Eutopia.
Revista de Desarrollo Económico Territorial N.° 23, junio 2023, pp. 253-273
ISSN 13905708/e-ISSN 26028239
DOI: 10.17141/eutopia.23.2023.5918
Experiencias
prospectivas al sur de la Argentina desde una institución pública de ciencia y
tecnología (2019-2023)
Prospective experiences in
southern Argentina from a public science and technology institution (2019-2023).
Leticia González. Centro de Investigación en
Economía y Prospectiva, INTA: gonzalez.leticia@inta.gob.ar. https://orcid.org/0000-0002-2130-026X
María Fernanda Menni. Instituto para la Agricultura
Familiar Patagonia, INTA. menni.fernanda@inta.gob.ar. https://orcid.org/0009-0004-4854-4047
Recibido 04/03/2023.
Aceptado 16/05/2023.
Publicado 20/06/2023
Resumen
A
través de la reflexión sobre dos experiencias prospectivas conducidas por las
autoras, este trabajo da cuenta de los interrogantes y particularidades que
surgen al encarar este tipo de ejercicios en un organismo público de Ciencia y
Tecnología en Argentina: el Instituto
Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Las experiencias fueron llevadas
adelante en el Alto Valle del río Negro (Provincias de Neuquén y Río Negro) y
el sudoeste de la Provincia de Buenos Aires entre los años 2019 y 2023.
Partiendo de concebir a la prospectiva como una disciplina que busca alojar la
complejidad y generar miradas compartidas sobre el futuro, lo que interesa aquí
no es resaltar los resultados de los ejercicios, sino centrarnos en algunas
características distintivas del proceso. Se concluye que, si bien no existe una
respuesta única y unívoca a la pregunta planteada, estos trabajos llevados
adelante desde la institución -en conjunto con otros que parten de premisas
teóricas y metodológicas similares- permiten construir una “caja de
herramientas” disponible cuando se enfrenta la necesidad de realizar este tipo
de estudios.
Palabras clave: Futuro,
Ciencia y Tecnología, Construcción Colectiva, Territorio, Toma de decisiones.
Abstract:
Through the
reflection on two foresight experiences carried out by the authors, this paper
reports on the questions and particularities that arise when facing this type
of exercises in a public Science and Technology organization in Argentina: the
National Institute of Agricultural Technology (INTA). The experiences were
carried out in the Alto Valle del Río Negro (Neuquén and Río Negro Provinces)
and the southwest of the Province of Buenos Aires between 2019 and 2023. Based
on the conception of foresight as a discipline that seeks to embrace complexity
and generate shared views on the future, what we aim is not to highlight the
results of the exercises, but to focus on some of the distinctive
characteristics of the process. We conclude that, although there is no single,
univocal answer to the question posed, the work carried out by the institution
allows us to build a "toolbox" available when faced with the need to
carry out this type of study.
Key words: Future, Science and Technology, Collective
Construction, Territory, Decision-making.
Introducción
En
los últimos años, los modos tradicionales de hacer ciencia se ven desafiados
por dos tendencias crecientes. Por un lado, la incorporación de la trans y
multidisciplinariedad como estrategias para abordar problemas complejos. Por el
otro, la participación de diversos actores (stakeholders) para democratizar
el conocimiento científico, pero, además, para obtener mejores resultados
(Delgado y Rist 2016).
La
prospectiva tiene mucho que aportar en este proceso, dado que desde su origen
ha sido concebida como una disciplina que busca alojar la complejidad y generar
miradas compartidas (Zamudio s/f). Hacer prospectiva desde una institución
estatal de ciencia y tecnología, sin embargo, implica unas ciertas
características particulares vinculadas tanto con el diseño como con los usos
de los resultados de los ejercicios. Ello, especialmente, cuando el objetivo
que se persigue no es la mera producción de conocimientos sino que se busca
utilizar la prospectiva como herramienta de planificación. En otras palabras,
resulta un desafío singular en un organismo público de ciencia y tecnología
como el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Argentina, poder
conjugar lenguajes y tradiciones científicas (disciplinares) ancladas para dar
lugar a procesos innovadores. En este sentido, el desafío es principalmente
teórico-metodológico. No obstante, existen otras trabas, en especial aquellas
derivadas de la vinculación entre prospectiva y políticas públicas y en qué
medida los ejercicios prospectivos logran, efectivamente, direccionar estos
procesos (Schuff y González, 2018).
Desde
hace más de 15 años el INTA cuenta con diversos instrumentos y espacios para
trabajar con esta mirada prospectiva. A partir de una unidad (luego instituto)
orientada a realizar este tipo de ejercicios y asistir a la toma de decisiones
desde el año 2006, se fueron creando instrumentos y generando capacidades para
trabajar con mirada de futuro. Este proceso tuvo otro hito con la inclusión de
diversos proyectos vinculados a la prospectiva en las carteras de investigación
de INTA de los años 2013 y 2019 y, finalmente, con la puesta en marcha de
espacios de formación virtual a partir del año 2019 y hasta el 2021[i].
De esta forma, la disciplina se fue haciendo más masiva (e interdisciplinaria)
en la institución de forma gradual. Ello ha traído nuevos desafíos -en especial
vinculados con la capacitación al personal en esta forma de trabajo- pero
también ha dado el lugar para que, quienes trabajamos desde esta disciplina,
reflexionemos sobre las particularidades que tiene realizar ejercicios de este
tipo desde organismos del Estado.
A través de la
reflexión sobre dos experiencias realizadas desde el INTA en territorios al sur
de la Argentina (particularmente, en los Centros Regionales Patagonia Norte y
Buenos Aires Sur), se pretende dar cuenta a ciertos interrogantes que surgen a
partir de las mismas en relación con el proceso de diseño de los ejercicios:
¿Cómo o por qué se originan estos ejercicios en instituciones de Ciencia y
Tecnología? ¿Qué escalas son útiles para trabajar en este tipo de ejercicios?
¿Cómo juegan, en estas definiciones, las tensiones territoriales? ¿Qué
vinculaciones propone una prospectiva territorial con una de enfoque
tecnológico? En asociación con la puesta en marcha de los ejercicios, las
preguntas que emergen son las siguientes: ¿Cuáles son los procesos y diseños
prospectivos aplicados desde la institución? ¿En qué medida son estos estudios
participativos? ¿Cuál es el impacto de los estudios realizados de manera
participativa e interdisciplinaria en la construcción de políticas públicas?
