno et al. 2003; Féliz 2004; Theret 2013 y 2020; Chelala 2013); por otro, con monedas suplementarias que se constituyen en espacios de circulación local, llamadas monedas sociales, complementarias, comunitarias, locales o alternativas (Blanc 2016; Féliz 2003; Lietaer y Dunne 2013; Corrons 2017). El presente trabajo se inserta dentro de la segunda corriente.

Por mencionar algunos antecedentes de la cuasimoneda en la primera acepción mencionada, los autores citados realizan investigaciones acerca de la experiencia de emisiones complementarias a la soberana que proliferaron en la Argentina durante de la crisis del 2001. En este contexto ampliamente analizado desde distintas perspectivas, han surgido monedas (letras de gobiernos provinciales) que en muchos no han logrado cumplir las funciones sociales que nos interesa destacar en este trabajo y, contrariamente a la búsqueda de armonización de actores, analizan casos donde pocos agentes se han beneficiado en detrimento de otros con este tipo de instrumentos.

Para la segunda acepción teórica, las cuasimonedas se constituyen y originan dentro de formas comunitarias alternativas a las determinadas institucionalmente (Corrons 2017). La moneda surge como un lazo, un operador para el sostenimiento de la estructura social (Orzi 2017). Esto contrasta con el enfoque tradicional, que sostiene que el origen de la moneda está en los inconvenientes del trueque. En ese sentido, la pluralidad monetaria deja de percibirse como una patología en una lógica de sistema monetario unitario, un “fantasma que deambula la teoría monetaria contemporánea” (Blanc 2016). Así es como, entre los beneficios económicos de la misma se encuentran su uso como vehículo que propicia un efecto centrípeto de la riqueza, evitando su fuga de la comunidad (Corrons 2017). De esa forma, se la considera una institución social que aporta al desarrollo y sustentabilidad de la comunidad (Orzi 2017). En la misma línea las monedas sociales protegen el territorio local, favorecen el intercambio y desestimulan la acumulación y concentración (Blanc 2016).

Blanc se refiere a las monedas paralelas como un ensamble de instrumentos monetarios, y las estudia en función de cómo los actores usan dispositivos alternativos como medios de cobro y pago (Blanc 1998). Analiza estadísticamente 136 Estados a nivel mundial durante el vasto período entre 1988-96, en el que logra caracterizar un total de 465 ejemplos de monedas paralelas. Sus conclusiones sobre una definición alternativa de la moneda son fundamentales para comprender la doble dimensión articuladora de la misma: por un lado, sus múltiples expresiones en instrumentos concretos usados en la práctica; por otro, el sistema monetario en el que construyen sentido dichos instrumentos.

Féliz estudia de manera amplia el fenómeno de las monedas paralelas y las cuasimonedas, apoyándose en la visión de Marx que entiende al dinero como un dispositivo para imponer el trabajo sobre las personas y expropiar el plusvalor (Féliz 2003). Desde esa mirada, las cuasimonedas serían una respuesta lógica ante una moneda nacional en crisis y, su circulación, una manifestación de la resistencia por parte de la comunidad al uso del dinero como forma concreta del capital.

Corrons resalta el rol fundamental de las monedas complementarias como mecanismos que acompañan la recuperación de las crisis monetarias, siempre que la convivencia entre ellas provenga del reconocimiento de sus propias funciones y ámbitos de aplicación (Corrons 2017).

Por último, y con anclaje en esta segunda perspectiva de las cuasimonedas, hay una serie de trabajos que estudian las emisiones acontecidas al interior de gobiernos municipales (Prittwitz 2019). No obstante, en la mayoría de las experiencias con cuasimonedas o monedas sociales, los Bancos Centrales o bien las ignoraron, o intentaron que su supervivencia fuera temporal. La excepción a esta conducta adversa a la pluralidad monetaria fue el Banco Central de Nueva Zelandia, para quién la complementariedad de las monedas sociales era un dispositivo alternativo para mejorar el desempleo.