Para indagar posibles respuestas a estas preguntas, exploramos dos ejercicios
que las autoras de este trabajo realizaron entre los años 2019 y 2023. Lo que
interesa aquí, entonces, no es resaltar los resultados de los ejercicios, sino
centrarnos en algunas características distintivas del proceso prospectivo, que
nos permitan acercarnos a pensar cómo se “hace prospectiva” en nuestra
institución. Cabe señalar que, si bien nos centramos con mayor detalle en estos
dos ejercicios, ambas autoras[ii] hemos trabajado en
numerosos procesos dentro de la institución que nos permiten complementar esta
mirada de casos con una mirada un poco más amplia sobre este tópico. La
elección de estas dos experiencias para profundizar en particular se vincula
con tres elementos. En primer lugar, ambas experiencias combinan una mirada
territorial y una tecnológica, a lo que se suma un componente institucional, es
decir, buscan impactar en el proceso de toma de decisiones o de planificación.
En segundo lugar, ambas experiencias comparten una mirada teórica y
metodológica sobre cómo encarar el proceso. Sin embargo, presentan algunas
diferencias (en los plazos, en los actores involucrados, en las actividades a
prospectar, en el trabajo previo) que otorgan matices a las formas en que esos
marcos de análisis fueron implementados de acuerdo con los contextos. En tercer
lugar, ambas experiencias son recientes, lo que implica que quienes nos vimos
involucradas en los procesos contamos con un bagaje en nuestro haber, de
experiencias pasadas, que nos permite llegar a esta instancia con mayor manejo
de las herramientas. Por lo tanto, las decisiones tomadas a lo largo del
ejercicio están mejor informadas y, en ese sentido, consideramos que resulta
más útil el análisis sobre esta práctica que aquí se presenta.
De
esta forma, el presente artículo se estructura en tres secciones. En la
primera, realizamos una descripción analítica de cómo la prospectiva se
incorpora en el accionar del INTA y las singularidades de trabajar con este
tipo de propuesta desde la institución. En el segundo, abordamos los casos de
los ejercicios llevados adelante en el Alto Valle del río Negro (ubicado al
norte de la Patagonia, en las provincias de Río Negro y Neuquén) y en la Chacra
Experimental Integrada Barrow (ubicada al sur de la provincia de Buenos Aires).
Por último, en la sección de reflexiones finales se retoman las preguntas aquí
formuladas y se presentan ciertas consideraciones a partir de los casos
trabajados.
1.
Hacer
prospectiva en INTA: la disciplina en una institución pública de Ciencia y
Tecnología
Desde
los ámbitos científicos, en los últimos años y cada vez más, se promueven
estrategias de investigación en redes, plataformas y consorcios integrados por
investigadores e investigadoras de distintas partes del mundo y/o de diferentes
disciplinas científicas. Esta estrategia posibilita tanto compartir recursos,
como llegar a soluciones innovadoras de problemas complejos, permitiendo en la
inclusión de la multidisciplinariedad, poner a disposición distintas
capacidades para un problema en particular. Al mismo tiempo, toman relevancia
iniciativas de ciencia abierta, ciencia participativa o ciencia ciudadana como
estrategias de co-construcción de conocimientos y de
democratización de la producción y uso del conocimiento científico, no sólo
para resolver problemas sino también para plantearlos de formas creativas y
útiles (Delgado y Rist 2016).
Este
enfoque, demanda una mayor intervención por parte de las disciplinas de las
ciencias sociales y las humanidades en las organizaciones de ciencia y
tecnología, más allá de las temáticas específicas que se trabajen en cada una
de ellas. En este marco, la prospectiva toma fuerza y se vuelve (aún más)
relevante en tanto la mirada desde la complejidad y la interdisciplina es su
propuesta desde el comienzo. En efecto, esta propuesta teórico-metodológica
busca construir desde el presente visiones conjuntas sobre el futuro que
permitan resolver problemas multidimensionales y complejos, en los que entran
en juego una multiplicidad de actores (con sus visiones, conocimientos e
intereses particulares) (Fobe y Brans
2011; Máttar y Perrotti
2014). Los principios de la prospectiva se basan en una mirada a largo plazo y
de tipo anticipatoria, la utilización de enfoques participativos y la
orientación a la definición de estrategias y políticas (Miles, Saritas y
Sokolov 2016). En esta tarea, busca desafiar las limitaciones que generan los
lenguajes y prácticas tradicionales de cada disciplina para construir
consensos, acuerdos y metas comunes. Para ello, recurre a diferentes técnicas y
herramientas, buscando generar insumos que alimenten la toma eficaz de
decisiones.
La
creación del INTA en el marco del Ministerio de Agricultura en el año 1956, con
una misión múltiple de investigación, extensión, desarrollo rural y promoción
de la actividad agropecuaria, fue parte de un proceso de construcción de un
complejo científico-tecnológico por parte del Estado. En este contexto, su
función principal era la de generar tecnologías para el sector agropecuario y
sus principales líneas de trabajo se abocaron al mejoramiento de semillas, al
desarrollo de métodos y técnicas, así como al trabajo con productores para su
adopción (Gargano y Souza 2013). Es por ello que el INTA se estructuró
disciplinariamente, concentrándose especialmente en las ciencias naturales. No
obstante, en las últimas décadas, las ciencias sociales han ido ganando
terreno, complementando desde nuevas disciplinas la mirada de desarrollo
tecnológico y territorial. La prospectiva, en tanto proveniente de este campo,
se instala dentro de la institución desde el año 2006, con la creación de la
Unidad de Coyuntura y Prospectiva. Los primeros ejercicios de prospectiva en el
organismo fueron exploratorios y contextuales, con una mirada global,
sudamericana y nacional, y enmarcados en la temática del desarrollo (Gauna, 2019). A partir del año 2013, se inicia la línea de
prospectiva territorial, en el marco del Programa Nacional para el Desarrollo
de los Territorios (Vitale, 2019). Finalmente, a
partir del año 2015, con capacidad reflexiva sobre distintas epistemologías, el
INTA introduce la prospectiva estratégica, con foco en Investigación,
Desarrollo e Innovación (I+D+i).
En
términos de resultados, esta inclusión evidenció la necesidad de contar con
información estratégica para anticipar problemas y oportunidades en la
estructura económica para los diversos territorios del país en un contexto que
es cambiante y presenta un alto grado de incertidumbre. De esta forma, se
vuelve más factible abordar temáticas complejas ubicadas en la frontera del
conocimiento (Curarello 2019). Al mismo tiempo,
permitió incluir la complejidad de los temas que emprende el INTA, que se
encuentran sujetos a impactos contextuales multi-escalares
(globales y sistémicos, de organización, de procesos e interrelación) (Gauna 2019)
En
términos teórico-metodológicos, la proliferación de esta mirada dentro de INTA
se vio reflejada en profesionales especializados en el campo, en el incremento
de estudios, en la variedad de temáticas que se plantean y en la cantidad de
disciplinas que se incorporan. Como ejemplos, se pueden mencionar los trabajos
de Patrouilleau R. (2012, 2015); Schuff
et al (2017); Schuff y Gonzalez
(2018); Gauna (2018, 2019); Menni (2016, 2018); Curarello (2019); Patrouilleau M.