Esta segunda acepción de las cuasimonedas que seguimos en nuestra interpretación, se inserta dentro de un enfoque más amplio de la moneda. Impulsado a partir de los trabajos de Marcel Mauss (Mauss 1925). Para Mauss la moneda es un hecho social total (HST) (Aglietta 2013; Theret 2013), y como tal, en ella se representan (simbolizan) diversas aristas de una sociedad: la económica (en su sentido más amplio), la política, la ética y moral, entre otras (Simmel 2020, Polanyi 1957, 1968; Grassmann 2012). En la moneda hay expresión de relaciones de poder, de prestigio, valores detrás de su circulación, entre otros elementos, todos ellos emergentes en espacios y momentos históricos concretos. Este último aspecto es de suma relevancia, ya que permite integrar en una única naturaleza diversas manifestaciones de lo monetario, que varían según el lugar y contexto (Parry y Bloch 1991). Esta mirada pone en tensión la tradición economicista que ve a la moneda como un dispositivo neutral, tan solo un lubricante de los mercados (Handa 2009; Walsh 2010; Champ et al. 2022).

Desde esta perspectiva totalizadora de la moneda, el territorio nacional puede pensarse como un mosaico monetario (Féliz 2004); una pluralidad de monedas que coexisten en diversos niveles de jerarquía. Sin embargo, en algunos momentos históricos, ese mosaico suele permanecer oculto, latente, a la espera de algún acontecimiento que reactive su emergencia. En el sistema capitalista actual, esa latencia suele violentarse en contextos de crisis severas –tal es el caso de la reciente pandemia-, donde la moneda nacional afirma su atributo centrífugo, su identidad ajena a los territorios regionales: su extranjeridad.

De hecho, la moneda nacional está en el seno de la reproducción del capitalismo y, tan sólo cuando le es funcional, lubrica también espacios que se identifican con lógicas muy diversas. Pero, en cuanto sus objetivos entran en conflicto, la huida de los territorios regionales es inmediata. En ese contexto, el lazo social entra en riesgo de colapsar: la pérdida de confianza en el soberano ejerce una fuerza, que opera en contra del nexo entre los miembros de una sociedad y la sociedad como un todo (Aglietta y Orleans 1998; Theret 2013 y 2020).

Para concluir este capítulo, queremos resaltar que nuestra investigación se inserta desde esta perspectiva, ya que Dina Huapi tuvo que sortear - una crisis de la COVID 19 -, sin la capacidad de emitir su propia moneda local[ii]. Si bien el estado nacional proveyó una cantidad importante de fondos para paliar los efectos de la crisis, aspecto que será desarrollado más adelante, desde el estado municipal no contaban –ni cuentan- con los mecanismos para asegurar que la moneda permaneciera en circulación al interior de la localidad, y no fluyera hacia los centros urbanos más proclives al capital (la moneda nacional fue un operador extranjero en Dina Huapi). En ese contexto el municipio decide crear el vale de compras, que, tal como se analizará en los próximos capítulos, relacionamos a una forma de cuasimoneda, en el sentido de moneda como un HST.

Caso de estudio

La localidad de Dina Huapi lindera con San Carlos de Bariloche (en adelante Bariloche), provincia de Río Negro de la república de Argentina, y los respectivos centros administrativos de ambas ciudades se encuentran a unos 15 km de distancia.

Figura 1. Localización geográfica de Dina Huapi y Bariloche

Fuente. Elaboración propia con imágenes de Google Maps.

Bariloche posee una complejidad económica superior y ventajas únicas para la industria del turismo, gozando de dos temporadas altas anuales (invierno y verano) y una temporada media (primavera). El arribo de turistas entre los años 2006 y 2019 mantuvo una media de 700.000 visitantes anuales y, para el año 2022, según datos de la Municipalidad de Bariloche, se superó la cifra de 1.000.000 (con 15% de turistas extranjeros). La preponderancia del turismo en la estructura económica de la ciudad, produce efectos ambivalentes sobre el mercado inmobiliario. Por un lado, dinamiza a este sector en la medida en que esta actividad motoriza el arribo de gran cantidad de personas que demandan alojamiento transitorio para disfrutar su estadía. Pero, por otro lado, recrudece el contexto habitacional de la población local, ya que particulares y desarrolladores se ven motivados a desplazar la oferta de alquiler permanente hacia la oferta de alquiler temporario, debido a los mayores márgenes de rentabilidad que este uso genera (Dondo et al. 2023). Por otro lado, la estacionalidad mencionada produce que la inserción laboral resulte vulnerable para la población económicamente activa que el sector turismo emplea, de manera directa o indirecta (Kozulj 2016).

Figura 2: población estimada en barrios de Bariloche para el año 2020

Fuente: Municipalidad de Bariloche. Estimaciones sociodemográficas a partir de los censos del INDEC 1991, 2001 y 2010.

Por lo tanto, se observa un continuo desplazamiento de la población de menores recursos de los barrios más demandados de Bariloche; a su vez que, atendiendo a la dinámica de acumulación de capital, la mano de obra resulta cada vez más necesaria. El capital (Harvey 2007) resuelve este conflicto mediante un ajuste espacio-temporal que involucra a Dina Huapi: el espacio en la ciudad de Bariloche está en disputa permanente entre la demanda turística, una clase acomodada y un sector asalariado que presta fuerza de trabajo para el funcionamiento de la ciudad y, de ese modo, sostener la acumulación de capital. Por lo tanto, se activan formas de paliar la crisis, “exportando” el problema habitacional, aunque sin resolver el conflicto local de fondo.

Figura 3: Esquema de desplazamiento poblacional

Fuente. Elaboración propia con imágenes de Google Maps.

Más allá de las dinámicas urbanas propias del crecimiento poblacional[iii], Dina Huapi se constituye, así como una ciudad dormitorio (Guevara 2015) para personas que realizan su actividad laboral y mercantil en Bariloche. Coincidentemente con este análisis, la circulación del capital permanece en las fronteras de Dina Huapi, afectando al desarrollo del ejido urbano (no hay cloacas, el sistema de transporte público tiene poca frecuencia, entre otros) y a la economía local. No obstante, el mayor problema que se encuentra es que el centro económico y social de la vida de los dinahuapenses está desplazado hacia Bariloche, afectando el desarrollo potencial de la ciudad y no permitiendo la consolidación de los lazos entre sus habitantes, que son relativamente débiles.

Dina Huapi en contexto de crisis, el rol del gobierno local y la moneda complementaria como instrumento de desarrollo

El 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud declaró el brote de COVID-19 como una pandemia. Consecuentemente, en Argentina se dicta el día 12 de marzo de 2020 el Decreto de necesidad y urgencia 260/20, mediante el cual se amplía el estado de emergencia sanitaria. Las provincias argentinas se hicieron eco de las medidas y, el posterior decreto nacional 267/20 declaró el aislamiento social, preventivo y obligatorio que se conoció como el primer “lockdown”. La situación epidemiológica fue evolucionando en el mundo en la medida que se fue conociendo el comportamiento de la enfermedad y la tasa de contagios controlable. Esto se fue reflejando en múltiples tipos de normas que impactaron en decretos, resoluciones, ordenanzas, modificaciones y prórrogas. El carácter novedoso de la epidemia produjo respuestas diversas en la medida que la enfermedad se propagaba en sus distintos oleajes. Frente a esto, el lineamiento general del gobierno en Argentina ha sido la de maximizar en la medida de lo posible el estado de aislamiento, y sostener los ingresos con políticas públicas asistencialistas.

La municipalidad de Dina Huapi no fue ajena a este acontecimiento, y adhirió a los decretos del coronavirus el 16 de marzo de 2020, por medio de una resolución municipal (Res. Municipal 024-INT-2020[iv]).