(2022); Vitale y Papagno
(2019); entre numerosos otros. Cada uno de estos trabajos realiza propuestas
desde diversos marcos teóricos, recortes, métodos y técnicas. En este sentido,
a la variedad de disciplinas y epistemologías (y por lo tanto, de lenguajes
científicos) que se combinan en la realización de estos ejercicios y de
problemáticas que se abordan, se ha respondido con diseños teóricos y
metodológicos ajustados para cada caso y para cada zona geográfica. Así, la
pregunta sobre cómo se hace prospectiva desde un organismo público de ciencia y
tecnología como el INTA no tiene una respuesta única y unívoca. Por el
contrario, partiendo de las necesidades de cada caso, se ha arribado al diseño
de un set de opciones disponibles de distintas escuelas metodológicas, para
buscar la que mejor se ajuste al proceso encaminado. Es por ello que en la
siguiente sección presentamos dos experiencias de trabajo distintas, en las que
se puede observar cómo las necesidades específicas de cada caso habilitaron
recurrir a métodos y técnicas similares en algún sentido, pero con diferencias
de escalas, temporalidades y necesidades.
2.
Experiencias
al sur de la Argentina
En
esta sección presentamos una descripción de dos ejercicios conducidos por las
autoras entre los años 2019 y 2023. El primero de ellos fue realizado en la
zona del Alto Valle del río Negro y el segundo, en el área de influencia de la
Chacra Experimental Integrada Barrow (Figura 1)
Figura
Nº1:
‘Ubicación geográfica de las zonas de estudio’
Elaboración propia, sobre la base de
Google Maps (2023)
a.
Alto
Valle. Fruticultura de pepita
Entre
2019 y 2022 fue conducido un ejercicio prospectivo para el sector frutícola del
Alto Valle del río Negro. Si bien no hubo una demanda formal para la
realización de este trabajo, la propuesta se estructuró en relación a intereses
de la dirección y del personal de la EEA para encarar este tipo de estudios,
tal como se observa más adelante en los objetivos del proyecto. La región del
Alto Valle del río Negro presenta complejidades desde su propia definición ya
que, en términos geográficos, comprende parte de dos provincias localizadas al
norte de la Patagonia argentina: Río Negro y Neuquén, con matrices productivas
muy disímiles (Santagni et al 2022a). Asimismo, es
una región con profundas tensiones territoriales derivadas de la competencia
por el uso del suelo y otros recursos (como agua y mano de obra) entre un
conjunto de actividades extractivas que abarcan desde lo agrícola[iii]
hasta las actividades hidrocarburíferas.
Por
su parte, el sector frutícola de pepita es un complejo agroindustrial, con
productores y productoras de diferentes estratos sociales y con distinto nivel
de intensidad de uso de tecnologías e integración a la cadena. Los mercados
externos e internos permiten el desarrollo y sostenimiento de la producción,
así como la generación de trabajo endógeno en los distintos eslabones. La
aceleración de los cambios tecnológicos, la globalización y el estado del
actual sistema productivo regional están imponiendo una alta velocidad a la
tasa de cambio de las relaciones, tanto entre los actores y actoras que forman
parte del mismo como con aquellos sujetos que están fuera de él. A eso se suman
tres problemáticas centrales, que tienen diferentes escalas y magnitudes en
relación con el sector: los intereses diferenciados y muchas veces
contrapuestos al interior de la cadena (que se manifiesta, por ejemplo, en el
destino esperado de la producción, la incorporación o no de tecnología -y el
tipo de tecnología que se incorpora, entre otros); el involuntario e inorgánico
desarrollo territorial del Alto Valle; y la coexistencia con el petróleo como
actividad de competencia por la mano de obra y los recursos naturales (Santagni et al 2022a).
Dada
la multiplicidad de voces de un sector con todas las características de un
sistema en crisis, en un territorio complejo, la experiencia fue realizada a
través de 6 fases distribuidas a lo largo de la duración de los proyectos
estructurales INTA (2019-2022). Se realizaron talleres entre el 2019 y 2021 con
140 referentes del territorio. Se trabajó con grupos de entre 5 y 20 personas.
A mitad del proceso de construcción, se presentificó un “cisne negro”, es
decir, un evento inesperado y que, si bien era posible, era poco esperable que
sucediera (Schultz, 2012): el COVID-19 y las estrategias implementadas para
intentar mitigar los efectos de la pandemia, que forzó a readecuar encuentros y
buscar alternativas creativas de interacción, potenciando la inteligencia
colectiva.
Este
proceso permitió la construcción de escenarios a partir de la lógica de
arquetipos (Hines y Bishop 2013; Bishop,
Hines y Collins 2007) tomando como horizonte temporal el año 2035. Para la
realización de este ejercicio se buscó generar articulaciones con actores y
actoras del ámbito estatal y privado de la región y del país para producir un
documento que pudiera ser utilizado como insumo estratégico en la definición de
políticas públicas y empresariales, así como del propio accionar de la Estación
Experimental Alto Valle (EEA AV) del INTA, a través de una mirada,
multidimensional y multidisciplinaria del sector y del territorio en el que la
fruticultura se desarrolla y desenvuelve. El ejercicio fue realizado de manera
colectiva, haciendo uso de diferentes metodologías que fueron combinadas y
jerarquizadas. Es decir, dentro de un esquema metodológico pre-definido,
se implementaron diferentes métodos para alcanzar algunos resultados
específicos y discriminar las distintas realidades percibidas. Así, si bien el
proceso fue arduo, puede entenderse como exitoso en tanto contó con gran
participación e interés por parte de los actores involucrados en la co-construcción y co-creación de
futuros.
El ejercicio prospectivo
El
trabajo realizado tuvo cuatro objetivos principales:
•Construir
posibles escenarios futuros del sector frutícola que orienten el accionar de la
EEA AV de INTA y sus ámbitos de influencia al 2035, a través de la disciplina
prospectiva, con un enfoque multidimensional.
•Instalar
la prospectiva estratégica como una herramienta sistemática de la planificación
de mediano y largo plazo en la EEA AV.
•Conformar
un equipo interdisciplinario e interinstitucional para el tratamiento de
grandes temas.
•Abrir
un espacio de participación orgánico e institucional a los distintos técnicos
de la EEA y Agencias de Extensión Rural (AER) y de articulación con
instituciones del medio.
El
horizonte temporal del ejercicio fue el año 2035, iniciando el proceso a fines
del 2018 con la planificación del mismo.