A través de revisar y analizar las distintas resoluciones municipales y notas periodísticas, sumado a diversas entrevistas semiestructuradas a los principales referentes del gobierno local de Dina Huapi hemos accedido en detalle a la estrategia implementada en el contexto de la crisis del COVID-19. En particular, estas restricciones provocaron una crisis severa en sus habitantes dada la alta dependencia de su actividad económica con el turismo y con su ciudad vecina, Bariloche. El Municipio comenzó a recibir subsidios monetarios por parte del gobierno nacional, y los distribuyó a las familias más afectadas por el contexto. El monto total recibido fue de 4 millones de pesos, de los cuales 1 millón fue distribuido entre las 300 empresas habilitadas, según fuentes municipales. Sin embargo, el subsidio monetario directo tuvo varios inconvenientes, entre los cuales el más relevante fue que las familias lo utilizaban en Bariloche y no en Dina Huapi. Esto se debió a la mayor variedad de precios que existe en la localidad vecina, en relación a los establecimientos dinahuapenses. Por otro lado, las empresas debieron sostener un nivel muy alto de capital de trabajo cuyo financiamiento se iba a agotar muy rápido, y el monto otorgado no era suficiente para contrarrestar el impacto de la caída de las ventas.

El gobierno municipal buscó estrategias para morigerar estos efectos. Para las familias, inicialmente optó por distribuir módulos alimentarios tipo canasta, con ciertos productos de primera necesidad (disposición Nº 003-SDSGF-2020 y posteriormente disposición Nº 004-SDSGF-2020) tales como: “(...) Leche en Polvo, harina, polenta, arroz, aceite, choclo, lentejas, tomate triturado, azúcar, fideos, té, gelatina, mermelada, levadura seca. Lavandina, jabón blanco y para higiene personal”. Sin embargo, hubo varios inconvenientes con este tipo de asistencialismo, como lo ha sido la carga laboral a personal municipal en las tareas de compra centralizada, preparación de los módulos y distribución. Otro inconveniente a destacar fue que los módulos genéricos no necesariamente se ajustaban a la demanda del hogar, debido tanto a preferencias de consumo como a posibles necesidades ya cubiertas. 

En cuanto a las empresas radicadas en la localidad, también se optó por dar asistencia directa, dada la abrupta caída de sus ventas. Pero este esquema, por problemas logísticos, se instrumentó linealmente sin hacer una discriminación entre los distintos rubros. 

En consecuencia, en una segunda etapa, y a los efectos de mejorar estos inconvenientes, el gobierno municipal abandonó la distribución directa de módulos alimentarios, y se pasó a un esquema a través de la utilización de cupones o vales asistenciales (resolución municipal N° 048/int/2020). La estrategia de vales rigió desde mayo de 2020 hasta fines de noviembre del mismo año. Estos vales podían ser utilizados en los distintos comercios de la localidad, que previamente habían consensuado su aceptación con la Municipalidad. Según nos indicara un referente municipal, el 95% de los comercios habían aceptado la propuesta, bajo una instrumentación que les permitía liquidar los vales de manera semanal. Un total de 300 familias recibieron los vales, lo que significó un fuerte incremento en relación a la situación prepandemia, cuyo monto no superaba las 30 familias. El promedio por familia fue de $5000, y se emitieron en cupones por un valor nominal de $1000 o $500 pesos argentinos.

Figura 4: Vale Dinahuapense para comercios de proximidad

Fuente: Boletín oficial N°183 de la municipalidad de Dina Huapi; Mayo de 2020. Tomado de (https://concejodinahuapi.com/wp-content/uploads/2020/05/BOLETIN-OFICIAL-N%C2%BA-183-Mayo-parcial-2-20-1.pdf)

Figura 5: Vale dinahuapense para comercios de proximidad

Fuente: Resolución municipal de Dina Huapi 108-INT-2020; Octubre de 2020. Tomado de (https://www.municipiodinahuapi.gob.ar/sites/default/files/descargas/resolucion_ndeg_108-int-2020_-_creacion_del_programa_vales_asistenciales.pdf)

 