Como
se mencionó, la estructura del estudio contempló 6 fases o etapas sucesivas, en
las que se fue trabajando a partir de los resultados obtenidos en la etapa
anterior:
Fase
1 (1º trimestre 2019): Diseño de los
talleres participativos e Identificación de los referentes que formarán parte
de los talleres de trabajo. Su contenido permitió identificar la percepción
diferencial que los distintos actores de la región tienen de la realidad actual
y futura del sector frutícola y del territorio.
Fase
2 (2º trimestre y 2º semestre 2019)
Ejecución de Talleres con referentes de la región en distintas temáticas. Se
realizaron 9 talleres con actores del territorio. En cada uno de estos talleres
participaron entre 5 y 20 personas, como referentes de distintos ámbitos de la
región.
Entre
los participantes se contó con: pequeños y medianos productores frutícolas y
hortícolas, nogaleros, viticultores, ganaderos,
forrajeros, miembros de organismos públicos y privados, dirigentes de
cooperativas, cámaras, consorcios de riego, sociedades de productores,
agrónomos de la actividad privada, miembros de empresas de agroinsumos
locales, gerentes y directivos del sistema bancario y financiero regional,
jefes de compra de supermercados, exportadores, puesteros de mercados
concentradores, operadores minoristas, empresarios de servicios y proveedores
de insumos al sector y el personal de la EEA AV.
La
actividad fue presentada como “Taller de Prospectiva Frutícola en Alto Valle al
2035”, con el objetivo de identificar miradas a futuro del sector frutícola
regional a ese horizonte, con el aporte y la opinión de distintos referentes
vinculados directa o indirectamente a la cadena frutícola, a fin de contar con
insumos para la elaboración de escenarios. A partir del marco analítico que
brinda PEST (acrónimo de Político, Económico, Social, Tecnológico)[iv]
y sumando dos elementos que para el equipo resultaban relevantes, se definieron
5 dimensiones de trabajo principales: 1-Económica; 2-Política-Institucional;
3-Socio-cultural; 4-Ambiental; 5-Tecnológica (análisis PESTLE adaptado).
Entre
las fases 2 y 3, un evento inesperado y no contemplado se hizo visible. El
COVID 19, como elemento disruptivo, nos dio una oportunidad de reacomodar, de
pensar y construir futuros distintos y posibles y además conscientes. Desde
esta región, particularmente se incorporó el fenómeno como elemento de análisis
tangencial, que dio lugar a una pregunta estructurante de los escenarios
construidos al final del ejercicio. Los talleres pendientes, intra e inter
institucional, se adecuaron a la situación de contexto Aislamiento Social
Preventivo y Obligatorio (ASPO) pasando de ser presenciales a la modalidad
virtual. Esto trajo aparejado dificultades de conectividad, de readecuación de
los objetivos de cada reunión, entre otras, que enlentecieron y trastocaron la
planificación inicial.
Fase
3 (1º semestre 2020) Procesamiento e
interpretación de la información obtenida en los talleres. Identificación y
definición de variables estratégicas a incluir. Talleres con investigadores,
extensionistas y grupo de gestión -EEA A- utilizando como insumo la información
inicial surgida de la Fase 2. Taller para la generación de interrogantes
estratégicos e hipótesis a futuro con participación de referentes
institucionales en prospectiva, territorio y fruticultura (INTA, MinCyT y UCES).
Bajo
la modalidad virtual, se trabajó con las metodologías IGO[v] y
MICMAC, identificando 6 variables (o drivers) estratégicas sobre las cuales
poder intervenir políticamente. La importancia de la participación en cada
instancia del proceso permitió validar cada etapa.
Fase
4 (2º semestre 2020) Procesamiento de
información para la identificación de variables, tendencias, drivers de cambio.
Se recurrió a la metodología MICMAC, que fue descripta en la fase anterior
(Menni et al 2021a, 2021b).
Fase
5 (año 2021) Realización del escenario de
base (Santagni et al 2022a; Menni et al 2022)
Elaboración y presentación de informe final (Menni et al 2022). Publicación del
informe final. Presentación en distintos ámbitos e instancias de la región y
del país.
Las
fases 4 y 5 transcurrieron entre la escritura de los informes y la realización
de un taller final denominado “Construir posibles escenarios futuros del sector
frutícola en el territorio del Alto Valle al 2035”, en el que participaron
referentes y expertos del sector; las autoridades nacionales Ministerio de
Agricultura Ganadería y Pesca (MAGyP) y Diputados
Nacionales; Legisladores y ministros de producción de las provincias (Río Negro
y Neuquén); la cámara empresaria (CAFI), los académicos de las Universidades
Nacionales de Río Negro (UNRN) y del Comahue (UNComa),
así como los directivos, coordinadores y profesionales de la EEA AV. Como
resultado de esta fase está en publicación el IV Informe: IV. Prospectiva
Frutícola del Alto Valle del Río Negro al 2035. Construcción de escenarios
posibles a partir de arquetipos (Menni et al 2022).
Se
incluyeron análisis de variables y actores para ver potencialidades y proponer
estrategias posibles a realizar de manera mancomunada (Bishop
et al 2007; Gauna et al 2019). La metodología IGO fue
la seleccionada para la reducción y validación de las variables surgidas de los
talleres (Schwartz 1996). La construcción de esta matriz permite priorizar las variables según su grado
de pertinencia, pero además indica el grado de control o de dominio que se
tiene sobre cada una de ellas. Esta herramienta es una propuesta de Mojica
(2005) inspirada en la metodología de Godet (2000). A
través del IGO se validaron y ordenaron las variables que emergieron con la
información estratégica generada en las etapas previas. De esta manera, la
metodología IGO se constituyó en una herramienta central de apoyo para delinear
objetivos y metas en etapas sucesivas del proceso (Menni et al 2021a).
La
metodología MICMAC -Matriz de Impactos Cruzados Multiplicación Aplicada a una
Clasificación- se utilizó para ver la relación e implicación de las variables (Godet 1994). MICMAC posibilita la descripción de un
sistema, en este caso el frutícola, a través de una matriz que relaciona todos
sus elementos constitutivos; y su objetivo es evidenciar las principales
variables que resultan clave o esenciales para la caracterización de ese
sistema, asumiendo que una variable existe únicamente por su relación con las
demás. El sistema frutícola del Alto Valle presenta claras características de
inestabilidad, aunque corresponde señalar que a la vez admite convergencia, y
por este motivo puede representarse a través de la calificación de la Matriz de
Influencias Directas (MID). Por otra parte, cabe consignar que su inestabilidad
es lo que permite la reconfiguración a partir de las acciones y consensos que
se le den a las variables estratégicas en el proceso de construcción colectivo
de posibles escenarios futuros, objetivo final del presente trabajo de
Prospectiva Frutícola del Alto Valle al 2035, logrando identificar y definir un
escenario a futuro deseado por los actores del territorio y del sector. El uso
de MICMAC permitió la reducción de variables de interés o estratégicas para la
construcción colectiva de escenarios probables para el sector y el territorio,
acotando a 6 variables, de las 23 iniciales, priorizadas con el siguiente
orden: 1. Planificación; 2. Comercialización; 3. Uso del Suelo; 4. Industria y
Agregado de Valor; 5. Capacidad de innovación; 6. Profesionalización de los
Actores. Más allá del orden de priorización que la metodología permite con
respecto a las variables estratégicas, a la vez brinda la posibilidad de pensar
el ‘cómo’ y el ‘cuándo’ incluirlas en un eventual proceso de construcción de
escenarios futuros. Para poder encontrar ese posicionamiento de esas variables,
Profesionalización de los actores podría ser una pista inicial a considerar por
los decisores políticos a la hora de definir un primer objetivo a trabajar,
dado que es la que permitirá apalancar posibles acciones en la cadena, pudiendo
ser un elemento clave para llevar adelante un proceso de planificación del
sector y del territorio.
Los
futuros imaginados son vastos y más o menos posibles. Para reducir esta
amplitud, se trabajó con la lógica de arquetipos (Bishop y Hines
2013; Bishop, Hines y Collins 2007). Esta propuesta
metodológica simplifica el proceso de pensar el futuro ya que propone trabajar
a partir de cuatro esquemas predefinidos: Continuidad, Colapso, Nuevos
Equilibrios y Transformación. En el arquetipo de Continuidad, el sistema sigue
la trayectoria de la tendencia, sin grandes sorpresas en el medio. El arquetipo
de Colapso representa una situación donde el sistema deja de funcionar, donde
la manera tradicional de hacer las cosas no funciona más. El arquetipo de
Nuevos Equilibrios describe la adaptación del sistema para garantizar su
supervivencia. Finalmente, el arquetipo de Transformación describe cambios
fundamentales en las reglas de juego del sistema, emergiendo formas novedosas o
creativas de hacer las cosas.
Ante
el futuro, el juicio personal es a menudo el único elemento de información
disponible. El relevamiento de esas opiniones ‘expertas’ para forjarse una
convicción y apostar en forma de probabilidades subjetivas se logró con acción
participativa. Desde esta región, particularmente se incorporó el fenómeno como
elemento de análisis tangencial, que dio lugar a una pregunta estructurante de
los escenarios construidos al final del ejercicio: si los cambios e inclusiones
sanitarias exigidas, entre otras consecuencias que se esperaban del COVID19,
pasaran a ser parte de los cambios estructurales de la región y del sector,
¿cómo se configuraría el sector a futuro?
Fase
6: año 2022: Articulación con decisores
políticos del ámbito estatal y privado de la región y del país para su eventual
utilización como insumo estratégico en la definición de políticas públicas y
empresariales. La culminación de la fase 6 depende de la internalización de la
herramienta prospectiva como forma para la planificación y la acción de
políticas públicas institucionales, provinciales y locales, así como del propio
sector. El proceso puede continuar o mejorarse, en última instancia dependerá de
la voluntad y el interés político e institucional.
Resultados
Como
resultado del trabajo realizado, el equipo logró alcanzar el primer objetivo
que se había propuesto, vinculado directamente con la construcción de cuatro
escenarios futuros (Figura 2). Como se mencionó, ello fue realizado a partir de
la lógica de arquetipos, que permite dar continuidad a las fuerzas impulsoras
del sistema para poder influir y dirigirlas para formular políticas públicas
para el sector y el territorio. El haber podido dar un giro a los diagnósticos
de la fruticultura, haciendo uso de la inteligencia colectiva, permitió avanzar
en la acción participativa y colaborativa. Los talleres fueron sinérgicos y
siempre se tuvo el futuro como objeto, optimizando el tiempo de trabajo. La
inclusión de sectores concatenados a la fruticultura indirectamente fue una
experiencia superadora, ya que especialistas en temáticas ajenas a la
agricultura, aportaron su visión.
La
consecución del resto de los objetivos planteados al encarar el trabajo, sin
embargo, permanece condicionada al accionar institucional. Ello se debe, en
particular, a que la amplitud del territorio constituido por dos provincias
(Río Negro y Neuquén) con distintos intereses determinados por la relevancia
económica del sector frutícola de pepita, requiere estrategias conjuntas para
la sostenibilidad del desarrollo local. Pero también recae en las dinámicas y
sinergias que puedan generarse entre las instituciones vinculadas con el sector
y presentes en el territorio estudiado.
Figura
2:
‘Escenarios de Alto Valle de Río Negro y Neuqén al
año 2035’
Fuente: elaboración propia
Chacra Experimental Integrada Barrow
Durante
el año 2022, la Chacra Experimental Integrada (CEI) Barrow junto con el Centro
Regional Buenos Aires Sur (CERBAS) de INTA identificaron la necesidad de
realizar un ejercicio prospectivo. Con él, se buscaba diseñar líneas de acción
a futuro para la Chacra, integrando las voces del personal de INTA, del
Ministerio de Asuntos Agrario de la Provincia de Buenos Aires[vi]
y de representantes de otras instituciones públicas y privadas de la comunidad.
Esta demanda coincidía además con el hito de los 100 años de su creación, a
cumplirse en el año 2023, lo que exigía cierta velocidad en la realización del
estudio.
La
CEI Barrow se encuentra localizada en el sudoeste de la Provincia de Buenos
Aires. Su zona de influencia abarca los partidos de Tres Arroyos (donde se
encuentra emplazada), Coronel Dorrego, San Cayetano y Adolfo González Chavez. Esta zona, triguera por excelencia, fue testigo en
los últimos años de importantes cambios. Junto con la ganadería (que fue
también históricamente una producción importante en la zona) se incorporaron
numerosos productores agroecológicos, en especial en los cordones periurbanos. También
se potenciaron otras actividades productivas (como por ejemplo, la olivicultura
o la apicultura), al tiempo que creció la urbanización, disputando territorios
que antes contaban con otros usos. Esto implicó no sólo transformaciones
territoriales y productivas sino también modificaciones institucionales. A
nivel de la CEI, fue necesario introducir nuevas líneas de trabajo que se
vincularon de diferentes formas con las líneas más tradicionales (ya sea
integrándose y complementándose, o proponiendo miradas diferentes sobre los
procesos).
Haciendo
uso de las herramientas teóricas y metodológicas que ofrece la prospectiva,
este conjunto de actores se propuso repensar el presente y, a la luz del camino
recorrido en estos 100 años, imaginar los futuros posibles para el área de
influencia de la CEI Barrow. En este sentido, el objetivo del estudio fue
producir un documento que sirva como guía para orientar la toma de decisiones
estratégicas vinculadas con la CEI.