Así, a diferencia del mecanismo anterior, las familias contaban con un instrumento que operaba como una forma alternativa de moneda que, por medio de una resolución municipal, se forzaba su paridad con la moneda nacional. No obstante, la circulación de esta forma de cuasimoneda quedaba restringida a los comercios locales adheridos, y tan solo podía ser utilizada para el consumo de ciertos bienes (estaba prohibido el uso de los vales en consumos de bebidas alcohólicas y cigarrillos). De ese modo, en concordancia con la segunda acepción teórica de las cuasimonedas (ver el marco teórico), se pueden reconocer dos características que están en el origen del fenómeno monetario. Por un lado, la emisión de los vales para reducir el impacto de la fuga de moneda soberana hacia Bariloche, que muestra el rol de la moneda como un cohesionador de la sociedad. Por otro lado, la restricción de formas de consumo que, desde la perspectiva moral de la sociedad dinahuapense, son riesgosos para la salud y las costumbres locales, lo que pone en evidencia el nexo entre lo moral y la moneda.  Ambas aportan a fortalecer que la noción de moneda tiene su raíz en el territorio, y no en la visión neutral y abstracta del dinero. Si bien fue una medida tomada en detrimento del poder de compra, ya que la municipalidad realizaba la adquisición de bienes a precios mayoristas en forma centralizada, haber proseguido con el esquema de distribución directa de alimentos podría haber atentado contra el lazo social, tal como se sostiene desde la mirada totalizadora de la moneda (Aglietta 2013).

Estos vales, que surgieron como una herramienta de apoyo en un contexto donde el funcionamiento económico se vio interrumpido, son una experiencia que invita a revisar el rol de la moneda a nivel local en una economía circunscrita a determinadas actividades regionales, teniendo presente el alcance del poder municipal y su propio propósito. Citando la carta orgánica de la municipalidad de Dina Huapi[v] nos encontramos en su Art. 32 que “La familia en toda su diversidad, como elemento natural y fundamental de una comunidad organizada, tiene derecho a que el gobierno municipal concurra a su protección y fortalecimiento (...)”; y Art. 33 “El pueblo de Dina Huapi tiene derecho a un abastecimiento adecuado de todos los artículos de consumo básicos para su manutención y desarrollo (...)”.

Según el director de desarrollo económico de la municipalidad, el programa de “vales sociales para comercios de cercanía”, que sólo podrían ser cambiados en los comercios locales, fue percibido como de gran éxito. Sin poner al gobierno en el rol de planeador central para el consumo, permitió a los residentes acceder a los bienes que necesitaban, a la vez que sostuvo la actividad del comercio local, generando un saldo que en muchos casos fue utilizado para cancelar deudas y pagar tasas municipales. En este caso, el rol del vale de compras interpretado como moneda social, permitió que la estrategia asistencialista impacte a nivel local en dos sentidos. En primer lugar, permitiendo a la población beneficiaria acceder a cierta canasta de consumo. Y, en segundo lugar, que la adquisición de estos bienes se realice a nivel local, traccionando el comercio interno, en lugar del típicamente orientado hacia Bariloche. Este modo en el que se canalizó el fondo de emergencia COVID 19 es una experiencia en la que el rol de la moneda se destaca en su función social y territorial (Corrons 2017), y tal como es expresado en el anexo II de la resolución municipal N°108/int/2020, su circulación permite: “(...) generar un sistema virtuoso entre los comercios y el estado municipal que genere nuevos ingresos a los comerciantes de la localidad ayudando así a superar la difícil situación económica (...)”.

 

Conclusiones

La crisis del Covid-19 borró los vínculos territoriales y de conexión de Dina Huapi con la región, requiriendo de una respuesta local. Frente a la falta de operatividad del mecanismo regional, se encontró un espacio de desarrollo y realización para las pulsiones locales latentes que no tenían posibilidad de ser expresadas. Actualmente, los mecanismos de ajuste espacio-temporales, características demográficas, y ciertas condiciones históricas (como la demanda habitacional elevada), producen que Dina Huapi explore su potencial económico propio. Es un desafío que busca cambiar su forma de inserción territorial.

Este caso no ha sido aislado en el mundo. El gobierno local de Tenino (Washington, EUA) aprobó el 20 de mayo del 2020, mediante la ordenanza 910-A de la ciudad de Tenino, una emisión de moneda local, impresa en madera, por un monto de 10.000 USD. Al igual que en el caso de Dina Huapi, el objetivo de esta moneda complementaria en el contexto de la pandemia ha sido reactivar la economía entre los residentes; no pudiendo ser utilizada para comprar bebidas alcohólicas ni tabaco. En este caso, la ciudad de Tenino ha repetido una experiencia previamente ensayada durante la gran depresión de la década de 1930. Las opiniones de actores locales plasmadas en diversas notas periodísticas destacan el potencial de este tipo de instrumentos para mantener el negocio en la ciudad, propiciando el efecto centrípeto de la riqueza (Giuliani Hoffman 2020).

Figura 6: 2 caras de vale impreso en madera de la ciudad de Tenino, año 2020

Fuente: Artículo periodístico (Dunn 2020).

Incluso desde una perspectiva crítica, donde se considera como perjudicial para la economía la idea de “arrojar dinero desde un helicóptero”, la flexibilización de supuestos tiene lugar en un contexto como una pandemia, donde el sistema soberano no cumple su función de forma rápida y eficaz (Tiliuță 2020). La emisión de moneda soberana para objetivos como la mitigación de emergencia genera inconvenientes en las posturas económicas ortodoxas, debido a las consecuencias aparejadas a la inyección de liquidez. Mientras que la emisión controlada de una cuasimoneda que funcione a nivel local, con fecha de vencimiento definida y para la compra de determinados productos en específico, bien podría armonizar los inconvenientes que algunas escuelas económicas observan. Es decir, la emisión de un paquete limitado de váuchers que no constituyan dinero soberano y dirigidos a un público y objetivo específico, podría ser un espacio de consenso entre escuelas económicas opuestas. Destacando entre otras cosas, la posibilidad de mantener el poder de compra y circulación.

El mismo autor Tiliuță comenta que otra manera de crear este tipo de instrumentos es a través de criptomonedas. Esta consideración no ha quedado fuera en las entrevistas con el director de desarrollo económico de Dina Huapi. Las criptomonedas podrían fomentar el comercio local y simplificar las transacciones entre los residentes, así como incentivar el turismo mediante bonificaciones financieras. Además, podrían mejorar la supervisión municipal y proporcionar una herramienta de gobernanza adaptable a las condiciones económicas cambiantes, tanto locales como globales. De hecho, un efecto generalizado que emergió a causa de las restricciones a la circulación de la pandemia, fue el auge de la virtualización del sistema bancario y la expansión de las billeteras virtuales. Ante las limitaciones que la forma de los instrumentos tradicionales imponía a la actividad económica, se profundizó la adopción de las innovaciones tecnológicas y su consolidación dentro de la estructura económica (Pollio 2021). Se cuenta con la experiencia de una billetera virtual provincial: “Billetera Santa Fe” (Santa Fe, Argentina). Su propósito ha sido, en el marco del uso de estas nuevas tecnologías, otorgar beneficios para la demanda de bienes mediante reintegros al consumo en comercios adheridos (Decreto N°2359 de la provincia de Santa Fe 2020)[vi]. Dentro del programa, el gobierno de la provincia ha dejado un antecedente claro de cómo éstas nuevas tecnologías pueden estimular la actividad regional y, al mismo tiempo, implementar una estrategia de fiscalización innovadora. De la mano del estímulo por reintegro al consumo, los comercios se vieron en la necesidad de adherirse al programa para mantener sus ventas, pero la forma de canalización de la compra le otorgó al gobierno provincial un control fiscal directo.