El ejercicio prospectivo
La
pregunta que motorizó el ejercicio fue la siguiente: el área de influencia de
la CEI Barrow, ¿tenderá a una mayor sustentabilidad territorial, ambiental,
económica y social hacia el año 2043? A partir de ella, se diseñaron escenarios
posibles y plausibles (Berger, 1964; de Jouvenel, 1972) y se plantearon
lineamientos de acción que posibiliten alcanzar un mejor posicionamiento de la
Chacra en un horizonte de 20 años (al año 2035).
La
demanda de contar con los resultados del ejercicio de forma rápida exigió tomar
ciertas decisiones metodológicas por sobre otras (se profundiza sobre ello en
el análisis por fases). En base a ello, el ejercicio fue realizado en cuatro
fases o etapas sucesivas, en las que se fue trabajando a partir de los
resultados obtenidos en la etapa anterior. Cabe mencionar que el diseño
metodológico del ejercicio fue definiéndose etapa a etapa, tomando en cuenta
tanto el trabajo ya realizado previamente por la CEI Barrow y los productos
elaborados en las etapas previas como las necesidades en términos de resultados
(productos) esperados y de otros requerimientos específicos. También fue
determinante la experiencia teórica y metodológica del equipo de trabajo del CIEP
en la realización de ejercicios de este tipo.
Fase
1: La primera fase consistió en la
definición de los parámetros que guiaron el propio ejercicio. Así, se
definieron el objetivo y los destinatarios del trabajo, el objeto de estudio,
el horizonte temporal, el foco o pregunta del estudio y las dimensiones críticas
(es decir, las cuestiones o áreas que nos permiten evaluar la deseabilidad de
los escenarios que se construyen). Estos elementos fueron definidos en
sucesivas reuniones de trabajo y discusión junto con el personal de la CEI
Fase
2: Luego de estas primeras definiciones, se
realizó un análisis de la situación pasada y presente, considerando
particularmente las dinámicas de cambio y transformación en relación con el
objeto definido. En esta etapa también se identificaron a los actores
vinculadas con el objeto del estudio, tomando en cuenta sus valores e
intereses.
Para
llevar adelante este trabajo, el equipo tomó en consideración los resultados de
una serie de actividades (charlas, reuniones, talleres, jornadas) que se habían
llevado adelante durante la primera mitad del año. De estos espacios
participaron diferentes actores del territorio, tanto intra como extra-institucionales, vinculados con la temática. Los
resultados de estos encuentros fueron sistematizados en documentos (actas,
memorias, entre otros) por el equipo de la CEI Barrow y se utilizaron en el
marco de este estudio para dar forma al diagnóstico prospectivo.
En
esta etapa, un segundo elemento muy importante fue la identificación de los
drivers o motores de cambio y su clasificación. Este paso consiste en analizar
la información de la que se dispone para identificar cuáles son los procesos
que pueden incidir en la forma que adquiera el futuro. Adicionalmente, es
importante clasificar estos drivers o variables, de modo de identificar de qué
formas pueden llegar a intervenir en ese futuro.
Las
técnicas, métodos y herramientas que se utilizan en esta etapa pueden ser
variados. En el caso de este ejercicio, se decidió realizar un proceso en dos
pasos.
En
primer lugar, a partir de los documentos producidos en el marco del “Camino al
centenario”, el equipo del CIEP realizó una primera identificación de drivers,
los definió y los clasificó en 4 dimensiones (Socio-Productiva, Ambiental,
Económico-comercial y Político-Institucional) y tres escalas (internacional,
nacional y local). También se realizó una primera clasificación de las
variables en invariantes (aquellas de las que se conoce su evolución más
probable en el horizonte temporal definido) o incertidumbres (aquellas que
pueden evolucionar en diferentes sentidos). Esta primera propuesta fue
discutida y modificada en conjunto con el equipo de la CEI Barrow.
En
segundo lugar, estos drivers se discutieron en un taller participativo
realizado en la CEI Barrow, que contó con la participación de personal de la
Chacra (incluyendo a profesionales, administrativos y personal de cooperadora),
directivos del CERBAS y de Estaciones Experimentales de INTA de la zona y
actores extrainstitucionales vinculadas con el objeto definido. Entre estos
actores y actoras extra institucionales se contó con la participación de
representantes de instituciones educativas (de nivel inicial, primario,
secundario, terciario y universitario, tanto urbano como rural), de
instituciones públicas (gobiernos locales, SENASA y cooperadora de la chacra),
del sector privado en agroindustria y servicios (veterinarios y agropecuarios);
de los productores agropecuarios y hortícolas intensivos; del Consejo Local
Asesor (CLA) y de otros espacios (medios de comunicación, sindicatos, etc.)
Fase 3:
El producto más frecuente de los estudios prospectivos es la construcción de
escenarios y la definición de imágenes de futuro. Estas imágenes surgen de
explorar la evolución posible de las incertidumbres definidas en la etapa
anterior.
Hablamos
de estos productos en plural ya que la prospectiva considera que el futuro es
impredecible. Por lo tanto, sólo podemos acercarnos a diferentes imágenes o
alternativas posibles (y plausibles) de lo que sucederá. Es importante
considerar que, si bien las alternativas que abre el futuro son infinitas
(aunque no todas igualmente probables), los ejercicios prospectivos buscan
mantener estas opciones en unas cuantas. Por lo general, se construyen entre 2
y 4 imágenes o escenarios. De esta forma, los resultados del ejercicio resultan
útiles para guiar las decisiones estratégicas del presente, cosa que no
sucedería si la cantidad de opciones es demasiado amplia. Al mismo tiempo, esta
cantidad de imágenes permite que los escenarios construidos sean lo suficientemente
diferentes entre sí, dando lugar a diversas posibilidades sobre el futuro y las
formas y momentos de intervenir en los cursos de acción.
La
decisión efectiva de la cantidad de escenarios a construir y su forma está
estrechamente ligada a su lógica de construcción. En cualquiera de los casos,
este ejercicio supone un trabajo “artesanal”, que integra los elementos
producidos en las etapas anteriores.
En
este caso, la lógica elegida fue la de arquetipos (Bishop
y Hines, 2013; Bishop, Hines y Collins, 2007).
Asimismo, para la construcción de los escenarios se recurrió al análisis
morfológico. Se trata de explorar de manera sistemática los futuros posibles a
partir del estudio de las combinaciones resultantes en la descomposición de un
sistema. Partiendo de la identificación y caracterización de los drivers más
relevantes de un sistema, se elaboran hipótesis de evolución de futuro de cada
uno de ellos.