Más allá de la coyuntura de la crisis, la implementación de una moneda local con tecnología digital podría brindar beneficios adicionales, como promociones para los residentes y publicidad para los comercios locales. También facilitaría la comunicación entre la municipalidad y los ciudadanos, así como la realización de diversas transacciones comunitarias, como compartir vehículos, organizar compras conjuntas y llevar a cabo colectas solidarias. Asimismo, esta iniciativa podría impulsar el sector turístico mediante un programa de incentivos que reintegraría a los turistas una moneda complementaria, estimulando así el consumo dentro del territorio municipal. Por otro lado, este sistema de incentivos contribuiría a mejorar la legalidad de los alquileres turísticos y fortalecería la capacidad de fiscalización del gobierno local. Es una posible estrategia innovadora que permite adaptación tanto en períodos de estabilidad como en momentos de turbulencia económica.

El análisis bibliográfico sugiere que es durante las crisis que surgen, en respuesta, instituciones sociales como las monedas locales. Estas necesidades continuamente tienen características y formas propias, territoriales e históricas, que buscan su forma de expresión. Pero en los períodos en que lo específico convive en armonía con una organización social de mayor agregación, existe un sacrificio de las expresiones locales en pos de ello. Pero esto no sucede en tiempos de crisis donde estas expresiones locales eclosionan y se desarrollan en respuesta a los aspectos económicos.

En el caso puntual de este estudio, el gobierno local de Dina Huapi funciona en un contexto de dependencia económica en relación a transferencias de recursos de otras jurisdicciones, que supone un debilitamiento de su autonomía relativa de otros niveles de decisión política, y un condicionamiento para cumplir con su rol de dinamizador del desarrollo. Es por ello que a esta ciudad le serviría disponer de sistemas monetarios complementarios o cuasimonedas, dado que operan como amortiguadores sociales y económicos para compensar problemas, que en buena parte son externos a su control. Al mismo tiempo podría ser una herramienta más con la que puede coordinar con los habitantes de su territorio para direccionar los esfuerzos de la sociedad detrás de objetivos de desarrollo territorial local.

Tal como se comentó en el cuerpo del trabajo, la moneda como un HST es mucho más compleja que un simple dispositivo para facilitar el intercambio. Es un fenómeno que permea gran parte de las aristas que definen a la sociedad, sea tanto a nivel de sociedad nacional, como subnacional (el caso de los Municipios). El riesgo de no poder saldar el flujo de deudas que operan como un sostén identitario de la comunidad, es un factor potente para expandir toda crisis, aunque la misma no se genere al interior de dicha sociedad. El inconveniente es que a nivel nacional, la cohesión por medio de la moneda está resuelta constitucionalmente (el Estado nacional tiene el monopolio de la emisión). Pero para los municipios, ese sostén del lazo social depende de decisiones de política que son ajenas a su competencia. Es por ello, que en este trabajo resaltamos los aspectos positivos de las cuasimonedas, dejando para futuras investigaciones analizar posibles marcos institucionales en donde las Provincias y/o Municipios cuenten con dispositivos legales para la creación de sus propias cuasimonedas.

 

Referencias Bibliográficas

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Notas



[i] Se usará de manera indistinta moneda nacional y moneda soberana, para hacer referencia a la moneda emitida por los Estados nacionales

[ii] Los Municipios en la Argentina no pueden emitir monedas, ni tienen la facultad para exigir tributos (salvo las tasas por servicios que ofrecen). A diferencia, las provincias, si bien tampoco pueden emitir moneda, emiten bonos que, en la práctica, funcionan como cuasimonedas, tal como se referencia en los antecedentes.

[iii] En la actualidad, las estimaciones de población varían entre 7500 y 7900 personas de acuerdo a las metodologías usadas (usando los datos de medidores residenciales de electricidad o sobre la base del padrón electoral a partir de datos de demografía electoral nacional) (Fernández 2023)

[iv] https://www.municipiodinahuapi.gob.ar/sites/default/files/descargas/resolucion_ndeg_024-int-2020_-_adhesion_decretos_coronavirus.pdf

[v] https://concejodinahuapi.com/wp-content/uploads/2019/04/CARTA-ORG%C3%81NICA-MUNICIPAL-DEL-PUEBLO-DE.pdf

[vi] https://www.santafe.gov.ar/index.php/web/content/view/full/243592/(subtema)/112066