Una
de las premisas centrales sobre las que se trabajó a la hora de plantear la
metodología de construcción de los escenarios fue la necesidad de realizar un
trabajo participativo. Las técnicas participativas proponen que diferentes
actores que se vinculan directamente con el tema a abordar se involucren, de
forma que puedan realizar aportes desde sus propias realidades y visiones. De
esta forma, se espera construir estudios menos sesgados, más legítimos y más
viables. En el caso de este ejercicio, además, se consideró importante reflejar
no sólo la mirada intra-institucional sino también la
extra-institucional.
Con
estas premisas de trabajo, los escenarios fueron construidos en el taller
participativo mencionado ut supra.
Fase 4: Los estudios de prospectiva pueden diseñarse
con fines exploratorios. Sin embargo, también resulta relevante que puedan
influir en los procesos de planificación estratégica institucional. Es por
ello, que este ejercicio se planteó como etapa final la construcción de una
serie de lineamientos de políticas para cada uno de los cuatro escenarios
construidos.
Resultados
El
proceso de trabajo interdisciplinario e interinstitucional permitió dar forma a
una serie de escenarios construidos a partir de la lógica de arquetipos (Figura
3). Asimismo, para cada uno de ellos se diseñó un set de lineamientos de
políticas que, lejos de contraponerse, se superponen y complementan[vii].
En este sentido, como resultado del ejercicio realizado, apareció como
relevante destacar este conjunto de coincidencias que, en diálogo con la
situación descripta en el diagnóstico prospectivo, permitieron marcar en cierta
medida un rumbo a tomar. En este punto, el involucramiento tanto de las
autoridades como del equipo de trabajo de la CEI resultó central en todas las
etapas del ejercicio, de modo de que o realizado pueda tener real impacto en la
toma de decisiones.
En
términos metodológicos, la realización de este ejercicio representó en cierta
medida un desafío, en especial por el corto plazo preestablecido para su
realización. Como contracara, el hecho de que la propia CEI ya hubiese
discutido algunas cuestiones que luego resultaron centrales, permitió mayor
margen para las decisiones metodológicas que se fueron adoptando en casa paso
del ejercicio. Por último, también resultó central el convencimiento acerca de
la necesidad de realizar este trabajo de forma participativa, con
representantes de diversos sectores de la sociedad.
Figura
3:
Escenarios de la Chacra Experimental Barrow al año 2043’
Fuente: elaboración propia
3. Reflexiones finales
En
este trabajo se partió de concebir a la prospectiva como una disciplina que
busca alojar la complejidad y generar miradas compartidas sobre el futuro. A
través del relato de dos experiencias al sur de la Argentina analizamos cómo se
“hace prospectiva” desde una institución estatal de Ciencia y Tecnología como
el INTA, que utiliza la prospectiva mayormente como una herramienta para
contribuir a la toma de decisiones. En este sentido, se consideró que el marco
institucional es un factor que condiciona la forma en que estos ejercicios se
pueden llevar adelante, tanto por su foco disciplinar primario (las ciencias
naturales) como por el doble rol que desempeña como organismo técnico-asesor y
como responsable de promover y ejecutar un conjunto de políticas públicas.
Desde este background,
el punto de partida fue la pregunta sobre cómo se hace prospectiva desde un
organismo público de ciencia y tecnología como el INTA. De esta pregunta, se
desprenden otras, a saber: Cómo o por qué se
originan estos ejercicios en instituciones de Ciencia y Tecnología? ¿Qué
escalas son útiles para trabajar en este tipo de ejercicios? ¿Cómo juegan, en
estas definiciones, las tensiones territoriales? ¿Qué vinculaciones propone una
prospectiva territorial con una de enfoque tecnológico? En asociación con la
puesta en marcha de los ejercicios, las preguntas que emergen son las
siguientes: ¿Cuáles son los procesos y diseños prospectivos aplicados desde la
institución? ¿En qué medida son estos estudios participativos? ¿Cuál es el impacto
de los estudios realizados de manera participativa e interdisciplinaria en la
construcción de políticas públicas?
Para
estas preguntas, no es posible dar una respuesta única y unívoca. Por el
contrario, cada uno de los trabajos que se lleva adelante desde la institución
cuenta con abordajes desde diversas herramientas teóricas, recortes, métodos y
técnicas. Sin embargo, ellos permiten construir una “caja de herramientas”
disponible cuando se enfrenta la necesidad o se aspira realizar este tipo de
estudios. Los dos ejercicios analizados presentan diferentes escalas, focos,
actores participantes. En función de ello, los ejercicios tienen algunos puntos
en común: ambos recurren al trabajo colectivo como modo de llegar a los
resultados, a la construcción de talleres como forma de implicar a diversos
actores en el proceso y a la lógica de arquetipos para la construcción de
escenarios. Asimismo, ambos se plantean el uso de la prospectiva como
herramienta de planificación (interna o externa) Sin embargo, como se mostró,
fueron seleccionadas diferentes herramientas que permitieran llegar a un
resultado por lo caminos mas
adecuados para el marco de acción, en función de diferentes tiempos, al grado
de involucramiento que se logró por parte de actores institucionales (en
especial, los tomadores de decisiones= y extrainstitucionales y al trabajo
realizado previamente en lo que se vincula con el análisis del contexto
particularmente. Estas herramientas forman parte de un set o “caja” disponible,
que es posible adaptar a los diferentes contextos a los que nos enfrentamos.
Junto
con ello, aparece como un elemento central a tomar en cuenta el tiempo de
realización de los trabajos. La celeridad o lentitud de los ejercicios se vincula,
en mayor medida, con las demandas y objetivos que se busca alcanzar al encarar
el estudio prospectivo. El grado de involucramiento de los tomadores de
decisiones y la medida en que los trabajos informan a las políticas públicas,
impacta en esta dimensión. Se observa que a mayor involucramiento es mayor la
demanda por celeridad. Esto podría deberse a cuestiones que han sido trabajadas
de manera previa (Schuff y González, 2018): los
tiempos de la prospectiva no siempre coinciden con los tiempos de quienes toman
las decisiones. Así, en los ejercicios analizados se observó que resulta
necesaria cierta negociación entre la profundidad y la complejidad de los
ejercicios y su velocidad. Ello no quiere decir que ejercicios más veloces sean
de menor calidad que ejercicios realizados en tiempos más largos, sino que
significa que para poder amoldar el trabajo prospectivo a algunas necesidades
predefinidas (como el plazo de realización) se deberá recurrir a un conjunto de
herramientas específicas en detrimento de otras. En la misma línea, si bien el
foco de este trabajo no buscaba ser la relación entre los estudios prospectivos
y la toma de decisiones, pudimos constatar que para que ese proceso sea
virtuoso es necesario que la vinculación entre quienes realizan los ejercicios
y quienes están a cargo de la elaboración de políticas públicas sea fluida
desde el comienzo de los estudios, y eso posiblemente se logre a través de los
responsables de la gestión -especialmente mandos medios institucionales[viii]-,
potenciando o en detrimento del devenir de la acción que los propios ejercicios
orientan. Así, se establece que la articulación activa y virtuosa entre
diferentes actores (en especial quienes ejercen la política institucional)
resulta central para alcanzar este tipo de objetivos (Schuff
y González, 2018).
Otro
elemento que interesa resaltar a partir de lo observado en los trabajos
analizados es la participación en los procesos que se llevaron adelante. En
ambos trabajos se contó con la presencia de actores representativos de
diferentes sectores tanto públicos como privados, vinculados al área bajo
estudio. Los casos presentados se diferencian desde su constitución (objetivos,
alcance, metodologías utilizadas, etc.) Sin embargo, en ambos casos la acción
conjunta con quienes estuvieron incluidos (principalmente actores
institucionales) así como los actores convocados externamente a la institución
fue central. Una referencia especial merece la participación activa de
representantes de otras instituciones públicas de ciencia y tecnología. En
efecto, la existencia de un entramado institucional en los territorios y la
fortaleza de ese entramado permite realizar abordajes más complejos y
multidimensionales, lo que da como resultado ejercicios más profundos. También
se destaca la participación activa de los actores extra-institucionales,
que se mostraron interesados en ser consultados en tanto expertos del sector o
el territorio. Hubo muy buena recepción, resultando que entre ambos ejercicios
se contó con más de 250 personas activas. Ello, consideramos, permite construir
ejercicios más cercanos a la realidad del territorio y más factibles de ser
tomados como elementos para la construcción de políticas.
El
último punto a destacar en términos de análisis de proceso es que si bien ambos
estudios comparten en cierta medida las estrategias metodológicas -en especial
en lo que refiere a la construcción de escenarios- sus resultados son bien
diferentes. Esto queda explícito en las figuras de los escenarios planteados (Figura
2 y 3), que si bien fueron construidos a partir de una misma lógica (la de
arquetipos), las miradas individuales arriban como parte del proceso a un
pensamiento colectivo resumiendo las disímiles imágenes probables a solo cuatro
futuros plausibles. Ello nos habla de la maleabilidad y adaptabilidad que
presenta la caja de herramientas metodológicas construida y resulta un
aprendizaje valioso para próximos ejercicios.
El
análisis de las experiencias nos deja dos elementos adicionales que pueden
plantear agendas de reflexión e investigación a futuro. En primer lugar,
observamos que la distinción entre la prospectiva tecnológica y la prospectiva
territorial es, en cierta medida, artificial. En los trabajos presentados,
ambas cuestiones se imbrican. Lo territorial no es posible sin lo tecnológico
y, viceversa, abordar lo tecnológico no es posible sin pensar en el territorio.
No obstante, el foco en lo territorial precisa de recortes de escalas en
territorios de menor orden, donde los intereses -y debates- se acotan y se
definen con mayor precisión. En segundo lugar, consideramos que los dos
ejercicios realizados tienen potencial de continuidad si se da una mayor
vinculación entre la investigación y la acción por parte de tomadores de
decisiones locales e institucionales. Ello también daría lugar a una agenda de
investigación -poco trabajada al menos desde nuestra institución- en la que se
explore y/o evalúe cómo y en qué medida estos ejercicios son apropiados,
particularmente por los actores que han formado parte del proceso.
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Notas
[i] ‘Introducción a la Prospectiva de
la Ciencia, Tecnología e Innovación’ Carga horaria: 40 horas. Dirección General
de Sistemas de Información, Comunicación y Procesos –Área de Educación y TIC.
Centro de Investigación en Economía y Prospectiva. Dirección General de Capital
Humano- Gerencia de Formación y Capacitación Plataforma PROCADIS –modalidad
virtual- INTA.
[ii]
Cabe señalar que el orden de autorías en este texto es estrictamente alfabético
y no refleja diferencias en los aportes a la reflexión que aquí se presenta.
[iii] Para profundizar en la
agricultura como actividad extractiva se sugiere revisar el aporte de Giarracca y Teubal (2013)
[iv] El análisis PEST identifica los
factores del entorno general que afectan a las empresas. Este análisis se
realiza antes de llevar a cabo el análisis FODA que suelen presentar las
empresas en el marco de la planificación estratégica. A este esquema se suma
también lo Legal. En este caso, hablamos
de un análisis PESTLE adaptado ya que el esquema propuesto no es aplicado al
mundo empresarial, del cuál proviene, sino al caso
específico del estudio prospectivo (Roberts y Norton, 1996).
[v] La matriz IGO permite priorizar las
variables según su grado de pertinencia, pero además indica el grado de control
o de dominio que se tiene sobre cada una de ellas. Esta herramienta es una
propuesta de Francisco J. Mojica1, inspirada en la metodología por Michel Godet (2000), padre de la prospectiva moderna. A través del
IGO se validaron y ordenaron las variables que emergieron de la información
estratégica generada en sucesivos talleres participativos realizados durante
2019 y 2020. En estos talleres
se indagó
sobre las percepciones acerca del futuro del sector en el territorio con la
consigna: ¿Cómo visualizamos el Alto Valle al 2035? De esta manera, la
metodología IGO se constituye en una herramienta de apoyo que permite delinear
objetivos y metas en etapas sucesivas del proceso prospectivo, para la
construcción de escenarios futuros en el sector frutícola, motor de la economía
regional del Alto Valle del río Negro (Mojica, 2005).
[vi] Cabe señalar que la CEI Barrow
depende del Ministerio de Asuntos Agrarios de la provincia de Buenos Aires y
actúa por convenio con el INTA como Unidad Operativa del Centro Regional Buenos
Aires Sur.
[vii] Al momento de
aceptación de este artículo, los resultados del ejercicio prospectivo realizado
en la CEI Barrow no fueron publicados aún, por lo que se opta aquí por no
incluir un detalle de los mismos, sino focalizarnos en el proceso que, además,
resulta el objetivo central de este artículo.
[viii] Para profundizar en
este punto recomendamos recurrir al artículo de Schuff
y González (2018). Sin embargo, cabe señalar aquí que el foco en los mandos
medios -y no en los altos mandos de la institución- se explica por el hecho de
que son estos mandos medios quienes, en general, son los encargados de tomar
las decisiones más cercanas a los territorios. Es por ello que la vinculación
de los ejercicios en tanto aportes para la planificación es mas
cercana a los intereses y necesidades de este tipo de actores y no a los mandos
más altos de la institución.